Análisis de Rock Band 4 (PS4, Xbox One)
Si volvemos la vista atrás, comprenderemos que hay géneros y tipos de juego, que son productos e hijos de su tiempo. Títulos que si los sacamos de una generación de consolas o de un lapsus de unos cuantos años en concreto, pueden llegar a perder todo el sentido. Los motivos pueden ser diversos: compañías que ya no existen, jugabilidades limitadas, carencia de potencia de las antiguas consolas, una evolución masiva y exponencial de un género en concreto o en el caso especial y paradigmático de los videojuegos musicales, hastío total y absoluto por parte del jugador.
Os pediremos un pequeño favor de retrospectiva, por el bien de nuestra introducción. Viajad con nosotros al pasado, justo cuando se deban los últimos coletazos de los llamados 128 bits y se vislumbraban los albores de una nueva generación de consolas, como Xbox 360, PlayStation 3 y Nintendo Wii.
El mundo de los videojuegos, tras notables precedentes y honrosas consolas anteriores, comenzaba a encaminarse a una era de expansión absoluto en nuevos mercados y nichos de público, con una Wii que abría horizontes y democratizaba los videojuegos de una forma masiva. La gente reclamaba experiencias, nuevas jugabilidades accesibles y divertidas, y títulos capaces de traspasar las barreras de los pads y mandos de control y convertirse en el centro de su ocio durante semanas enteras.
De una forma u otra, juegos de karaoke y derivados a un lado, los títulos musicales consiguieron rellenar un vacío para millones de jugadores que vieron en sus guitarras e instrumentos, un nuevo escenario en el que disfrutar tocando sus canciones favoritas. Sí, los videojuegos centrados en la música no son nada nuevo, y llevan décadas pululando por las distintas consolas y máquinas que han ido entrando y saliendo de los hogares de los aficionados.
Pero no fue hasta el boom de la saga de títulos de Activision, Guitar Hero, cuando de repente, el mundo entero enloqueció por este tipo de videojuegos. No había fiesta, feria, convención, salón o incluso tienda especializada, que no tuviera al consabido chico o chica jugando con una guitarra y pulsando botones de colores al ritmo de la pantalla. Todos querían disfrutar de una experiencia tan distinta en casa, y sentirse partícipes o estrellas del rock por un momento.
Como es lógico, las compañías vieron filón, y acabaron aprovechando el momento. Guitar Hero acabó contando con numerosas secuelas, ediciones, versiones y re-diseños de sus instrumentos, que rápidamente, y ante la llegada de la competencia -como lo es Rock Band, cuya cuarta parte analizamos ahora-, se sucedían mes tras mes en las estanterías de los comercios. Era imposible no encontrarse con juegos específicos llenos de versiones de grupos en concreto o con packs y paquetes de expansión con los que aumentar las listas de canciones disponibles en los juegos.
Durante un tiempo, la cosa parecía no tener límites. ¡Incluso se sacaron versiones con un plato de DJ, como DJ Hero! Y cuando parecía que seguiríamos teniendo baterías, bajos, micrófonos y mesas de mezclas durante años, así como un sinfín de periféricos musicales colindantes, la burbuja estalló con un sonoro e irónico ruido de platillos. El crack del género musical en consolas pilló a muchas editoras por sorpresa, pero parecía una consecuencia lógica dada la saturación del mercado en muy pocos años. De 2007 a 2010, era imposible no encontrarse con una nueva entrega de Guitar Hero o Rock Band -aunque esta saga sí es cierto que supo dosificarse algo más-, y el usuario medio, aquel que encumbró al género, se cansó.
Algo más de cuatro años después, y con un tiempo prudencial que parece haber sanado heridas, y consiguiendo que el público general se desviva esperando una nueva oleada de juegos musicales, nos llega Rock Band 4 para Xbox One y PlayStation 4, la cuarta entrega de la saga de títulos musicales de Harmonix.
Presentación e instrumentos
Podríamos considerar a este Rock Band 4, siguiendo el argot habitual en el mundo musical, como una gira en la que los integrantes de un grupo tiempo atrás separado, vuelven a unirse para celebrar lo que antaño fueron. Porque, siendo honestos, Rock Band 4, es precisamente eso: una constatación en términos absolutos de lo que ha ido definiendo entrega tras entrega, año tras año, a la serie de títulos de Harmonix. Desde el primer minuto en el que nos introducimos en las claras y concisas opciones de la interfaz del videojuego, a poco que hayamos tenido contacto con algún juego anterior de la saga, sabremos qué hacer o hacia dónde dirigirnos. Todo está bien explicado, presentado y esquematizado.
