Análisis de Way of the Samurai 3 (PS3, Xbox 360)
Cuando un país tiene un contexto histórico tan amplio y atractivo es normal que algunos sectores se apoderen de ideas para representar, desde su punto de vista, acontecimientos históricos que un día sucedieron en realidad. Japón, sin ir más lejos, es uno de esos países donde la cultura se palpa en cada una de sus calles, ya sea en la gran urbe o en los pueblos cercanos al centro. Sea como fuere, y dejando a un lado el hecho de que Japón es uno de los países más desarrollados del planeta, la era Sengoku -muy conocida por los aficionados al manga o al anime- ha sido cómplice de multitud de obras literarias, largometrajes de gran calidad y, como no podía ser de otra manera, videojuegos.
Y es que la era de los samurais es muy atractiva para el jugador que quiere experimentar conceptos tan emblemáticos como el honor, la verdad y el respeto, conceptos que en otros videojuegos no se pronuncian demasiado dadas sus características. La otra cara de la moneda es que este tipo de videojuegos no suele salir de las fronteras japonesas por temor a no obtener una acogida notable... y los que llegan a nuestro país, lamentablemente, no suelen alzarse en el podio de las ventas. Y quizá es por eso que los títulos que llegan con este corte tan japonés lo hagan de la manera que ha llegado este último Way of the Samurai, con un retraso importante con respecto a su lanzamiento en Japón y con una localización inexistente a nuestro idioma, algo que no perdonarán los más acérrimos al sector. No obstante, estamos delante de un videojuego que propone muy buenas ideas aunque por desgracia no ha sabido aprovecharlas al máximo, pecando de las mismas carencias que tuvieron sus predecesores: escenarios pequeños, jugabilidad dudosa y objetivos extraños que confundirán al jugador que quiera adentrarse dentro del terreno de los samurais.
Antes de hablar del videojuego que hoy nos ocupa debemos hacer una pequeña y concisa parada para explicar el concepto que intenta mostrar la desarrolladora a la hora de presentar Way of the Samurai. Un samurai que ha perdido a su amo es lo peor que le puede pasar a un luchador de este calibre, que lo único que puede hacer es intentar vagar por el mundo en busca de nuevos objetivos o, sin ir más lejos, realizar el seppuku -más vulgarmente conocido como harakiri- para quitarse la vida. En esta ocasión representaremos a un samurai que ha perdido el conocimiento en una gran batalla, sintiéndose perdido y desconociendo todo cuanto conocía, permitiendo así al jugador el hecho de escribir la historia de este joven -o experimentado, según la apariencia que escojamos- guerrero japonés.
Un samurai sin objetivos
Como decíamos, la obra presentará unabatalla entre varios clanes, en una de las múltiples guerras que vivió el sistema feudal japonés y que dio lugar a un gran número de víctimas por la lucha de las tierras asiáticas. Nuestro personaje quedará inconsciente y no tendrá más remedio que empezar de nuevo para conseguir dar sentido a su vida. Nada más comenzar la aventura podremos seleccionar diversos aspectos de nuestro héroe, como son el nombre, la apariencia -desde un joven luchador hasta un hombre curtido en mil batallas- y algunos aspectos más que, sin duda, se nos antojan un poco pobres con respecto a otros editores que poseen otros videojuegos más o menos del mismo género. A medida que vayamos avanzando por el juego tendremos acceso a nuevos atuendos y apariencias, aunque tampoco es algo que le preocupe a un verdadero samurai.
Uno de los aspectos más destacados de la obra es que la desarrolladora ha querido dotar al jugador de total libertad a la hora de llevar a cabo sus objetivos. Es decir, nada más volver de la inconsciencia nos encontraremos con un par de transeúntes que se toparán con nuestro protagonista, dando lugar a una escena cinemática en la que nosotros, si lo deseamos, podremos desenfundar el arma y acabar con sus vidas en un santiamén.
Y esta, quizá, es una de las grandes bazas de Way of the Samurai 3, que permite exterminar a todos y cada uno de los personajes no controlables de la obra -a excepción de los niños, evidentemente- dando lugar a una senda oscura que cambiará el transcurso del guión. Es bastante placentero poder decidir si queremos pelear o si de lo contrario nos arrodillamos ante un personaje u otro, aunque hay que tener un mínimo de cuidado, puesto que no querremos desenvainar nuestro sable delante del mandamás de uno de los clanes que están en guerra, ya que podemos terminar mordiendo en polvo en apenas unos segundos. Aún así, el videojuego da la posibilidad, que, al principio puede parecer un poco confusa, pero luego se vuelve gratificante.
