Análisis de Tricky Towers (PS4, Xbox One, Switch, PC)
Casi nunca ha sido más fácil describir un juego de puzles como Tricky Towers: Tetris con físicas. No es que sea un crimen, el clásico de Alekséi Pázhitnov todavía es incombustible y hay cantidad de juegos que han tratado de copiar la fórmula de piezas bajando a la parte inferior, añadiendo reglas de colores, siluetas o hasta modificando los ladrillos por basura –Trash Panic-. En el mejor de los casos estos puzles tienen su gracia y pican, porque un sucedáneo de Tetris todavía puede ser divertido.
Eso sucede Tricky Towers, un juego casi nada original que plagia mucho de Tetris y un poco de Jenga –un juego de mesa donde se retiran bloques de una torre para colocarlos arriba-, pero que a la hora de jugar poco importa si entretiene.
Y en multijugador, sin duda lo hace.
En este título el objetivo general es apilar piezas –todas con la silueta del omnipresente Tetris- en una torre vertical, sin que caigan. El peso se tiene en cuenta, a diferencia de otros puzles donde es posible dejar "un palo" en posición inestable. Coloca muchos objetos en un lateral, y la torre se viene abajo; posa una pieza en un lugar donde no encaje bien, y quedará torcida –dificultado así formar una superficie plana-. Pierde la precisión del Tetris, donde lo importante es visualizar la construcción uno o dos pasos por delante del juego, pero no se puede decir que esa parte de imprevisibilidad reste mucha diversión: el resto está en mantener controlado el equilibrio.
Controlamos además a unos brujos que flotan cerca de las torres, capaces de lanzar magias para ayudar –fortalecer la unión de nuestra torre o rayos que desintegran un bloque molesto, por ejemplo- o entorpecer a los enemigos, entre los que destaca aumentar el tamaño del bloque a una dimensión absurda que suele estropear la partida si no hay una superficie completamente lisa, o activar niebla que dificulta la visión. Estas ventajas se obtienen alcanzando unas metas –alturas-, y son lo que distancian un poco a Tricky Towers de otros puzles: aquí el reto no se basa únicamente en jugar bien –luchar contra ti mismo-, se necesita espíritu competitivo.
El modo solitario consiste en una serie de retos o misiones que repasan todos los modos de juego, de dificultad crecientes y pensados para superar un tiempo u objetivo límite. Hay abundantes fases, pero este apartado demuestra que para un jugador, Tricky Towers no tiene nada que hacer frente a buenos puzles clásicos. Lo consideramos más un amplio tutorial para probar estrategias, aprender el peso de las fichas y las reglas generales. También dispone de un modo supervivencia, que consiste en añadir tantas piezas como sea posible antes del inevitable descalabro.
El multijugador es otra historia, y aquí si tiene muchas papeletas para ser uno de los juegos fiesteros por excelencia, más por las risas en las batallas locales que en línea –aunque ambas son muy divertidas-. Hasta cuatro jugadores pueden competir en los tres modos de juego: carrera, supervivencia y puzle.
Carrera nos pide alcanzar una altura antes que los rivales, y para ello hay que tener más cuidado que nadie y actuar rápido, bajando las piezas en el instante que reconoces una buena posición para el bloque. A más altura, más bamboleo de la torre, así que no será difícil ver cómo el jugador que estaba en cabeza derrumba su construcción por nervios o algún efecto de magia. Es el modo más estándar y entretenido, y en el modo offline simplemente competimos contra el reloj.
Supervivencia consiste, como hemos mencionado antes, en colocar una cantidad de piezas sin que se caigan. Apenas se permiten unos pocos fallos, lo que significa que aquí no importa tanto la prisa –que también, porque gana el que antes consume todos los bloques sin morir-, sino construir una base lo más perfecta posible sin importar tanto la altura que consigue. A menos que todo el grupo tenga mucha experiencia, normalmente nadie llega hasta el final.
El modo puzle es el más original de los tres, pues en lugar de premiar la torre más alta, es la torre con más ladrillos –siempre por debajo de un límite-. Gana el usuario que consigue colocar más piezas en el pequeño espacio, buscando expandir la montaña en horizontal. En el momento que un jugador toca el techo marcado por un láser, su partida se detiene hasta que termine el resto de usuarios. En el modo solitario, las piezas que nos dan están pensadas para construir un bloque concreto, de ahí que este modo sí exige planificación e inteligencia.
Una pena que en cuanto a contenido no tiene más. Los gráficos son todo lo que se puede pedir a un título de este género, la música es agradable y carece de galerías desbloqueables u otro incentivo que no sea subir de nivel ganando experiencia. En ningún apartado describe las diferentes magias y las mejores estrategias para su uso. En resumen, un juego de puzles con la limitación habitual de este género: para partidas rápidas, que engancha por su jugabilidad pero al que no se le puede pedir más que lo esencial.
Conclusiones
Los modos ofrecen muchas horas de risas con conocidos y desconocidos de la red, pero se hacen un poco escasos. Esto es todo lo que ofrece Tricky Towers, una serie de opciones que fomentan los piques sanos. Dependiendo del uso que pensemos dar, es un juego más o menos recomendable.
Para jugar offline hay sagas que son mucho más apropiadas, pongamos Lumines, el mítico Columns o sin dar muchos rodeos, alguna de las reediciones de Tetris, cuya versión Ultimate no aporta demasiado respecto al original de hace 30 años –a excepción del multijugador- pero sigue funcionando como siempre. Si por el contrario dispones de conocidos interesados en un juego tipo party que no te proponga cantar, bailar ni hacer el ridículo en compañía, desde luego merece un vistazo.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con una suscripción a PlayStation Plus.