Análisis de Soul Nomad & The World Eaters (PS2)
En estos momentos en los que PlayStation 3 parece estar dejando atrás de manera firme sus problemas de asentamiento para hacerse de manera definitiva un hueco en el mercado (especialmente en el europeo), tampoco hay que deshacerse en demasiados halagos sobres la longeva vida de su predecesora. Que PlayStation 2 está viviendo mucho más de lo que se esperaba no hay duda, y desde luego la más veterana de su generación (con excepción de la malograda Dreamcast de Sega) es también la que más está sobreviviendo.
En los últimos tiempos nos han ido llegando varias rarezas que poco podríamos haber esperado ver fuera del ámbito japonés, y Soul Nomad & The World Eaters se mantiene en esa misma línea. Desde luego, no es la primera vez que el rol de Nippon Ichi Software (Disgaea, entre muchos otros) llega a Europa, pero es algo a lo que todavía no nos hemos acostumbrado, pues esta clase de títulos tradicionalmente se han caracterizado por su ausencia en nuestra región.
Y es que en la mejor tradición de este estudio, volvemos a tener ante nosotros un juego de rol estratégico con una profundidad en su desarrollo capaz de fascinar al más aficionado a este género capaz de levantar pasiones, o producir una absoluta y completa indiferencia. Soul Nomad se presenta como un juego con un regusto clásico, sustentado en una presentación algo simple, que hace que no acabe de entrar por los ojos si somos unos apasionados completos de los gráficos poligonales o la alta resolución.
El título se va a ir desvelando como un juego denso en el que iremos escogiendo incluso, línea a línea, las frases que dirá nuestro personaje protagonista. De hecho, el sistema se lleva al extremo, e incluso cuando no hay respuestas alternativas, también tendremos que pulsar un botón para que prosiga el diálogo. En realidad, lo cierto es que la estructura es lineal, pero el sistema funciona bien en líneas generales.
Nuestra aventura nos llevará a rememorar la leyenda de los tres devoradores del mundo que asolaron, bajo los designios de un oscuro personaje, toda la tierra hace mucho, mucho tiempo. Esos seres terribles fueron sellados, aplacando su destrucción, cuando se logró controlar a quien les dirigía. Pero nuestro personaje se enfrentará a su destino cuando se funda con el alma de ese ser maléfico y todo cambie. Ahora él es el único que puede destruir a los devoradores del mundo al entrar en su cuerpo Gig, una suerte de dios cínico que tampoco está a gusto atrapado en un cuerpo mortal.
Esta dualidad del personaje se convertirá en una de las dinámicas más relevantes del título, pues nosotros controlamos al personaje físicamente, y en el verbo, pero por debajo de eso subyace toda la personalidad de Gig, quien es cínico, satírico y con un comentario ocurrente muy a mano en cada momento gracias a su dura y trabajada personalidad, haciéndolo, de hecho, uno de los personajes más interesantes de toda la trama.
Pero eso no debe distraernos en ningún momento del concepto jugable de Soul Nomad. Este título de rol de estrategia presenta una jugabilidad compleja, quizás demasiado, que no se explica de manera apropiada en ningún momento ante el jugador. Eso hace que la dificultad se vea potenciada de manera artificial durante buena parte de nuestras primeras de juego, lo que se ve reforzado por su no localización a nuestro idioma, y su propioa terminología, algo confusa. Claro, un jugador acostumbrado al género, que sepa mover tropas sobre un sistema de rejilla y plantear ataques, defensas, y demás, no tendrá problemas (o, al menos, no tantos), pero el resto de los mortales no van a saber qué hacer. Las instrucciones no sirven de mucho en este caso, y el juego muestra una notable carencia a la hora de plantear un tutorial suficiente, o, cuando menos, una progresión adecuada de los parámetros a considerar por el jugador.
Tosco, por tanto, en su planteamiento jugable, éste es su principal punto negativo, pero es de una importancia capital: no pocos serán quienes se muestren hastiados del juego sin apenas pasar sus primeras horas con él, y es una pena. Dominados todos sus aspectos, que no es fácil, Soul Nomad se luce y deja saborear, pero para ello hay que dedicarle un esfuerzo especial que no todos los aficionados estarán dispuestos a concederle, y nos llama la atención sobre todo porque es algo que no se había dado en los anteriores títulos de la compañía, mucho más equilibrados pese a su tradición de dificultad algo elevada.
