Análisis de Bulletstorm (PS3, PC, Xbox 360)
Bulletstorm, lo nuevo de Epic Games, trae algo de aire fresco al saturado género de la acción en primera persona combinando una ambientación futurista con acción frenética, y todo ello salpicado de un macabro y gamberro sentido del humor. People Can Fly, un estudio europeo integrado por los creadores del meritorio Painkiller, se ha asociado con los creadores de Gears of War y el utilizadísimo motor Unreal Engine para ofrecer en Xbox 360, PC y PlayStation 3 unas cuantas nuevas ideas acerca de cómo matar enemigos en primera persona.
No estamos ante un juego de acción con elementos tácticos como tantos que proliferan hoy en día, ni ante un juego de disparos genérico realizado con el motor Unreal Engine. Bulletstorm es un juego gamberro, que aúna a la perfección una historia llena de clichés exagerados y chistes demasiado fuertes con una jugabilidad acorde. La cuestión no es cuantos enemigos mates, sino cómo combines las múltiples posibilidades que ofrece el juego para hacerlo, lo que resume a la perfección el eslogan del juego, "mata con habilidad".
La historia de Bulletstorm nos sitúa en un futuro lejano donde el ser humano ha colonizado varios planetas, pero políticamente no ha avanzado demasiado, sino más bien lo contrario. Nuestro protagonista es un rudo soldado que ha desertado de la Confederación por unas cuantas buenas razones, y ahora su cabeza tiene precio. Aunque la historia se narra a base de cinemáticas, y se le intenta dar cierto trasfondo a los personajes, al final acaba siendo simplemente el contexto perfecto para que rudos soldados hagan chistes sobre acostarse con madres y se dediquen a lo que mejor saben: pegar tiros a los malos. Y son estos tiros, la frenética acción del juego y lo bien implementadas que están sus ideas, lo que convierten a Bulletstorm en un juego muy especial. Aunque la historia no sea memorable, si hace un buen trabajo a la hora de dar coherencia a las situaciones que se nos presentan. People Can Fly ha diseñado algunos momentos y secciones de juego espectaculares, y aunque la historia está al servicio de que éstos ocurran, esto no resulta descarado.
Pese a la ambientación futurista, aterrizamos, tras una serie de eventos, en un planeta remoto que recuerda un tanto al mundo de Pandora de Borderlands, y allí nos encontraremos al cabo de un rato con el ítem alrededor del cual gira gran parte de la jugabilidad de Bulletstorm: el látigo. Este dispositivo de la confederación se integra en nuestro protagonista, Grayson, y no solo proporciona el interfaz del juego, como el contador de balas o el arma que llevamos, también evalúa nuestro rendimiento y nuestra habilidad matando enemigos, dándonos recompensas que nos permiten desde comprar más munición hasta mejorar nuestras armas y hasta el propio látigo.
Pero la clave es la forma de usar este látigo, en combinación con las patadas, otra de las novedades del juego, para interactuar con el escenario y los enemigos. Las patadas lanzan objetos o enemigos lejos y en el aire, haciendo que se mantengan flotando a cámara lenta durante unos segundos, mientras que el látigo hace justo lo contrario: agarra enemigos u objetos y los atrae hacia nosotros, manteniéndolos flotando también durante unos segundos. Usando estas dos capacidades, podremos no solo atraer y repeler enemigos (y contar con unos segundos para acribillarles con tranquilidad), sino interactuar con el escenario y lograr así acabar de forma más sencilla con ellos. Desde lanzar un barril explosivo a los enemigos con una patada, y hacerlo explotar cuando se encuentre junto a ellos, hasta usar elementos del escenario afilados, explosivos o… carnívoros, para acabar con los enemigos.
Los mimbres del sistema de Bulletstorm son esos, y en combinación con un excepcional diseño de escenarios y situaciones, y un gran repertorio de armas, el juego logra engancharnos y hacer que nos salga con frecuencia una sonrisa por las imaginativas muertes que conseguiremos. Muertes que, con algo de razón, han generado bastante polémica, pero que de todas formas, tal y como se indica en la portada del juego y en todas partes, están recomendadas para mayores de 18 años. Aparte de valorar las combinaciones que hagamos de patada y látigo, el uso del escenario y de diferentes armas para acabar con los enemigos, el sistema de puntuación también nos felicita por arrancar miembros, disparar a la entrepierna y a la cabeza. Y las animaciones de los enemigos al morir, o al ser heridos en lugares dolorosos, están acorde con el humor negro que emana de buena parte de los diálogos del juego.
