Análisis de Bully: Scholarship Edition (Wii)
En 2006 nos llegó Canis Canem Edit para PlayStation 2, o lo que es lo mismo, Bully. El juego vino acompañado de una intensa polémica avivada por la exaltación de unas características que el juego en realidad no planteaba y acusándolo de incentivar el acoso escolar, sobre todo desde medios de comuncación generales que encontraron un pequeño filón sensacionalista en la premisa del título. Apenas hay que dedicarle unos instantes al videojuego para ver que esas acusaciones no tenían lugar, pero eso no impidió, de todos modos, que la propia prensa especializada (nacional e internacinal) mostrara en algunos casos una mojigatería exacerbada e hipócrita, muchas veces valorando moralmente el videojuego (y partiendo de la base de las acusaciones falsas que se habían vertido sobre él, lo que es muy significativo) pero sin entrar en sus valores como producto de ocio electrónico. Esto, finalmente, acabió repercutiendo en las ventas de un producto sobresaliente que, todo sea dicho, recibió más tarde diversos reconocimientos, sobre todo por su guion.
Dos años más tarde el juego regresa al mercado con una adaptación para Wii y Xbox 360, cada una con las diferencias esperables por las condiciones y características de cada sistema, y bajo el nombre de Bully: Scholarship Edition. Esta vez parece llegar más calmado (aunque lo cierto es que ha habido polémicas de igual modo, aunque no con tanta repercusión), así que quizás sea ahora cuando el juego pueda conseguir el reconocimiento entre el público (y la prensa que lo denostó en su momento) que merece.
Lo que vamos a ver en este título es, casi por completo, lo mismo que ya vimos en PlayStation 2, pero los nuevos contenidos incorporados añaden entre una hora y media y dos horas de duración adicional, lo que es un buen incentivo para apostar por un título que claramente nació en la generación anterior (en Xbox 360 tiene gráficos mejorados, sobre todo en resolución, pero el origen es evidente), pero quizás no lo suficiente como para tentar de nuevo a los que lo jugaran en la veterana consola de Sony. En ese sentido, puede ser un pcoo más tentadora la versión de Wii por los cambios introducidos en el sistema de control, mostrándose como uno de los juegos "viejos" adaptados a la consola de Nintendo con un mejor tratamiento, muy en la línea de Resident Evil 4.
Por tanto, la experiencia del desarrollo del juego es en esencia la misma, lo que es positivo en la medida en que el título base estaba muy bien construido. Volveremos a controlar a Jimmy Hopkins, un jovencito cuya madre y padrastro han metido en la academia Bullworth, un centro lleno de matones. El pobre Jimmy se convierte en el centro de las bromas de sus compañeros y tendrá que luchar por salir airoso de ese ambiente. Todo ello mientras se adapta al ritmo de las clases, que, por supuesto, no se van a detener: el jugador es libre, puede hacer lo que quiera en Bullworth (colegio y pueblo), pero el reloj es cruel e imparable y si nos saltamos las clases, puede haber las consecuencias lógicas. Y, mientras tanto, tendremos que buscar misiones y asistir a las clases, claro, para poder progresar en el título.
No es que Hopkins sea precisamente un angelito: el chaval, de quince años, ha sido expulsado de otras siete escuelas antes, pero ahora toda la situación es diferente y se ha convertido en un paria. Jimmy va a tener que hacerse un hueco en la estructura social de la escuela en este, su primer año, mientras supera pruebas y se relaciona con diferentes estereotipos de alumnos (empollones, abusones, pasotas...) y, también, de ciudadanos. Todo ello pasando por unos principios algo difíciles... para el jugador. Bully Scholarship Edition sigue dando una primera impresión que no convencerá al jugador, pero si conseguimos superar esos primeros tramos vamos a ver cómo, a partir de ese momento, el título progresa siempre hacia niveles de calidad superior. Esta primera sensación se debe a que el tutorial resulta un poco lento y tosco, con muchos posibles caminos cerrados a cal y canto (tanto físicos como metafóricos), y sería, sin duda alguna, un error evaluar el juego por ese primer contacto.
