Análisis de NBA Ballers: Chosen One (PS3, Xbox 360)
El mundo de las licencias es siempre extraño, tanto para películas como para deportes. Cambian con el tiempo, pasan de una mano a otra, hay quien puede hacer una cosa pero no la otra... y algo así sucede con los derechos para realizar juegos de tipo arcade sobre la liga NBA. Un año le toca a Electronic Arts (NBA Street) y otro a Midway (NBA Ballers), una situación un poco extraña pero que nos da productos diferentes con tiempo para mejorar y sin una competencia directa entre ellos.
En principio parece bueno, o cuando menos es curioso, y este año, es evidente, es el turno de Midway con NBA Ballers: Chosen One, la intepretación arcade de la liga estadounidense de baloncesto, un juego en el que espectáculo fuera de las canchas (o más bien, en canchas en lugares exóticos) se convierte en el punto más destacable de un título que tiene un grupo de aficionados que se muestran apasionados e interesados en él.
Parece que parte esencial del baloncesto arcade es alejarse de los planteamientos de cinco contra cinco habituales en este, y aquí nos encontramos con la opción de jugar uno contra uno, dos contra dos e incluso un partido a tres bandas (uno contra uno contra uno), además de las opciones habituales de retos en solitario para practicar nuestra habilidad y mejorar nuestro dominio del juego, algo que será importante por la complejidad de los controles. De todos modos, la parte más destacable es la inclusión de un modo historia, donde creamos a un personaje (personalizándolo con bastantes campos para escoger, incluyendo accesorios inútiles como joyería, pero que le dan un aspecto de joven mozo desvergonzado muy interesante).
Por suerte, el sistema no se va a limitar al aspecto físico del jugador, sino que hay todo un proceso de mejora de sus características. Después de cada partida nuestro personaje, que empieza siendo un mediocre de cuidado, irá mejorando sus habilidades. El sistema premia, en teoría, en función de nuestra actuación, pero la verdad es que la sensación que transmite es más bien de que este proceso es aleatorio y realmente lo que hacemos y cómo lo hacemos influye tirando a poco. En cualquier caso, de esa manera vamos progresando y el sistema premia al jugador habitual que con tesón va progresando en el título hacia su camino a la victoria final.
Y es que la historia es bastante simplona, pero la hay. El juego nos propone que, una vez ha terminado la liga de baloncesto, los jugadores organizan un torneo de baloncesto callejero en el que tendrá que decidirse quién es el mejor de todos ellos. Para ello, la historia se estructura en seis episodios con cinco capítulos cada uno, equivalentes a una especie de presentación de un espectáculo con todo el bombo y platillo, una suerte de duelo que es la excusa para que el juego destile lucimiento por todos lados. Por su parte, en el campo jugable la estructura de episodios sirve para introducir modificaciones en los requisitos o condiciones para ganar.
Así, en algunas ocasiones los mates puntuarán como triples, o se juega a 11 o a 21 puntos, lo que aporta cierta variación, pero la verdad es que salvo eso lo que nos encontramos es que en realidad los capítulos no son tan diferentes entre sí, aunque en ocasiones hay momentos que se salen por completo de la norma y se agradecen, aunque sea sólo por el giro hacia la originalidad y la frescura. Quizás no haya tanta diferencia entre grabar un anuncio para una marca de refrescos y echar un partido, pero la cuestión es que la premisa va cambiando un poco y es más que suficiente para darnos unas alegrías. Y, de todos modos, los juegos deportivos tampoco es que requieran mucho esfuerzo narrativo, la verdad.
Por otro lado, las cifras del juego son bastante buenas, al contar con más de ochenta jugadores reales de la NBA, incluyendo tanto estrellas de la actualidad como algunas de todos los tiempos, lo que se traduce en la presencia de personajes como Larry Bird, Dr. J, Magic Johnson, y un buen puñado más de iconos del deporte. De la misma manera, los escenarios son bien variados, y nos llevan a lugares tan exóticos como el techo de un altísimo edficio en Dubai, un ático de Boston o en plenas montañas de China. No son muchos en realidad, pero son muy diferentes unos de otros, lo que le dota de una buena sensación de frescura.
