Análisis de Just Cause 3 (PS4, Xbox One)
Nos gusta que sigan existiendo juegos como Just Cause 3, que se están convirtiendo casi en una rareza. El mercado se ha polarizado en los últimos años en dos direcciones, la de los juegos independientes o descargables por un lado, y la de las grandes superproducciones por otro, y parece que cada vez hay menos hueco para este tipo de juegos que quieren transitar en un territorio intermedio, sin aspirar a codearse con los más grandes, pero mucho más elaborados y ambiciosos que los indies.
La saga Just Cause de los suecos Avalanche Studios se encuentra muy a gusto siendo un juego de acción en mundo abierto de serie B, con un agradecido tono desenfadado y gamberro, tanto en su historia y personajes como en sus mecánicas jugables, orientadas a realizar todo tipo de "fantasmadas", como poder robar un avión de combate en pleno vuelo o desplazarnos por los escenarios con total libertad, como si fuéramos una mezcla de Spider-Man y Superman.
Gracias al gancho que lleva nuestro protagonista Rico Rodriguez podemos hacer auténticas diabluras en un mundo abierto gigantesco, lleno de bases enemigas esperando a ser destrozadas y ciudades que tenemos que liberar, para poco a poco derrotar la malvada dictadura del general Di Ravello, que gobierna con mano de hierro el precioso archipiélago de Medici.
Una historia sencilla y sin pretensiones que sirve como pretexto para ofrecernos un juego de acción desenfrenada, que busca en cada misión el más difícil todavía, siendo siempre nosotros los protagonistas.
Si hay un género al que le benefician los avances gráficos ese es el de los juegos de mundo abierto, y los cinco años que han transcurrido desde la anterior entrega se notan muchísimo, ya que si algo es Just Cause 3, es tremendamente espectacular, regocijándose en sus elaboradas explosiones y destrucción de escenarios, de lo mejor que hemos visto en cualquier juego de acción.
Es una pena que con sus buenas mecánicas de juego, con un potencial casi ilimitado, no hayan sido capaces de crear una campaña larga y elaborada. El mundo es enorme, está lleno de cosas que destruir y todo tipo de coleccionables, pero la historia principal son 25 misiones que duran un suspiro, y al final han dedicado casi todos sus esfuerzos a llenar el mapa de repetitivas tareas secundarias, en vez de ofrecer una buena campaña. Ni siquiera hay misiones secundarias como tales, y todo son tareas (destruir bases, liberar ciudades, ayudar a algunos lugareños), desafíos (pruebas de vuelo, de conducción, de destrucción y un largo etcétera, en las que competimos por conseguir la mayor puntuación), y coleccionables (desde recoger todo tipo de objetos, a realizar saltos especiales).
Le perdonamos que no tenga los mejores tiroteos, que la conducción sea discreta y que el control en general sea un tanto impreciso, pero nos fastidia que hayan preferido ofrecer muchísimos contenidos de una calidad simplemente correcta, en vez de una cantidad menor pero más cuidada. Esto sabemos que es algo subjetivo, y habrá quien prefiera tirarse 50 o 60 horas haciendo todo el rato lo mismo para alcanzar el 100%, pero nosotros nos hubiéramos conformado con una historia principal que dejara un buen sabor de boca y no uno agridulce, aunque por el camino, y en bastantes momentos, nos lo hayamos pasado la mar de bien. Porque por encima de todo Just Cause 3 es un buen juego de acción, elaborado y muy entretenido, pese a sus evidentes defectos.
Playas, sol y muchas explosiones
Aunque está de moda que en todos los juegos haya toques roleros, con progresión del personaje, puntos de experiencia, árboles de habilidades, etcétera, en Just Cause 3 apuestan por ofrecernos todos los recursos jugables desde el principio, y no esconde ninguna de sus cartas para más adelante. Vamos consiguiendo mejores armas y vehículos según progresamos en la aventura, y obtenemos algunas mejoras, pero las acciones básicas del personaje como utilizar el traje aéreo y el gancho para desplazarse con total libertad por el escenario, son las mismas desde el principio hasta el final. Quieren que la diversión sea la máxima desde el primer minuto, y que el jugador tenga todas las herramientas disponibles para ser lo más creativo posible a la hora de acabar con los enemigos.
