Análisis de Grand Kingdom (PS4, PSVITA)

Muchas veces se valora más la sorpresa de un buen juego pequeño que la calidad que se presupone de un triple A. Grand Kingdom no es un juego redondo, ni su mezcla de rol con estrategia va a marcar a los usuarios como lo hizo en su momento Valkyria Chronicles, pero muestra suficiente personalidad para hacerse un hueco entre los aficionados al género. No sorprendería si con el tiempo el apoyo de boca en boca de la comunidad se convierte en una joya infravalorada.

Grand Kingdom se puede considerar una secuela espiritual del juego de Vanillaware Grand Knights History. El director del actual juego, Tomohiko Deguchi, trabajó bajo junto a George Kamitami y realmente se nota la inspiración, tanto en juego como en el arte.

Puesto que Grand Knights History no es un título demasiado conocido en Occidente –donde estuvo a punto de lanzarse hasta que se canceló-, vamos a explicar en qué consiste.

Cuatro reinos luchan por el control del continente desde la caída de un antiguo imperio. Después de cientos de años, la guerra se ha convertido en un negocio donde los mercenarios son la pieza fundamental que desequilibra el dominio entre naciones. No están a favor de ninguna causa, el dinero es su patria y no tienen reparos en cambiar los acuerdos al mejor postor. Ahí entramos nosotros, líderes de un pequeño grupo de soldados que irá demostrando su valía mientras se desarrolla la historia de los reinos y la rivalidad con otros colegas del gremio.

Hay tres fases diferenciadas en Grand Kingdom: la gestión de equipo, personal y planificación desde la base; la exploración por el mapa durante el cumplimiento de una misión y por último, los combates. Es un juego más profundo de lo que parece a simple vista, y aunque no todo está bien descrito en los tutoriales, cualquier usuario con conocimientos mínimos de inglés podrá entender en qué consiste.

Nuestra primera tarea consiste en formar al menos un equipo de cuatro guerreros. Estas unidades se pagan con el dinero obtenido, y si lo deseamos se pueden tener hasta seis grupos. Es muy versátil a la hora de enviar personal a las misiones –juguemos nosotros o se haga de manera automática-, algo que recompensa entrenando a los personajes y obteniendo más recursos.

Hay multitud de clases disponibles y podremos editar sus parámetros e incluso aspectos básicos de su apariencia –nombre, color de pelo y ropa, voz-. Muy al estilo de Disgaea, cada clase dispone de ventajas e inconvenientes a tener en cuenta para formar el equipo. Se podrían resumir en caballeros –combate cuerpo a cuerpo-, magos –ataques mágicos a distancia media-, atacantes a larga distancia –arqueros, pistoleros- y especialistas –con habilidades muy concretas-, pero hay diferencias sutiles.

En la categoría de melé un guerrero utiliza escudo y la noble prescinde de protección para golpear con una gran espada; otros personajes utilizan un gran martillo, o una lanza, o espadas en cada mano, mientras que la unidad sigilosa puede infiltrarse en las líneas enemigas y matar de un golpe. Este tipo de variantes se aplica al resto de categorías, así que decidir el mejor equilibrio a nuestros gustos llevará tiempo y muchas pruebas. Por supuesto, acompañarse de la clase médica debería ser muy recomendable durante las primeras partidas o si estimas que tu nivel no es el apropiado.

La parte estratégica está bastante cuidada; puedes crear la formación de inicio, a la que podrías añadir objetos de defensa –parapetos que impedirán un ataque directo de magias o flechas-, ataque –un cristal mágico que potencia a las unidades cercanas, una torre para ayudar a los arqueros– o recuperación de salud. También conseguiremos mejores armas que además mejoran sus parámetros incorporan ranuras para insertar unos potenciadores que dan ventajas extra.

Una vez optimizado nuestro personal, armas y estrategia, el siguiente paso es aceptar las misiones de campaña por todo el continente, aquellas que requieren unas condiciones concretas de victoria, las que nos enfrentan a la tropa de otro jugador o las que proponen viajes para coleccionar tesoros y aumentar la experiencia. No siempre se trata de ir a un punto concreto sorteando peligros, a veces hay que localizar una serie de objetos esparcidos por los nodos, derrotar a ciertos enemigos, defender áreas o evitar contacto con otra pieza –unas infiltraciones con un pequeño toque a puzle-.

La exploración se hace sobre un mapa, una especie de tablero con un recorrido que ofrece bifurcaciones, enemigos fijos, móviles y ocultos, cofres, trampas, caminos secretos… Lo cierto es que da bastante juego. Hay un número de acciones límite, lo cual significa que en algunos casos deberás elegir bien si merece la pena un desvío o no. Encontraremos personajes curativos, eventos y cuando sea necesario, se podrá hacer uso de habilidades especiales que alteran las reglas o nuestra posición, como teletransportarse a un cofre cercano. Frente a algunos imprevistos, como pueda ser una tormenta o arenas movedizas, tendremos opción de elegir qué hacer y dependiendo de eso consumiremos más turnos o la moral se verá afectada.

