Análisis de Wonderbook: El Libro de las Pociones (PS3)

El Libro de las Pociones es el cuarto y (parece ser) último juego que utilizará Wonderbook, el periférico similar a un libro que se utiliza para narrar historias e interactuar con ellas utilizando la realidad aumentada en PS3.

En cada título de han incorporado detalles interesantes y se nota que los desarrolladores han intentado mejorar la experiencia, pero ninguno ha logrado superar las dificultades de la tecnología.

Tal vez sea el motivo por el que no se han anunciado más juegos de Sony ni ha habido otros estudios que se atrevan con el libro.

Igual que el título que estrenó Wonderbook, El Libro de los Hechizos, El Libro de las Pociones pertenece al mundo de Harry Potter, y tiene una historia completamente nueva, lo que tal vez es su mejor valor. El jugador se convierte en el participante de una competición de brujería a base de pociones para conseguir un caldero de oro. Su maestro y guía es el espíritu de Zygmund Budge, un reputado hechicero desconocido hasta ahora por razones que se explican en el juego.

Tras la instalación y el calibrado de Move y Wonderbook, la primera poción es un tutorial que muestra algunos de los peores puntos del juego. Enseña a remover, avivar el fuego para la poción y trocear, que son los aspectos más repetitivos y aburridos de cada capítulo.

El resto del libro repite la misma estructura poción tras poción: saber para qué sirve y leer la receta (no tiene ningún sentido práctico hacer esto último más que el hecho de que desbloquea un ingrediente). Luego vas recogiendo plantas o partes de animales por el método de analizar el ingrediente con la lupa desde distintos ángulos, y luego machacas o cortas.

En el caso de utilizar el cuchillo, si dejas juntos todos los ingredientes verás una bonita animación al echarlos en el caldero, pero pocas veces sucede. De hecho, en Wonderbook todo está pensado para tener impacto visual y ser bello, pero no siempre se logra por cuestiones técnicas.

Budge te va indicando todo lo que tienes que hacer en cada momento en que desarrollas la receta, de forma que el jugador simplemente sigue esas instrucciones una y otra vez. Y, por si la repetición insistente no es suficiente, pulsando triángulo sabes cuál es el siguiente paso que debes dar. De otra forma es probable que Wonderbook no funcionase, pero convierte la experiencia en buena parte en una especie de Masterchef en el que remueves, cortas y machacas y echas el contenido de una botella tras otro.

El cambio entre los distintos utensilios que empleas (mazo, tijeras, pinzas, fumigador, cuchara o varita) es rápido, dejando uno sobre aquel que quieres utilizar se intercambian, pero el juego, como casi todos los títulos del mercado, olvida a los jugadores zurdos y debes utilizar la mano derecha, ya que todo aparece en ese lado. Los ingredientes son variados, desde huevos de pájaro a ortiga urticante, pero también tienes que machacar sanguijuelas o arrancar espinas de puerco espín o usar hígado.

Hay momentos destacados, como cuando tienes que limpiar con la mano la suciedad de una botella, pero también hay otros inexplicables en los que Budge te dice que está muy frío el fuego cuando llevas un buen rato dándole al fuelle. En estos casos, lo mejor es inclinar el libro hacia la cámara o recalibrar Move.

La técnica es sin duda el mayor escollo, como ya ocurría con la primera cámara, la EyeToy de PlayStation 2. Una complejidad que se combina con la del utilizar el libro. En alguna ocasión no aparecieron unos fardos de paja que se supone tenías que coger y fue necesario cerrar y volver a abrir el libro para poder avanzar hacia, eso sí, una de las escenas mejores del juego.

Por suerte, el juego no se limita a seguir las instrucciones de la receta. En algunas páginas tienes que interactuar pare recolectar algún ingrediente, normalmente a base de hechizos, una herencia del primer juego que salió, hace algo más de un año.

En la penúltima página doble de cada hechizo Budge cuenta cómo lo fabricó y por qué. Aquí sabemos más de este excéntrico mago olvidado y arrinconado por Hogwarts debido a su precocidad, quien se retiró a una isla de las Hébridas en compañía de unas cuantas ovejas que probaban sus hechizos y al que le gustaba ir en taparrabos.

Además de las siete pociones están los apartados de Coleccionables y Brebajes. En el primero puedes ver la casa que elegiste y tu varita, y puedes revivir las mencionadas historias de Budge. La principal razón para revivirlas es que en ellas están los ingredientes más difíciles de recolectar para los Brebajes. Debes ir buscando distintos elementos por cada escenario (a veces girando el libro) y conseguir todos para desbloquear esos ingredientes.

Los Brebajes es una de las partes más entretenidas del libro, ya que puedes elegir hasta cuatro distintos, y hasta cinco unidades de cada uno. Aquí no hay historia, y avivas el fuego una sola vez. Un sapo que aparece en mitad de la preparación de la poción durante los capítulos del libro es el sujeto en el que pruebas los efectos de la poción que has elaborado. Probablemente sea la parte más creativa y que llame la atención de los más pequeños cuando hayan jugado una vez al juego.

El Libro de las Pociones no pasa de ser una curiosidad. Interesante para los chavales por lo sorprendente, entretenida durante un rato. Atractiva para los amantes de la serie Harry Potter y lo relacionado con Hogwarts. Incluso ofrece la conexión con Pottermore, el portal de Internet que agrupa este universo de J.K. Rowlings.

Es posible que en el futuro Wonderbook, bajo esta forma o cualquier otra, vuelva y desarrolle alguna de las buenas ideas y experiencias que ha aportado a los videojuegos, igual que PlayStation Eye ha expandido aquello de EyeToy sólo permitió entrever. Sería una pena que no se siguiese por esta línea que resulta tan atractiva para los más pequeños al descubrirles un mundo que la realidad no les deja ver.