Análisis de Bloodstained: Curse of the Moon (Switch, Nintendo 3DS, Xbox One, PS4, PSVITA, PC)
El hecho de que Konami no pasa por el mejor momento de su laureada historia es algo que todos conocemos. Atrás queda su era más gloriosa, la cual comenzó a cimentarse en los albores de esta industria. Sagas como Gradius, Metal Gear o Castlevania consiguieron atrapar a muchos de nosotros durante la era de los ordenadores y consolas de 8 bits. Por desgracia muchas de estas franquicias están ahora en punto muerto (bastante muerto en más casos de los que nos gustaría), pero afortunadamente algunos estudios están tratando de recuperar el espíritu de algunas de su grandes sagas.
Ese es el caso de Inti Creates y el título que nos ocupa, Bloodstained: Curse of the Moon. Una obra que, más allá de ser un "simple" juego, cumple dos funciones principales. Por un lado, sirve como precuela del esperadísimo Bloodstained: Ritual of the Night, la producción liderada por Koji Igarashi que intentará rememorar los tiempos del gran Castlevania: Symphony of the Night de PSX y Saturn (título que sigue sin fecha confirmada, por cierto). Y, por otra parte, Bloodstained: Curse of the Moon también hace las veces de homenaje a las producciones clásicas de Castlevania, misión que a pesar de la dificultad que entraña por todo lo que esto supone, ha sido superada con una nota más que notable.
Una aventura arcade de 8 bits
El sistema de juego que ostenta esta obra bebe directamente de las citadas primeras entregas de la saga de Konami. Es decir, que estamos ante un juego que apuesta por la acción, las plataformas y el espíritu arcade de finales de los 80. Una jugabilidad deliciosamente diseñada en 2D para alegría y júbilo de los jugadores más nostálgicos… y habilidosos.
Eso es, porque a pesar de que los desarrolladores han tenido en consideración a todo tipo de usuarios integrando dos niveles de dificultad claramente diferenciados, Casual y Veteran, lo suyo es jugar en esta última configuración. Un verdadero desafío en el que tenemos que intentar sobrevivir a todo tipo de monstruos a lo largo de los ocho niveles que acapara el título. Pueden parecer pocos (de hecho se echan en falta uno o dos más), pero lo cierto es que cunden mucho dado que superarlos no es precisamente un paseo… y, además, es un título muy rejugable debido a los múltiples finales que presenta y a la posibilidad de tomar varias rutas distintas en cada fase.
Una vez dicho esto, debemos dejar claro un concepto importante. A diferencia de lo ocurrido en títulos más o menos modernos pertenecientes a la saga Castlevania, en esta ocasión la jugabilidad se mantiene fiel a lo vivido en los primeros episodios de la franquicia. Nos referimos a que en lugar de estar ante aventuras de estilo Metroidvania con mucho "backtrackeo" y elementos propios de los RPG, en este caso estamos ante un título lineal y arcade. Es decir, que en cada fase que visitamos nos toca deambular desde un punto A hasta otro B sin que nos maten, así de fácil (al menos en cuanto a su concepto se refiere).
A medida que progresamos debemos ir eliminando a caballeros andantes, espectros, golems y demás criaturas sedientas de nuestra sangre. Un componente de acción que está salpicado por otros elementos jugables como las plataformas y ciertas dosis de exploración, dado que los escenarios (más bien simples y limitados) suelen esconder algún que otro secreto muy apetecible. Un sistema de juego que en los tiempos que corren puede resultar algo encorsetado para ciertos usuarios, especialmente los más jóvenes, pero que seguramente los usuarios más veteranos sabrán apreciar como se merece dado que, en la actualidad, apenas se ven títulos de este mismo estilo.
Para aportar más gracia al asunto, el título alberga varios elementos de interés. El principal es la posibilidad de poder alternar el manejo del protagonista entre cuatro diferentes… siempre que así lo deseemos y que avancemos lo suficiente. El héroe principal de esta historia es Zangetsu, un ser atormentado por una maldición (llamada Moon Curse) que le fue impuesta por criaturas de ultratumba… las mismas a las que se ha propuesto eliminar cueste lo que cueste. Bien, pues a su viaje van uniéndose paulatinamente hasta tres personajes más que preferimos no desvelaros en su totalidad para no spoilear más de lo necesario, si bien creemos pertinente que sepáis que el primero de ellos, Miriam, es justamente la que protagonizará el citado Bloodstained: Ritual of the Night.
Cada uno de estos protagonistas posee su propia arma principal, barra de salud y ciertas habilidades especiales. Éstas últimas acaparan gran protagonismo porque dependiendo del nivel en el que nos encontremos y de la situación, es más que recomendable usar a uno de ellos en concreto. Eso por no hablar de que precisamente en función de algunas de las aptitudes únicas de cada personaje es posible tomar una ruta u otra en puntos muy determinados de los escenario. Un aspecto que unido a otros como por ejemplo la posibilidad de poder usar armas secundarias que gastan puntos de magia (por así denominarlos), otorgan al título bastante más interés del que puede parecer en un principio. Una jugabilidad que, a la postre, resulta casi irresistible… siempre y cuando te acostumbres a ciertos aspectos determinados que posee la aventura.
Sin ser un defecto en sí mismo, al menos desde nuestro punto de vista, de entrada es necesario acostumbrarse al "duro" sistema de control. Y no porque sea complicado (con tres botones básicos se domina), sino porque la inercia del personaje tiene su gracia, sobre todo cuando llega la hora de encarar los saltos ajustados… con enemigos de por medio colocados con muy mala idea.
El diseño de cada uno de los niveles que es necesario superar también puede resultar demasiado simple y básico para algunos usuarios. Más que un título actual, esta obra rezuma espíritu ochentero (o, como mucho, de principios de los 90) por todos sus poros en todo lo relacionado con su vertiente jugable. Y esto puede suponer cierto menoscabo para los jugadores que no profesan una especial simpatía por todo lo que tiene que ver con lo retro. Pero, insistimos, esto algo buscado y no es un error en sí mismo, sino que es algo intrínseco a este tipo de producciones que tratan de emular lo experimentado en los títulos clásicos. Y ya puestos, los textos que se dejan ver de cuando en cuando no han sido traducidos a nuestro idioma, pudiendo leerse en inglés o japonés, un detalle (menor en este caso por la naturaleza que posee esta obra) que pensamos que debería haber sido solucionado.
Este planteamiento jugable en plan retro ha sido bien acompañado por un acabado sensacional… dentro de su estilo. Varios planos de scroll horizontal para proporcionar mayor profundidad a los fondos, sprites bien animados, decorados muy variados y enemigos de buen tamaño son lo más destacado de una faceta sencilla pero muy bien recreada, 8 bits total.
Una vertiente visual que, cómo no, ha sido respaldada por un apartado sonoro en la línea con todo lo que ofrece el título. Melodías pegadizas en plan chiptunes, efectos sonoros básicos pero acertados… y poco más. No lo necesita.
Al fin un digno sucesor retro de Castlevania
Son varios los títulos que lo han intentado en el pasado pero todos han sucumbido a la grandeza de una saga como Castlevania. Sin embargo Inti Creates ha conseguido plasmar un juego que bebe de manera evidente de esa fuente de brillantez suprema que irradia la saga de los Belmont, ofreciéndonos un título retro de marcada influencia 8 bits que va a entusiasmar a los usuarios más nostálgicos. Además su precio (diez euros) nos parece bastante ajustado. Eso sí, jugad en dificultad Veteran para que la experiencia de juego sea la que debe ser: la auténtica.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código proporcionado por Inti Creates.