Análisis Forspoken, una buena base jugable en un mundo carente de magia (PS5, PC)
Tras varios retrasos, muchas promesas y una demo que le ha hecho más mal que bien, Forspoken ya está por fin entre nosotros para ofrecernos una aventura de rol y acción de mundo abierto con dos objetivos claros: hacernos disfrutar explorando Athia con su parkour mágico y deslumbrarnos con un sistema de combate original y con muchas posibilidades. ¿Lo consigue? Lamentablemente, solo a medias, aunque no por ello deja de ser un título entretenido y con aciertos.
Videoanálisis y nota de voz
A continuación podéis ver nuestro análisis en vídeo, con imágenes pertenecientes a la versión de PS5:
También podéis escuchar nuestra nota de voz, un breve audio en el que os contamos qué nos ha parecido:
La aventura de Frey Holland
Su historia nos presenta a Frey Holland, una joven neoyorkina de 21 años con muchísimos problemas sociales que un día, en su peor momento, encuentra un viejo brazal y acaba siendo transportada a un mundo mágico de fantasía medieval llamado Athia. Una vez allí, no tardará en descubrir que todo está inundado por un extraño miasma que corrompe a los seres vivos y los convierte en monstruos, aunque por suerte para ella, el brazalete que encontró (y que no se puede quitar) tiene conciencia propia y le confiere poderes mágicos con los que defenderse.
A partir de aquí, comienza una gran aventura en la que nuestra heroína debe buscar la forma de regresar a casa, un viaje de crecimiento personal en el que también tendrá que descubrir la verdad sobre este universo, sobre su accesorio parlante y, en última instancia, sobre sí misma. No vamos a andarnos con muchos rodeos: la historia como tal ha distado de convencernos y no se libra de la inmensa mayoría de clichés de este tipo de relatos.
Tiene un par de giros curiosos en su recta final y algún que otro momento interesante, así como un trasfondo bastante más trabajado de lo que podría parecer a poco que investiguemos bien, pero el guion como tal nos ha resultado un tanto anodino y está muy mal escrito, con algunas líneas de diálogo que podríamos catalogar como sonrojantes. Al menos, la relación entre Frey y Cepo (el nombre que le da a su brazalete) no está del todo mal.
El placer de recorrer Athia
En lo que respecta a su jugabilidad, lo primero que destaca es la forma en la que nos movemos por Athia. Nuestra protagonista puede usar sus poderes, además de para pelear, para desplazarse a toda velocidad por el mundo, lo que le permite dar grandes saltos, escalar desniveles con fluidez y usar el entorno para llegar a lugares aparentemente inaccesibles. Sus desarrolladores han bautizado todo esto como parkour mágico y es, sin lugar a dudas, lo que más nos ha gustado de todo el juego.
Los controles son muy intuitivos y una vez les pillamos el punto nos sorprenderemos encadenando todo tipo de maniobras con naturalidad mientras atravesamos los escenarios de una punta a otra en cuestión de segundos y con muchísimo estilo. Además, avanzando en la historia desbloquearemos nuevas habilidades que aumentarán todavía más nuestra movilidad, convirtiendo nuestros viajes por Athia en una experiencia placentera y muy gratificante.
Lo mejor de todo es que hay algunas regiones muy bien diseñadas que están completamente pensadas para que le saquemos el máximo partido a este sistema, con montones de desniveles y elementos con los que interactuar, lo que acaba por transmitirnos la sensación de estar ante un frenético juego de plataformas en el que nos tocará currárnoslo para tomar atajos y llegar a ciertos puntos de interés.
Gracias a esto, el mero hecho de movernos resulta en algo muy divertido, por lo que no han sido pocas las veces en las que nos hemos entretenido intentando encontrar la manera de escalar una montaña para alcanzar un cofre o saltando entre rocas flotantes por el simple placer de hacerlo, entre otras cosas que nos servían de excusa para dar brincos por ahí.