Quizá sea algo descompensado el hecho de poder aniquilar, desde un buen principio, a todo cuanto se menea. Y decimos esto porque si somos un jugador a quien le guste la sangre, podemos caer en una espiral de inconsciencia que puede hacernos abandonar el videojuego. Por ejemplo, en la primera aldea en la que despertamos -si decidimos no matar a los primeros transeúntes- nos presentarán a algunos personajes muy útiles para conocer los conceptos básicos de la aventura, como pueden ser el sistema de combate, cómo consultar las misiones activas o simplemente qué hacer para terminar la aventura. Sin embargo, si somos de "gatillo fácil" y terminamos con la vida de este personaje,
Explicados los conceptos básicos y las precauciones para los no iniciados, Way of the Samurai 3 utiliza el mismo sistema de aventura que otros exponentes del género. A medida que vayamos conociendo personajes, éstos nos otorgarán misiones de todo tipo que servirán para conocer nuevos escenarios, encontrarnos a su vez con otros personajes y, como no, ser recompensados por nuestras acciones. Y aquí viene una de las grandes carencias de la obra: las misiones son bastante repetitivas -recoger un objeto determinado, acabar con uno o varios enemigos, etcétera- y la obra no permite tener más de un trabajo a la vez, lo que nos obligará a terminar una misión antes de comenzar otra.
Por suerte, el grado de libertad no termina ahí, ya que como decíamos, existen tres clanes muy poderosos que intentan conquistar todo el territorio japonés, y nosotros podremos decidir si entrar en uno para realizar un buen papel como samurai, entrar en el contrario o entrar a los dos y aniquilar a todo ser viviente para convertirnos en el único amo y señor de Japón. Cada elección acarrea su propia consecuencia, y esto se verá reflejado en uno de los 20 finales distintos que tiene el videojuego, en el caso que tengamos la paciencia para terminarlo. De esta manera, la obra se presenta como un pseudo sand box, en el que tendremos total libertad de acciones aunque el mapa completo de la obra esté dividido en varias secciones.
Way of the Samurai 3 se desentiende de los típicos árboles de habilidades en los que la progresión del personaje es la clave para acceder a los lugares más peligrosos del territorio. Se ha hecho especial hincapié en las armas en vez de en el concepto de personaje, teniendo a nuestra disposición más de cien armas completamente diferentes -y personalizables- para llevar a cabo nuestras acciones. Eso sí, no podremos llevarlas todas a la vez, sino que tendremos que guardarlas en nuestro hogar o decirle a alguno de nuestros socios que cargue con ellas mientras estamos en medio de una misión. Dichos socios no son más que personajes en los que podremos apoyarnos durante diversas misiones en función de nuestros actos y reputación dentro -o fuera- del clan. Algunos socios necesitarán cuidados para mantener el vínculo de amistad, sirviéndonos ya sea desenvainando su espada dando la vida por nosotros o, como ya hemos comentado, cargando nuestros objetos indispensables durante las misiones.
Japón poco definida
Sin ningún tipo de duda, donde se presentan las carencias más claras de Way of the Samurai 3, dejando a un lado lo anteriormente comentado, es en su apartado técnico, que parece haber sufrido un filtro en alta definición de un videojuego de PlayStation 2. El modelado de los personajes no es del todo malo, y sus rostros son, aunque repetitivos, notables; sin embargo, las animaciones de dichos personajes son bruscas, toscas y demasiado poco reales para un videojuego que aparece en la nueva generación. Las físicas del videojuego tampoco juegan en su favor, con unas incongruencias existenciales que harán que el jugador se pregunte si realmente la desarrolladora quiere hacernos sentir como un samurai o como un ninja. Por si eso fuera poco, el videojuego sufre ralentizaciones excesivas que afectan directamente en la jugabilidad cuando se juntan varios personajes en un mismo plano, sobre todo cuando nos enfrentamos a varios combatientes de una sentada. A día de hoy es inconcebible que un videojuego de este estilo, y con un apartado técnico desfasado en comparación con otros títulos, llegue poco optimizado para el hardware de la actual generación. No hay excusa.
Por otro lado nos encontramos con una cámara que, pese a estar bien situada, supondrá algún que otro problema en las ciudades y castillos, dejándonos posiblemente vendidos ante los peligros que nos encontremos si no somos un poco hábiles con el mando de control.
En contraposición, y quizá este es el mejor apartado de toda la obra, la banda sonora original del videojuego es bastante notable, con una caracterización y una puesta en escena lo suficientemente amplia como para deleitarnos, durante unos segundos, con su composición. Temas instrumentales con multitud de percusión para representar el himno de guerra japonés, e instrumentos poco convencionales producen un sonido característico del continente nipón. Las voces, por su parte, cuentan con una caracterización que no llega a la altura de lo esperado (en inglés), aunque por suerte podremos escoger el doblaje japonés, que ayudará a ambientarnos en el mundo y que, por suerte, está bastante mejor caracterizada para los personajes.
Buenas ideas, poco irregular
En conclusión, Way of the Samurai 3 se alza como uno de los títulos selectos que gustará entre un sector de la industria que sabe lo que quiere y cómo lo quiere. Cualquier seguidor de la serie estará encantado con el resultado obtenido, pues no es más que una actualización y puesta "al día" de una propuesta que ya apareció en PlayStation 2. Por desgracia, aquellos quienes se quieran adentrar en este peculiar mundo no encontrarán demasiada satisfacción, y probablemente acabe el videojuego en la estantería antes que aguantar las horas que supone terminarlo (aproximadamente unas 8 o 10 horas, en función de nuestra habilidad y paciencia con el mando). Como apunte final, el videojuego nos ha llegado con subtítulos en inglés, sin posibilidad de comprenderlo en nuestro idioma. Un fallo más a la lista de carencias de la obra.
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