La principal diferencia de Just Cause frente a otros juegos de acción en mundo abierto es esa libertad que nos da el gancho, que junto con el traje de vuelo y el paracaídas, hace que prácticamente no tengamos límite. ¿Ves ese helicóptero ahí arriba que te está disparando? No hay problema, engánchate a él y róbalo para destrozarlo todo. Tenemos coches, motocicletas, lanchas, helicópteros, aviones, tanques y un larguísimo etcétera de máquinas de guerra, el mundo de Just Cause está lleno de vehículos esperando a que los tomemos prestados, y de objetos marcados con color rojo anhelando ser explotados; cómo lo hagamos es cosa nuestra.
Entre las muchas cosas que podemos hacer con el gancho, está atar diferentes objetos y atraerlos para provocar todo tipo de situaciones. Esto en un principio suena muy bien, y cuando comienzas el juego parece que va a dar mucho de sí, pero en mitad de un caótico y multitudinario tiroteo, atar un enemigo a un barril explosivo no acaba resultando del todo práctico. Exige precisión y perdemos unos valiosos segundos haciéndolo, y son tantos los peligros a los que nos enfrentamos que no podemos dejar de movernos por todo el escenario. Por esto el gancho se acaba utilizando principalmente para moverse por los escenarios, y aunque habrá jugadores que seguro nos demuestran los contrario, apenas le hemos dado otros usos.
Como ya hemos mencionado antes el control es un poco impreciso (no entendemos por qué no han incluido una animación para agarrarte a los salientes, ya que multitud de veces te quedas a unos pocos centímetros de una cornisa, lo que es frustrante), pero a todo se acostumbra uno, y al final acabas haciendo auténticas virguerías para acabar con los enemigos y sus instalaciones, lo que resulta muy satisfactorio. Las misiones principales nos van llevando de la mano para que probemos las distintas posibilidades del juego, y siguiendo el curso de la historia, y picoteando un poco en las tareas secundarias y los desafíos, las primeras horas de Just Cause 3 son realmente entretenidas.
Pero una vez que has destruido más de una decena de bases enemigas, y has hecho lo propio liberando unos cuantos pueblos, empiezas a descubrir que estas tareas son siempre iguales y se vuelven tediosas, por lo que es algo natural que te vuelvas a centrar en la historia, mucho más entretenida y variada. Es aquí cuando descubres una de las trampas del juego, que el avance en la campaña está limitado de manera artificial, y nos obligan a liberar cierto número de provincias para seguir avanzando en la historia.
El juego está dividido en tres grandes regiones, que a su vez están divididas en provincias (29), y cada provincia está formada por varios asentamientos (130), que son ciudades y bases enemigas que tenemos que conquistar. El juego cuenta con tres capítulos, y para acceder a las últimas misiones de cada uno, antes hay que haber liberado al menos tres provincias. Por eso al final si te quieres pasar el juego tienes que haber dedicado al menos 15-20 horas, cuando realmente las 25 misiones no son muy largas, y apostaríamos a que no duran ni 8 horas. Por cierto aunque pueda sonar exagerado, y al fin y al cabo es un detalle anecdótico en un juego tan grande, el jefe final de la historia es uno de los peores que hemos jugado nunca. Lo queremos comentar porque es significativo de la poca importancia que le han dado a la campaña, lo que es una pena.
Según avanzamos en la aventuras las ciudades son cada vez más grandes y tienen más objetivos (destruir todo tipo de cosas básicamente), y las instalaciones enemigas son más gigantescas y peligrosas, pero al final la sensación que te queda es de estar haciendo todo el rato lo mismo. Más variados y entretenidos son los desafíos, una serie de pruebas de todo tipo (carreras contrarreloj con los vehículos, destrucción de escenarios con todas las armas, pruebas con el traje de vuelo, etcétera), que dependiendo de lo bien que lo hagamos en cada uno de ellas podemos conseguir de una a cinco estrellas, llamadas ‘piezas’.