Rock Band 4 es, a su forma y manera, un videojuego muy conservador con los estándares de la serie. Esta cuarta secuela es una entrega que aprovecha los sólidos cimientos de sus predecesores, y no se oculta ni avergüenza de ello. Pero al tener tan clara su estructura, y hacer tan bien lo que siempre ha ido haciendo sin cambiar ni un ápice de sus estoicas bases jugables, las novedades que incluye esta cuarta entrega -que no son precisamente pocas-, brillan por luz propia.
Antes de entrar en materia jugable, queremos destacar el buen trabajo de Mad Catz a la hora de diseñar y construir los periféricos con los que jugaremos a este Rock Band 4. No hablamos de un simple trozo de plástico con teclas de colores, ni de una simple revisión de los periféricos anteriores. Rock Band 4 viene con una línea de instrumentos musicales completamente revisada, que demuestra el buen hacer de esta marca especializada en accesorios como mandos, joystick y volantes.
Empecemos por la guitarra. Con un estilo idéntico al de una Fender Stratocaster, la guitarra inalámbrica de Rock Band 4 es cómoda y muy agradable al tacto. No tiene ningún tipo de plástico rugoso o de mala calidad, contando con unas terminaciones muy notables, destilando una cierta sensación de producto "premium". El peso es ideal -ni muy ligera, ni muy pesada-, con lo que se acrecienta la idea de robustez de la guitarra. La barra de vibrato responde a la perfecciónn, así como la de rasgueo, y en el caso de la edición de PlayStation 4 -la que se nos ha facilitado para el análisis-, tenemos los habituales botones de opción y compartir al alcance de nuestros dedos. Así como un pequeño selector que nos permite cambiar el sonido que emite nuestra guitarra.
Entre las novedades en cuanto a los controles, tenemos los llamados botones de solo, que están localizados justo en la base del mástil -que sigue teniendo los botones de trastes la parte superior-. A nivel interno, cabe destacar que se ha sustituido el sensor de movimiento por un acelerómetro, mejorando en varios enteros la sensación global del instrumento. Quizás los más fanáticos de la saga no noten demasiadas mejoras o cambios en un primer contacto visual -sin contar los citados, que son evidentes-, pero sí es cierto que una vez tengan la nueva guitarra entre sus manos, sabrán apreciar esos ajustes de diseño que creemos han sido más que acertados.
La batería también ha sufrido sendas modificaciones. Al incluir una serie de parches de goma sobre la superficie en la que impactan las baquetas se ha ganado un feedback notable, transmitiendo un rebote que nos ha parecido muy natural y realista, además de reducir de forma evidente el molesto sonido a plástico de las ediciones anteriores. El pedal ha vuelto al metal, como no podía ser de otra forma, ya que sus versiones pasadas el plástico demostró ser muy poco resistente, produciendo sendos problemas tras el uso continuado. En un futuro, Harmonix ha confirmado que llegarán los platos como accesorios -aunque los de Rock Band anteriores, son a priori compatibles- y se comenzarán a vender pedales adicionales para sentirnos como el mejor batería del mundo.
Todos los instrumentos son inalámbricos, conectándose a través del Bluetooth de nuestra consola -algo que es ya casi un estándar en la industria-, con la excepción del micrófono, que tiene un cable de 4,6 metros de largo, y que nos obligará a tirar del puerto USB de Xbox One o PlayStation 4 para funcionar. Es una lástima, y creemos que un verdadero engorro en los tiempos sin cables que vivimos.
El pack más completo de Rock Band 4 incluye así, la guitarra, la batería y el micrófono, además de la copia del juego, existiendo así mismo dos packs, uno únicamente con la Fender Stratocaster y el juego para Xbox One o PlayStation 4 y una edición para Xbox One con un adaptador que permitirá que aprovechemos los instrumentos de los Rock Band para Xbox 360 en esta cuarta entrega. La versión para PlayStation 4 aceptará todos los instrumentos, tanto inalámbricos, como con cable. Así mismo, los periféricos diseñados por Mad Catz también lo harán. Eso sí, de la ecuación se quedan fuera todos los teclados lanzados hasta la fecha.
Un tema clásico, versionado: la improvisación en Rock Band
Rock Band 4 es un título que tiene muy claro lo que quiere ofrecer, así como su manera de hacerlo. Harmonix sabe cuáles son los estándares de la saga, y qué espera su público potencial. Entrar a tocar una canción en Rock Band, es casi como disfrutar de un FIFA o un PES. Siempre hay novedades, pero es el núcleo jugable, la mecánica principal, la identidad de la saga, lo que define en último término una franquicia. Si habéis jugado cualquiera de las entregas anteriores de Rock Band, comprenderéis a lo que nos referimos.