En el desarrollo de las partidas debemos controlar a nuestro equipo, estructurado en escuadrones. Cada escuadrón está situado, hasta que pasan a la acción, en una zona independiente interdimensional, una extraña habitación que podemos modificar y manipular para ajustarla a nuestras necesidades, alojando allí a las figuras que representarán a nuestras tropas cuando las invoquemos para la lucha. Como vemos, el mismo sistema de gestión de tropas y su representación es ya compleja por sí misma. En cada una de esas casillas, por tanto, se distribuye a un escuadron compuesto por unidades únicas, pero que operan en conjunto y que debemos colocar dentro de la parrilla de su habitación.
El planteamiento es bastante original, y no entra en la línea de anteriores títulos de este estudio de desarrollo, lo que representa un importante soplo de aire fresco. Puesto que para gran casilla de parrilla se distribuye a todas las unidades, con hasta tres líneas, y eso influye en sus capacidades y efectividad, la complejidad de nuestras decisiones se incrementa exponencialmente con respecto a otros títulos similares. Qué tipo de unidad haya, dónde se coloque, y en qué posición relativa esté con respecto a otras unidades, aporta modificaciones de los resultados que obtendremos, con una personalización casi ilimitada a la hora de plantear nuestra estrategia de juego.
Con todo eso, está claro que es fácil sentirse confuso, y luego el desarrollo de los enfrentamientos, cuando un grupo enemigo se enfrenta a uno de los nuestros, puede ser también algo complicado de asimilar hasta que no llevemos un rato jugando. Todo esto, insistimos, se hubiese suplido con una mayor atención hacia el jugador durante el primer tramo del título, o si todo el planteamiento hubiese ido aportándose de manera gradual, lo que apenas se da (o en todo caso, de manera un tanto brusca). Hay muchos tutoriales, eso es cierto, pero su resultado y aplicación práctica sí nos parece cuestionable, pues la verdad es que para ir asimilando todo lo que se nos plantea y sortear la pronunciada curva de dificultad inicial es posible que haya que pasar varias veces por algún tutorial en concretos.
Con tesón, sin embargo, nos hacemos con todo el control del juego, y la verdad es que ya metidos en faena al completo Soul Nomad es un título de estrategia estupendo con una enorme profunidad y una cantidad ingente de variables que hacen que no haya dos partidas iguales. Entre esos elementos un tanto especiales, estará la exploración de mazmorras a través de la inspección de las salas en las que estarán las tropas. Sí, suena extraño, pero dentro del mundo que va construyendo el juego, la verdad es que tiene cierta lógica interna y resulta interesante cómo se ha planteado todo.
La ambientación del juego aporta todo el humor marca de la casa, y algunas líneas de diálogo cambian en función de si el personaje que hemos creado es chico o chica, pero sobre todo destaca por ese toque un poco retro que caracteriza a las creaciones de Nippon Ichi Software. Son gráficos sencillos pero muy resultones, con los clásicos personajes un poco cabezones que con tanta libertad y encanto pulularon por el mundo de las 16 bits. Los gráficos, por tanto, son sencillos pero agradables, con un toque clásico de cuando todas estas cosas se dibujaban y no se hacían con polígonos que, la verdad, nos sigue gustando. El problema que hay es que es todo muy básico, con pocos cuadros de animación, ilustraciones poco trabajadas, y un diseño artístico bueno, pero no destacable y consistente. Otros títulos de este mismo estudio son mejores en este aspecto, pese a tener varios años a sus espaldas.
La música está también bastante lograda, aunque no podemos decir lo mismo de las voces: su doblaje en inglés es terrible, y hasta donde tenemos constancia la traducción no es del todo fiel al original nipón. Eso no es un problema, pues las localizaciones no deben apostar por la literalidad, pero cuando los actores no suenan bien y las interpretaciones son poco convincentes, es que algo más que ellos (y la dirección) puede estar fallando.