Análisis de World of Warcraft: Warlords of Draenor (PC)
Puede que World of Warcraft tenga ya diez años, pero su éxito sigue lejos de desvanecerse como bien atestiguan los más de diez millones de jugadores que continúan disfrutando día tras día de múltiples aventuras por el fantástico mundo de Azeroth. Mundo que con la llegada de Warlords of Draenor hemos tenido que abandonar para salvarlo de una gran y nueva amenaza que trasciende el tiempo y el espacio: la Horda de Hierro. ¿Estáis preparados para luchar una vez más por la Horda o la Alianza y por el futuro de Azeroth en la que está siendo una de las mejores expansiones que jamás ha recibido este exitoso MMORPG hasta la fecha?
Una amenaza de otro tiempo y dimensión
Lo primero que hay que decir es que nos encontramos con uno de los planteamientos argumentales más interesantes que nos ha ofrecido Blizzard en estos últimos diez años, especialmente para todo aquel que siempre haya disfrutado con el rico trasfondo e historia de la saga, ya que esta vez nos tocará viajar a una Draenor (lo que es en la actualidad Outland, Terrallende en español, el devastado mundo que visitamos en The Burning Crusade, la primera expansión del juego) alternativa de otra dimensión tiempo antes de que la primera Horda (y por tanto, los orcos) llegara a Azeroth.
Allí, Garrosh, el anterior Jefe de Guerra de la Horda al que tuvimos que derrotar en la épica raid "Asedio a Orgrimmar" (y con la que Blizzard puso fin al arco argumental de Mists of Pandaria), consigue unificar a los diferentes clanes orcos bajo el mandato de Grommash Hellscream, un viejo conocido para todos los que llevamos siguiendo Warcraft desde antes de que diera el salto al terreno de los MMORPG.
El problema viene cuando Garrosh también les ayuda a crear enormes máquinas de guerra muy avanzadas para su tiempo y a construir prematuramente el Portal Oscuro, aunque con la diferencia de que este conecta con nuestra Azeroth. El objetivo de la Horda de Hierro es claro: invadir y conquistar nuestro mundo, algo que evidentemente no podemos permitir.
El asalto a Draenor
Así pues, Horda y Alianza unen sus fuerzas una vez más para tomar la ofensiva y atravesar el Portal Oscuro antes de que los ejércitos de la Horda de Hierro lo atraviesen. Y en el centro de todo esto estamos nosotros, el nuevo comandante y adalid de nuestra facción, el que se encargará de liderar el ataque y la campaña de asedio a Draenor, algo que tal y como iremos viendo a lo largo de este texto, es mucho más que un gancho argumental con el que hacernos sentir importantes y tiene sus efectos a nivel jugable.
Lo primero que destaca de esta expansión es su imponente inicio, el mejor y más espectacular realizado nunca por Blizzard para el juego. La llegada a Draenor es intensa y épica como ella sola, ofreciéndonos una cadena de misiones obligatoria a modo de prólogo genialmente hilada y en la que iremos conociendo a los líderes de los clanes orcos enemigos poco a poco. De hecho, completando estos objetivos nos iremos dando cuenta de uno de los puntos fuertes de esta expansión: su narrativa.
Toda la historia está mucho mejor contada, es realmente interesante, resulta muy inmersiva, y lo mejor de todo, no le hacer perder la inmediatez y la rapidez de juego por la que se ha caracterizado World of Warcraft a lo largo de los años, por lo que incluso si no prestáis demasiada atención a los textos de las misiones os enteraréis siempre muy bien de lo que está pasando y por qué estáis haciendo una u otra cosa. Esto es todo un logro por parte de la compañía californiana, ya que además también consigue hacer mucho más ameno y entretenido la progresión por la expansión y el proceso de subida de nivel, algo que siempre es de agradecer.
Creando nuestra Ciudadela
Una de las grandes novedades son las Ciudadelas, que vienen a ser una recreación de las bases que construíamos en los tres primeros juegos de Warcraft. Debido a ciertos motivos argumentales que no desvelaremos para evitar spoilers, nos veremos obligados a instalarnos en Draenor y desde nuestra Ciudadela administraremos todos los recursos de nuestro ejército para construir edificios, mejorar estructuras, enviar de misiones a los seguidores que consigamos reclutar para subirlos de nivel y obtener recompensas, etcétera.
Cada edificio nos dará una ventaja u otra, y el espacio que tenemos para ellos siempre estará limitado, por lo que nos tocará decidir con cuidado cuáles queremos que tenga nuestra base de operaciones. Además, a veces para construir muchas de las cosas que querremos necesitaremos primero encontrar su diseños, los cuales pueden adquirirse de diversas formas, ya sea completando misiones, comprándolos, etcétera.
