Análisis de Phantom Brave: The Hermuda Triangle (PSP)
Nippon Ichi tiene mucha experiencia en el RPG táctico con la serie Disgaea, bien conocida en PSP gracias a varias adaptaciones a la portátil, pero sus creadores cuentan con algunas otras sagas del mismo género que han pasado injustamente más inadvertidas. Ahí tenemos por ejemplo La Pucelle: Tactics y Phantom Brave, ambos para PlayStation 2. Este último fue el primero en ser publicado por la propia NIS tras el éxito de ventas de Disgaea –que editó Atlus-, llegando a Europa en 2005 sin armar demasiado revuelo, a pesar de las buenas críticas cosechadas por medios y fans. El género en cualquier caso no ha sido nunca de masas en consolas domésticas, salvando un par de ejemplos contados –Disgaea, Final Fantasy Tactics- en los que ha trascendido para un mayor público.
Más recientemente, en 2009, Phantom Brave se actualizó en Wii con Phantom Brave: We Meet Again, sumando algunas novedades, la más destacada un epílogo. Llegó un año más tarde a Norteamérica pero no a Europa, dejando al viejo continente sin una segunda oportunidad de conocer esta fantástica aventura de estrategia. Por suerte, se confirmó una nueva reencarnación para la pequeña de la familia Sony que ahora sí que está disponible en Europa, y que parte de la versión para doméstica de Nintendo, a la que añade unos cuantos extras en una versión que la hacen la más completa, subtitulada The Hermuda Triangle.
Aunque Phantom Brave tiene muchos elementos similares tanto con Disgaea como a la mayoría de títulos de estrategia, lo cierto es que pertenece a una saga diferente y por lo tanto se permite algunas particularidades que lo hacen especial. Por ejemplo, el primero que salta a la vista es que a pesar del diseño de personajes, el tono es menos desenfadado que en la humorística y en ocasiones absurda trama de Disgaea, aunque eso no significa que Phantom Brave no incluya algunas líneas cómicas.
La historia se centra en Marona, una chica de 13 años que perdió a sus padres muy joven. Vive en una isla llamada Ivoire junto con Ash, un fantasma que conoció a Jasmine y Haze –los padres de Marona-. Haze intentaría poco antes de morir resucitar a Ash tras ser asaltados en una emboscada, pero el resultado no fue completo, y de ahí su naturaleza fantasmal. Marona es la única capaz de hablar e invocar a este tipo de espíritus, y lo que es más inusual, transferir estas almas a objetos para dotarlos de un cuerpo con una habilidad llamada "Confine". Este poder no sólo forma parte del argumento, también tiene efectos en la jugabilidad como se podrá ver. En la versión The Hermuda Triangle se incluye también un universo alternativo visto en la versión de Wii, con nuevos personajes e historia no vistos en PlayStation 2. Los textos están en inglés, no han sido traducidos, y aunque los diálogos son más digeribles que en juegos de Yasumi Matsuno –FF Tactics, Tactics Ogre- es algo a tener en cuenta.
Phantom Brave se basa, como tantos otros juegos de rol estratégico, en un tablero con vista isométrica y mapa poligonal, mientras que los personajes y enemigos son sprites o ilustraciones 2D dibujadas en varias perspectivas para simular un poco el volumen dependiendo del punto de vista de la cámara. Para los momentos de diálogo utiliza también una vista lateral en el que se pueden apreciar a los personajes a tamaño completo con más detalle –aunque a baja definición-.
Pero hay dos características especiales que lo diferencian claramente de la mayoría de títulos similares. La primera de ellas es que carece de esa rejilla típica que sirve para guiar a los personajes como piezas de ajedrez de manera limitada y precisa, y que indica de manera gráfica el número de posiciones a las que llegar nuestra unidad según sus parámetros. En Phantom Brave esto se sustituye por distancias, que se traduce por un área a la redonda en el cual podemos colocar al personaje con libertad. Es uno de los puntos a destacar porque hacen del juego algo fresco incluso años después del original porque hay pocos "imitadores", siendo quizás la saga Valkyria Chronicles una de las que mejor ha explorado esta ausencia de casillas.