Si algo caracterizaba a Rock Band, era su accesibilidad. Nos explicamos; Rock Band conseguía que lo pasáramos muy bien, aunque no tuviésemos demasiada idea de música o no hubiésemos tocado un juego del género con anterioridad. Nos brindaba la posibilidad de formar un grupo en nuestro dormitorio o salón con nuestros amigos, y lanzarnos a la conquista de los escenarios. Y esta cuarta entrega, vuelve a repetir dicha fórmula, ajustándola para ser todavía más completa y amena que de costumbre. Harmonix sabe qué teclas tenía que tocar para ajustar una partitura que ya era variada, y lo hace ofreciendo añadidos al esquema básico de Rock Band para adaptarlo a los nuevos tiempos.
La estructura de Rock Band 4 es clásica. El juego, antes de dejarnos ir a nuestras anchas -y tras pasar por un sistema de calibración de instrumento un tanto básico y torpe-, nos dará un pequeño repaso por las novedades jugables, que pese a que no son demasiadas, sí influyen lo suficiente como para darle un cariz distinto a toda la saga.
Si hay algo que define a este Rock Band 4, es la improvisación. Los juegos musicales tienen una estructura muy marcada, férrea, en la que si cometemos un error en la pulsación y en el ritmo, acabamos siendo penalizados. Es una mecánica que funciona -y que sigue estando presente en este Rock Band 4 como ahora os explicaremos-, pero que tiene muchísimo margen de mejora para ser más divertido, y a la postre, adictivo.
Gracias al espacio de improvisación, Rock Band 4 adquiere un nuevo estrato jugable. Ahora en las canciones y temas, encontraremos espacios de solos. En ellos, el jugador debe dar rienda suelta a su imaginación, dejándose llevar por el tema o el sentimiento que despierte en él o ella la canción. En estos solos, los botones de trastes tradicionales desaparecen, sustituyéndose por barras y bandas de colores concretos y de diferente ancho y cadencia, que nos indican de qué manera debemos interpretar la canción. Los nuevos estímulos y códigos visuales, no os preocupéis, pueden parecer algo difíciles al principio, pero pronto acabaremos asimilándonos como parte natural del juego.
Este código de solo en la guitarra, aunque ofrece relativa libertad a la hora de afrontarlo, nos indica si debemos tocar en agudos o graves -naranjas y azules, trastes de la parte inferior o superior del mástil de la guitarra respectivamente-, así como su tempo -más pausado o acelerado-. Son apenas unos segundos, pero están tan bien cubicados en algunos temas de reputada fama, que es posible que nos olvidemos que estamos jugando a un simple videojuego durante minutos.
La pregunta que todos nos hacemos, ¿rompen estos momentos el juego? ¿Lo convierten en un título más sencillo o aburrido? No lo creemos. No hay que olvidar que el jugador siempre puede elegir la dificultad del tapping habitual de trastes a la hora de afrontar los temas y canciones, y que un modo para usuarios expertos, combinado con estos solos incluidos en Rock Band 4, puede llegar a ser un verdadero soplo de aire fresco para los usuarios más veteranos. Desplazar la mano por el mástil en segundos, y seguir tocando al ritmo de un tema como "Turn It Around" o "The Seeker" puede ser un desafío más que considerable. No se llega a bajista o guitarrista de The Who así como así.
Los solos no afectan únicamente a la guitarra, pues también la batería y el micro -el solista que lleva la voz cantante-, gozan de momentos similares en los que desmelenarse un poco y dejarse llevar por la música y el sentimiento que despierte en nosotros. Especialmente gracioso es lo referente al micrófono y a las letras de algunas canciones, en las que podemos salirnos del estribillo, siempre y cuando consigamos mantener el ritmo o la consonancia con el público.
Rock Band 4 dosifica estos momentos de freestyle, avisándolos con tiempo incluso de cara a su conclusión con una cuenta atrás, en el que las notas de colores clásicas y el tapping y rasgueo tradicional, vuelven a la primera línea. Si por algún casual, deseamos más "manga ancha" y necesitamos disfrutar de más, podemos acceder a un modo de solo perpetuo, en el que disfrutar de la libertad de tocar música a nuestra forma y manera. Estos solos, en compañía, son una verdadera delicia. Pues no lo olvidemos: Rock Band 4 es un juego destinado a ser disfrutado con cuatro instrumentos -guitarra, bajo, micrófono y batería-, y al ser posible, formando un grupo.
