Análisis de Child of Light PSN (PS4, PSVITA, Switch, PS3, Xbox One, Xbox 360, PC, Wii U)

El año pasado recibimos por estas fechas Far Cry 3: Blood Dragon, un arriesgado y muy divertido título descargable que fue todo un éxito, algo que abrió los ojos a Ubisoft y le demostró que la distribución digital es un lugar ideal para apostar por ideas más originales y distintas, a las que el público tiene muchas ganas. Un punto medio entre el juego independiente hecho con cuatro duros, y las grandes superproducciones a las que la compañía gala nos tiene acostumbrados.

Ahora de la mano del mismo estudio, Ubisoft Montreal, nos llega otra arriesgada apuesta, realizada por un pequeño equipo pero con unos valores de producción sobresalientes: Child of Light. Una aventura de rol que nació con la intención de homenajear a los clásicos juegos de rol japoneses de los 90, algo que consigue con su sistema de combate, aunque en cuanto a gráficos, narrativa y desplazamiento por los escenarios poco se parece a ellos.

Gracias al motor gráfico UbiArt Framework, el mismo que utilizó Rayman Origins y Rayman Legends, nos ofrece un apartado gráfico precioso, una herramienta que esperamos volver a ver en futuros juegos.

La historia nos cuenta cómo la joven Aurora, la hija del duque de Austria en 1895, enferma gravemente, pero en lugar de morir, despierta en el mágico mundo de Lemuria. En este la malvada Reina de la Oscuridad ha robado el Sol, la Luna y las estrellas, y nosotros tendremos que recuperarlos para erradicar la oscuridad y así poder volver a casa. Una heroína fuerte y decidida de corazón puro, sin un príncipe azul que la espere al final, en una historia que habla del crecimiento personal, de ese viaje de transformación que todos tenemos que vivir, de la infancia a la madurez.

Un punto de partida y unos ingredientes interesantes para contar una historia en forma de cuento de hadas, pero que finalmente no nos ha terminado de enamorar, un poco confusa, atropellada y sin saber muy bien qué nos quieren contar, nos gustaban más las intenciones que el resultado final. Además, una de las gracias del guion, sus diálogos escritos en verso con rimas constantes, creemos que se ha perdido en parte con la traducción al castellano, dando lugar a continuas conversaciones un poco absurdas y sin apenas interés. Con unos personajes secundarios que se van uniendo al grupo de manera muy rápida arbitraria y que la verdad, hablando mal y pronto, nos importan un pimiento y nunca te llegas a identificar con ellos, uno de los puntos claves para que un JRPG pase de ser bueno a convertirse en memorable.

Dicho esto, el resto de elementos funciona muy bien, tanto la exploración de los escenarios, los pequeños puzles que aportan un toque de frescura y variedad al desarrollo, el sistema de combate, bastante entretenido y que aguanta bien el paso de las horas, y por supuesto, su apartado audiovisual, sin duda lo que más nos ha gustado de Child of Light, un juego precioso. Una aventura de rol que se puede superar en unas 10 o 12 horas, unas pocas más si quieres completar todas las misiones secundarias, que son pocas, en una duración un tanto reducida para un RPG, lo que tiene sus pros y sus contras.

En el lado bueno, pues que nunca te llegas a aburrir, siempre resulta entretenido, no hay relleno, no es necesario perder el tiempo mejorando a los personajes y el juego siempre va al grano. En el malo, pues que todo resulta muy acelerado, subes de nivel casi en cada combate, se unen demasiados personajes al grupo –hasta siete en algunos momentos-, y apenas tienes tiempo de empatizar con ellos, y casi ni siquiera utilizarlos, en combates en los que solo pueden intervenir dos luchadores a la vez, contra un máximo de tres enemigos.

En el lado de la exploración estamos ante algo parecido a un plataformas en 2D dimensiones, aunque nos movemos por los escenarios volando, recorriendo localizaciones muy verticales. Nos encontramos con trampas que tenemos que evitar, ya que nos quitan puntos de vida, hay algunos puzles bastante sencillos, menos un par en el tramo final de la aventura, a veces tenemos que mover alguna caja para activar un interruptor, y hay múltiples tesoros escondidos, como cofres y unas notas llamadas "confesiones", que son un coleccionable. A los enemigos los vemos por los escenarios, los combates no son aleatorios, y si entramos en contacto con ellos empieza el combate. A veces nos pueden atacar, incluso a distancia, por lo que el combate empezaría con una emboscada, o podemos sorprenderlos por la espalda, iniciando el enfrentamiento con un golpe sorpresa, lo que nos permite atacar primero.

Tenemos los típicos comandos de atacar, defendernos, lanzar magias y usar ítems, siendo el gran protagonista de las batallas el medidor de turnos, una barra que indica el momento en el que van a actuar tanto los enemigos como nosotros. Esta barra está dividida en dos secciones, una larga y azul, en la que pone "esperar", y otra al final más corta y roja, llamada "lanzar", que es el momento en el que podemos actuar. Tantos los personajes de nuestro equipo, como los enemigos, están representados en la barra por un icono, que se desplaza de izquierda a derecha a diferente velocidad. Cuando este icono llega al final de la barra, es cuando puedes realizar una acción, y cada ataque tiene un tiempo de ejecución, desde corto a largo.

Esto es importante, porque si un enemigo llega un poco antes que nosotros al último segmento de la barra, y realiza un ataque de tiempo medio, si nosotros ejecutamos una acción corta, quizás podamos anticiparnos, golpearle e interrumpir su ataque, teniendo que volver al inicio de la barra "esperar". Y viceversa claro, por lo que a veces hay que valorar si merece la pena arriesgarse e intentar adelantarnos a su golpe, o protegernos y esperar nuestra siguiente oportunidad. Unos combates aparentemente muy sencillos, pero bastante profundos y estratégicos a la hora de jugar con los tiempos, sobre todo en los enfrentamientos contra los jefes finales, bastante abundantes e interesantes.