Si decimos que el combate funciona por turnos quizás muchos jugadores lo identifique con las posiciones estáticas, comandos de menús y el lento sistema del rol clásico, pero no es así, resulta más dinámico y adictivo. El escenario pone frente a frente a los bandos, distribuidos en tres planos de profundidad. En el turno de cada personaje podemos desplazar la unidad durante una distancia limitada, medida por una barra en la parte inferior; esto es similar a otros juegos de estrategia, donde unas clases tienen más movilidad que otras. Activar una de las habilidades –personalizables- o ejecutar combos consume la barra de acción.

Existen mecanismos para prestar ayuda entre compañeros. Cuando un personaje deja la salud del enemigo a punto de morir otro remata si se dan las circunstancias requeridas. En otra situación, uno de nuestros guerreros que podría morir se salva con un mínimo de salud –al mínimo daño volverá a caer, pero al menos te da una oportunidad de cambiar su destino-. Ten en cuenta que también los enemigos aprovechan estas funciones y podrán ponerse en pie cuando creías que estaban acabados.

La lucha es muy entretenida, mantiene al usuario en control durante todo momento. Por ejemplo, hay ataques que sí es cierto que sólo requieren su selección, caso de un único disparo de flecha o de magia cargada –espera un turno para lanzar el rayo- mientras que en otros hay que ejecutar el combo lanzando al rival por el aire, o apuntando el disparo en el momento preciso. Aquellos usuarios que están agotados del rol tradicional verán este sistema fresco y animado, no es un mero trámite incómodo. Contra los jefes, donde las fuerzas están más equilibradas, la épica multiplica la diversión.

Se tiene en cuenta el daño de compañeros, lo cual cambia drásticamente la estrategia con los ataques de área. Si no prestas atención y lanzas un objeto explosivo a un grupo donde se encuentra uno de tus personajes, también se verá afectado. Un posicionamiento ordenado en la batalla es vital para facilitar el uso de las magias más potentes, evitar entorpecer el avance, y también debes tener cuidado con no agrupar a todos tus héroes en una posición desventajosa; un enemigo podría acercarse al grupo, realizar un ataque circular para malherir a todos con un golpe. Por otra parte, es interesante pillar por la espalda a los enemigos para romper sus defensas.

Grand Kingdom también tiene un curioso componente online, y aunque en líneas generales hablamos de un título perfectamente disfrutable sin conexión, aquí podemos echar decenas de horas, centenares si lo deseamos. Formando pactos temporales con una de las naciones participas en la votación del territorio a invadir y así el equilibrio entre las regiones se mantiene en constante movimiento. Puedes luchar contra la inteligencia artificial de las unidades de otros usuarios, conseguir recompensas exclusivas e incluso enviar a un escuadrón para que actúe por su cuenta mientras juegas a otras misiones –para lo cual es necesario tener al menos dos equipos formados-.

En lo audiovisual se aprecia la influencia de Vanillaware, aunque debemos decir que está un peldaño por debajo. Los diseños ligeramente manga desentonan un poco en detalle y estilo con el escenario, algo que no sucede en Odin Sphere o Dragon's Crown. No obstante pocos juegos de gráficos 2D pueden compararse al arte de Kamitami y la verdad es que en Grand Kingdom están muy bien animados, tanto en los retratos de diálogos como en la partida, con uso de zooms y efectos para realzar los ataques más poderosos.

El compositor Mitsuhiro Kaneda se ocupa de una banda sonora de tono fantástico. No alcanza el nivel de Hitoshi Sakimoto, sin embargo trabajó con él en Odin Sphere y en otros proyectos del mismo estilo –Grand Knights History, Oboro Muramasa, el último Tactics Ogre, Lord of Vermillion-, por lo cual nos recordará en más de una ocasión a estas melodías.

Conclusiones

Como decíamos al inicio, Grand Kingdom no muestra nada especialmente innovador que lo convierta en un clásico instantáneo. De hecho es una especie de secuela y su pretensión es simplemente recuperar un juego que no merecía quedar olvidado –o descubierto, para el público occidental-. Ese es su verdadero logro, pues estamos ante un entretenidísimo RPG táctico sin demasiada competencia en el mercado, notable en todo lo que hace y con decenas de horas de juego –hay abundante contenido una vez superada la historia principal-.

Se trata de una estupenda sorpresa que llega justo en el respiro veraniego antes de la tempestad de lanzamientos de otoño. Para el aficionado al rol estratégico, es un imprescindible.

Hemos realizado este artículo con una copia digital de la versión de PS4 que nos ha proporcionado NIS America.