Poco a poco las opciones jugables se van abriendo dándonos cada vez más libertad de movimientos y acción, hasta que finalmente nosotros mismos, como jugadores, vamos marcando el ritmo jugable. Es algo que quizás se ha depurado en este tiempo en juegos que presentan estructuras de desarrollo similares, pero en cualquier caso no resulta anquilosado, y lo único que está sucediendo en realidad es que si en la mayoría de casos queremos que todo vaya rápido y acceder a todo con máxima celeridad. Requerir al jugador que tenga paciencia y no desvelar todo el pastel de buenas a primeras es algo que puede ser un poco contraproducente con cierto sector del público, pero debemos insistir en que todo el que esté mínimamente interesado en Bully debería cederle ese tiempo necesario.
Y es que empezamos con una zona de actuación limitada al colegio, nada en técnica de lucha, y apenas algo que usar como arma y la única amistad del entrañable locuelo de Gary. Todo ello interrumpido por el acoso de los matones en cuanto nos ven, lo que puede arruinar por completo lo que estemos intentando hacer. Pero poco a poco iremos evolucionando con mayor campo de acción, un buen sistema de combos, y múltiples herramientas que usaremos como armas. Y las relaciones con los demás alumnos también cambiarán.
Todo el sistema de reacción de los personajes no jugables están bien planteado, con reacciones generales dentro de su colectividad como grupo, pero con interesantes matices a nivel personal, y es que puesto que el campo de acción del juego es mucho más reducido que, por ejemplo, una ciudad de la saga GTA, es posible contar con caracteres individualizados en todo momento. Todo esto evoluciona a partir de la intereactuación con ellos, muy sencilla (con respuestas positivas o negativas) pero suficiente como para ir construyendo el personaje e influir en su entorno. Así, podemos tentar a alguien para que luche, o hacerle la pelota y conseguir que sea nuestro amigo. También podemos conquistar a una jovencita (o a un chico, no tiene importancia) con regalos como flores o dulces y acabar con un buen morreo, lo que será bueno para recuperar salud (hasta donde hemos comprobado, ni rastro de mononucleosis en el juego). Pero cuidado: como le podemos tirar los trastos a mucha gente, habrá que tener cuidado de no suscitar celos, lo que nos llevaría a una situación incómoda.
También habrá que tener en cuenta nuestro aspecto: la vestimenta nos define dentro de la jerarquía escolar y las reacciones de los diferentes grupos sociales pueden ser diferentes en función de nuestra pinta, y pueden incluso reírse en nuestra cara, en función de quiénes nos vean y cómo vayamos vestidos. Es intersante ver cómo, aunque con sencillez, todo el sistema reacciona a nuestra progresión en función de todas estas elecciones que vayamos tomando, prescindiendo de estadísticas y cosas complicadas, buscando un proceso mucho más natural.
En el caso de Wii lo más interesante es, ya lo decíamos antes, el sistema de control que se nos ha desvelado como uno de los más eficientes en el campo del os juegos de acción en tercera persona vistos hasta el momento en la consola, haciendo de las luchas una experiencia jugable bien diferente y divertida. El núcleo jugable se ha desplazado a la detección de movimientos por parte del mando remoto y del nunchuk, lo que viene a equivaler a los puños de nuestro buen chico, Jimmy. Para agarrar a un enemigo, pulsamos Z en el nunchuk y empujamos hacia delante el nunchuk, lo que puede ir acompañado de movimientos con el mando remoto que viene a ser el equivalente virtual de dar capones a nuestra presa. Además, también hay que tener en consideración la posiblidad de humillar a nuestro rival, lo que se hace también con la detección de movimientos. Todo responde muy bien (con una excepción: el nunchuk en la clase de música puede dar algún problemilla), con eficacia y velocidad, y la verdad es que hace que sea muy divertido jugarlo. Si le añadimos la adaptación de los minijuegos de las horas de clase, nos encontramos con que el conjunto sigue ganando todavía más enteros.