El poder de la magia
Por supuesto, Athia es una tierra devastada y muy peligrosa donde acechan enemigos en cada esquina, así que tampoco nos van a faltar combates en los que dar rienda suelta a los poderes de Frey. A diferencia de otros títulos del género, nuestra heroína es, ante todo, una hechicera, de modo que las batallas se resuelven a base de hechizos en vez de mediante el uso de armas tradicionales, acercándolo más a lo que cabría esperar de un shooter en tercera persona que a un hack and slash.
De este modo, contaremos tanto con hechizos de ataque como de apoyo. Los primeros suponen nuestro "disparo básico" y nos sirven para realizar combos, pudiendo transformarlos en otros más potentes si los cargamos, mientras que los segundos tienen un tiempo de recarga y sus efectos son de lo más variado, como colocar una trampa explosiva, invocar un muro de llamas o curarnos el envenenamiento.
A esto hay que sumarle un medidor que podemos rellenar a medida que combatimos y que nos permite desatar nuestro sortilegio definitivo, la existencia de varios conjuntos de magias que cambian por completo nuestra forma de jugar y el atributo elemental de nuestros ataques, y la posibilidad de realizar parkour mágico para ejecutar espectaculares esquivas y reposicionarnos, algo que está limitado por un indicador de resistencia que se recarga automáticamente cuando no lo usamos.
Con todos estos elementos, tenemos un sistema de combate original, diferente y muy frenético que nos permite ser creativos al mismo tiempo que nos obliga a estar constantemente en movimiento. Como no podía ser de otro modo, hay montones de hechizos para desbloquear en un extenso árbol de talentos, por lo que nuestro arsenal no dejará de crecer durante toda la aventura para permitirnos experimentar con nuevas combinaciones y estrategias desde el principio hasta el final, lo que también ayuda a que la progresión sea paulatina y no nos abrumemos de primeras por tener acceso a demasiadas herramientas.
Un mundo sin mucho que ofrecer
Tanto el parkour mágico como los combates son los dos grandes pilares de esta propuesta y ambos nos han gustado. Recorrer Athia es divertido y placentero, y las batallas contra grandes bestias y numerosos grupos de enemigos resultan estimulantes y entretenidas cuando dominamos sus mecánicas y arrasamos el campo de batalla con estilo y elegancia.
Sin embargo, hay un elemento central que acaba lastrando la diversión mucho más de lo que sería deseable, algo que va pesando más y más conforme pasan las horas, convirtiendo lo que empieza siendo una aventura muy prometedora en una experiencia a la que le cuesta combatir el tedio y el aburrimiento: su mundo abierto y su diseño de contenidos.
Sí, tenemos un sistema de desplazamiento fantástico y unos enfrentamientos con muchísimas posibilidades que brillan especialmente cuando toca encarar a los grandes jefes de la trama principal, pero si las actividades a realizar no acompañan, nuestras motivaciones para jugar, explorar y batallar se vienen abajo. No esperéis apasionantes misiones secundarias, complejas mazmorras repletas de puzles y trampas ni nada medianamente elaborado, ya que se ha apostado por ofrecer una serie de tareas genéricas y anodinas cuya función no va mucho más allá de hacer bulto para que tengamos una gran lista de contenidos secundarios que completar en cada zona.
La mayoría de ellas consisten en ir a un lugar, limpiarlo de enemigos y recoger nuestra recompensa, con algunas excepciones como acercarnos a gatos mágicos sin que nos detecten, sacar una foto con el móvil o encontrar la manera de llegar a un sitio para poder interactuar con algo. A veces estos combates se nos presentan en forma de desafío puntuado a contrarreloj, mediante unos pobres laberintos con apenas unas pocas salas y pasillos o retándonos a derrotar a un monstruo más fuerte de lo normal, pero en esencia, visto uno, vistos todos.
