Análisis de Overlord: Raising Hell (PS3, PC)
El año pasado, por estas mismas fechas, Codemasters lanzaba Overlord para Xbox 360 y PC. Se trataba de un juego original, con una propuesta interesante y muy humorística: El resurgir de un señor oscuro que, derrotado tiempo atrás por unos héroes, resucitaba para reclamar lo que era suyo, con la ayuda de sus esbirros, para derrocar a los que en su día acabaron con él. Con esta propuesta Codemasters nos ofrecía un juego de acción con pequeños toques de estrategia y rol, pero sobre todo con un gran sentido del humor, parodiando todos los clichés del género de literatura fantástica; empezando por los propios héroes que, lozanos y nobles cuando derrocaron al Overlord, ahora se han corrompido y son tan malvados como lo era él en su momento. Pero al menos el Overlord es auténtico.
En efecto, el señor oscuro, una especie de Sauron venido a menos, tiene que reclamar su trono, ahora repartido entre los héroes que en su día le devolvieron a las tinieblas. Para ello son esenciales los esbirros, que lucharán por él, realizarán tareas como mover objetos del escenario o accionar interruptores, y destrozarán el entorno del juego consiguiendo botín y poder para nuestro señor.
Como apuntábamos cuando vimos el juego por primera vez, en el E3 de 2006, Overlord está fuertemente inspirado en Pikmin, el ya clásico juego de Nintendo, solo que nuestros Pikmin son ahora algo menos simpáticos y más destructivos, y sobre todo más graciosos y expresivos. El modo de controlarlos es muy similar al del clásico de Nintendo. O bien pulsando un botón para que se muevan a donde miramos, o bien directamente con el stick analógico derecho. Ellos harán todo el trabajo sucio, cumpliendo obedientemente nuestras órdenes para atacar a los enemigos o destrozar el escenario en busca de botín, o interactuar con los ítems.
Pese a que la idea del juego sigue la del título de GameCube, en Overlord hay bastantes más cosas que hacer, gracias a su ambientación fantástica y a su diseño de juego de acción y aventura, lo que implicará el uso de ítems y la interacción con todo tipo de personajes. Además, nosotros no seremos un simple director de orquesta sino que también tendremos ataques a nuestra disposición, contando con un botón de ataque cuerpo a cuerpo y varios hechizos a nuestra disposición que usarán una barra de magia, que se irá rellenando poco a poco o a base de pociones que vayan encontrando nuestros esbirros. Sin embargo, es conveniente no depender de nuestras habilidades cuerpo a cuerpo salvo para ocasiones especiales, y en cambio usar a los esbirros. Son mucho más efectivos, y si muere uno podemos reemplazarlo en el siguiente "surtidor", costándonos solo un poco de energía.
Comenzaremos con un solo tipo de estas criaturas, los "parduzcos" (marrones), para luego ir obteniendo los "vermejos" (color rojo), inmunes al fuego y capaces de atacar desde lejos con este elemento, los "viridios" (color verde), inmunes al veneno y expertos en el ataque sigiloso, y los "zarcos" (color azul), de elemento agua, hábiles en los hechizos curativos y capaces de regenerar a nuestros esbirros caídos. La aparición de nuevos tipos de criaturas no solo nos permitirá más modos de acabar con los enemigos, sino que también permite que el juego plantee retos más variados donde tendremos que combinar las habilidades de varias de estas criaturas para seguir avanzando.
El problema de esta distribución en diferentes tipos de seres, es que el juego corre el riesgo de volverse caótico para algunos jugadores a medida que vayamos avanzando, ya que el control de nuestros sicarios ya no es tan sencillo como antes, sino que tendremos que cambiar el tipo de esbirro que controlamos, y luego darle órdenes. A esto también contribuye el hecho de que para generar un tipo específico de criatura necesitaremos energía de ese color. Mientras que los esbirros estándar de color marrón no dan ningún trabajo, pues su tipo de energía se puede conseguir de muchas formas, para crear criaturas de fuego, veneno o agua, tendremos que obtener la energía de enemigos de esos tipos, lo que complica un poco las cosas y puede hacer que el juego se vuelva cansino en ocasiones. A esto se le suma otro factor, y es que a veces, cuando tenemos que usar varios tipos de esbirros a la vez, la situación se complica demasiado, no a la hora de saber qué es lo que tenemos que hacer, sino cuando se trata de combinar los diferentes movimientos y órdenes para lograrlo.
