Análisis de Project: Snowblind (PS2, Xbox, PC)
Aunque tiene franquicias de gran éxito y estudios de desarrollo de contrastado talento (entre ellos los españoles Pyro Studios), Eidos no pasa por su mejor momento y de hecho hace meses que reconoce que está buscando un comprador. La compañía olvidó hace tiempo la época de Tomb Raider y su papel de gallina de los huevos de oro, y desde hace poco intenta recuperar su anterior valor, intentando crear nuevas sagas originales. Aunque con títulos como Whiplash se quedó muy lejos de ese objetivo, ahora su estudio Crystal Dynamics, los creadores de la saga Legacy of Kain, prueban suerte con su primera incursión en el mundillo de la acción en primera persona. Y el resultado es gratificante.
Project Snowblind no es un juego completamente nuevo, ya que en un principio iba a ser un derivado de la saga Deus Ex y de hecho toma numerosos elementos del juego de Warren Spector, entre ellos su ambientación futurista, el uso de modificaciones tecnológicas en el cuerpo humano y muchos detalles de su diseño.
Sin embargo, este juego de acción en primera persona que ya nos había llamado la atención, y mucho, en el E3 del año pasado, se diferencia de Deus Ex en estar completamente orientado a la acción. En Deus Ex teníamos gran libertad para jugar, pudiendo diversificar nuestro personaje hacia un Rambo, un Solid Snake o un experto pirata informático, y había muchas formas de solucionar las situaciones, incluso hasta dialogando.
Ese toque aventurero y rolero de Deus Ex se ha eliminado y Project: Snowblind es un título donde la única forma de solucionar las cosas será a tiros y la progresión de las habilidades del personajes es automática, pero que conserva de Deus Ex la variedad de items a usar y cierta libertad a la hora de solucionar las situaciones, tanto por la forma –hay muchísimas armas e items diferentes, y posibilidades de interacción con el escenario- como por el camino –hay numerosos pasadizos secretos-.
Pero lo que llama realmente la atención de Snowblind es la combinación de elementos de ciencia ficción como las armas, los items y los aumentos nanotecnológicos. Muchos juegos en primera persona han intentado introducir elementos futuristas innovadores, pero a la hora de jugar la sensación ha sido la misma que en juegos contemporáneos, pero en Snowblind se consigue una interacción de esas habilidades futuristas dentro de la acción, dándoles un sentido. No habrá posibilidades de usar esas características de forma evidente –lo que le quitaría mucha gracia al juego-, sino que en cada situación nos vendrán a la cabeza varias formas de resolverla, todas ellas haciendo un uso coherente de estas habilidades y aparatos futuristas.
Podría clasificarse ese toque futurista de Snowblind en tres partes. La primera, las armas, naturalmente, que iremos acumulando a medida que avancemos por la aventura. Tenemos la clásica metralleta –carabina-, escopeta, pistola silenciada, rifle de francotirador... pero también armas futuristas como la pistola Herf (que dispara rayos eléctricos), el lanzador de minas o la pistola atravesadora o, como se conoce comúnmente, Railgun. Lo interesante aquí no es tanto el fuego principal de las armas, que podría considerarse previsible, sino el secundario. Todas las armas tienen un fuego secundario que pocas veces es una mejora del fuego principal, sino que en su mayoría es algo nuevo aunque vagamente relacionado.
De este modo, la carabina puede lanzar una granada, la escopeta varias bombas "pegajosas", el lanzacohetes un misil teledirigido o la pistola un disparo de gran potencia e impacto retardado. Un arma con un uso secundario interesante es el rifle de francotirador, con el que se podrá "biodominar" a nuestras víctimas, pasando a luchar de nuestro lado –sin gran habilidad, sino más bien como zombies- durante unos segundos antes de morir. Pero el arma más interesante, especialmente para aquellos que disfrutaron con Deus Ex, será el "Icepick", un disparador de disruptores con el podremos asumir el control directo de los robots enemigos, en una perspectiva en primera persona digna de las películas de Terminator.
La segunda característica clave en esta ambientación futurista con amplitud de posibilidades son las granadas, o podríamos llamarlos items porque no todo será granadas, aunque si la mayoría. Tendremos granadas de pulso electromagnético, de fragmentación y de shock, pero también Spiderbots (robots pequeñitos, clásicos de Deus Ex, que nos acompañarán), escudos de plasma, Nano Boosts (que nos resucitarán). Aparte, es tal la abundancia de granadas en el juego que, al igual que en otros títulos como Halo, acaban convirtiéndose en un elemento de combate casi indispensable, aunque por la gran variedad y al solo existir un botón para rotar este tipo de items, en ocasiones tardaremos en seleccionar la que queramos usar.