Modos de juego: conciertos, bises y temas de todas las épocas
Rock Band 4 ofrece varios tipos de partida, en función del tiempo, las ganas, el estilo que buscamos y los amigos con los que estemos jugando. Tenemos modo carrera -denominado, "Ir de gira"-, partida rápida y concierto, además de algunos adicionales y los habituales tutoriales básicos y avanzados -de necesario cumplimiento, si queremos alcanzar la maestría con los instrumentos-. El modo "Ir de gira" o modo historia, nos invitará a crear una banda desde cero, personalizar a sus integrantes -escogiendo nombre y aspecto físico para nuestro avatar- y lanzándonos a conquistar los escenarios de medio mundo.
En el modo "Ir de gira", elegiremos nombre y procedencia -desde Boston a Londres, pasando por Berlín, Nueva York o Minneapolis, entre otras capitales y ciudades-, y comenzaremos a labrarnos un nombre a través de diferentes conciertos, ganando recompensas y dinero en función de nuestro éxito. Al principio tocaremos en garitos de poca monta, con tracklist simples y a sabiendas de nuestro estilo, pero pronto nos veremos llenando conciertos de multitudes. En este modo, en función de las decisiones que adoptemos, emprenderemos carreras completamente diferentes en cada partida. Es decir, aunque hablamos de cosas y conciertos distintos muy puntuales -y de algún que otro detalle colindante- la verdad es que el destino de nuestra banda no estará del todo prefijado, algo que se agradece y brinda una más que posible segunda vuelta pasado un tiempo. No es el mejor modo de juego, pero sí brinda contenido para un jugador.
Más ameno y rompedor es el modo Conciertos, un modo de juego diseñado para que nuestros amigos y los miembros de nuestra banda -online y offline- disfrutemos de sesiones de juego imprevisibles e interesantes. En Conciertos encontramos una de las novedades más curiosas de este Rock Band 4: las votaciones y las peticiones del público.
El modo Conciertos es una muestra de cómo Harmonix ha sabido escuchar a los aficionados y dotar de vida a las partidas entre amigos a los mandos de diferentes instrumentos, permitiendo que el grupo pueda elegir por votación una lista de canciones. Es decir, podemos comenzar con nuestros temas preferidos, pero una vez terminemos, el juego -o mejor dicho, el público- puede pedirnos "Canciones del 2001", "Temas de The Police" o "Una canción de The Who", invitándonos a mojarnos -no sabemos la mayoría de las veces qué tema nos va a tocar, y menos si tenemos una extensa biblioteca musical a nuestras espaldas- y que los integrantes voten en consecuencia.
Es un método muy inteligente por varios motivos. Por una parte, se evita que visitemos los menús una y otra vez, decidiendo entre cientos de canciones y subiendo y bajando por interminables y anodinas listas, así como se abre la puerta a un debate sano y animado entre nuestros compañeros y amigos, que decidirán una opción u otra, y en caso de no existir clara unanimidad, siempre tendrá el juego la última palabra. Por otra, creemos que es una sabia jugada par que aquellos usuarios más acomodaticios descubran temas, canciones y grupos.
Como os decíamos, el público es un factor clave en este modo. Ahora los asistentes pueden pedirnos bises y canciones muy míticas del grupo que hayamos escogido o lanzarse a corear con nosotros los estribillos más sonados de nuestras canciones. Es un añadido a la fórmula básica de Rock Band que ha demostrado ser también muy eficiente en nuestras partidas: nunca experimentaremos una sesión de juego igual. Y si nos cansamos, y queremos algo directo y sin complicaciones, siempre tendremos la opciones de partida rápida.
Pero, ¿qué sería de un juego musical sin sus canciones? El tracklist inicial de Rock Band 4 es uno de los más potentes que recordamos en un título de sus características, con géneros, temas, artistas y grupos de todas las épocas imaginables. Harmonix ha hecho un trabajo notable trasladando con vida casi todas las canciones, que se adaptan como un guante al estilo de juego de la cuarta entrega -sobre todo si la canción incorpora solos de guitarra o momentos similares-.
Podéis ver aquí la lista completa de los sesenta cortes.
Además, siguiendo con la política de hacer compatible este Rock Band 4 con casi cualquier juego anterior, todos los temas y paquetes DLC que hayamos adquirido con anterioridad dentro de la tienda digital del título de Harmonix, serán descargables y ejecutables en esta nueva secuela. Es decir, cualquier canción que tengamos en nuestra biblioteca de Rock Band de las versiones de PlayStation 3 o Xbox 360, podrán ser disfrutadas en PlayStation 4 y Xbox One, respectivamente -siempre y cuando, hablemos de un mismo ecosistema: nada de exportar temas de PlayStation a una consola Xbox y viceversa-. De esta forma, Rock Band se encuentra de golpe y porrazo con un catálogo potencial de más de 1.500 canciones, lo que es sinónimo de una biblioteca musical sin precedentes en la industria del videojuego. Y no, los temas de Los Beatles no entran. Desgraciadamente.
