Análisis de Need for Speed Undercover (Wii)
La saga Need for Speed vuelve, por segunda vez, a Wii, la consola doméstica de Nintendo con una entrega equiparable en contenidos e intenciones a las de los otros sistemas domésticos actuales, pero Need for Speed Undercover no brillará con la misma luz en esta ocasión.
Undercover nos va a poner en la piel de un policía que tendrá que infiltrarse en el mundo de las carreras ilegales, como punta del iceberg para llegar a lo más alto, o profundo, de una organización criminal dedicada al robo de coches. Ésta es la excusa perfecta para ofrecernos un centenar de pruebas diferentes, que van desde carreras de un punto a otro o en circuitos a huir de la policía, pasando por carreras contra pilotos de lo más agresivo.
Para llamar la atención de los otros corredores y bandas tendremos que hacerlo bien en las carreras, lo que hará que la historia vaya avanzando y, mediante presentaciones con secuencias cinemáticas, vayamos conociendo a los personajes de ésta y se vayan relacionando con nosotros, ofreciéndonos encargos y retándonos a carreras para demostrarles nuestras habilidades y ganarnos su confianza.
Al contrario que otros juegos, Undercover no plantea un complejo sistema de relaciones entre bandas sino que la historia transcurre de forma lineal, conducida por secuencias cinemáticas cortas, un tanto inconexas entre sí, que alternan informaciones y órdenes de nuestro enlace con la policía (interpretado por la famosa Maggie Q) con escenas donde personajes del mundo de la conducción ilegal o de las bandas se relacionan con nosotros. De ese modo, nosotros no tenemos que tomar ninguna decisión ni preocuparnos de nada más que de correr y superar los retos que nos van proponiendo, distribuidos por las diferentes partes de la ciudad de Tri-City, donde transcurre la acción.
Pero la versión para Wii no resiste la comparación con las versiones para las otras consolas domésticas de la actual generación o PC, y no nos referimos a que haya menos polígonos, o peores texturas, sino a que el juego está salpicado de notabilísimos contratiempos.
Hay que destacar el esfuerzo hecho a la hora de conseguir un control adaptado a múltiples circunstancias en la consola de Nintendo, y es que Need for Speed Undercover nos permite todas las opciones de control posibles: mando clásico, mando de GameCube, mando remoto con nunchuk, mando en solitario (incluyendo, claro, Wii Wheel, como Mario Kart Wii) y también con un volante como el de Logitech. En ese campo es imposible tener queja alguna, pues el título cubre todas las posibilidades y es capaz de adaptarse a las circunstancias y necesidades de cada uno, algo que no siempre se ve.
Pero fuera de eso, el título se desinfla. La ambientación en la ciudad es una gran idea, y el sistema de misiones y elementos fuertemente guionizados funciona para aportar una estructura narrativa al desarrollo del juego, pero no acabamos de creernos la ciudad. Está bien diseñada, sí, pero la mayoría de las veces tendremos la sensación de estar corriendo en una ciudad prácticamente desierta, o quizás habitada por ciudadanos devotos del transporte público, pues el volumen de tráfico es escasísimo. Si parte de la gracia reside en correr por las calles de una ciudad con tráfico real, esa gracia no se da en la versión Wii. O bueno, se da en dosis ridículamente escasas.
Nos podemos quejar de que algunas misiones traicionan el espíritu abierto, la libertad de movimientos por la ciudad, al restringir mucho el camino a seguir para convertir esas rutas en poco más que circuitos con edificios a los lados, pero eso es una cuestión marginal cuando el juego, en sí mismo, apenas logra transmitir la sensación de que vale la pena moverse por la ciudad entre su tráfico.
A eso debemos añadir los problemas técnicos serios que van a jugar en su contra. Para empezar, la tasa de imágenes por segundo es completamente inestable, con saltos de cuadros de imagen, ralentizaciones, y todos los problemas similares que se puedan imaginar. Y estamos hablando de un juego de coches, donde la suavidad en los movimientos no sólo es deseable, sino imprescindible para poder jugar con garantías. No se ha conseguido.
Otro problema que tiene es que su distancia de dibujado del horizonte es cortísima. Mientras jugamos somos conscientes de cómo se genera el escenario, hasta tal punto que a cierta velocidad nos encontraremos con obstáculos o curvas de repente, y eso, una vez más, va contra el desarrollo normalizado de las partidas. Del mismo modo, mientras se generan los gráficos al acercarnos, estos tienen poco o nulo detalle, por lo que tampoco se puede decir que se esté forzando la máquina. Es más, no nos da en ningún momento la sensación de que se esté precisamente estrujando el potencial de Wii, entre otras razones porque en GameCube ya hubo juegos similares a nivel técnico y sin los problemas técnicos referidos. Una cosa es que Wii, a nivel de potencia bruta, no sea un salto de gigante, y otra cosa es que se vaya hacia atrás.
Electronic Arts ha mostrado en el pasado que sabe aprovechar la máquina de Nintendo, así que no es fácil saber qué ha sucedido en esta conversión, a cargo de Black Box, pero desde luego no se ha estado a la altura de las circunstancias en esta ocasión; una pena, si tenemos en cuenta que, aunque sea cuestión de gustos, ésta es probablemente una de las entregas más ambiciosas de la saga en otros sistemas.
