Análisis de Fireburst XBLA (Xbox 360)
El fuego no suele ser un buen aliado en las carreras de coches. O eso es lo que seguramente pensaríais antes de probar Fireburst, el nuevo arcade que nos llega desde Xbox Live. La gente de ExDreams nos propone un juego de carreras en el que el fuego se convierte en parte principal de las mismas y donde cada modelo de coche lo aprovecha de forma distinta. Como ya hemos visto en los juegos de la saga Motorstorm, al aplicar el turbo del coche éste se calienta, con la diferencia de que en este caso al llegar a un cierto punto, este calor se convierte en un arma.
Hay coches que consiguen más potencia con el denominado turbo de fuego, otros que se transforman en un bola de fuego aniquilando lo que encuentren a su alrededor, u otros que dejan un mortífero rastro de fuego con sus ruedas que pueden aniquilar a sus perseguidores.
Éstos espectaculares efectos los conseguiremos cuando calentemos el coche con el turbo al máximo y duran apenas unos segundos, antes de que el coche explote si seguimos apretando el turbo, con la único inconveniente de que sí estamos prácticamente al borde de la explosión, y nos encontramos con un rastro de fuego nos hará explotar. Encontrar agua o golpear unos barriles azules será entonces nuestro único remedio para enfriar nuestro recalentado coche.
De esta forma, controlar la temperatura de nuestro coche, para así poder aplicar el turbo en el momento necesario para conseguir más velocidad o para aniquilar a un enemigo que esté a nuestro alrededor, se convierte en el único punto de interés de este mediocre juego. La idea puede que no sea del todo mala, pero la implementación dista mucho de ser divertida. La barrera entre controlar el calor del coche para conseguir la máxima potencia mientras evitamos que explote es tan mínima y difícil de conseguir que en muchos casos desistiremos de usar ese empuje extra de potencia, con el consiguiente aumento de la dificultad.
Liga de fuego
El juego nos presenta una liga de carreras en la que participan ocho pilotos, lo que realmente se traduce en que cada uno de esos pilotos tiene cinco desafíos independientes que superar, entre simples carreras, pruebas contrarreloj, pruebas de destrucción, u otros más complicados. En general, y si de momento, obviamos que los circuitos son bastante caóticos, no resultan demasiado complicados, hasta que encontremos ciertas pruebas prácticamente imposibles. Un ejemplo.
Si tenemos en cuenta que al principio de la carrera, el turbo tarda diez segundos en poder activarse, hay pruebas que nos exigen activar ese turbo durante un determinado tiempo, o conseguir una eliminación de otro piloto antes del primer checkpoint que no suele estar mucho más lejos. La única forma de intentar conseguirlo será quedarnos prácticamente parados durante esos diez segundos para luego poder ir a tope y confiar en la suerte para conseguir alcanzar nuestro objetivo en segundos, con el aliciente de la consiguiente pérdida de tiempo respecto a nuestros rivales.
El diseño de los circuitos es como decíamos algo caótico. De nuevo, se nota la inspiración en los juegos de Motorstorm, y de nuevo, se repiten más o menos los mismos fallos que en el juego de Sony. Pese a que son variados y están basados en localizaciones tan diferentes como un gigantesco almacén, una refinería, un cementerio de aviones, o un bucólico paisaje frondoso con cascada incluida, en general son demasiado enrevesados, y siempre encontraremos algún punto en el que el camino no está nada claro, y lo más seguro es que acabemos estrellados por no ver cómo seguir.
Circuitos y bólidos
Pese a todo hay que destacar que incluye hasta doce circuitos diferentes de carreras, y otros cinco específicos para las pruebas de destrucción. Un número bastante considerable para un juego descargable. El número de tipos distintos de vehículos que podemos conducir también es muy notable, y encontraremos varios tipos de buggys, coches de rally, camionetas, etcétera, aunque el funcionamiento de los mismos en la pista es prácticamente idéntico y no podremos modificarlos ni tunearlos a nuestro gusto.
Como es habitual, incluye modo multijugador tanto a nivel local, con la clásica opción de pantalla dividida como vía Xbox Live, pudiendo escoger en ambos modos si queremos simples carreras o pruebas de destrucción. Pese a que pueda parecer interesante, lo cierto es que no hemos encontrado ni un solo jugador conectado durante los días de prueba que hemos tenido, por lo que no podemos decir nada de su funcionamiento.
Gráficos y sonido
Si jugablemente Fireburst no destaca, tampoco lo hace técnicamente. Usa el conocido motor Unreal Engine pero no llega a mostrar todo su esplendor. Si bien es cierto que los gráficos son correctos, y la sensación de velocidad está bastante lograda, los circuitos no están tan bien diseñados como desearíamos, y como ya hemos dicho, en algunas ocasiones cuesta bastante adivinar por donde tenemos que ir.
Las voces están en inglés, mientras que todos los textos están traducidos al castellano. Uno de los aspectos más destacables es la banda sonora repleta de temas roqueros, desconocidos, pero que le dan una buena ambientación cañera a las carreras.
Conclusión
Aunque la idea de aplicar el fuego a las carreras puede que no hubiera sido tan mala, la implementación que ha tenido en Fireburst no ha sido la más adecuada. La separación entre conseguir el turbo y explotar es tan mínima que muchas veces no nos merecerá la pena intentarlo si no queremos perder la carrera, arruinando la a priori característica más divertida del juego. Una dificultad mal calibrada, a veces casi absurda, y un online totalmente desierto, no hacen de este juego uno de los arcades más recomendables del año, pese a la variedad de circuitos y vehículos de la que dispone.