Análisis Kena: Bridge of Spirits, la magia de los espíritus (PS5, Xbox Series X/S, Xbox One, PS4, PC)
Kena: Bridge of Spirits es un proyecto muy particular por múltiples razones. Para empezar, se trata del primer videojuego de Ember Lab, un pequeñísimo estudio de apenas 15 personas provenientes del mundo de la animación que se han propuesto llevar toda esa experiencia que tienen en otros medios a este hobby que tanto nos apasiona. Por si esto no fuese lo suficientemente llamativo, consiguió convertirse en uno de los grandes abanderados de la presentación de PlayStation 5, donde nos conquistó a muchos con su precioso apartado audiovisual y su promesa de ofrecernos una aventura clásica de plataformas y acción. O dicho de otro modo, un pequeño juego de un equipo sin experiencia previa en la industria había compartido espacio con anuncios tan gordos como Demon’s Souls Remake, Ratchet & Clank: Una Dimensión Aparte, Gran Turismo 7, Marvel’s Spider-Man: Miles Morales, Horizon: Forbidden West o Resident Evil: Village y aun así se las apañó para hacerse su hueco y brillar.
Videoanálisis
Desde entonces, no somos pocos los que decidimos seguirle la pista en su largo viaje hasta el día de hoy en el que, tras algún que otro retraso, por fin se ha puesto a la venta.
Y sí, tras haberlo disfrutado de principio a fin os podemos asegurar que no nos ha decepcionado lo más mínimo y que esas buenas vibraciones que nos transmitió la primera vez que lo vimos se han acabado por materializar en una aventura muy redonda, competente, divertida y consciente de sus propias limitaciones.
Un viaje cautivador
Así pues, deberemos acompañar a Kena, una guía espiritual cuya misión es ayudar a las almas de los difuntos a llegar al más allá, en un viaje repleto de saltos, puzles, combates y multitud de secretos esperando a ser encontrados por los jugadores más dedicados y curiosos. La historia que nos narran es muy sencilla y no nos ha entusiasmado especialmente, pero esconde buenos mensajes y las secuencias de vídeo están tan bien realizadas y dirigidas que siempre se hacen amenas, algo a lo que también ayuda que su presencia a lo largo de la aventura sea la justa y necesaria para no robarle protagonismo a la jugabilidad pura y dura.
Centrándonos ya en lo que es el juego como tal, su desarrollo nos propone explorar un mapa de un tamaño relativamente notable que tiene sus diferentes zonas interconectas a través de una aldea que hace de eje principal. Es decir, podemos regresar a regiones ya visitadas para buscar coleccionables que nos hayamos dejado siempre que queramos y a medida que vayamos adquiriendo ciertas habilidades y encontrando unos objetos ocultos en forma de correo perdido podremos abrir nuevas áreas secundarias del pueblo. Eso sí, no os penséis que estamos ante un metroidvania, pues el backtracking es completamente opcional y la mayoría de las veces podremos "limpiar" los secretos de cada zona a la primera con los poderes que obtengamos en las mismas.
De hecho, se trata de una aventura bastante lineal en la que iremos progresando por los escenarios mientras nos vamos enfrentando a retos muy variados que hacen de las plataformas, la acción, la exploración y la resolución de rompecabezas sus principales pilares. Lo mejor es que todos estos elementos funcionan de maravilla gracias a unos controles muy bien planteados y sorprendentemente precisos que consiguen que el simple hecho de mover a Kena, saltar o aporrear a los enemigos resulte en una experiencia satisfactoria y divertida, algo que nos parece fundamental en un título de este tipo.
Una cosa que hace muy bien el juego es centrarse en unas pocas mecánicas para construir situaciones variadas a su alrededor que exploten el repertorio completo de habilidades de nuestra heroína, algo que se nota especialmente en los combates. Estos se resumen en un combo de ataques flojos, otro de golpes fuertes, un escudo espiritual con el que protegernos, una esquiva, un salto doble y un arco con el que disparar a distancia (y ralentizar el tiempo si apuntamos estando en el aire), así como un par de habilidades adicionales que dejaremos que las descubráis por vosotros mismos.
Con esto y unos pocos movimientos especiales que podemos desbloquear en un sencillo árbol de talentos, Ember Lab ha creado unos enemigos con unos patrones bien definidos que nos obligarán a hacer uso de todos nuestros recursos para acabar con ellos. Por ejemplo, con los golpes fuertes podemos romper escudos, con el arco apuntar a los puntos débiles y con nuestra protección espiritual hacer paradas perfectas si bloqueamos en el instante justo en el que vayamos a recibir daño.
Al principio todo parece muy básico, pero el título siempre va evolucionando e introduciendo nuevos enemigos a los que tenemos que adaptarnos, por no hablar de las combinaciones de ellos que a veces llegaremos a ver o de sus geniales jefes. Es más, nos ha sorprendido muchísimo lo bien medida que está la curva de dificultad, pues el reto no deja de ascender y, al menos en difícil, hemos llegado a disfrutar de enfrentamientos muy intensos y emocionantes en su segunda mitad.
También relacionado con los combates tenemos el uso de los Rot, una de las mecánicas que más nos han gustado a la hora de repartir bastonazos a diestro y siniestro. Los Rot son unas pequeñas y simpáticas criaturas que nos acompañarán a lo largo de la aventura y a las que podemos dar diferentes órdenes, como mover objetos, activar interruptores o purificar los núcleos de corrupción que encontremos.
