Análisis de Black Mirror (PS4, PC, Xbox One)
Intriga, una maldición, un caserón antiguo y los secretos familiares son el marco idílico para una aventura gráfica ambientada en una remota localización de Escocia durante 1926. No, pese a compartir nombre, Black Mirror de THQ Nordic no tiene ninguna relación con la serie de ciencia ficción que actualmente produce Netflix, sino con la trilogía The Black Mirror de Future Games que debutó en 2003. La nueva entrega a cargo de KING Art es un reinicio, no un remake fiel, que comparte trasfondo y punto de partida.
La historia de Black Mirror comienza de una manera muy interesante. El padre del protagonista se ha suicidado en extrañas circunstancias, y eso provoca que David Gordon regrese de la India a una remota mansión familiar para tomar posesión de la herencia. Es uno de estos palacios que huele a antiguo y demuestran que sus antepasados eran poderosos o adinerados. David nunca había estado allí y lo que se encuentra es un grupo de criados –ama de llaves, mayordomo, criada, un abogado, el extraño jardinero- a cada cual más pintoresco. Y como era previsible, parecen esconder algo, recelosos del nuevo dueño.
El juego se basa en las aventuras gráficas y el terror gótico. Actualiza los fondos prerenderizados de los originales por gráficos 3D, y el miedo se sugiere al estilo de Poe o Lovecraft, no tanto por escenas escabrosas o sustos gratuitos –alguno hay, pero no demasiado molesto-. El argumento, sin ser una maravilla, cumple sobradamente para mantener la intriga de principio a fin gracias a su ambientación. ¿Qué se esconde detrás de esas visiones, del suicidio de nuestro padre o de estos empleados que conocen mejor a nuestra familia que nosotros mismos?
Black Mirror tiene mucho de exploración y conversación, y la mayor parte del tiempo lo pasaremos investigando los rincones de la casa, recogiendo notas, objetos y pistas que nos serán útiles para resolver puzles. Estas pruebas son tanto directas, con mecanismos en el que seleccionamos runas, pulsamos botones o introducimos una clave numérica, como de interacción con los personajes para lograr extraer información valiosa.
Es verdad que se puede encasillar en el género point’n click porque técnicamente es lo que haremos: señalar ítems y comprobar para qué sirven, pero este aspecto está bastante rebajado si lo comparamos con los clásicos. Está influido por las nuevas aventuras cinemáticas –juegos de Quantic Dream, Life is Strange, etc.- a los que añade una pequeña gestión de inventario, pero todo de una manera muy guiada. La prueba es que no acabaremos con un carro de objetos en nuestro bolsillo, ni hay complejas combinaciones entre ellos.
Muchos puzles son fáciles, pues nos bastará con recoger cualquier utensilio a la vista. ¿Para qué necesitas un cable? ¿Y una botella de alcohol? Lo desconoces, pero seguro que muy pronto te servirá de alguna forma. El caserón tampoco es que sea enorme en cuanto a tamaño y pronto sabrás lo que ofrece.
Aunque Black Mirror utiliza gráficos 3D no podremos controlar la cámara libremente, sigue a nuestro personaje por las habitaciones y pasillos con desplazamientos o puntos fijos. A veces nos gustaría poder girar y ver mejor un salón o el comedor, pero a nivel jugable no es un gran inconveniente. Si hay un libro o puerta relevante, el juego se encargará de enfocarlo; nada vital queda oculto detrás de la decoración o una mala perspectiva.
Como otras muchas aventuras gráficas, la duración es muy variable. Se puede superar en menos de cinco horas, pero depende de nuestra experiencia con el género. Aunque hemos mencionado que hay puzles asequibles, también habrá alguna situación un poco menos clara cuya resolución puede llevar muchos minutos. Se agradece que el menú nos marque nuestra próxima tarea o el desafío en el que nos encontramos, ayudará a retomar el juego si decides tomar un largo descanso entre partidas y has olvidado tu misión actual.
Los gráficos no están nada mal para un proyecto de este tipo. Hemos visto muchos juegos de puzles/terror que normalmente suelen apostar por vista en primera persona para evitar la dificultad de animar personajes. Black Mirror luce muy bien cuando utilizamos una lámpara para iluminar la mansión, y aunque a plena luz del día se notan más sus costuras, las secuencias de diálogos y gráficos en general –con personajes ligeramente cartoon que recuerdan a los de Telltale- están a un buen nivel. Hemos sufrido algún bug -en un momento dado, el fondo detrás de las ventanas empezaba a parpadear- y las constantes cargas al cambiar de habitación sacan un poco del ambiente.
No hay demasiada música, y aunque se entiende que prefiera recrearse en los sonidos, hay ocasiones en las que se echa en falta una melodía. En estos juegos es posible bloquearse, dar vueltas y vueltas por la casa sin saber muy bien qué hacer para progresar, y es en ese tiempo cuando más se necesita una banda sonora de acompañamiento que destaque. Las voces –en inglés y alemán- no están mal, y nos llega con subtítulos en español; eso sí, hay frases que no aparecen o se muestran en inglés, un pequeño error de calidad.
Conclusiones
Black Mirror es una interesante puesta al día de una saga, quizás no demasiado conocida para el gran público, que merece nuestra atención. Es cierto que hay personajes que se pueden hacer un poco tópicos y encontraremos giros previsibles, pero cumple bien su papel de mantener la tensión –especialmente si no has jugado a los originales y todo en cuanto a la familia Gordon te es desconocido-.
La jugabilidad ha evolucionado y en la balanza pesan más los aspectos de investigación que los de puzles. Quizás el descenso en dificultad o el número de retos decepcione a los más puristas, pero a cambio elimina defectos o asperezas como la búsqueda de objetos minúsculos escondidos en el escenario o las soluciones muchas veces absurdas de otras aventuras gráficas. Aún con estos cambios, Black Mirror encantará a los fans del misterio y terror gótico.
Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código de descarga que nos ha proporcionado THQ Nordic.