Invertir horas en Athia supone repetir las mismas actividades una y otra vez, un problema que se ve agravado por la escasa variedad de enemigos y jefes que hay, unas rutinas no demasiado brillantes y unos diseños de criaturas sin ningún tipo de garra, convirtiendo los enfrentamientos en un trámite un tanto rutinario. A veces hay sorpresas, como que nos pille desprevenidos una tormenta de la que salen enemigos muy poderosos, pero, al final, hemos disfrutado muchísimo más nuestro viaje cuando nos hemos centrado en avanzar en la historia que en explorar, lo que es una pena.
Más allá de todo esto, tenemos que sumar otra serie de problemas, como lo soporíferas que son las secciones que se desarrollan en Cipal, la única ciudad del juego, donde no podemos usar el parkour mágico y donde nos tocará sufrir una serie de pequeños eventos y pobres misiones opcionales que rompen el ritmo de la aventura mucho más de lo que nos gustaría. Adicionalmente, cabe señalar que los pocos combates que hay en espacios cerrados suponen un gran dolor de cabeza, ya que ni las mecánicas ni la cámara se adaptan bien a este tipo de entornos.
En el lado positivo nos toca destacar la capacidad del guion para ir al grano y no extender su duración de manera artificial. No en vano, llegar a los títulos de créditos jugando en Difícil es algo que nos ha llevado menos de 20 horas, una cifra que se duplica fácilmente a poco que os propongáis completar el 100% de cada región.
Un gran espectáculo con luces y sombras
Por otra parte, cabe señalar que estamos ante un título con un apartado gráfico muy espectacular que, sin embargo, también tiene sus luces y sombras. Los efectos de partículas, el modelado y las animaciones de Frey, la distancia de dibujado, el detalle de los parajes de Athia, los tiempos de carga y ciertas texturas están a un nivel altísimo y convierten nuestros viajes en toda una experiencia para los sentidos, pero este buen hacer contrasta luego con algunos errores en el sistema de iluminación, unos modelados muy pobres para la mayoría de personajes que nos encontramos en Cipal, unas expresiones faciales de hace varias generaciones y varios problemas con las texturas que impiden que carguen correctamente o que parpadeen entre las de alta y baja resolución.
Cuenta con tres modos gráficos principales: Calidad, Seguimiento de rayos y Rendimiento, los cuales pueden mejorar su tasa de imágenes por segundo y reducir la latencia activando la opción de 120 Hz. Calidad es la que mejor resolución y detalle presenta y, por tanto, la que nos muestra la imagen más nítida y limpia, mientras que Seguimiento de rayos añade la tecnología de trazado de rayos para mejorar la iluminación, aunque, sinceramente, es algo que hemos sido completamente incapaces de notar. Por último, Rendimiento nos permitirá jugar a los siempre deseables 60 fps a cambio de menor resolución. Eso sí, ninguno de ellos nos ha parecido totalmente estable.
Finalmente, el sonido nos deja una banda sonora fantástica y muy evocadora repleta de temas de gran belleza que nos ayudan muchísimo a sumergirnos en este mágico mundo, efectos de calidad y un doblaje al inglés sobresaliente con unas interpretaciones bastante buenas donde destacan sus dos protagonistas. Por supuesto, los textos están traducidos al español.
Conclusiones
Forspoken es un juego con buenas ideas y una base jugable muy sólida, pero con un diseño de mundo abierto tan aburrido y carente de interés que acaba por lastrar la experiencia muchísimo más de lo que nos habría gustado, algo que se va haciendo más y más evidente con el paso de las horas. A su favor tenemos que decir que el sistema de combate es original y muy dinámico, que hay jefes muy espectaculares y bien planteados y que recorrer Athia realizando parkour mágico es tremendamente satisfactorio, virtudes que están en una lucha constante por imponerse a sus diversos defectos y a unos contenidos muy poco estimulantes. No deja de ser un juego entretenido con el que hemos pasado buenos ratos y que tiene sus momentos, pero que, al final, se ha quedado corto de magia.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para PS5 que nos ha facilitado Plaion.