Luego, los partidos son especialmente rápidos y dinámicos con mucho espacio para la realización de jugadas espectaculares, como saltos imposibles para mates brutales, o incluso la plasmación de combos y movimientos especiales que desafían los límites de la física verosímil. Además, son partidos con mucho contacto físico, sobre todo porque se aleja un poco de las rígidas normas de la competición oficial, y podemos bloquear, robar y entrar en contacto sin problemas ni miedo a ser penalizados, lo que hace que podamos buscar un juego un poquito sucio... aunque sin pasarse, que hay faltas. El sistema de faltas es un poco extraño, ya que no se nos penaliza en absoluto con las cuatro primeras, pero a la quinta el rival puede tirar un tiro libre de falta que vale tres puntos y mantiene la posesión de la bola. Es un poco extraño, pero al menos nos limita un poco y así no vale jugar de manera completamente sucia. Sin embargo, en ocasiones el juego penaliza actuaciones que no son muy agresivas cuando estamos defendiendo, lo que parece ir contra el estilo callejero del título.
Pero los problemas empiezan en el control. NBA Ballers: Chosen One opta por un sistema de control innecesariamente complejo para una experiencia arcade más pura y accesible que se maneja combinando el movimiento con el stick analógico izquierdo con el stick analógico derecho (o los botones frontales) más los gatillos del mando para realizar los diferentes movimientos. Está bien, porque aporta gran variedad y control, pero no nos parece que sea un control muy adecuado para un juego de tipo arcade que, quizás, tendría que haber hecho un esfuerzo especial por resultar intenso y accesible, con todas sus posibilidades, sin pasar por una curva de dificultad tan notable como la que impone su sistema de control. En cualquier caso, es algo que se va asimilando según jugamos y no supondría ningún problema si no fuera porque luego nos encontramos con un control que no siempre responde a nuestras instrucciones, haciéndolo poco fiable.
Y no es que haya que realizar mecánicas un poco extrañas como pulsar dos botones al mismo tiempo, o incluso dos gatillos y un botón, es que cuando lo hacemos a veces el juego parece no darse por aludido. Del mismo modo, el acceso a los movimientos especiales tampoco parece muy intuitivo: vamos rellenando un medidor con nuestros mejores movimientos, como mates, o fintas, pero cuando ese medidor está lleno, lo que hacemos es llenar otro. Y es en función de este último medidor que realizamos un movimiento u otro.
Con ese sistema se alarga mucho el acceso a esos movimientos especiales, pero la verdad es que pueden llegar a ser tan definitivos (el último es un mate completamente devastador) que no hay más remedio que restringir su uso. Tenemos la sensación de que la dinámica de juego y la espectacularidad se hubiese visto beneficiada con un acceso más fácil y menos determinante a esas técnicas de manera que no inclinasen tanto la balanza. Además, para llevarlos a cabo nos vemos forzados a realizar todo tipo de combos para ir llenando la barra, desviando nuestra atención del partido.
Estos combos se hacen pulsando un gatillo y un botón ante un rival, y nos va marcando en pantalla qué botones pulsar en cada momento (nuestro enemigo, en multijugador, tendrá que pulsar los mismos botones; si lo hace más rápido nos para el combo; contra la máquina, el proceso es transparente y ella realiza el mismo proceso), con lo que al final le fintamos, y tenemos vía libre para hacer un mate. La máquina no suele poner ninguna traba, así que hacerlo acaba resultando muy mecánico, aunque el incentivo de llenar bastante el medidor nos impulsará a hacer varios de estos movimientos, pese a que, la verdad, es aburrido a más no poder. Es más, podemos ganar los partidos haciendo esto continuamente, llenar el medidor al máximo, y hacer el mate final, con lo que ganamos automáticamente.
Donde más brilla NBA Ballers Chosen One es en el apartado gráfico, y con diferencia. No es sólo que haya muchos puntos cuestionables en la jugabilidad, e que realmente el juego luce estupendamente. Las escenas introductorias son espectaculares, con una concepción muy cinematográfica y un nivel técnico, tanto en modelados como en texturas, envidiable, sobre todo en los modelados de los jugadores, fieles retratos de los referentes reales. En esta línea, los movimientos están muy bien hilados, notándose un gran trabajo en el campo de las animaciones intermedias dando sensación de fluidez, y aunque las acciones más rutinarias no acaban de deslumbrar, el juego muestra todo su potencial con los movimientos especiales, aunque tienen un problema: ver esas secuencias (muy cinemáticas y chulas) cada vez que hacemos uno de esos movimientos acaba siendo cargante pues rompen en exceso el ritmo de juego.
La música, en cambio, no es tan brillante. Suele mantenerse en un segundo plato, y a diferencia de la últimas tendencias en el género, no incorpora una amplia selección de temas de primera línea de diferentes géneros musicales. Igualmente, la aparición de Chuck D. como presentador de televisión y narrador se acaba haciendo repetitiva pues no tiene tantas líneas de texto como se podría esperar, pero al menos el doblaje (en inglés) es bueno, cargado de emoción e intensadidad.