Sí, aunque es una colección de pistas demencial, Harmonix no se quedará ahí. Sus planes son ambiciosos, y la tienda digital del juego -que alberga canciones cuyos precios van desde los 0,79€ a los 1,49€ de otras- irá recibiendo constantes actualizaciones, paquetes y cortes musicales nuevos, a fin de que jamás nos quedemos varados, aburridos o estancados con el listado de canciones. Es un mercado muy goloso, sobre todo dado el carácter mitómano de muchos aficionados a la música.
Aun así, no temáis: Harmonix quiere que Rock Band 4 tenga una vida comercial amplia durante la generación, y no ha parado de comunicar que esta cuarta entrega, disfrutará de modos de juego, novedades y sorpresas tras su lanzamiento. Esperemos que estas muestras de soporte continuado sean algo más que simples promesas y vayan más allá de una esperanzadora declaración de intenciones.
Apartado técnico: justo en lo visual, sobrado en lo sonoro
Rock Band es un juego que tiene muy clara su estética, y sus señas de identidad. Dicho de otra forma: sabes que estás jugando a un Rock Band con simplemente mirar sus menús y tocar sus instrumentos en pantalla. Rock Band 4 es una entrega algo conservadora visualmente hablando, y es probable que no sepa aprovechar la potencia de las nuevas consolas para ofrecer gráficos más realistas o situaciones más rompedoras.
Su interfaz es limpia, clara y muy buena; no deambularemos por los menús como pollos sin cabeza, y siempre tendremos claro qué hacer o en qué menú meternos en todo momento -huelga decir que el juego está traducido y doblado al castellano, y bastante bien además-. Quizás esperábamos algo más, algún empujón nuevo a nivel visual. Seguimos contando con personajes caricaturizados, escenarios simples y animaciones algo toscas, así como efectos gráficos -luces, humo- más propios de la generación pasada.
Es todo demasiado similar a la última gran entrega de la saga, Rock Band 3, y aunque hemos repetido varias veces que respetamos y alabamos el no rechazar las raíces estéticas y visuales de una saga tan consolidada como la presente, pensamos que no hubiera estado mal innovar un poco más en este apartado. Sobre todo cuando sabemos que Harmonix ha puesto empeños en insuflar aires nuevo a su juego, en hacerlo fresco, pero en este aspecto creemos que Activision con su Guitar Hero Live van mejor encaminados.
Pero dejando a un lado las interfaces y los gráficos del juego, en lo que Harmonix sí parece avanzar cada vez más, es en la calidad de audio. Y esto, en un videojuego que gira alrededor de la música, es esencial. El sonido es nítido, multicanal y acorde con los estándares de calidad a los que estamos habituados a nivel sonoro en los últimos años. Tanto si tenéis unos buenos auriculares como si sois propietarios de un amplificador y un equipo de sonido multicanal -un 5.1 o 7.1 de toda la vida-, Rock Band 4 será uno de esos juegos con los que sacarles el máximo partido a ambos dispositivos.
Conclusiones finales
Harmonix ha vuelto a los escenarios tras un hiato que ha durado más de lo que muchos pronosticaban. Rock Band 4 es un juego que ha mantenido intactas sus credenciales, ofreciendo un enorme catálogo de canciones, soporte para periféricos antiguos y de otras marcas, y brindando su jugabilidad tan característica -aplaudida por aficionados entregados y jugadores casuales-.
Rock Band 4 es una cuarta entrega muy conservadora. Los añadidos a este Rock Band 4, pese a que no son especialmente rompedores, funcionan a la perfección. La entrada de la improvisación y los solos, aunque pueden considerarse baladíes y algo mundanos vistos desde fuera, encajan a la perfección dentro de la mecánica musical del título, sirviendo de válvula de escape para un juego que suele ser muy marcado y directo en cuanto a ritmo.
Con este cuarto Rock Band da la sensación de que se ha conseguido una partitura que está muy cerca de ser perfecta, tanto a oídos de los jugadores más novatos, como de los expertos. Pese a que todavía creemos que pueden mejorar -siempre se puede-, Rock Band 4 se nos muestra como el mejor trabajo de Harmonix hasta la fecha. Y teniendo en cuenta sus loables y notables antecedentes, creemos que es motivo más que suficiente para que reunamos a nuestra banda y volvamos a subirnos a los escenarios una última vez.