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Análisis de Flipnic (PS2)

El pinball es un género que se ha prodigado siempre bastante poco dentro de las videoconsolas. Al fin y al cabo, y si lo miramos desde una perspectiva sencilla, no es sino un subgénero dentro del campo de la simulación, bastante limitado, y sometido a sus modelos reales. Veamos hasta qué punto son absurdas estas afirmaciones.
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Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
9
SONIDO
9
NOTA
9
DIVERSIÓN
9
JUGABILIDAD
9
Análisis de versión PS2.

La verdad es que recuerdo con cierta nostalgia los tiempos del Pinball Dreams de Amiga, las horas perdidas en el genialmente monocromo Revenge of the Gator de la GameBoy clásica (cortesía de los siempre divertidos HAL) y, por supuesto, la pequeña fortuna invertida en los salones recreativos bajo la forma de monedas de 25 pesetas en una época donde todavía había más máquinas de tacos (también conocidas como "máquinas del millón", "flippers", o "pinballs" o con cualquier anglicismo que corresponda) que esas recreativas que llevaban pantalla incorporada. Y es que una tabla con una bola de metal a la que aporrear intentando que no se escurra por los huecos, mientras aumentamos nuestra puntuación exponencialmente, nos ponemos frenéticos al jugar con dos, tres o más bolas al mismo tiempo, y, por supuesto, golpeamos con rabia y astucia uno de los laterales de la tabla para intentar controlar mínimamente la dirección de esa bola… esa tabla, como decíamos, puede proporcionar horas y horas de diversión frenética y sin complicaciones. Tal vez por eso, porque esas sensaciones no siempre son fáciles de transmitir, y porque el comportamiento de una bola de metal cayendo no es fácil de recrear de manera tan realista como quisiéramos, la historia de los videojuegos de pinball no es tan extensa como podríamos imaginar. Ha habido varios intentos de aproximación al género, desde lo más realista posible (algunos incluso prescindiendo de todo scroll, al presentar toda la tabla en pantalla), hasta lo fantasioso ma non troppo, pasando por una revitalización parcial del género cortesía de Sonic Spinball, que, sin ser tal vez una genialidad, nos ha regalado horas de diversión en sus diferentes versiones (por cierto, tendremos que estar atentos al nuevo Sonic Pinball Party para GBA), y que ha sido continuada por la fiebre Pokémon y los Pokémon Pinball. Pero había un concepto del que no escapaban jamás –no, al menos, con una mínima soltura-, y no es otro sino la mesa de juego, el tablero.

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Una agradable sorpresa en el horizonte

Flipnic era un juego destinado a no salir nunca de Japón, por eso, cuando Ubi Soft anunció finalmente sus intenciones de distribuirlo en Europa, hubo una gran conmoción en el mundillo. Bueno… en realidad, no. A nadie le importaba mucho, y, la verdad, este juego sigue siendo uno de esos grandes desconocidos que habitan el catálogo de cada consola. No consiguió llamar la atención del gran público ni antes, ni después de ser confirmada su distribución Europea y, en consecuencia, ha pasado sin pena ni gloria, pese a haber sido lanzado a precio reducido.

El estilo retro ha sido, casi sin duda alguna, un factor importante. Al fin y al cabo, la verdad es que cada vez cuesta más ver una de estas máquinas en un salón recreativo o incluso en la más sucia tasca de nuestra ciudad. La cuestión, visto lo visto, es si realmente es éste un juego tan retro. Y la verdad es que no; es más, difícilmente.

Es cierto que estamos ante un pinball, con todas sus consecuencias, con sus parejas de tacos (o grupos orgiásticos, o tacos disfrutando en soledad, o dobles parejas, o vaya usted a saber, que de todo hay) para golpear la bola que, además, presenta tal vez la mejor física que haya tenido jamás una pelota de metal en un videojuego, con una reacción muy real al ser golpeada, en su trayectoria, etc. Esto es francamente bueno, pues el pinball no es ni mucho menos un juego de azar, y el saber golpear a la bola es esencial para lograr un mínimo control sobre ella, y, por supuesto, si su respuesta no es real, fracasaremos nosotros como jugadores por el fracaso previo de los programadores. En realidad, sí, debemos admitir que es un juego totalmente retro: conserva todos los elementos clásicos.