La banda sonora de Need for Speed Undercover contiene gran variedad de temas licenciados, muchos de ellos conocidos e incluso uno de Ojos de Brujo. No resulta especialmente extensa pero sí acertada para la atmósfera del juego, y se combina con unos excelentes efectos de sonido y un gran doblaje, bien actuado en el caso de las secuencias y diálogos entre personajes del juego, y muy natural en el de las conversaciones de policía.
En cuanto al juego en sí, la selección de vehículos es amplia e incluye coches de Europa, América y Japón, tanto actuales como clásicos, no siendo exagerdamente larga pero sí de gran calidad. El problema reside en la dificultad a la hora de ganar dinero y conseguir nuevos coches, bloqueados muchos de ellos al principio y en el punto medio del juego, y lo mismo puede decirse de las mejoras y el tuning: hay gran cantidad de opciones, pero no será hasta muy avanzados en la historia cuando podamos aprovecharlas. La selección de piezas de decoración y personalización es muy acertada.
Una de las características más promocionadas del juego ha sido su historia. Hay que mencionar que inexplicablemente, pese a la cantidad de actores y actrices de Hollywood, y los altos niveles de producción, no cumple su objetivo de enganchar al jugador en una historia realmente trepidante. Cada secuencia de vídeo está bien dirigida y planteada, e incluso actuada, pero la organización general de la historia, la forma en la que se conecta y su propio planteamiento acaba resultando tremendamente tópico y fundamentalmente inconexo; sabemos que nos estamos metiendo en el ajo y que hay personajes importantes en él, pero realmente acaba dándonos igual.
En cualquier caso, sirve como línea para llevarnos a desafíos, paseos por la ciudad, y conseguir ir desbloqueando zonas, vehículos adicionales, etc. El pasear por nuestra cuenta por la ciudad debería ser uno de los principales atractivos (y la llave de entrada a desafíos), pero por las razones antes expuestas, esto no es así. Sea como fuere, nos iremos encontrando con duelos, batallas en las autopistas, destrozos a coches policiales, entrega de coches robados, persecuciones... No es que luego en la práctica se diferencien demasiado (casi todo son carreras más o menos normales), pero hay variaciones en los objetivos secundarios y elementos adicionales que añaden algo de salsa al desarrollo.
Como en las otras versiones, la policía está muy presente en esta nueva entrega, y hay varios eventos en los que tenemos que huir de ella: por una parte están las "huidas" propiamente dichas, en las que tendremos que despistarla como misión en sí, y luego también eventos donde tendremos que llevar un coche a un garaje para que lo recojan, sabiendo la policía que lo han robado. Finalmente tenemos aquéllos en los que tendremos que causar una cantidad de dólares en daños, y luego darnos a la fuga.
Estos eventos de escapar de la policía predefinidos se combinan con la presencia general de la misma en la ciudad. Independientemente de que estemos en una carrera o pululando por la ciudad, la policía puede fijarse en nosotros y comenzar a perseguirnos; en el caso de que estemos en un evento de carrera, luego tendremos que seguir lidiando con ella y librarnos despistándola. Como recompensa, nos darán dinero por los daños causados y por la cantidad de fuerzas del orden movilizadas, aunque nuestro coche pasará a estar más fichado, y será más fácil tanto que nos identifiquen como que acabemos con multitud de coches patrulla tras nuestros pasos.
La policía organiza auténticos dispositivos a gran escala para darnos caza, y nosotros tendremos pinchada su radio para ver cómo se organizan; de hecho, este es uno de los aspectos más llamativos de la producción del juego. La policía sigue nuestros pasos, narra nuestras escapadas, comenta desconcertada cuando le damos esquinazo, y se refiere a nuestro coche por su color. La narración de estas comunicaciones policiales está muy bien doblada, no de forma exagerada ni trepidante, como indica la música que acompaña las persecuciones, sino de forma más burocrática, pues de hecho ellos están trabajando, y sus comentarios no tienen demasiada emoción aunque sí se corresponden con lo que estamos haciendo en las calles de Tri-City.
Una de las características perdidas en Wii es la del juego en línea, que si bien no era maravilloso en las otras entregas, siempre es algo que se echará de menos. Tenemos, al menos, modos de multijugador a pantalla partida para hasta cuatro jugadores variados. Se cuenta, básicamente, con la carrera básica, carrera en circuito, carreras por eliminación, robo (conseguir un botín y ponerlo a buen recaudo), huida (persecución policial) y policías ladrones. Complementa el plantel de opciones las partidas al azar y un contrarreloj multijugador. En líneas generales, si no fuera por la acentuación de los problemas técnicas, la cosa estaría bien.
Need for Speed Undercover es una apuesta interesante en un género que, la verdad, no tiene en Wii tantos representantes de calidad como en otras consolas. Contrasta la atención puesta en las opciones de control con las notables carencias técnicas, que juegan definitivamente en su contra haciendo que el título luzca no sólo mal, sino que no funcione como es de esperar en momentos clave y, también, como tónica general del juego. Eso arruina la experiencia de juego, y es una pena porque la fórmula adoptada para esta entrega funciona, y con sólo un poco de atención para corregir errores (no hablamos ni de florituras) se podría haber obtenido un título destacable y, además, con no demasiados competidores en el catalogo.