El juego es bastante sencillo en su dificultad normal, excepto algún combate en el tramo final de la aventura, pero se puede jugar desde el principio en nivel difícil, algo muy recomendable para los jugadores experimentados en JRPG. Además cuando nos lo pasamos hay un modo "Partida nueva +" que nos permite volver a comenzar la historia desde el principio con enemigos más difíciles pero manteniendo las mejores de personajes. Porque cada vez que subimos de nivel, algo muy habitual, podemos utilizar un punto de habilidad, en los amplios árboles de habilidades de cada personaje; más fuerza, defensa, magia, defensa mágica, golpe crítico, evadir y velocidad, además de poder conseguir nuevas ventajas y tipos de ataque.

Cada personaje representa los típicos roles, el mago, el arquero, personaje con habilidades defensivas, de apoyo, etcétera, y aunque en los combates solo participan dos personajes a la vez, en cada turno podemos cambiar la formación, habiendo tenido combates en los que hemos llegado a usar a todos los miembros del grupo. Recogemos objetos y tenemos un inventario con los típicos ítems para recuperar salud, puntos de magia, curar estados alterados, etcétera, y no hay equipamiento como tal, sino que equipamos unas piedras que nos otorgan ventajas.

Estas se llaman oculis, se pueden equipar en el ataque, la defensa, y la magia, y dependiendo de su color nos otorgan diferentes ventajas, como protección o ataque de fuego, rayo, agua, etcétera. Estas se pueden combinar para crear otras más poderosos en una especie de sistema de herrería, al que podemos acceder rápidamente desde el menú principal, sin tener que ir a ningún comercio. Ya que no tenemos las clásicas tiendas o comercios de los RPG, apenas hay un par de poblados para hablar con personajes, encargándonos algunas misiones secundarias.

Uno de los elementos más protagonistas en el desarrollo del juego, tanto en la exploración como en los combates es Igniculus, una luciérnaga que nos acompaña desde los primeros compases de la aventura, y que tiene varias funciones. Si jugamos solos lo controlamos en todo momento con el stick derecho, pero también lo puede controlar un segundo jugador con otro mando, como si se tratara de un modo cooperativo local. Su función durante la exploración es interactuar con el escenario y encontrar y recoger esferas de colores, que nos hacen recuperar puntos de vida y magia, y paralizar a los enemigos, lo que nos permite pasar de largo si no queremos combatir, o aprovechar para sorprenderles por la espalda.

También es protagonista en los puzles, ya que utilizamos a Igniculus como si fuera una especie de linterna para proyectar sombras, y donde más destaca es durante los combates. En los que puede interactuar con la arena de combate para conseguir algunos puntos de salud y magia que nos vienen de perlas, puede ralentizar el avance del enemigo por el medidor de turnos, e incluso nos puede curar. Eso sí, no podemos abusar eternamente de él, ya que Igniculus tiene una barra de energía que se va agotando según realiza acciones, y que tenemos que recuperar recogiendo esferas. Su uso está bien pensado, no desequilibra los combates y al final descubrimos que es imprescindible, ya que ralentizando a los enemigos es como realizamos algunas estrategias interesantes. Quizás lo más original de Child of Light en lo que se refiere a mecánicas de juego.

De los gráficos no hay mucho más que decir, basta con ver alguna imagen y sobre todo vídeo para comprobar lo bonito que es este juego, sobre en lo que se refiere a los escenarios, sencillamente preciosos, ilustraciones que cobran vida en la pantalla de nuestro televisor. Por poner alguna pega, nuestra protagonista Aurora y su modelo poligonal a veces desentona un poco ante lo que le rodea, que son ilustraciones realizadas con muy buen gusto y una calidad enorme. En lo que se refiere a aspectos técnicos, todas las versiones se mueven a 60fps –el Ubi Art Framework solo puede funcionar a esta tasa de imágenes por segundo-, pero solo en PlayStation 4, Xbox One y PC va a 1080p, siendo 720p la resolución en el resto de plataformas. Hemos analizado la versión de PS4, y se mueve como la seda, además con unos tiempos de carga muy cortos.

Y el apartado sonoro está a la altura del visual, con una banda sonora de enorme belleza, que acrecienta esa sensación de estar en mundo mágico, en un cuento de hadas, con melodías relajadas o épicas según la situación lo requiere, pero que siempre acompañan a la perfección. Por decir algo malo, se abusa demasiado del sobresaliente tema principal, que aunque no nos cansamos de escuchar, no hubiera estado una mayor variedad musical, para que cuando este apareciera, su impacto fuera mayor. Además llega con voces español –no hablan los personajes, solo la narradora- y subtítulos en castellano, en una traducción que aunque buena, como decíamos antes no consigue del todo trasladar con acierto los diálogos originales escritos en verso.

Un encantador juego descargable

Por sus gráficos, su música, su entretenido desarrollo y el curioso y elaborado sistema de combate, Child of Light se disfruta de principio a fin. Y por su calidad/precio es una apuesta segura, pocos títulos descargables hemos visto tan cuidados como este, con unos valores de producción más acordes a los de un juego de precio completo o físico. A veces hubiéramos deseado que nos gustara más, porque ni su historia ni los personajes consiguieron enamorarnos en ningún momento, pero si te gusta el género, y te llama la atención su portentoso apartado visual, creemos que es difícil que te decepcione.