Análisis de War of the Monsters (PS2)
Los chicos de Sony America nos regalan un arcade de lucha donde prima la diversión por encima de todo. Ya nos avisaron de ello el pasado año en el propio E3, donde el juego fue uno de los más jugados y alabados. La verdad es que no será un juego en el que el argumento muestre una desproporcionada imaginación por parte de sus programadores, pues realmente es una simple excusa para ponernos a los mandos de monstruos gigantes y liarnos a mamporros con ellos. Por tanto, no resulta difícil imaginar que sus principales pilares se basen esencialmente en la jugabilidad, con toques como la parodia de algunos de los mas famosos gigantes como el mítico King Kong, Godzilla, o incluso el mismísimo Mazinger Z.
Después de la intro nos encontramos con el menu inicial y los 3 modos principales: el primero, un modo historia, donde elegiremos un monstruo e iremos avanzando ciudad tras ciudad, hasta un total de 30 escenarios; el segundo, una especie de "free for all" con diferentes opciones donde lo primordial será acabar con los otros 3 contrincantes como sea (hasta podemos jugar a varios minijuegos muy divertidos); y el tercero será el modo "Endurance", o lo que es lo mismo, ir luchando contra todo lo que te vaya saliendo hasta que pases a mejor vida.
Metiéndonos ya de lleno en el juego, y primeramente hablando de sus gráficos, notamos que los 60 frames son constantes y nunca bajan de ahí, por mucho que se recargue la pantalla de grandes edificios saltando por los aires y demás efectos. En general rayan a una gran calidad, con el único "pero" del limitado tamaño de los escenarios, pues están delimitados por un campo de fuerza que pone el ejército para que nos hinchemos a tortas, y, claro está, para que no podamos huir. Aun así, está repleto de efectos gráficos como focos de luz, explosiones, reflejos, objetos para recoger y tirar a nuestro oponente -donde incluso podemos ver cómo la ciudad se va destrozando a medida que avanza el combate-, siendo posible dejar en mero polvo cualquier elemento del escenario. La verdad es que los modelos poligonales no son una exquisitez técnica, aunque no por ello resultan malos, pero lo que realmente sorprende es la gran sensación de que los monstruos son realmente de gigantescas proporciones: vemos los diminutos coches, y como los aún más diminutos humanos corren asustados entre las piernas de los gigantes. Esta sensación también se consigue en momentos como cuando, por ejemplo, nos damos cuenta de los pequeños helicópteros que pululan por el escenario, de la altura de los edificios y también cuando lanzamos a nuestro contrincante por el aire, y vemos como al caer, su impacto anuncia la inmensa cantidad de toneladas que golpean contra el suelo.
Ahora nos encontramos con la verdadera alma del juego, la jugabilidad. Si bien los apartados gráficos y sonoros no tienen apenas cosas reprochables, menos lo tiene en este sentido la adicción que crea el juego. Nuestras misiones son bien sencillas, pues se limitan a acabar con el rival, pero debemos hacerlo de diferentes formas, bien con el cuerpo a cuerpo (haciendo uso de un buen número de combos), o con casi cualquier elemento del escenario, que puede ser recogido y usado como arma arrojadiza. En momentos de mayor apuro podemos utilizar, previo recargo de la barra de fuerza, uno de los dos ataques especiales. En el escenario encontramos desde coches y camiones explosivos hasta vallas, o palos que incluso podemos dejar clavados en el enemigo, y también los propios elementos del escenario, como pueden ser los rascacielos (ya que al conseguir agarrar al enemigo podemos, por unos segundos, elegir el destino al cual queremos lanzarlo, pues contra un edificio, lógicamente, la causaremos mas daño; ¡incluso pudiendo hacer que los cimientos del propio cedan y caiga aplastando y acabando con toda la vida de golpe!). También van apareciendo varios ítems de vida, que nos hacen las cosas más fáciles, aunque, la verdad sea dicha, ya en la segunda pantalla del modo historia las cosas se nos ponen bastantes difíciles, pues no paran de salir enemigos e incluso el propio ejercito nos atacará con todos sus efectivos y deberemos de estar atentos a todos los lados de la pantalla haciendo bueno uso de los gatillos para girar la cámara.
Las acciones se reducen a los 4 botones con varios ataques, un botón para agarrar y escalar, otro para saltar, y un gatillo para cubrirnos: de ahí su jugabilidad tan directa y su curva de aprendizaje tan suave y corta. Bien es cierto que su mecánica no tiene nada de novedosa, pero muchos son los elementos a favor de la diversión en este juego. Nos encontramos con un elenco de personajes quizás en un principio algo escaso, pues tan solo tiene 8 monstruos (aunque consiguiendo puntos en el modo historia nos haremos con dos mas, secretos), pero debemos contar también con los minijuegos a desbloquear, nuevos "trajes" para los monstruos, y el eterno modo para dos jugadores, donde las partidas alcanzan una diversión digna de un buen dolor de pulgares. Algo realmente curioso es la no inclusión de un modo para 4 jugadores a pantalla partida, pues tan solo podemos jugar 2 personas, algo quizás un poco comprensible pues cuando jugamos contra 3 jugadores controlados por el ordenador, algunas veces el juego se torna en un caos total.
En resumen, un juego que, aun teniendo buenos gráficos, se basa en la diversión mas directa para el jugador; un juego para ponerlo y pasarlo bien. Solo descubriendo sus secretos o en compañía de un amigo veremos cómo se nos hace difícil soltar el mando. ¿Queréis coger a Mazinger Z por el cuello y tirarle contra un rascacielos mientras veis a King Kong corriendo hacia vosotros? Pues probad War of the Monsters.