Tanto Xbox 360 como Wii han recibido nuevo contenido, entre el que podemos destacar nuevas asignaturas: biología, música, matemáticas y geografía. En Wii el que quizás destaque más es el minijuego asociado a la clase de biología, pero en ambas consolas lo cierto es que esto se ha traducido en contenido muy de agradecer y excelentemente integrado en el desarrollo del juego. No es lo único nuevo, ya que nos encontramos con nuevos objetos, ropa, y otros minijuegos repartidos por el desarrollo de la partida, no sólo dentro del colegio, sino repartidos por el pueblo, y, también, las nuevas misiiones. La verdad es que el paquete total del juego es sobresaliente, y mientras que en Xbox 360 los logros pueden ser todo un incentivo, el sistema de control de Wii se convierte en todo un aliciente digno de ser destacado. En cualquier caso, el juego puede darnos algo más de 20 horas de duración, lo que está bastante bien teniendo en cuenta la intensidad de su desarrollo y que, dado su planteamiento, esto puede multiplicarse varias veces según el ritmo que adoptemos nosotros mismos.
El multijugador no ha contemplado juego en línea en ninguna de las dos versiones, lo que es especialmente lamentable en Xbox 360, con su Xbox Live, y tristemente habitual en Wii. En cualquier caso, en nuestro hogar, con un par de mandos (tanto en una como en otra consola) podemos jugar a diversos minijuegos extraídos del modo principal, destacando sobre todo el modo competitivo para dos participantes simultáneos. No todos los minijuegos han sido adaptados, pero sí un buen puñado, lo que es un interesante añadido para un juego centrado muy claramente en el modo para un único participante.
A nivel gráfico, el juego luce bien en Wii dentro de lo que es su catálogo general, aunque evidentemente por debajo de lo que se ha visto en sus títulos punteros, como Super Mario Galaxy o Metroid Prime 3. Y en el caso de Xbox 360, aunque se ha construido un nuevo motor para adaptar el juego a la consola esto no se nota siempre. En ocasiones el salto gráfico es evidente, pero en otras ocasiones no se ha conseguido ese efecto, con escasa poligonización en personajes. Así, por ejemplo, en Xbox 360 conviven zonas con texturas muy destacables, pero en otras parece que no se ha puesto tanto empeño, y se nota que la resolución es más baja y no se ha aumentado el nivel de detalle sustancialmente con respecto a PS2, dándole un aspecto bueno pero irregular. En cualquier caso, mejora con respecto al a consola de Sony, claro, pero sigue siendo evidente que nació en ella y que no se ha diseñado pensando en el sistema, lo que se evidencia sobre todo cuando vemos que la tasa de imágenes por segundo tiene algún altibajo, lo que no se corresponde con la potencia que demanda a nivel visual de la consola de Microsoft.
En cualquier caso, esos fallos están presentes también en Wii. No es que la versión para la consola de Nintendo sea una adaptación directa a nivel gráfico, ya que se han mejorado texturas y diversos elementos del título se han perfilado mucho mejor, dando un impulso extra al aspecto visual de Bully (teniendo siempre en cuenta que no hay un salto cuantitativo ni cualitativo de relevancia con respecto a PS2), pero quizás hubiese sido preferible eliminar cualquier tipo de defecto técnico.
A nivel sonoro, ambas versiones incluyen una cantidad enorme de voces (en inglés), como en el original de PS2, y una acertadísima banda sonora. El guion es magnífico, tanto a nivel de diálogos (con subtítulos en nuestro idioma) como por su trama: tanto la historia como su desarrollo siguen con la misma frescura que en 2006, y se convierte en uno de los principales valores del juego.