Análisis de Call of Duty: Infinite Warfare (PS4, Xbox One, PC)
Cuando algunos creíamos que Call of Duty no podía ser más futurista, porque correría el riesgo de convertirse en una especie de spin-off de Destiny, Activision nos sorprendió el pasado mes de mayo con el anuncio de Call of Duty: Infinite Warfare, la culminación de un viaje sin retorno hacia el futuro, que la saga emprendió hace ya unos cuantos años. Se presentó con un tráiler que generó mucho ruido y polémica, porque los jugadores no tardaron en mostrar su malestar con la nueva ambientación, teniendo el dudoso honor de ser el segundo vídeo de la historia de Youtube con más votos negativos.
Para calmar un poco los ánimos, como si la compañía norteamericana ya hubiera previsto esta reacción, se anunció simultáneamente Call of Duty: Modern Warfare Remastered, la anhelada remasterización de una de las entregas más queridas de la saga, el juego que cambió un género para siempre, que en un movimiento tan inteligente como discutible, de momento no se puede adquirir por separado, solo junto a Infinite Warfare.
Y después de haber jugado a ambos largo y tendido durante varios días, es curioso descubrir cómo el Remastered ayuda a ver mejor los defectos de la nueva entrega, con un multijugador mastodóntico, al que no han dejado de añadir cosas durante años.
Dobles saltos y todo tipo de movimientos de parkour, poderosas y espectaculares rachas de puntos, cientos de armas, modificaciones y ayudas, multitud de opciones de personalización, abrir cofres con desbloqueables aleatorios (cómo no), decenas de modos de juego, y en definitiva un montón de capas y añadidos, unos encima de los otros, que han convertido a Call of Duty en algo más ruidoso, pesado y grande, pero no necesariamente mejor.
Precisamente la nueva y criticada ambientación nos ha parecido el menor de sus problemas, y de hecho ha ayudado a que la campaña se sienta como algo fresco y entretenido, uno de los modos historia de Call of Duty que más nos ha gustado en los últimos años. Sigue teniendo todos los vicios que ya introdujo sutilmente Modern Warfare hace casi una década, pero las nuevas armas y gadgets, las batallas espaciales, los combates en gravedad cero, una estructura abierta con misiones secundarias, y el visitar localizaciones exóticas a lo largo de todo el Sistema solar, le ayudan a ser muy divertido y espectacular.
Si la campaña nos parece mejor que la del año pasado (no era demasiado difícil), es en el multijugador, el modo más importante en los Call of Duty actuales, donde hemos visto un paso atrás, pese a repetir una fórmula prácticamente idéntica. No sabemos si por miedo o pereza a innovar, si por porque no pueden tocar las bases una vertiente competitiva que cada vez tiene más fuerza, el caso es que el multijugador de Infinite Warfare es muy parecido al de Call of Duty: Black Ops III, pero un poco peor.
La manera de moverse por los escenarios, el número de contenidos, los modos de juego, las opciones de personalización, todo es muy parecido a lo que vimos el año pasado, pero tiene menos alma y carisma que en el juego de Treyarch, un factor intangible siempre difícil de explicar. Es algo que se nota al jugar, y que se percibe desde en el diseño de los mapas hasta en la personalidad visual, y tampoco le hace un gran favor esa sensación de estar jugando a más de lo mismo, sin apenas novedades destacables.
Hasta en la ya habitual tercera pata del producto, tener un modo zombis, aliens u horda, tampoco han querido arriesgar demasiado, y le han dado a la comunidad exactamente lo que quería: los Zombis de Treyarch, con un simpático y bonito envoltorio de los años 80, ahora que tanto se lleva. Y claro, funciona, pero también deja esa sensación de volver a estar jugando otra vez a más de lo mismo.
Hasta el infinito y más allá
Quizás por ir con las expectativas bajas nos ha cogido desprevenidos, pero el modo historia para un jugador de Call of Duty: Infinite Warfare nos ha gustado mucho, y nos ha parecido un soplo de aire fresco dentro de la saga. Con esto no estamos diciendo que Call of Duty necesitara convertirse en una space opera para ofrecer una buena campaña, pero dejando los prejuicios a un lado, hay que admitir que tenemos un juego de acción muy entretenido y espectacular, con buenas ideas y sobre todo, buen ritmo.
Asumiendo los pecados habituales de la campaña de un Call of Duty (sigue contando con un desarrollo lineal, lleno de scripts y con unos enemigos con una casi nula inteligencia artificial), estos te dan un poco igual cuando estás alucinando con un combate en gravedad cero, cuando estás enfrascado en una espectacular batalla espacial con decenas de naves que se mueven a toda velocidad, o cuando te asombras con los bellos paisajes de algunos de los planetas que visitas.
La nueva ambientación se explota de muchas maneras y aporta detalles nuevos a la jugabilidad (cosa que no ocurre en el multijugador), y puestos a arriesgar, lo han hecho también en la propia estructura de la aventura, ya que tenemos una base de operaciones desde la que podemos elegir misiones secundarias, que podemos afrontar en el orden que queramos. Estas no se sienten como mero relleno, e intentan aportar enfoques diferentes, por ejemplo con una misión completamente de sigilo, que si vamos al grano, a las misiones principales, no veremos.