Si bien la dinámica del control de nuestros esbirros puede volverse a veces frustrante, y también repetitiva, el juego tiene un diseño bastante bueno. Sobre el papel es lineal, pues acabaremos con los héroes siguiendo un orden, y aumentaremos nuestro poder también de forma prefijada; pero también tenemos cierta libertad a la hora de decidir el orden al cumplir ciertas misiones y objetivos secundarios. Además, los niveles están bastante bien diseñados, siendo lineales al principio pero pudiendo unirse sus diferentes partes mediante puentes que irán habilitando nuestras mesnadas, haciendo que se vuelvan bastante "navegables", por decirlo de algún modo, y que además luego sea fácil revisitar partes para obtener sus secretos, gracias a haber conseguido nuevos tipos de criaturas que no teníamos la primera vez que pasamos por ahí. Ése fuego impenetrable de los primeros niveles ya no es un obstáculo una vez tengamos a los vermejos, y por fin podremos obtener ese item que se encuentra en medio de un lago, cuando consigamos a los zarcos.
Aparte de los objetivos secundarios, algunos de ellos opcionales, en Overlord también tenemos otras cosas que hacer, como configurar la torre del mal según nuestros deseos. Podremos comprar nuevos objetos o cambiarlos de sitio, o visitar sus diferentes estancias, donde se crían los esbirros, una mazmorra donde combatir contra todos los enemigos que hayamos vencido en el juego, o una herrería para mejorar nuestras armas y armadura, o crear otras nuevas. Otro aspecto interesante de Overlord, presente de forma testimonial, pero bienvenido, es la posibilidad de realizar "decisiones morales" de vez en cuando. Podremos ganarnos el favor del pueblo oprimido que estamos liberando de los excesos de los héroes tratándoles correctamente, o bien podremos irlos acostumbrando a lo que esté por venir, matándoles o robándoles. Según la moralidad de nuestras acciones los personajes no jugables nos tratarán de una manera u otra (podrán llegar a atacarnos), y los hechizos de nuestro Overlord evolucionarán de forma diferente.
Por lo demás, esta versión PlayStation 3 es prácticamente igual a lo visto en Xbox 360 y PC hace justo un año, pero incluye de serie la expansión "Raising Hell", publicada como contenido descargable para las otras dos versiones tiempo después. Aparte de la veintena de horas de juego del título original, Raising Hell incluye modos multijugador que aportan más diversión y duración al juego, una nueva zona de mazmorras, corrige algunos fallos e introduce un utilísimo mapa que no estaba en la versión original.
A nivel gráfico Overlord es un juego simplemente decente. Ya lo era cuando salió el año pasado, y un año después no ha experimentado ninguna mejora llamativa, salvo la corrección de algunos fallos, por lo que el resultado es el mismo que antes, pero con un año de desfase. Los escenarios tienen un tamaño bastante grande pero su nivel de detalle parece a caballo entre dos generaciones, así como el modelado tanto de los enemigos, bastante repetitivo, como de los personajes no jugables que nos encontramos. Incluso el Overlord resulta algo tosco tanto en diseño como en animación, cosa que no ocurre con los esbirros, los auténticos protagonistas del juego, que sí destacan por su variedad de movimientos y la cantidad de modificaciones que pueden tener (irán cogiendo objetos e inventario al vuelo, a medida que saqueen). El apartado visual es por lo tanto correcto, cumpliendo con su cometido, pero sin llamar la atención.
El sonido, en cambio, se beneficia de un fantástico doblaje al castellano; el Overlord no habla, pero nuestros esbirros no paran quietos, ni dejan títere con cabeza, ni se abstienen de ningún tipo de comentario. Desde los consejos de nuestro amo de la mazmorra hasta los vaciles de nuestro juglar, pasando por las serviles alabanzas de los esbirros de batalla, el doblaje del juego desborda humor y calidad por los cuatro costados. Los efectos de sonido son muy variados y, sobre todo, frecuentes. Nuestros esbirros generan un caos constante que se ve representado con todo tipo de sonidos, complementándose este estruendo continuo con una buena banda sonora, con temas a veces bastante bucólicos.
En conclusión, Overlord: Raising Hell sigue siendo un juego original y entretenido como ya lo era en su día, cuando salió para las otras plataformas. Y sus pros y los contras siguen siendo los mismos de antes. Por una parte tenemos una historia divertida, que nos incita a seguir jugando para seguir el nuevo e imparable ascenso al poder del Overlord, y un sistema de juego bastante novedoso. Por la otra, un apartado técnico que no destaca, y cierta repetición en su jugabilidad, aparte de que algunas situaciones se hacen demasiado complejas a la hora de controlar el juego. Si te llama la atención el juego por su planteamiento, es una compra recomendada, pues es entretenido, tiene una notable duración y ofrece exactamente lo que promete.