A efectos prácticos, y al menos hasta que nos acostumbramos, la mecánica del juego es más compleja que la de los juegos que usan casillas, porque ya no es tan fácil estudiar las posibilidades de movimiento –ahora son muchas más-, y el terreno también tiene efectos en la tracción, como superficies resbalosas que mueven a la unidad incluso una vez hemos detenido sus pasos; es una forma de ahorrar desplazamiento y aprovechar el escenario. El terreno también tiene características de rebote y no hay límites en los abismos, lo que significa que el enemigo nos puede enviar al fondo del precipicio con un sistema de lanzamiento similar al visto en Disgaea, inutilizando ese personaje durante la partida. Cuando se lanza a un enemigo fuera de los límites, el resto de enemigos aumenta de nivel. Todas estas normas hacen de Phantom Brave una rareza dentro de los juegos de tablero isométrico.
Otra habilidad original de Phantom Brave la encontramos en el poder de Marona, que es capaz de invocar a soldados encerrando espíritus en objetos del campo de batalla durante un número determinado de turnos, por lo que hay que jugar con este tiempo limitado en mente para sacar el mejor partido de ellos. Por ejemplo, a un soldado le beneficia la conexión que obtiene de un objeto resistente como una roca, y su permanencia en el mapa es mayor que el de otras clases. Además, personajes y armas acumulan maná al derrotar enemigos, que sirve para fusionar dos personajes, un personaje y un objeto o dos objetos entre ellos. De esta manera se mejora el equipo y se transfieren habilidades.
Todas estas características son las mismas que en el juego original, que aportó novedades a un género en el que no suele haber mucho margen para las grandes revoluciones. Ahora bien, si se dispone de la versión en PlayStation 2 o Wii, es posible que el jugador se pregunte si realmente The Hermuda Triangle merece la pena, y la respuesta es que quizás no. Estamos ante un excelente juego que data de 2004 llevado a una portátil en 2011, con una conversión de novedades mínimas respecto a Wii o PS2, salvando nuevos personajes que reclutar, algunos de ellos cameos de otros juegos de NIS. También se ha perdido la excelente ocasión de mejorar la interfaz original, que se hace incómoda. En resumen, el gran atractivo de esta versión es, por un lado, las ventajas inherentes a la plataforma –jugar en cualquier momento y lugar- y por otro, quizás, descubrir este juego a una nueva generación de jugadores.
Los gráficos son en su mayor parte coloridos, aunque algunos mapas no y piden a gritos un lavado de cara que añadan más elementos en el escenario, o que al menos diferencien más las localizaciones. La principal queja a los apartados técnicos es que la conversión no ha sido muy brillante, y aunque tampoco esperábamos una remasterización completa, se nota que el juego tiene ya sus años a sus espaldas –y nunca fue, ni por asomo, un portento en los viejos 128 bits-, incluso nos extraña ver algunos tirones en la fluidez, cuando es un juego que PSP fácilmente podría mover con soltura –y así lo han demostrado otras adaptaciones de NIS como los Disgaea-. En el otro lado de la balanza, es cierto que en el género que nos ocupa la simpleza gráfica está a la orden del día y se considera un aspecto de importancia menor, y que el hecho de lanzarse en portátil hace los defectos propios de una adaptación directa sean más disimulados –pixelación en elementos 2D, por ejemplo-.
La banda sonora sí da la talla, y es tan notable como lo fue en su momento, que por cierto en el lanzamiento de la versión para PlayStation 2 el juego se acompañó de un disco compacto, como prueba de su calidad. Las voces están en inglés y los sonidos están bien pero tampoco aportan grandes sorpresas.
Conclusiones
Phantom Brave es complejo –no apto para novatos- y sólido, aunque no perfecto. Algunos personajes y situaciones son un poco genéricas, y en PSP ya están disponibles muchas alternativas, la última destacable Tactics Ogre, que en este caso sí se ha beneficiado de un gran contenido extra, algo que echamos en falta en el juego de NIS. Pero The Hermuda Triangle merece más atención de la que obtuvo en sus pasados lanzamientos, y a nivel jugable mantiene todas sus virtudes, incluso su planteamiento puede resultar más novedoso que el de muchas propuestas más actuales. Lo principal es el sistema de combate, y Phantom Brave no decepciona.
Todos los amantes del género que aún no se hayan animado a descubrir este título tienen ahora una buena disculpa. En definitiva, un buen juego, una adaptación regular. Existen mejores alternativas en la portátil, pero si ya las has probado ¿por qué no dar una oportunidad a este clásico de NIS?