Análisis de Final Fantasy Tactics: The War of the Lions (PSP, Android)

Final Fantasy Tactics vio la luz hará cosa de diez años, en PlayStation, dando un importante giro a una marca establecida de manera firme en el mercado gracias a sus exitosos capítulos en las consolas de Nintendo, y en la emergente consola de Sony. Era la primera vez que la saga Final Fantasy se alejaba de sus planteamientos como juego de rol por turnos para adentrarse en otros géneros, en esta ocasión, el rol estratégico. Luego, más adelante, Square Enix ya probaría con otras cosas utilizando esta serie de juegos, como el rol masivo en línea, pero desde luego le costó volver a la estrategia. No fue hasta el de GBA cuando se retomó este planteamiento, en 2003, que volvió a quedar un poco en el olvido hasta la actualidad.

Square Enix nos presenta, por un lado, en PSP el juego que nos ocupa, un remake del sobresaliente título original, mientras prepara para NDS la secuela del título de GBA. Por supuesto, se recupera el mundo de Ivalice, creado para la ocasión, y tan extendido en la actualidad a través de las entregas para las portátiles de Nintendo y, cómo no, en Final Fantasy XII.

Quienes tuvieran la oportunidad de disfrutar del juego en su versión primigenia saben bien qué van a encontrarse en esta revisión, pero puesto que no fue distribuido en Europa, no hay que olvidar que va a ser, evidentemente, una novedad completa para una parte muy importante de su público potencial. De todos modos, quienes conozcan el original van a ver cómo se han mejorado diversos elementos, sobre todo en cuanto a la presentación, aunque destaca también la presencia de nuevos personajes, clases y la mejora de aspectos técnicos.

Toda la historia de Ivalice se nos va a narrar apoyada en una serie de secuencias cinemáticas con estilo de dibujos animados (se han construido sobre la técnica del cel-shading, pero aplicando diversos filtros que otorgan una textura y grano especial a la imagen, casi artesanal) y que ayudan a desgranar ante el jugador las tramas de acción, intriga, política y guerra que van a ser los ejes principales de la historia del título, todo ello aderezado con los oportunos giros en la narrativa sustentados en traiciones, asesinatos y demás. Desde luego, la historia del juego era buena, y gracias a la narrativa depurada ésta se aprecia mucho más ahora, dando un contexto especialmente rico e interesante a las batallas que, claro, son el eje jugable. El arco narrativo va a situarse en torno a una historia tradicional: el rey ha muerto, y el heredero tiene apenas dos años, por lo que el hermano de la reina se perfila como regente. Sin embargo, se escoge finalmente al primo más joven del rey, dando pie así a un conflicto de intereses y un enfrentamiento abierto en ese reino, cada uno con sus defensores y retractores.

La jugabilidad del título, con todo, se pone en entredicho nada más empezar: el juego es quizás demasiado tosco en sus primeros pasos para los neófitos en el género. Parece que requiere conocer las claves de este tipo de juegos antes de hincarle el diente, o en su defecto haberle dedicado una lectura al manual de instrucciones, algo que no es demasiado común en una industria que, conocedora de que eso es a veces pedir en exceso al consumidor, ha optado por introducir cada vez mejores tutoriales en el desarrollo de sus títulos.

Será casi nuestra labor en solitario entender el sistema de personajes y clases, lo que puede hacer que el juego resulte convuso y apabullante en exceso durante sus primeros pasos y nuestros posibles primeros fracasos. En este sentido, se nota que han pasado diez años y que ahora estamos acostumbrados a otros modos de empezar un juego de rol; por otro lado, lo cierto es que el género ha pasado de ser un completo desconocido en Europa a tener algunos muy dignos representantes y, por tanto, esto posibilita que sea más que probable que el jugador ya sepa qué se va a encontrar en un juego de estas características. En el peor de los casos, el jugador novato hará bien en dar un voto de confianza al juego, leer las instrucciones si fuere necesario, y creer que War of the Lions va, siempre, en progresión ascendente.

A poco que dominemos un poco las mecánicas jugables, y la historia se vaya desarrollando para engancharnos en su narración, descubriremos que la experiencia de juego es muy satisfactoria y atractiva, y todo el sistema de hacer progresar a los personajes está lleno de recompensas. Y es que de las dos clases básicas iniciales iremos pasando a un espectro bastante amplio de clases con las que ir personalizando a nuestra tropa, con magos, asesinos, oráculos y demás, con la posibilidad de añadir habilidades secundarias propias de otras clases a esos personajes, de manera que el sistema es, en realidad, uno de los más profundos (y prácticos, una vez hemos entendido su mecánica) que podemos recordar. Se han añadido dos nuevas clases: Onion Knight y Dark Night; quizás no sean muchas novedades, pero sus presencia se agradece, y aportan algo más de variedad al planteamiento estratégico del desarrollo de personajes.

