Análisis de Grand Slam Tennis 2 (PS3, Xbox 360)
El tenis tiene una gran historia en los videojuegos, pasando desde el control con forma de rueda más clásico hasta los controles por movimiento actuales, una veda que abrió Wii con su Wii Sports y que nos llevó, finalmente, a ver cómo Electronic Arts apostaba también por ese tipo de control en su Grand Slam Tennis. Ahora, tras pasar por Wii, el mismo control se replica en PlayStation 3 como opción mientras en Xbox 360 se apuesta por mantener únicamente el estándar.
Esto es importante para los aficionados: los jugadores deben tener en cuenta que si apuestan por la versión de la consola de Microsoft no van a disfrutar del control de movimiento, que fue una de las características más publicitadas en la anterior entrega. Con todo, lo cierto es que su control apostando por sistema tradicional resulta en un buen sistema que no se aleja en demasía de lo estandarizado, por lo que no va a suponer tampoco un demérito del título en este terreno.
Los usuarios de PlayStation 3 podrán apostar, eso sí, por dejar de lado el mando estándar de su consola para emplear el PlayStation Move y mover la raqueta utilizando el control por movimiento. En el caso del mando estándar, como en Xbox 360, se puede usar tanto un control sustentado en el uso de botones frontales del mando como por la opción Total Racquet Control, en la que las palancas analógicas cobran un protagonismo indiscutible. Si optamos por Move, en esencia es como jugar con el título en su versión de Wii.
El jugador puede tener algunos problemas a la hora de encontrar el sistema que mejor se ajuste a su estilo de juego, pues ninguno de ellos parece cuadrar perfectamente con la filosofía. El sistema estandarizado, el que apuesta por usar los botones frontales, sin duda alguna hace que sea más fácil para muchos jugadores habituados a un sistema más tradicional entrar en el juego, aunque quizás no resulte tan fluido como el control con doble palanca analógica. Este control, aunque poco inspirado, es eficiente, y hay muchas razones para apostar por él si no queremos complicarnos la vida en exceso.
El sistema de doble palanca nos puede recordar mucho a lo que se ofreció en juegos como Rockstar's Table Tennis y resulta dinámico y divertido. De hecho, es muy divertido. El problema es que implica un sacrificio en la precisión que podemos ir compensando con práctica, pero se diría que nunca llegas a tener la misma precisión que al usar botones, por lo que aunque nos gusta jugar con esta configuración debemos admitir que hay algo que le impide llegar a la misma calidad que el control más tradicional y que, sin embargo, no se percibe -no al menos en la misma medida- en otros títulos.
De esta manera, si optamos por el mando tradicional, nos encontramos con una opción de control muy tradicional y fiable, que sin duda alguna será lo más recomendable para los jugadores tradicionales, y una muy interesante opción con doble palanca analógica que -sin embargo- no ha conseguido ser cuajada con una precisión comparable. Esto no afecta en buena medida al juego, salvo en momentos donde esa precisión adicional que no tenemos se echa en falta, es decir, en los momentos delicados.
Por otro lado, no encontraremos muchos de esos momentos ya que la dificultad media del título no se llega a disparar. Esto es palpable sobre todo cuando revivimos algunos de los partidos clásicos de Grand Slam. Esta opción del juego nos permite asistir a momentos históricos de los torneos más importantes del tenis internacional, pero no consiguen transmitir una gran tensión ni resultar en un reto destacable porque no llega a plantear algo que ponga en duros aprietos al jugador salvo en momentos muy concretos.
Eso mismo se traslada a los modos de juego generales, donde el título no llega tampoco a representar un reto salvo en momentos concretos. Le falta una progresión de dificultad bien definida en la que el jugador deba echar el resto en la partida para conseguir superar a su rival. Es posible que esto sea consecuencia, precisamente, de no querer forzar al jugador en un sistema de control no tan preciso en las situaciones delicadas como en el caso de la doble palanca. En ese sentido, podría incluso interpretarse que se ha buscado un planteamiento desenfadado para jugadores más ocasionales, pero echamos en falta, en tal caso, que se hubiera integrado un sistema de regulación de la dificultad que fuera claramente eficiente.