Con estas piezas desbloqueamos modificaciones, una serie de mejoras que no son cruciales para pasarse el juego, pero sí muy agradecidas en algunos casos. Modificaciones de destrucción (aumentar el número de granadas que podemos llevar, desbloquear nuevos tipos como las guiadas), de arma (poder llevar más munición, apuntar con precisión), de anclaje (poder anclar más veces el gancho y aumentar su fuerza), de desplazamiento (mejoradas relacionados con el traje de vuelo y con los movimientos de desplazamiento del gancho) y de vehículos (desbloquear nitro o salto para diferentes vehículos).
En total tenemos 112 desafíos que además tienen marcadores en línea, y no son los únicos, ya que el juego nos está comparando constantemente con el resto de jugadores en multitud de proezas y hazañas, de disparos, de conducción, de vuelo y un larguísimo etcétera. En estos días previos al lanzamiento del juego hemos tenido bastantes problemas con los servidores, con desconexiones muy molestas, que te interrumpen en mitad de la partida. Cuando el online va bien se agradecen estos marcadores en línea, pero cuando han empezado a dar problemas hemos acabado jugando en modo offline.
Un problema en general del juego, al menos en su versión de consola, son los tiempos de carga, bastante molestos y que estropean el ritmo. Los hay para todos los gustos y colores, pero los que aparecen antes y después de una cinemática nos parecen muy feos, fastidiando el transcurso de las misiones principales, así como los que hay en los desafíos, al querer reintentar para conseguir una mejor puntuación, o cada vez que te matan y reapareces. No sabemos si se podría haber optimizado mejor, pero después de otros juegos importantes que hemos disfrutado este año, queda claro que la nueva generación de consolas ha traído consigo mundos más grandes y detallados, y también generosos tiempos de carga.
Y el segundo problema de la versión de consola es su rendimiento, con una tasa de imágenes por segundo que no se mantiene estable en los momentos de más caos en pantalla. Hemos jugado a la versión de PS4, y en el desplazamiento por el mundo y en la mayoría de los tiroteos se mantiene a unos agradables 30fps sin ningún problema, por lo que se juega perfectamente. Es cuando empiezan multitud de explosiones a la vez cuando el framerate llega a caer bastante, y hasta le cuesta un poco recuperarse. Tenemos que decir que no nos ha molestado especialmente el rendimiento, ya que la mayor parte del tiempo se mueve bien, y las ralentizaciones son en esos momentos de gran caos, que te dejan boquiabierto con sus espectaculares explosiones.
Por lo demás estamos ante un juego gráficamente correcto, que no destaca en los modelados de los personajes, ni en las animaciones ni en sus físicas, pero que sí hace muy bien su trabajo a la hora de crear un mundo gigantesco y bastante bello. También queremos destacar lo bien que se destruyen muchos de los elementos de los escenarios, algo que echamos de menos en otros juegos de mundo abierto, y una vez más, destacar las portentosas explosiones, no solo porque visualmente son impresionantes, sino también por cómo afectan al entorno.
En el apartado sonoro tenemos una correcta banda sonora, poco variada pero que acompaña y ambienta bien, con melodías de película de acción y de tono Mediterráneo acordes con los escenarios, y unos efectos de sonido que suena como deben, contundentes y espectaculares. A todo esto le pone la guinda un buen doblaje en español que siempre se agradece en este tipo de juegos, y que ha sabido mantener de manera correcta el tono humorístico de los diálogos.
El arte de la destrucción
Just Cause 3 es un gran juego de acción en mundo abierto, divertido, desenfadado y sin pretensiones, casi nos atreveríamos a decir que terapéutico, que en los momentos buenos es realmente bueno, pero que también ofrece mucha rutina en su interior, en ese ansia de muchos sandbox de preocuparse más por la cantidad que por la calidad de sus contenidos. Si sabes a lo que te vas a enfrentar, y eres consciente de sus limitaciones, te lo recomendamos sin reservas, ya que te lo vas a pasar francamente bien haciendo el cafre y destruyendo todo a tu paso.
Hemos analizado el juego en su versión de PS4 gracias a una copia final que nos ha proporcionado Koch Media, la distribuidora del juego en España.