En realidad, no, debemos admitir que no es en absoluto un juego retro. Flipnic se deshace del concepto de tabla por completo, para introducirnos en "mundos pinball" compuestos por zonas de mayor o menos extensión, conectadas entre sí, llenas de posibilidades y retos. De hecho, el juego va más allá de la simple acumulación de puntos, pues deberemos, en el modo principal de juego, ir abriendo las diferentes zonas de los enormes mundos que se nos presentan superando las pruebas que nos ofrezcan: llamar a las mariposas, cambiar la estación para congelar el agua o escapar de un OVNI serán sólo algunos de los objetivos que se nos darán en el primer mundo al que nos enfrentaremos, ambientado en un bosque. Superar esas pruebas a veces representará ser recompensando con pequeñas secuencias de vídeo, y, normalmente, con la posibilidad de acceder a otras zonas del mapeado. Estas zonas nuevas serán muy novedosas, en algunos casos asociando el control de los tacos en función del color y no del lado en que están, nos encontraremos también con disposiciones totalmente verticales en las que la bola alcanzará velocidades impresionantes (y reaccionará, por supuesto, de manera diferente a los golpes). Algunos cambios, incluso, modificarán zonas enteras del mundo en que estemos, abriendo todo un campo de posibilidades que nos guiará hasta uno de los objetivos principales en cada mundo: destruir a un jefe de final de fase (ya hemos dicho, el juego no iba a ser un pinball al uso), con lo que seremos recompensados con el acceso al siguiente mundo. Por supuesto, como buen pinball, podremos darnos al frenesí multijugador… pero no sólo en los tableros normales, sino que tendremos a nuestra disposición varios minijuegos para divertirnos como locos (muy en la línea de los Super Monkey Ball). Estos minijuegos, hasta seis, están tan bien estructurados como los del modo principal de juego, y resultan tan divertidos como os podéis imaginar: un simulacro de fútbol, un homenaje al Pong… nos encontraremos un poco de todo, y todo apasionante.

Como veis, es difícil considerar a Flipnic como un juego retro de una manera estricta, pues no lo es, pero sin duda alguna esos elementos clásicos están en él representados de manera magistral y acompañados de suficientes elementos novedosos como para llamar la atención de los neófitos en el género, pero, más aún, de los curtidos en él. Y lo que no es novedoso, está refinado hasta el extremo, conformando un pinball con una jugabilidad que logra conjugar lo mejor de los clásicos de tablero con las posibilidades reales de una videoconsola, ofreciendo la experiencia de juego clásica en un ambiente y con elementos jugables que una máquina de pinball tradicional no podría ofrecernos.

El aletear de una mariposa sobre un cuadro vectorial

En este pinball nos vamos a encontrar tableros que no tienen nada que ver entre ellos, ni en los diferentes retos jugables que presentan, ni en su ambientación. El primero, ya lo hemos dicho, está ambientado en un bosque, y uno de los aspectos gráficos más agraciados nos lo encontraremos en una zona bastante pequeña, en la que tendremos que llamar a las mariposas que están aleteando sobre nosotros. Pero éste es sólo un ejemplo de entre todos los que se nos presentan en la primera hora de juego, pues, según avancemos y desbloqueemos nuevos tableros (cabe señalar, sin embargo, que los programadores nos dejan acceder a algunos desde el principio con tiempo limitado, con la sana intención de que nos pique el gusanillo), nos encontraremos con una ambientación tecno muy lograda; ese estilo tan característico tipo Tron a medio caballo entre lo futurista y lo retro; y, en general, una psicodelia bastante notable. Estos son sólo algunos ejemplos, pero hay zonas que es mejor que descubráis vosotros mismos. Sea como fuere, lo que no se puede negar es que estos "mundos pinball" se han diseñado con un gusto exquisito pese a los diferentes estilos que aparecen en el juego, acompañados siempre de una música adecuada totalmente y una voz femenina (en inglés, eso sí) también muy agradable. Flipnic, en definitiva, presenta un diseño presidido por un cuidado artístico notable, que se ve potenciado por las excelentes cámaras (recordemos que éste es un juego en 3D), que harán giros sobre su eje, darán vueltas, nos presentarán planos panorámicos… siempre buscando una belleza plástica innegable cuando se puede, y una jugabilidad perfecta cuando se debe. Insistamos una vez más: el diseño es francamente bueno, muy sorprendente y agradable, en todos y cada uno de sus aspectos. Logra captar al jugador, sorprenderle, y meterle en el juego de una manera simple, directa y fantástica. No es la primera vez que un pinball busca un diseño en esta línea, pero Flipnic riza el rizo no sólo en lo jugable, sino también en su presentación, alcanzando, además, la posibilidad de hacer un pequeño homenaje a los propios videojuegos (los conocedores de Atari y el universo 8 bits, en general verán algunos guiños curiosos).

