Análisis de Superbeat Xonic (PSVITA)
La historia detrás del desarrollo de Superbeat: Xonic es sencilla: después de la desbandada del estudio coreano Pentavision, famoso por la saga de ritmo musical DJMax, gran parte del equipo se reunió en Nurijoy para realizar un sucesor espiritual. Así nació Superbeat: Xonic, basado en la recreativa Beatcraft Cyclon.
Hablamos de un título bastante simple y adictivo que consiste en la pulsación de botones, gatillos y giro de las palancas, o del control táctil opcional. Un tutorial explica cada tipo de nota que aparecerá en pantalla, que no son demasiadas: las básicas a diferentes alturas, las de pulsación permanente, las flechas que deben ser retiradas con un movimiento hacia arriba o abajo, las que además de mantener el pulso siguiendo un movimiento –scratches- y los gatillos.
Estos iconos se desplazan del centro hacia afuera, y para conseguir una buena precisión es necesario pulsar en el momento justo cuando pasan por los indicadores laterales. Depende de los gustos personales y la comodidad de cada uno, en general parece más directo el control táctil dado que de la otra forma hay que pasar de botones y cruceta digital a las palancas constantemente -en los momentos más intensos o canciones complejas esa diferencia es perceptible-. En PS Vita los dos estilos están activados siempre y puedes jugar de la manera que desees; en PlayStation TV obviamente esto no es posible.
Hay tres modos principales dentro de Stage Mode, además del modo libre: 4TRAX, 6TRAX y 6TRAX FX, de dificultad creciente por la introducción de más o menos variedad de botones. Al elegir una de estas opciones seleccionaremos tres canciones que serán evaluadas independientemente y también en conjunto. El objetivo es conseguir las mejores puntuaciones y combos para obtener experiencia, desbloquear contenido y destacar en los tablones de puntuación online, sin que el número de errores agote nuestra barra de energía. En el modo libre puedes practicar con las canciones desbloqueadas en el patrón de complejidad deseado.
Las canciones son principalmente electrónicas y marchosas, que varían del house a piezas orquestales, pop coreano, techno, rhythm & blues, un poco de indie y hasta metal progresivo. Imposible que todos los temas y estilos sean de nuestro agrado, pero sí hay suficiente cantidad –unas 50 pistas- y pluralidad con un mínimo común denominador de ritmos intensos.
No podemos decir que los artistas sean excesivamente conocidos en Occidente a menos que sea realmente un aficionado a este mundillo, pero hay que romper una lanza a favor de la selección. En otros juegos musicales, por ejemplo Hatsune Miku Project Diva F 2nd, criticamos la monotonía del sonido tras largas sesiones de partida. Sabemos que el comprador de un Hatsune Miku espera escuchar pop con la voz sintética, naturalmente, sin embargo Superbeat: Xonic no sufre de este encasillamiento porque tiene un buen equilibrio en los gustos, hay más que canciones de grupos femeninos juveniles.
La dificultad es flexible por una buena curva de aprendizaje. No ya sólo por la intensidad de las canciones, unas más machaconas que otras, sino porque hay un ajuste de velocidad que influye directamente en el nivel de reto. Con un valor de 0,5 las notas aparecerán más lejos y podrás reaccionar más fácilmente. ¿Eres un jugador frenético que domina este género como algunos asiáticos demuestran en Youtube? Sube la cifra a 5,0 y la experiencia será casi infernal, además de más reconfortante. Gracias a esto cualquiera puede empezar a conseguir alguna valoración S –o superior- y a la vez, Superbeat: Xonic tiene suficiente recorrido y profundidad para que nunca te pueda aburrir.
Cada tema está personalizado visualmente con colores y animaciones de fondo. Son pequeñas variantes de los que la mayoría de veces ni prestarás atención por el grado de concentración que pide, es decir, estos fondos sicodélicos ni destacan tanto como los de Lumines porque ha primado la comodidad –distracciones mínimas- ni realmente es algo que echará en falta la mayoría de jugadores. Eso relega el apartado de gráficos prácticamente a la interfaz, vibrante y un poco recargada sin vídeos a lo DJMax. Obviamente Persona 4 Dancing all Night resulta más vistoso en imágenes por los modelos de personajes bailando, pero no es algo que aporte a la diversión.
La mencionada experiencia nos sube de nivel y proporciona nuevas canciones, avatares de DJ y más misiones para el otro gran apartado, el World Tour. La personalización no es simplemente estética, equipar los ítems proporciona ventajas de algún tipo, desde aumentar la experiencia conseguida en un porcentaje a subir la "salud", lo que equivale a una mayor tolerancia de fallos. De esta manera se consigue que sacar desbloqueables sea un incentivo real y no coleccionismo puro y duro.
La "gira mundial" consiste en superar misiones con algún objetivo concreto, pongamos por ejemplo alcanzar un combo de 50 pulsaciones correctas o no fallar un número de notas. Su dificultad sube rápidamente y no conviene entrar en él hasta tener dominado el funcionamiento general, así que es un buen entretenimiento para el medio y largo plazo. Por suerte, la mayoría de contenido se puede desbloquear en el resto de modos, World Tour no es obligatorio durante las primeras horas de juego.
No hay muchos más modos y, aunque es inevitable pensar que éste es su punto débil o que su vida útil depende mucho de nuestro pique por obtener mejores puntuaciones, el juego funciona muy bien por lo divertido que es y lo bien que encaja dentro de la filosofía portátil: una canción tiene una duración de dos o tres minutos, puedes cortar cuando la situación lo requiera.
Conclusiones
Superbeat: Xonic es un gran juego para los fans del ritmo musical. No tiene la carta de presentación de Persona 4 Dancing all Night pero en muchos aspectos es todavía mejor juego. Cierto, no encontrarás personajes carismáticos, ni una historia, ni siquiera trajecitos para personalizar a tu idol virtual, pero Nurijoy ha conseguido un estupendo catálogo de canciones, ajustes para la dificultad a medida de todos los usuarios y la droga digital de calidad que puede dar un género aparentemente tan inofensivo como pulsar botones a golpe de percusión.