Espectáculo, diversión y variedad son los tres pilares en los que se sustenta la campaña, y todo funciona sin apenas fisuras. Las armas son variadas, divertidas de utilizar y contundentes, y no se abusa de los enemigos robóticos, como en la anterior entrega. Las batallas espaciales están muy bien resueltas, con un control muy arcade y que responde a la perfección, y las escenas de gravedad cero no son importantes, pero sí son muy espectaculares cuando aparecen.
Hay mucha mesura por todas partes: las escenas de acción nunca duran más de la cuenta y no se sienten alargadas, no se abusa de ninguna de las novedades como el combate en gravedad cero o las naves, los nuevos gadgets son muy chulos y prácticos, pero no son tantos como para sentirte desbordado, y en lo único en lo que el juego pierde la mesura es a la hora de presentar momentos espectaculares, algo ante lo que no tenemos ninguna queja, porque te lo pasas en grande.
Incluso la historia no es mala, y lo más raro de todo es que hasta es comprensible y se puede seguir sin demasiados problemas, pero lo que más nos gusta de ella es que no molesta, y no entorpece el ritmo como en Black Ops III, donde pecó de ambiciosa. La campaña tiene un gran ritmo en general, aunque en un par de momentos puntuales, sobre todo en el tramo final, se les vuelve a ir la mano con la carga argumental, con algunas cinemáticas demasiado largas, como si no entendieran del todo que aquí hemos venido a disparar y a ver cosas volando por los aires, y en definitiva a pasárnoslo en grande.
Tiene uno de los personajes mejor escritos y más carismáticos que hemos visto en toda la historia de la saga, curiosamente un robot, y además se agradece el hecho de haber camuflado los tiempos de carga con cinemáticas y otros trucos, como hacen estudios como Naughty Dog en sus juegos, y todo fluye sin interrupciones, como debería ser en un juego triple A en pleno año 2016.
Se puede decir en su contra que el nivel de las campañas de los Call of Duty de los últimos años era bastante bajo, pero eso no empaña el buen trabajo que han hecho en el modo historia de Infinite Warfare, demostrando que no es tan difícil ofrecer en un shooter un modo para un jugador divertido, intenso, con buenas ideas y sin renunciar a la espectacularidad propia de la saga.
En cambio, en los zombis han sido mucho más conservadores, y no hay demasiado que contar de Zombies in Spaceland. Estamos ante el tradicional modo de Treyarch con cooperativo para cuatro jugadores pero ahora desarrollado por Infinity Ward, y tenemos que sobrevivir durante sucesivas rondas a los ataques de muertos vivientes y otro tipo de criaturas, mientras hacemos puntos y desbloqueamos nuevas armas y secretos.
La gracia en esta ocasión es que se ambienta en un parque de atracciones en los años 80, y esto da bastante juego, al poder escuchar música de la época, descubrir un salón recreativo donde podemos disfrutar de algunos minijuegos e incluso de clásicos arcade de Activision, y encontrarnos con cameos tan simpáticos como el de David Hasselhoff (El coche fantástico, Los Vigilantes de la Playa), que es el DJ del parque.
Hemos notado una curva de dificultad más amable que en anteriores modos Zombi, y es muy fácil plantarse en rondas avanzadas desde la primera partida, pero no es tan sencillo descubrir todos los secretos que esconde este parque, algunos muy curiosos y simpáticos. Con un cambio de ambientación y cuatro detallitos nuevos, este modo sigue funcionando como un reloj, pese a ser más de lo mismo.
Ante la falta de novedades nos hubiera gustado que fueran más generosos, y quizás deberían haber ofrecido al menos un par de mapas, y no relegarlo todo a los contenidos descargables de pago, que como ya sabéis, son muy ambiciosos/avariciosos en los Call of Duty.
Un multijugador con miedo a cambiar
Hemos sido bastante críticos con el multijugador al principio del texto, pero con esto no estamos diciendo que sea malo, ni mucho menos. Su capacidad para enganchar y divertir, siempre y cuando te guste su propuesta, sigue muy vigente, y hay contenidos y posibilidades para estar entretenidos durante una buena temporada. Pero hacer un copia y pega del multijugador de Black Ops III no sabemos si era una buena idea, y la criticada ambientación futurista se ha desaprovechado totalmente en el multijugador.
El sistema de movimiento avanzado de la anterior entrega sigue prácticamente idéntico aquí (quizá un poco más pulido), el ritmo de las partidas diríamos que es todavía un puntito más frenético, y el diseño de los mapas es funcional y cumple, pero son prácticamente indistinguibles unos de otros, sin ningún tipo de carisma o detalles que se mantengan en el recuerdo. Ha tomado buena nota Infinity Ward de una de las mayores críticas de Call of Duty: Ghosts (2013), el tamaño absurdamente grande de algunos mapas, y ahora son todo lo contrario, bastante pequeños, lo que ofrece partidas muy intensas en cualquier modo de juego.