Se sitúa en una clara situación de intentar ser demasiado accesible y gratificante, lo que le puede abrir muchas puertas, pero los jugadores que busquen una experiencia más profunda acabarán posiblemente insatisfechos, tanto por esa limitada dificultad como por lo flojo que acaba resultando el modo carrera. Podemos competir en los Grand Slam, claro, pero también en algunos torneos menores para ir creándonos un nombre en este mundo, e incluso entrenar bajo las órdenes de John McEnroe. Todo esto nos permite conseguir mejoras para los atributos del personaje, incluyendo también mejores raquetas. Con todo, resulta muy limitado y repetitivo. Podemos vivir diez años, pero son todos iguales. La dificultad va progresando, claro, pero sin llegar a resultar en un juego de alta complejidad en su concepción.
Solo el nivel más elevado empieza a suponer un problema, pero sigue siendo una percepción muy escalonada y rígida en la que no obtenemos una sensación real de progreso. Simplemente, de repente, llega algo difícil, superamos un partido complicado, pero no está claro si es porque de repente la máquina obtiene ventajas poco claras o porque nos hemos confiado en exceso. Esto se percibe solo cuando hemos jugado varios años en la carrera del personaje y llegamos ya al último, por lo que es posible que -dado que el modo historia resulta escaso en su variedad- muchos jugadores no lleguen a probarlo a fondo.
A nivel gráfico, el juego representa un gran paso con respecto al original de Wii, pues en esta ocasión se apuesta por la alta resolución y un estilo visual naturalista, frente al más desenfadado e incluso cercano al cómic del título fundacional. Sin embargo, es igualmente cierto que no da la sensación de forzar en ningún momento las capacidades visuales de estas máquinas.
No tiene ningún defecto destacable y cumple con lo que se espera; de hecho, los tenistas son reconocibles fácilmente, pero frente a títulos donde se ha puesto un énfasis brutal -quizás incluso un tanto exagerado- en una representación realista de elementos como el sudor, por ejemplo, aquí ese esfuerzo no se percibe. Y estamos hablando, en todo momento, de producciones deportivas de Electronic Arts. De la misma manera, ni el público ni los escenarios se distinguen por su variedad. En cuanto a los personajes, es probable que los aficionados echen en falta un buen puñado de rostros, sobre todo en la plantilla femenina: solo ocho jugadores, cuatro actuales y cuatro clásicas, con ausencias evidentes entre el ranking actual de primeras clasificadas.
Algo similar sucede en el apartado sonoro. Es un placer poder disfrutar con los comentarios que se incluyen en el juego –en inglés-, pero pronto nos damos cuenta de que resultan limitados, con un abanico de frases un tanto restringido. La naturalidad en los mismos es, posiblemente, uno de los grandes caballos de batalla de los títulos deportivos, pero la situación siempre puede maquillarse con éxito si contamos con una considerable batería de frases que puedan aplicarse a lo que sucede en pantalla. En este caso, realmente no podemos decir que eso se haya conseguido, y resulta en una sensación de repetición más evidente que en otros géneros deportivos.
Conclusiones
Electronic Arts ha hecho una buena aproximación con Grand Slam Tennis 2, pero los jugadores quizás harían bien en evaluar qué otras opciones hay en el mercado y que puedan ofrecerles más torneos y jugadores así como un modo historia más complejo. Este tiene la ventaja -muy considerable- de ofrecer los cuatro Grand Slam, y eso siempre es un atractivo para los aficionados. Además, con dos o tres opciones de control (según la consola), está claro que con sus pros y sus contras en cada uno habrá una forma de jugar que sea satisfactoria y atractiva para los usuarios.