Estos mundos no sólo no se parecen entre ellos en su diseño gráfico, sino que su intención jugable, su diseño "de tablero" también es bien diferente. Si los dos primeros a los que nos enfrentaremos parecen destinados –como mandan los cánones- a presentar al jugador los elementos esenciales del juego y a forzarle a perfeccionar su técnica cada vez más, el tercero parece dar un giro hacia ser una prueba directa a nuestros nervios. Es un mundo enorme, mucho más que los otros (que ya es decir), frenética, y una prueba, en definitiva, a nuestro temple. El siguiente mundo, sin embargo, será mucho más cercano a una oda a la precisión y al refinamiento total de nuestro dominio del juego. De hecho, si bien el juego es bastante asequible desde un primer momento, como todo pinball, para lograr progresar en él deberemos practicar mucho (al fin y al cabo, esto es un arcade en toda regla) y también podemos usar el tutorial que nos ofrece el juego para ver cómo debemos realizar ciertas cosillas que requieren un gran control sobre la bola.

Conclusiones

El pinball ha ido convirtiéndose en uno de esos géneros olvidados, como tantos otros, según avanza la tecnología. Si bien es cierto que hablar de "crisis" de los plataformas, o de los matamarcianos clásicos, puede ser exagerado, -puesto que hay grandes representantes de cada uno de ellos en las consolas de esta generación (los plataformas con un poquito de mestizaje, y los matamarcianos puros sin mucha presencia fuera de Japón, pero conservando los rasgos diferenciadores de un género con muchos años de historia a sus espaldas)-, los pinballs sí que han pasado una época dura, pero sin llegar tampoco a esos extremos. Relegados en sus pocas apariciones durante estos años a consolas "menores" para el gran público, y buscando, en general, el apoyo de licencias reconocidas para darles un empujoncito, han sido juegos de gran calidad, pero poca presencia en el mercado, es decir, pocos pero buenos.

En este contexto nos llega Flipnic, un intento por remozar un género en sí bastante agotado, rompiendo los límites que se le habían impuesto de maneras diferentes a las que se habían empleado en los recientes Pokémon Pinball, y que son al mismo tiempo -de una manera realmente paradójica- más ortodoxos y con ello más heterodoxos. Pese a ello, éste sigue siendo un juego destinado especialmente a los que busquen dar un paso más en el género, o los que quieran adentrarse en él.; naturalmente, los que busquen un buen arcade, también se sentirán enormemente complacidos con este juego. Si estás en uno de esos grupos, si sientes curiosidad por el pinball, si quieres divertirte sin más rollos… hazte con este juego.

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Género/s: Puzle
Plataformas:
PS2

Ficha técnica de la versión PS2

ANÁLISIS
9
  • Fecha de lanzamiento: Diciembre 2003
  • Desarrollo: Ubi Soft
  • Producción: Ubi Soft
  • Distribución: Ubi Soft
  • Precio: 29.95 €
COMUNIDAD
8.2

Flipnic para PlayStation 2

8 votos
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