Análisis de Holy Invasion of Privacy, Badman! What Did I Do To Deserve This? (PSP)
Uno de los aspectos más notorios de los videojuegos de rol es que nos adentramos en multitud de mazmorras que albergan kilómetros y kilómetros de recorrido laberíntico. Si nos fijamos más detenidamente, nos daremos cuenta de que existen numerosas trampas, callejones sin salida y elementos que desquiciarían a más de un héroe, pero, ¿quién en su sano juicio construye estas cuevas? Nippon Ichi nos brinda la oportunidad de ejercer de Dios del mal, teniendo como único y claro objetivo el hacerle la vida imposible a todos los héroes habidos y por haber. ¿Estás cansado de estereotipos? Éste es tu juego.
Es curioso ver cómo cada vez las descargas digitales van tomando partido dentro de la industria del videojuego. Géneros impensables brotan de la nada, vueltas de tuerca hacen que un género anclado al clasicismo se vuelva un poco más novedoso y, luego, nos encontramos títulos como este, donde la originalidad, el buen humor y la mala leche están a la orden del día.
Holy Invasion of Privacy, Badman! nos ofrece la oportunidad de deshacernos de los videojuegos tópicos, de crear un concepto nuevo y de meternos un poco -siempre desde el respeto- con los clichés del género, que, por desgracia, son muchos.
¿Qué ocurre cuando un ente oscuro planea un ataque sobre el mundo con el objetivo de dominarlo? Pues que requiere una planificación, un tiempo de desarrollo y multitud de detalles que deben ser revisados hasta el infinito, puesto que si no luego puede venir el héroe de turno y acabar con nuestros planes. Holy Invasion of Privacy, Badman!, nos explica cómo un Señor Oscuro despierta a un Dios que todo lo puede (el jugador), con la intención de llevar a cabo un maléfico plan para borrar a todo ser viviente del mundo. El cómo llevar a cabo el plan es donde reside la diversión en este juego poco convencional.
Mazmorras imposibles
El concepto del videojuego puede echar para atrás a más de uno, puesto que no estamos ni ante el típico juego de rol o aventuras ni tampoco ante un género predilecto de estrategia. La desarrolladora ha pretendido crear un videojuego único, y en gran parte lo ha conseguido, puesto que la mecánica del juego es bastante sencilla pero detrás de esta simplicidad se esconden muchas posibilidades jugables. Pero veamos cómo se juega.
Nada más comenzar nos daremos cuenta de que el desarrollo de la acción transcurre bajo tierra, simulando lo que vendría a ser la entrada a una mazmorra de lo más simple dividida en una cuadrícula muy bien representada. El objetivo principal del videojuego es crear una mazmorra con los suficientes peligros como para que quienes osen adentrarse acaben desangrándose en la oscuridad. ¿Cómo hacerlo? Muy sencillo: creando criaturas para que ataquen a los héroes y formando un laberinto imposible en el que esconder a nuestro overlord. Pero concebir monstruos y lanzarlos al ataque no es tarea fácil, puesto que hay que seguir una serie de normas para su correcta concepción. Holy Invasion of Privacy, Badman! pretende simplificar el término de estrategia, dejando a un lado la recolección de recursos tan típica dentro del género para dar lugar a un concepto mucho más primitivo: los nutrientes. Dichos nutrientes estarán dentro de algunas rocas de la mazmorra, y nosotros seremos los encargados de destruirlas para que de ahí salgan las primeras larvas de maldad. Y aquí comienza la cadena alimenticia de monstruos.
Las larvas -y todos los personajes- son portadoras de nutrientes, así como de vitalidad. A medida que las babosas vayan recorriendo la mazmorra irán aportando -o recogiendo- nutrientes de distintas rocas, formando piedras con mucha energía pero perdiendo vitalidad. Nuestro objetivo es crear un ecosistema de monstruos autosuficiente. Pongamos un ejemplo: damos vida a diez larvas, que irán revoloteando de un lado a otro automáticamente; éstas depositarán sus nutrientes en una roca, y cuando dicha roca tome un color brillante podremos romperla, formando un pequeño soldado de la muerte con su propia espada. Cuantos más nutrientes tenga la roca a la hora de su descomposición, más poder tendrá el monstruo. Sencillo, ¿verdad?. Nada más lejos de la realidad.