Este sistema de juego tan especial funciona bien porque los enemigos tienen una inteligencia artificial bastante reducida. Cuando hay algo tras lo que cubrirse, generalmente se cubren, como esperando a que les agarremos con el látigo y los lancemos hacia nosotros, pero por norma general se comportan de forma totalmente alocada y suicida, corriendo hacia nosotros, disparándonos desde cualquier posición o intentando agredirnos cuerpo a cuerpo. Esto hace que acabar con los enemigos nunca sea difícil, y que el reto del juego consista no en sobrevivir, sino en matar con estilo y habilidad, aprovechando el escenario y las situaciones para ganar la mayor cantidad de puntos posible y así poder mejorar nuestras armas y nuestras habilidades más rápidamente.
El diseño de los niveles es también bastante sencillo, teniendo que ir del punto A al punto B de forma lineal, con una buena cantidad de cinemáticas y de momentos memorables que hacen que el trayecto sea más variado. No puede decirse que haya puzles, aunque sí hay mucha interacción con el escenario (deslizarse por debajo de zonas, apartar objetos a patadas o con el látigo…) y, sobre todo, tendremos que mirar bien dónde estamos y qué nos rodea para intentar aprovechar las situaciones para matar enemigos de la forma más imaginativa posible. Además, el planeta Stygia se reserva algunas sorpresas que nos dejarán con la boca abierta, y tiene una gran variedad de escenarios entre sus ruinas de tiempos gloriosos ya pasados.
El modo para un solo jugador se hace adictivo rápidamente gracias a las originales dinámicas de juego que plantea Bulletstorm, pero tras unas cuantas horas corre el riesgo de hacerse repetitivo. Esto dependerá mucho de los gustos de jugador. Habrá quienes consideren la dinámica de Bulletstorm una forma de jugar en sí misma, como la táctica de un juego de acción táctica, y no se cansen nunca de usar su látigo y sus piernas para lograr formas imaginativas de matar; pero habrá otros que solo lo vean como un giro de tuerca más y les acabe cansando. Cuando eso ocurra, puede que a éstos últimos les incentive a acabar el juego saber cómo termina la historia.
Esta sensación de posible hartazgo en el modo de un solo jugador podría haberse paliado si se hubiese introducido un modo cooperativo, tanto offline como online, algo a lo que de hecho se presta el juego, tanto por la forma en que está estructurado (siempre nos acompaña otro personaje), como por su jugabilidad (es fácil pensar en que pasarse enemigos a patadas puede ser divertido). Por unas razones u otras, no se ha incluido una opción cooperativa en el juego, pero por supuesto sí un multijugador online, que tiene un modo "ligeramente" cooperativo.
El Anarchy Mode organiza a los jugadores por equipos, haciendo que tengan que competir entre sí para conseguir la mayor puntuación acabando con oleadas de enemigos, teniendo que cooperar entre ellos para lograr las muertes de mayor puntuación, y así poder superar a los equipos rivales. Es una apuesta interesante y arriesgada, prescindiendo de modos más competitivos para centrar el multijugador en la obtención de puntos –la clave del modo para un solo jugador-, y puede gustar o no gustar. Como en el modo para un solo jugador, echará para atrás a los que estén buscando un juego de acción en primera persona tradicional, pero encantará a los que les haya gustado la dinámica de matar con habilidad.
A nivel gráfico Bulletstorm llama mucho la atención. Quizás no sea un espectáculo técnico comparable al de Killzone 3, ni al que en tan solo unas semanas nos va a ofrecer Crysis 2, pero a nivel artístico es un juego muy llamativo. Los escenarios tienen muchísimo colorido y diseños muy imaginativos, y los modelados de los personajes tienen un gran trabajo detrás. Todo se mueve con fluidez, como garantiza el motor Unreal Engine 3, y en algunas cinemáticas el juego brilla especialmente. El apartado sonoro cuenta con unos buenos y muy variados efectos sonoros, una música movida que pasa desapercibida, y un buen doblaje al castellano.
Un soplo de aire fresco en primera persona
Bulletstorm no revoluciona la acción en primera persona ni será el juego del año, pero sí ofrece un muy bienvenido soplo de aire fresco en el género de la acción en primera persona. Sus ideas son muy originales y se llevan a cabo de forma muy acertada, contando además con una fantástica ambientación en un mundo muy imaginativo que se guarda muchas sorpresas. Su dinámica puede ser muy adictiva para algunos, aunque a otros puede llegar a cansarles. Lo bueno es que hay una demo con la que muchos pueden salir de dudas, aunque el único punto flojo del juego es su duración: la campaña dura alrededor de siete horas, y el modo multijugador no ofrecerá grandes incentivos a los que no se hayan enamorado de su mecánica. Aun así, es uno de esos juegos que todo el mundo debería, al menos, probar, ya que sus buenas ideas y su carácter macarra le dan una personalidad propia, algo poco común hoy en día en un género tan saturado como la acción en primera persona.