Por último están las habilidades especiales biotecnológicas, si es que éste es el nombre apropiado, que al igual que en Deus Ex consumen una energía que nuestro personaje regenerará consiguiendo células de energía. Aquí hay un error considerable a nuestro juicio ya que, en contraste con la abundancia de items como las granadas, la bioenergía es escasa y no podremos usar los implantes biotecnológicos tanto como nos gustaría, sino que tendremos que escogerlos para las ocasiones. Esto le da un toque estratégico al juego pero quizás hubiese sido mejor que la bioenergía se regenerase poco a poco, porque son tantos los implantes, y son tan "satisfactorios" para el jugador, que es una lástima que no se puedan usar más.
Comenzaremos con la visión ampliada –que nos permite ver a enemigos ocultos, y que en combinación con la Railgun es mortal- y a medida que avancemos por el juego iremos obteniendo más, siendo contada dicha obtención por escenas cinemáticas bien integradas dentro de la historia. Tiempo bala, escudo balístico o invisibilidad serán otras habilidades que el teniente Nathan Frost, que por cierto es salvado de la muerte por una operación tras una explosión al principio del juego y de ahí las mejoras nanotecnológicas aprovechando la coyuntura.
De este modo el juego nos va presentando niveles que destacan por su ambientación futurista pero exótica –no hay que olvidar que la acción tiene lugar en China, por lo que la alta tecnología se mezcla con las pagodas-, oleadas de enemigos bastante inteligentes, y las ya mencionadas grandes posibilidades para solucionar cada situación de muchas formas, aunque todas ellas relacionadas con lo bélico. El sigilo también está presente, confiriéndonos la posibilidad de evitar a los enemigos mediante el uso de la invisibilidad, ocultándonos tras objetos o mediante tretas como desviar la atención. Hay partes que realmente se hacen más llevaderas si actuamos con sigilo, pero hay que decir que éste nunca acaba convirtiéndose en un requisito, lo que hace que el juego se adapte a todos los gustos y que no resulte frustrante para aquellos que tengan el gatillo fácil.
El juego online es sin duda uno de los grandes atractivos de Snowblind, ya que aunque su modo de un solo jugador es divertido, es también bastante corto –aunque muy rejugable. Hasta 16 jugadores podrán jugar en la red en varios modos de juego, o bien cuatro a pantalla partida –aunque los mapas son muy grandes y cuatro jugadores pueden jugar al escondite más que protagonizar encarnizadas batallas-. Es sin duda uno de los grandes atractivos de la versión PS2, una consola con pocos shooters online, pero no tanto en el caso de Xbox existiendo un juego como Halo 2.
A nivel gráfico Snowblind luce bien, sin ser uno de los máximos exponentes en cualquiera de las tres plataformas, pero cumpliendo con nota en todo lo que se refiere a amplitud de escenarios, calidad de efectos, complejidad de modelados y fluidez de la acción. Son especialmente llamativos algunos efectos de las armas, y está muy conseguida a nivel artístico la ambientación cyberpunk en contraste con los escenarios con toque oriental. Lo más reprochable es, al igual que en títulos como Killzone, lo repetitivo de los enemigos, que se reducen prácticamente a un solo tipo. En sonido es también un juego de alto nivel, con un buen doblaje al castellano y músicas entre lo futurista y lo oriental, que además cambian según el estado en el que se encuentre la acción. Los FX son contundentes y variados, cumpliendo también con nota su función.
En conclusión, estamos ante un muy buen juego de acción en primera persona. Sin innovar demasiado, salvo por algunas armas muy originales, Project: Snowblind es uno de esos juegos de notable alto que no se convierten en superventas pero que dejan un muy buen sabor de boca. Toma muchos de los mejores elementos de Deus Ex, y los adapta para una jugabilidad menos sesuda y más orientada a la acción, lo cual multiplica su público objetivo, y además introduce una cierta libertad a la hora de elegir cómo resolver cada situación que muchos agradecerán. En PC y Xbox quizás no entre en la élite de los juegos de acción en primera persona, pero en PlayStation 2 sí, y los usuarios de esta consola deberían considerar seriamente su compra si buscan un juego de gran calidad dentro del género.