Análisis TOEM, una simpática aventura fotográfica (Switch, Xbox Series X/S, Xbox One, PS5, PC)
TOEM no es el primer videojuego del estudio sueco Something We Made, pero para nosotros prácticamente como si lo fuera porque sus anteriores proyectos son prototipos jugables que nos resultan prácticamente desconocidos. Este es, entonces, su primer gran videojuego comercial, aunque eso de 'gran' choque frontalmente con el concepto original de esta coqueta aventura en la que tendremos que alcanzar la cima de una importante montaña para experimentar el misterioso fenómeno que da nombre al juego.
Pero antes de alcanzar ese pico tendremos que viajar a lo largo de toda la región ayudando a la comunidad haciendo uso de nuestra cámara de fotos.
Cada vez que prestemos nuestra ayuda a alguien, esta persona (animal, monstruo o fantasma) nos dará un sello que podremos utilizar para viajar gratis hasta el siguiente nivel; así a lo largo de las aproximadamente dos horas y media que dura su aventura si vamos a tiro hecho, aunque si nos relajamos para disfrutarlo y conseguir todos sus objetivos se puede ir a las cuatro horas tranquilamente.
Foto a foto llegaremos a la cima
El inicio de TOEM recuerda mucho al de los juegos de la saga Pokémon: despertamos en nuestra habitación y cuando bajamos a la estancia principal nos recibe nuestra madre para darnos los últimos consejos antes de partir hacia la primera gran aventura que viviremos en solitario. Eso sí, aquí no nos entregan una Poké Ball con una criatura que nos acompañe durante el viaje, sino una mochila y una cámara de fotos con la que tendremos que apañárnoslas para conseguir llegar hasta nuestra meta.
Por el camino, a lo largo de sus cinco niveles (sin contar el inicial), nos iremos encontrando a un montón de personas, personajes, criaturas, animalillos y todo tipo de seres que nos irán pidiendo favores a cambio de sellarnos la cartilla para poder viajar en bus al siguiente nivel. Siempre se requieren siete sellos como mínimo, pero en cada fase hay muchos más; esto es lo que marca la diferencia entre que el juego dure dos horas y pico a que dure prácticamente el doble, y honestamente no hay razón para jugar con prisas, siendo lo más recomendable detenernos a inspeccionar a fondo cada nivel para sacar todos los sellos, hablar con todos sus habitantes, descubrir todos los secretos y fotografiar a todos los animales que veamos.
Un adorable mundo plagado de aventuras y secretos
Casi todas las interacciones con el mundo de TOEM las realizaremos cámara en mano. Como podéis ver, el juego dispone de un sistema de doble perspectiva: mientras exploramos el mundo y nos movemos por él, vemos el escenario como un diorama con cámara isométrica que podemos mover, girar, ampliar y reducir, y cuando queremos sacar una foto pasamos a la cámara en primera persona, que también tiene ciertos parámetros de personalización. Además, mientras que el mundo y ciertos elementos de él son tridimensionales, los personajes sólo tienen dos dimensiones, y de algunos de ellos -como del propio personaje protagonista- siempre veremos su anverso, nunca su parte trasera.
De esta manera se consigue un aspecto muy coqueto (aunque quizás lo sería más si no hubieran apostado por el blanco y negro, decisión creativa que no terminamos de comprender) para un mundo sorprendentemente amplio y lleno de recovecos en los que explorar. Puede parecer que TOEM es un juego muy limitado, y en cierto sentido lo es, pero sus creadores han conseguido salpicar de sorpresas cada escenario de forma que las soluciones a las situaciones que nos plantean no siempre son del todo evidentes. Quienes hayan jugado a The Touryst encontrarán muchas similitudes con él, salvando las evidentes diferencias visuales y la falta de acción en la obra de Something We Made.
La tranquilidad es lo que más se busca
Quizás es importante recalcar eso, que TOEM no tiene nada de acción. Sí utiliza la cámara en primera persona para muchas otras cosas que no son sólo sacar fotos, gracias a que vamos consiguiendo nuevas herramientas que amplían la variedad de acciones que podemos realizar, pero en esencia es una aventura muy relajada y tranquila basada en la comprensión y observación del espacio y en los diálogos con los personajes (viene traducido al español latinoamericano, aunque con una localización bastante neutra adecuada al tono del juego); ambas cosas nos ayudarán a dar con la solución de los objetivos que se nos plantean y conforman el corazón de la aventura, en lo que hemos de sumergirnos sin prisas.
Si decíamos antes que es un juego limitado en ciertos sentidos es porque no termina de sentar las bases adecuadas para que podamos disfrutar de su mundo fuera de los objetivos que se nos plantean. Existen misiones secundarias, coleccionables e incluso puntos en los que simplemente sentarnos para pasar el rato, pero quizás echamos en falta una aproximación mucho más relajada en ese sentido; es por eso que lo comparábamos con The Touryst y no con otras obras más abiertas como A Short Hike, aunque también está bastante cerca conceptualmente de esta última.
Conclusiones
Todo lo que conforma TOEM, desde su coqueto apartado visual y su música hasta los diálogos y el diseño de sus personajes, rebosa calidez y alegría; es una aventura fotográfica muy agradable que nos permite adentrarnos en ella con la intensidad que deseemos, ya sea a fondo, escudriñando su simpático mundo cargado de magia, o de forma más sucinta, yendo a tiro hecho para terminarlo en un par de horas y seguir con otra cosa para volver a él en otro momento. Sea como sea, mientras cumplimos sus misiones y desentrañamos sus secretos, el primer juego de Something We Made nos demostrará la habilidad de una propuesta que, si bien tiene evidentes limitaciones, sabe comprenderlas y sortearlas para sorprendernos, divertirnos y relajarnos con un constante aprovechamiento original de su mecánica principal.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por popagenda PR.