A medida que vayamos rompiendo rocas y creando animales, veremos como no todas las criaturas se llevan bien. Al tratarse de un ecosistema, los monstruos más grandes atacan a los débiles, pese a ser del mismo equipo; amén de que las babosas aportan -y extraen- nutrientes aleatoriamente, por lo que tendremos que estar al tanto de las rocas más fuertes si no queremos ver como van debilitándose poco a poco. Y así contaremos con varias criaturas que pondrán a prueba los reflejos de los héroes más concurridos. Pero la cosa no acaba ahí, sino que además contaremos también con el detalle típico de los videojuegos de rol, y es que de nada sirve atacar a un espadachín fornido con fuerza física, sino que habrá que desarrollar monstruos afines a la magia para atacar en sus puntos más débiles. La mecánica es exactamente la misma, rompemos una roca mágica y de ésta aparecerán entes que transportarán nutrientes para crear nuevos aliados, cuantos más nutrientes, más poderoso será el monstruo.
El esquema es sencillo, pero poco a poco iremos comprobando que detrás de la simpleza de su desarrollo, que al fin y al cabo es crea enemigos para matar a los buenos, se esconde una dificultad que no podrá ser superada por el jugador más impaciente. Holy Invasion of Privacy, Badman es un videojuego difícil, que encantará a los espectadores que estén buscando un buen reto, unos gráficos simplistas que muestran multitud de guiños a los juegos de siempre y humor, sobre todo humor.
Visto así quizá el desarrollo parezca un poco complicado para los jugadores no experimentados. Sin embargo, la desarrolladora ha provisto al videojuego con un extenso tutorial que nos mostrará todos los secretos del videojuego, amén de que será fundamental jugarlo para sentar las bases de un videojuego tan atípico como este. Eso sí, lamentablemente el videojuego nos ha llegado en perfecto inglés, algo que puede echar hacia atrás a más de un comprador y que dificultará el entendimiento de las referencias más básicas hacia la industria.
Sencillo y bonito
Otro de los aspectos más llamativos -aparte del peculiar género al que pertenece la obra- es su apariencia gráfica, que recordará a los primeros videojuegos de rol por su estética marcada con píxels. Los gráficos tan coloristas y el sensacional diseño de los personajes hacen que Holy Invasion of Privacy, Badman se sostenga como una de las creaciones más bellas para la portátil de Sony, pese a no contar con un apartado técnico de espanto al que tanto estamos acostumbrados en la era de la alta definición. Y, sinceramente, el resultado en tres dimensiones no tendría el mismo efecto en ninguna de sus vertientes.
La estética minimalista que presenta la obra le viene como anillo al dedo a una jugabilidad endiablada y adictiva como pocas. Además, el apartado sonoro también hace uso de los efectos más clásicos de la industria, apostando más por los sonidos cercanos a los ocho bits que a las típicas versiones instrumentales de las superproducciones. Con esto no queremos decir que el título cuente con una banda sonora de poca calidad sonora, sino más bien todo lo contrario, puesto que escucharemos temas de lo más épicos y con una calidad más que sobresaliente mezclados con efectos típicos de los juegos de antaño. Una revolución audiovisual de lo más enriquecedora de cara al espectador.
Ser malo nunca fue tan divertido
En definitiva, Holy Invasion of Privacy, Badman es uno de los videojuegos más adictivos del catálogo de PlayStation Portable, haciendo gala de un estupendo sistema de juego, una jugabilidad endiablada y unos gráficos que encantarán a los jugadores más nostálgicos. Si bien es cierto estamos ante una obra que lamentablemente pasará desapercibida para la gran mayoría, no podemos más que aplaudir el esfuerzo de la desarrolladora por ofrecernos un videojuego tan fresco, adictivo y original como pocos. Un autentico imprescindible para el jugador experimentado.