Con algunos retoques y cambios, todo lo que os contamos de él en nuestras impresiones de la beta vale casi para la versión final, y algunas de las "novedades", como los módulos de combate, no deja de ser una etiqueta diferente para algo que ya estaba el año pasado, el sistema de Especialistas. Un sistema de clases con habilidades únicas, a los que en esta ocasión les han quitado cualquier tipo de personalidad visual.
Pese a esto, sí hay un par de novedades que nos han gustado. Como los equipos de misión, cuatro bandos a los que te puedes alistar, y que te van asignando desafíos que tienes que cumplir durante las partidas. Estas te sacan de tu zona de confort, y te obligan a jugar de formas diferentes, a usar distintos tipos de armas, realizar bajas de una manera concreta, y son un aliciente bastante interesante en las partidas, que cuesta creer que no hubieran añadido antes.
La otra novedad que nos ha gustado mucho es un nuevo modo de juego, Defensor, en el que tenemos que coger una pelota y mantener la posesión el mayor tiempo posible para sumar puntos para el equipo. En su planteamiento inicial es muy parecido a Enlace, presente en las dos últimas entregas de la saga, pero al no tener que ir a marcar gol a una portería, se crean dinámicas de juego muy entretenidas y curiosas. El equipo hace piña, se pasa el balón, se cubre la retaguardia, y al saber en todo momento en el mapa en qué lugar exacto se encuentra la pelota, las escaramuzas son constantes y muy divertidas. Por lo demás, el resto de modos habituales y más exitosos de la saga siguen presentes.
Por último, comentar otra de las novedades, que hemos visto que puede ser un arma de doble filo, nunca mejor dicho. En esta entrega existen los prototipos de armas, que son armas especiales que parten de modelos básicos, y que tienen características únicas. Desbloquearlas no será fácil, habrá que jugar un gran número de horas y tener suerte (o mucho dinero) al abrir cofres de recompensas, pero al probarlas descubrimos que pueden llegar a desequilibrar las partidas, son muy poderosas. Esperamos que tengan cuidado con esto, ya que un jugador de nivel alto con una de estas armas puede ser una auténtica máquina de matar.
Tecnológicamente necesita una renovación
Después de ver hace tan solo unas semanas un juego de acción como Battlefield 1, con mapas enormes, 64 jugadores y unos detalles visuales de infarto, cuesta creer que una saga tan importante como Call of Duty se quede tan lejos técnicamente hablando. Y por presupuesto suponemos que no será, pero lo que queda claro es que este motor gráfico no da para mucho más, y necesita urgentemente una renovación, si no quiere seguir arrastrando los mismos gráficos de siempre.
Y ojo, que el juego no se ve mal, y sobre todo en la campaña, con la acción muy concentrada y una estructura lineal, tenemos que admitir que a veces ha conseguido sorprendernos con lo que nos estaba mostrando en pantalla, con escenas muy vistosas, gracias a sus grandes valores de producción y una dirección artística acertada.
Pero el multijugador nos parece exactamente lo contrario: los mapas, el diseño de los personajes, todo nos parece muy soso y sin carisma, y con este mismo motor, Treyarch fue capaz el año pasado de al menos ofrecer imágenes mucho más llamativas y vistosas, que captaban nuestra atención. Con los 1080p y 60fps en consola por bandera (qué menos), cuesta creer que el multijugador no pueda ser un poco más ambicioso visualmente, hay que exigirle más a una superproducción como esta.
La saga infinita
Ahora mismo no nos preocupa tanto si la saga va a seguir viajando hacia el futuro, como el hecho de cómo le van a dar una vuelta al multijugador en las próximas entregas, sin afectar a la importante vertiente competitiva con los eSports. Tiene un gran reto por delante Activision, la saga necesita una renovación en muchos apartados (gráficos, ambientación, un multijugador que ya no puede ser más frenético y recargado), y tenemos mucha curiosidad por ver con qué nos sorprende el año que viene Sledgehammer, o dentro de dos Treyarch. Suponemos que Modern Warfare Remastered ha sido una manera de comprobar la temperatura ambiente.
Mientras esto ocurre, en Call of Duty: Infinite Warfare tenemos una campaña muy divertida y espectacular, y un multijugador con todos los vicios y virtudes de los últimos años, y para bien y para mal, demasiado parecido al del año pasado. Lo que gana en la campaña (mejor que Black Ops III), lo pierde en el multi (ligeramente peor que en el juego de Treyarch), y finalmente su ambientación futurista no nos ha parecido un problema precisamente, y de hecho lamentamos que no haya sido mejor explotada en el multijugador.
En definitiva un juego de acción bastante recomendable, pero que llega en un año especialmente prolífico en el género, con títulos de acción de mucha altura, tanto en primera como en tercera persona.
Hemos analizado el juego en su versión para PS4, a lo largo de tres días en un evento de review organizado por Activision.