Las luchas van a resultar intensas, sobre todo porque debido a nuestro gran campo de acción a la hora de tomar decisiones sobre las características de los personajes la dificultad del juego va a variar mucho en función de si hemos tomado decisiones correctas o nos hemos equivocado. La configuración de nuestro equipo para la batalla será, por tanto, absolutamente decisiva de cara a tener opciones de victoria. Eso sí, en líneas generales la dificultad de Final Fantasy Tactics: The War of the Lions es elevada, con muchos problemas a los que hacer frente a la hora de plasmar en el campo de batalla las estrategias, al tiempo que tenemos un ojo puesto en el medidor de mana, ya que quedarse sin recursos estará a la orden del día. Cualquier traspiés puede ser decisivo, y ahí radica la grandeza de la estrategia.

El aspecto gráfico se ha adaptado a la pantalla panorámica del a portátil, con diseños de escenarios y personajes agradables en los que se recurre a la clásica solución de usar diseños en dos dimensiones para los protagonistas y enemigos, pero puestos sobre escenarios tridimensionales. Hay pequeños fallos ocasionales a la hora de convertir los mapas a la resolución de la portátil, de manera que en algunos momentos el escenario se corta al no estar preparado en su origen para la anchura extra, y muestra que quizás se tendría que haber puesto un poco más de mimo en la producción. Por otro lado, se han incluido muchos nuevos efectos visuales para explosiones, hechizos y demás parafernalia espectacular, aprovechando la superioridad técnica de la portátil. El resultado general es muy positivo, y luce a la altura de las circunstancias, en buena medida porque es éste un género que suele tender a soluciones estéticas sencillas, aunque la cámara puede dar problemas aquí y allá. Por supuesto, aquí esta línea se mantiene, pero siempre con el buen gusto por el diseño como bandera.

La banda sonora se retoma del juego original, lo que es todo un acierto. Las composiciones creadas para el juego de PSOne son, quizás, algunas de las mejores producidas por la casa, de manera que recuperarlas era la mejor de las opciones posibles. Nos hemos encontrado, eso sí, con algunos efectos sonoros poco contundentes, y en ocasiones extrañamente mal sincronizados con la acción (en algunos momentos parecen sonar más tarde de lo que debieran), pero no nos parece un fallo grave, y en realidad puede decirse que cuesta incluso darse cuenta de que sucede.

Lo que nos parece molesto, esta vez sí, es que el juego no haya llegado traducido a nuestro idioma. El género de la estrategia es minoritario, y la barrera idiomática ha sido una lacra importante en una consola con una base de usuarios mucho mayor, como es PlayStation 2. Pero no esperábamos que una producción de Square Enix, a estas alturas de la vida, aterrizase sin estar convenientemente traducido a nuestro idioma. Es algo que podemos entender –que no justificar- en editoras pequeñas, para las que el riesgo económico asumido a la hora de traernos estos juegos sea mucho más severo, pero desde luego no creemos que una compañía del tamaño de los padres de Final Fantasy Tactics: The War of the Lions pueda justificar de manera seria una decisión como ésta.

La vertiente multijugador se va a ver representada sólo en modo local, pero con opciones cooperativas y competitivas, a las que accedemos desde las tabernas del juego. Por supuesto, los enfrentamientos contra otro jugador son la opción más rápida y sencilla; también sea quizás la más divertida, siempre que el otro jugador sea de nivel, por supuesto. El cooperativo es una opción muy recomendable que debería probar todo el que tenga la posibilidad de hacerlo, ya que el planteamiento de las partidas puede ser muy diferente en función de las habilidades y características de cada jugador. Si la duración del modo historia se estima en unas 50 o 60 horas (en caso de jugarlo por primera vez, claro), el multijugador es lo suficientemente consistente como para promover con intensidad volver a jugarlo.

Poca duda cabe de que Final Fantasy Tactics en PSP es ahora un juego que deja tan buen sabor de boca como cuando salió por primera vez, lo que es una muestra de que se trata de un clásico altamente recomendable. Las mejoras técnicas (con leves contratiempos de la cámara) ayudan a mejorar la balanza, y su extensión, considerable, hacen de éste un gran juego en el catálogo de PSP. El problema, como tantas veces antes dentro del género, y otras tantas dentro del catálogo de PSP, es el idioma. Si no sabemos inglés, todo se hará muy cuesta arriba, y se pierde toda la inmersión en la narración, destrozando en buena medida la experiencia de juego. Si no hay barrera lingüística, está claro: estamos ante uno de los grandes.