Análisis The Case of the Golden Idol, una joya de la investigación (Switch, PC)
Lo primero que vemos nada más arrancar The Case of the Golden Idol es una escena estática en la que un hombre empuja a otro de un acantilado. Varios puntos rojos parpadean tanto en los objetos como en los protagonistas de la viñeta: pulsamos en ellos y desplegamos ventanas con información adicional, quizás una carta, quizás enseres con las iniciales grabadas… No sabemos quiénes son ninguno de los dos personajes, así que tendremos que investigar bien para rellenar un documento en el que desvelemos qué está ocurriendo y por qué. Tenemos todo el tiempo del mundo porque, total, la escena está completamente congelada.
Ese primer contacto con The Case of the Golden Idol desvela una fórmula que se irá repitiendo a lo largo de toda la obra: un crimen tras otro acaban dando forma a este brillante videojuego de detectives desarrollado por el desconocido estudio independiente Color Gray Games, formado por dos personas y con sede en Letonia. Su primer proyecto se lanzó el año pasado en PC, donde ya recibió buenísimas críticas por parte de público y prensa especializada. Para muchos fue uno de los tapados de 2022, así que aprovechando su reciente lanzamiento en Switch, donde ha llegado junto a su DLC, queremos contaros qué nos ha parecido para que no perdáis la oportunidad de probarlo.
¿Cómo se juega a The Case of the Golden Idol?
Decir que The Case of the Golden Idol es un point and click puede llevar a engaño por las dinámicas que ese género lleva asociadas, pero lo cierto es que la jugabilidad de este título se basa primordialmente en eso: apuntar y cliquear.
No hay inventario ni interacciones; no hay diálogos ni puzles. Apenas hay cambios de pantalla dentro de una misma escena. Entonces, ¿dónde hacemos clic? En cualquier cosa que tenga un punto rojo y de la que podamos extraer información, literalmente.
Aunque no es un juego de texto, The Case of the Golden Idol se basa en las palabras: cada objeto o personaje con el que podemos interactuar puede tener (o no) una serie de palabras subrayadas que podemos sustraer para quedarnos en un glosario con el que después tendremos que rellenar el informe del caso. Nombres, verbos, objetos, ubicaciones… Todo lo que podamos rapiñar servirá (o no) para dar forma a la respuesta de cada situación, que se acaba desvelando más como una descripción de lo que vemos que como una resolución real de los crímenes.
Un diseño brillante que nos hace creer más inteligentes de lo que somos
En realidad, la parte más importante de The Case of the Golden Idol sucede en nuestras cabezas. A medida que vamos desentrañando el caso vamos construyendo, casi sin darnos cuenta, un mapa mental que resulta indispensable para descubrir lo que está sucediendo. Es cierto que el propio juego tiene un apartado en el que se recopila toda la información importante, casi un tablón de detectives (solo que sin esos característicos hilos rojos) adaptado a cada escena; pero además de eso, las pistas que vamos encontrando van trazando líneas en nuestra cabeza para permitirnos resolver un misterio que a priori parece irresoluble.
Es más, en muchas ocasiones el juego parece querer animarnos a que no nos limitemos a los bordes de la pantalla: investigar The Case of the Golden Idol con una libreta a mano es toda una experiencia que recomendamos encarecidamente, pero es que además hay momentos en los que hemos tenido que tirar de búsquedas en Google para dar con la solución a una parte del crimen (para diferenciar dos tipos de plantas que dan una importante pista en uno de los casos, por ejemplo). Su diseño pone sobre la mesa una serie de momentos eureka de esos que hacen cosquillitas en el cerebro, consiguiendo que nos sintamos mucho más inteligentes de lo que somos.
Feo no, con personalidad
Puede que una de las partes más conflictivas de The Case of the Golden Idol de cara a su relación con el público masivo sea el feo apartado artístico del que hace gala. Nos podemos permitir definirlo como "feo" porque bien parece que Color Gray Games ha apostado por esa identidad visual basada en el feísmo para empacar su experiencia con un aire grotesco que le sienta fenomenal: a un juego de asesinatos macabros y viscerales no le pega un dibujo estilizado, pero sí uno de figuras deformes y exageradas, con poses casi del tenebrismo goyesco cuando toca representar a los cadáveres. Las caras, reconocibles; y los personajes con rasgos que nos permitan identificarlos si aparecen en otras escenas.
Y como broche a esa estética tan peculiar: su banda sonora. De primeras la música puede llegar a sonar repetitiva (es algo que suele ocurrir en este tipo de juegos de investigación en los que pasamos tanto tiempo dilucidando en un mismo lugar), pero a medida que avanzamos y descubrimos nuevos escenarios nos damos cuenta del trabajo que hay detrás de la música del juego: un tema para cada viñeta en la que investigamos le da a cada escenario una atmósfera única y ayuda a diferenciar entre espacios con un dinamismo que refresca la experiencia de juego. En su DLC, Golden Idol Mysteries: The Spider of Lanka, la música va un paso más allá encontrándose con notas orientales debido a su temática.
Conclusiones
Decir que The Case of the Golden Idol es uno de los mejores juegos de detectives que se pueden encontrar a día de hoy no es exagerar demasiado. Su diseño consigue hacer que nuestra cabeza divague por miles de posibles caminos para resolver un crimen del que no tenemos ni idea, y eso ocurre mientras miramos escenas prácticamente estáticas tocando una y otra vez los mismos objetos, personajes y puntos del escenario. La pista está ahí, sólo hay que encontrarla: todo lo que ocurre en medio está en nuestras cabezas y, en muchas ocasiones, fuera del propio juego. Es una experiencia recomendadísima, incluso si no gusta su peculiar apartado gráfico.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por Playstack.