Sin embargo, cuando los enemigos aparezcan, se asustarán y huirán, por lo que deberemos infundirles valor golpeando a nuestros rivales. Haciendo esto llenaremos unos medidores circulares y cada vez que completemos una carga podremos darles alguna orden, como que se lancen a por un monstruo para aturdirlo temporalmente, que nos ayuden a ejecutar alguna de nuestras técnicas más devastadoras o que usen alguna de las flores de curación que haya por los escenarios para que sanen nuestras heridas. De este modo, las batallas ganan un pequeño toque de gestión y estrategia que les sientan de fábula, ya que deberemos decidir cómo y cuándo queremos usar a nuestros compañeros para alzarnos con la victoria.
Como veis, dentro de su sencillez y sin necesidad de reinventar la rueda, combatir resulta en una experiencia que funciona realmente bien y que nunca se llega a hacer pesada. Quizá lo que menos nos ha convencido han sido algunos fallos que hemos detectado en la IA de los monstruos, pero nada que resulte demasiado grave o arruine la diversión.
Eso sí, si tuviésemos que quedarnos con algo de esta odisea, sería, sin duda, con su fantástico diseño de niveles. Hay montones de plataformas, puzles por todos lados y muchos combates, aunque también da una importancia considerable a la exploración con zonas más o menos abiertas repletas de secretos y coleccionables. La buena noticia aquí la tenemos en la forma en la que combina estos elementos, ya que suelen mezclarse de maneras muy ingeniosas que ayudan a que siempre tengamos que examinarlo todo con cuidado al mismo tiempo que usamos nuestra materia gris y demostramos nuestras habilidades con el mando.
Es un título capaz de crear secciones en las que no nos bastará con ser buenos saltando y encadenando habilidades, sino que también requieren de cierta capacidad de observación y de resolución de problemas para avanzar. Ojo, no es que sea una obra especialmente complicada o difícil, pero sí que nos ha obligado a pararnos en numerosas ocasiones para echar un vistazo a nuestro alrededor y descubrir qué debíamos hacer, lo que se traducía posteriormente en un sentimiento de satisfacción muy positivo.
Uno de los mayores logros de la aventura radica en lo bien que está integrado todo con los propios escenarios, consiguiendo que los rompecabezas, el "plataformeo" y los secretos se fundan con el entorno. Si hay algo que te llame la atención, que rompa la simetría de algún modo o que parezca que está fuera de lugar, probablemente merezca la pena investigarlo, ya que suele significar que ahí hay algo más. Y os podemos asegurar que los mapas están atestados de cosas así.
Sobre los secretos y coleccionables, estos suelen consistir en encontrar hasta 100 Rot perdidos para subir de nivel y poder acceder a nuevas mejoras de nuestro árbol de habilidades, lugares de meditación para subir nuestra salud máxima, gorros con los que podemos personalizar a nuestros pequeños acompañantes y gemas que necesitaremos para comprarlos en la tienda una vez los vayamos desbloqueando. Y si queréis poneros a prueba, también hay desafíos adicionales en forma de cofres malditos que invocan rivales a los que nos tocará vencer con unas reglas específicas.
En total, superar la aventura principal jugando a un ritmo normal es algo que os llevará entre 8 y 10 horas, aunque podéis sumarle 2 o 3 más si os proponéis completarlo al 100%, una duración que nos parece perfecta para lo que propone. No nos ha parecido demasiado rejugable, pero si os quedáis con ganas de más y de enfrentaros a un reto que os haga sudar la gota gorda, tras ver los títulos de créditos desbloquearéis su máximo nivel de dificultad, lo que seguro que a muchos os da la excusa perfecta para darle una segunda vuelta.
Uno de los juegos más bonitos del año
A nivel visual tampoco se queda atrás gracias a una dirección artística simplemente soberbia que nos hace sentirnos dentro de una buena película de animación con unos diseños sobresalientes. Los modelados son geniales y están maravillosamente animados (tanto que resultan increíblemente expresivos), los escenarios están recargadísimos y repletos de detalles, la iluminación está muy cuidada y, en general, es un juego que entra directamente por los ojos y te deja con la boca abierta sin necesidad de ser un portento técnico.
Nosotros lo hemos jugado en PS5 y no hemos sufrido ni un solo bug en todas las horas que le hemos echado y su Modo Rendimiento a 60 imágenes por segundo es una auténtica gozada que os recomendamos por encima del Modo Fidelidad, pues la fluidez y plasticidad de las animaciones gana muchísimos enteros. Quizá nuestro único inconveniente sea el hecho de que las secuencias de vídeo están rodadas en un formato que reduce considerablemente la tasa de imágenes por segundo para amoldarse a lo que cabría esperarse de un film, un cambio muy brusco respecto a las partes jugables que, en nuestra opinión, se nota demasiado.
Finalmente, el apartado sonoro nos regala unas estupendas composiciones que se adaptan como un guante a todo lo que vemos en pantalla y que juguetean con maestría con diversos tipos de sonidos más o menos tribales que captan a la perfección el viaje espiritual que emprenderemos. Y mucha atención a su precioso tema principal y a las variaciones que se hacen de él. Los efectos también están a muy buen nivel y el doblaje nos llega en inglés con unas interpretaciones muy conseguidas y unos textos traducidos al español sin grandes alardes.
Conclusiones
Kena: Bridge of Spirits es una aventura fantástica que hace de su preciosa dirección de arte, su genial combinación de elementos jugables y su cuidado diseño de niveles sus principales fortalezas. Puede que haya tardado en llegarnos algo más de lo previsto, pero si algo nos ha quedado claro es que la espera ha merecido la pena y que el enorme cariño y mimo que Ember Lab ha depositado en su primer proyecto ha dado como resultado un viaje entretenidísimo, divertido y cautivador que engancha de principio a fin. No os lo perdáis.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para PS5 que nos ha facilitado Ember Lab.