Análisis de Victorious Boxers Challenge (Wii)
No se ha prodigado mucho por estas tierras, pero la verdad es que Hajime no Ippo es una saga con bastante solera en Japón basada en una serie manga de gran éxito sobre el mundo del boxeo, y que ha pisado no sólo la televisión, sino también el mundo de los videojuegos en varias ocasiones, por lo general con buenos resultados.
Victorious Boxers es el nombre con el que la saga aterriza en Europa con esta entrega para Wii, y propone cosas interesantes, aunque se nota que hay un importante desfase desde su lanzamiento original, pues apareció en Japón allá por junio del año pasado.
Ahora, un año más tarde, aterriza por fin en nuestra región, sin perder el estilo ni la estética, lo que lo hace especialmente atractivo para los aficionados al producto en el que se basa, pero la verdad es que sus dotes como videojuego no son tan destacabales.
En el manga se nos cuenta cómo el joven boxeador Ippo Makunouchi se prepara para convertirse en todo un campeón en esa dura disciplina deportiva, partiendo de una historia en la que su vida no ha sido fácil: algo enclenque y víctima de los abusones durante toda su vida, Ippo se esfuerza día a día para dar un giro a su vida y convertirse en toda una figura del boxeo. Por supuesto, esta historia se va a reproducir con mayor o menor fidelidad en el videojuego, aunque la verdad es que deja mucho espacio para luchar y poco para profundizar en la historia, aunque desde luego tiene algo más de narración que la inmensa mayoría de títulos del género.
La verdad es que el boxeo se ha prodigado lo suficiente en Wii como para saber qué se puede esperar. Ya Wii Sports mostró sus posibilidades, también se exploró en uno de los minijuegos de Bully y, aunque de un modo muy diferente, también hay algo de esto en Wii Fit. Ninguno de estos juegos se centra en el boxeo de manera íntegra, sino que es una pequeña parte de su planteamiento, por eso duele decir que la experiencia es más gratificante en cualquiera de ellos.
No es que los combates sean malos en Victorious Boxers, pues resultan intensos y rápidos, pero el control hace que conseguir una experiencia jugable satisfactoria no sea siempre posible. El sistema nos hace enfrentarnos a luchadores cada vez más fuertes, en combates desiguales, para ir mejorando poco a poco al crecernos ante las dificultades. El control, en principio, no tendría que ser un problema, en la medida en que se presentan hasta seis opciones diferentes para jugarlo, pero ninguna funciona realmente bien. Las opciones que buscan aprovechar la detección de movimientos no responden con fidelidad, y las más clásicas son lentas o no aportan realmente nada destacable.
De esta manera nos moveremos o bien moviendo el mando o bien usando el stick analógico, aunque la manera más interesante, en principio, nos recuerda mucho al boxeo de Wii Sports. Movemos los dos mandos a los lados para esquivar o movernos, y al moverlos hacia delante golpeamos con el puño derecho o el izquierdo. Esto se traduce en una detección de movimientos no demasiado fiable que no siempre interpreta de manera correcta el movimiento que queremos hacer, confundiendo jabs, uppercuts, ganchos y directos de manera habitual.
Esto no tiene mucha importancia cuando sucede en algo tan desenfadado como Wii Sports, pero en este juego, enlazar un par de fallos puede suponer perder el combate, y la detección errónea de un movimiento arruinar un combo y dejarnos vendidos. El sistema de combos, de hecho, es muy positivo, produciendo puñetazos de gran poder que pueden desequilibrar la balanza a nuestro favor, pero claro, para eso hay que enlazar una serie de golpes al rival, y si el juego no consigue interpretar nuestro movimiento lo normal es que no funcione. La cosa es tan grave que incluso tenemos la sensación de que es menos preciso que en Wii Sports, forzándonos a una curva de aprendizaje un poco absurda: descubrir qué tipo de movimiento exacto necesita el juego para producir cada golpe.
Con práctica (mucha) la cosa va mejorando poco a poco y al final conseguiremos resultados positivos, pero la verdad es que la jugabilidad queda muy empañada por este sistema. Y, pese a todo, debemos decir que hay algunos movimientos que, definitivamente, es casi imposible que los reconozca de manera correcta sacando de las casillas al jugador. Los uppercuts, en concreto, son un auténtico foco de problemas que pueden dar, aleatoriamente, cualquier tipo de golpe menos el que pretendemos.
En ese caso podemos optar por cualquiera de las opciones más tradicionales, ya sea con el mando clásico de Wii o usando un mando de GameCube. En estas situaciones la verdad es que la jugabilidad mejora mucho, aunque hay algún que otro inconveniente restante. No podemos olvidarnos, de todos modos, de un sistema de control muy peculiar, aunque no nos ha parecido nada práctico. Se trata de usar la función de puntero del mando remoto para mover un cursor por la pantalla para señalar donde queremos pegar, lo que haremos pulsando el botón A y luego una dirección. El sistema es curioso, puede despertar cierto interés, pero desde luego es de todo menos práctico, sobre todo porque la respuesta es lenta, y el desarrollo de los combates, por su parte, es muy rápido.
Pese a todo, si conseguimos acostumbrarnos al control, o bien optamos por un sistema tradicional más fiable, nos vamos a encontrar con que el juego luce bien, pero muestra algunos inconvenientes, como la extraña respuesta de la cámara, muy brusca y que por su perspectiva no siempre es útli, dificultando la visión. Además, cámara y movimiento del personaje son uno, por lo que nos encontramos con más problemas si cabe a la hora de buscar un ángulo, dado que, por ejemplo, la cámara se queda fija cuando tenemos que bloquear, dejamos de ver bien al rival y, además, el personaje no se mueve en relación al otro boxeador.
En el lado positivo, en el juego nos vamos a encontrar con más de una veintena de personajes diferentes, lo que garantiza una buena duración, y su ritmo de juego endiablado le aporta un dinamismo muy necesario para su planteamiento arcade. El modo multijugador, por su parte, es un desastre: como hemos dicho, al bloquear no se mueve la cámara, al no moverse la cámara el personaje enemigo se mueve y nosotros no, así que como no podemos movernos no podemos darle. Eso en el multijugador se traduce en dar un par de golpes, hacer que el rival se proteja, movernos y darle el puñetazo de su vida. De manera similar, cuando nos enfrentamos con la máquina, hay notable rutinas y fallos de la inteligencia artificial de nuestros enemigos, por lo que también podemos encontrar el modo de aprovecharnos de la situación.
Eso se ve acentuado porque el juego no tiene muchos modos de juego, y aunque 24 rivales en el modo historia es una cifra elevada, como ya hemos dicho antes, es todo tan sistemático que acaba resultando un poco repetitivo. Al menos el juego luce bien en estética, pero no en técnica. Tiene varios defectos gráficos, como parpadeo de polígonos, o falla a la hora de subirse al tren de la televisión progresiva, pero la estética (heredera directa de la serie de animación) es magnífica, pero se embrutece por lo escasos cuadros de animación y la mala realización de los fondos, con especial descrédito para el público asistente a los combates.