La lista de estructuras que podremos edificar es bastante larga, ofreciéndonos muchas posibilidades a la hora de personalizar la Ciudadela para que se adapte a nuestro estilo de juego y preferencias. Un detalle muy interesante es que a medida que subamos de nivel iremos desbloqueando diferentes centros de recursos, como una mina o un jardín, gracias a los cuales podremos recolectar materiales de forma diaria para nuestras profesiones, ¡y sin necesidad de tener Minería ni Herboristería!
La idea de ir administrando y gestionando nuestra base para hacerla crecer se ha acabado plasmando con mucho acierto y nos da motivos e incentivos más que suficientes para que entremos al juego al menos un rato todos los días y así revisar que todo vaya bien, enviar a los seguidores de misiones (estas nos hacen esperar un tiempo determinado para que se completen, aunque dependiendo de nuestro porcentaje de éxito podrán fracasar o no, por lo que siempre hay que escoger con cabeza a quién mandar a cada una para explotar sus puntos fuertes y asegurarnos la victoria) y recolectar los materiales y recursos pertinentes.
El camino hacia el nivel 100
Con nuestra Ciudadela ya instalada, el siguiente paso que nos tocará será empezar a subir de nivel para alcanzar el nuevo límite, el cual se ha fijado en 100, es decir, diez más que lo visto en Mists of Pandaria. Este proceso es exactamente igual que el que llevamos repitiendo desde hace 10 años, es decir: cumplir misiones. El funcionamiento de estas no ha cambiado nada, así que nos tocará ir de un símbolo de exclamación a otro para que nos den encargos de todo tipo para obtener recompensas y suculentas cantidades de experiencia.
La buena noticia es que estas están genialmente planteadas y colocadas por el mapa, por lo que iremos enlazando unas con otras casi sin darnos cuenta. Además, por lo general son variadas, se hacen rápido, no llegan a volverse pesadas (y eso que no hay precisamente pocas de matar y recolectar) y al tener tanta importancia argumental, siempre estaremos interesados y animados para cumplirlas y ver qué es lo siguiente que va a pasar (especialmente en las misiones que pertenecen a la historia principal).
Para hacerlo todo más ameno, también existen una gran cantidad de tesoros que podremos buscar y encontrar, algo que también ocurre con los monstruos raros, los cuales son más numerosos que nunca, por lo que olvidaros de estar parados y sin nada que hacer o repitiendo una misma actividad hasta el infinito. Además, en cada región que visitemos tendremos que escoger entre construir un edificio de entre dos posibilidades distintas, y según lo que decidamos obtendremos una ventaja u otra dentro de esa zona, las cuales suelen ser extremadamente útiles (construirte un corral en Nagrand para tener una montura en dicho territorio sobre la que poder combatir es algo que no tiene precio).
También nos ha parecido genial la sensación de aventura y progreso que se ha conseguido, por lo que siempre tendremos la impresión de que nuestras acciones realmente importan y están teniendo su impacto en el mundo y en la historia de World of Warcraft, a la vez que comprobamos cómo nuestra influencia se va extendiendo por todo Draenor a la vez que derrotamos enemigos y ganamos aliados para batallar contra la Horda de Hierro. Os esperan muchas aventuras y os podemos asegurar de que las vais a disfrutar enormemente.
Un detalle que nos ha llamado mucho la atención es que a día de hoy no se puede volar en este nuevo mundo con nuestra montura, ni siquiera al llegar al nivel 100, por lo que tendréis que recorrerlo en por tierra o con los distintos vuelos, algo que en cierto sentido recupera un poco las sensaciones que muchos vivimos originalmente hace 10 años, cuando todavía no existían las monturas voladoras, lo que da pie a ciertas situaciones entre la Horda y la Alianza en los servidores PvP muy interesantes e incluso nostálgicas (que por cierto, ahora hay un genial mapa de mundo abierto con objetivos para darnos de tortas con la facción enemiga).
Batallando en instancias
Tal y como era de esperar, nueva expansión significa también nuevas mazmorras, y en este sentido Warlords of Draenor no decepciona, con una serie de instancias muy bien diseñadas, ágiles y con enfrentamientos muy originales contra los jefes finales. En su modo normal son poco más que un paseo, quitando un par de ellas que jugadas con gente que no conocemos y no especialmente despierta nos pueden dar algún que otro pequeño susto.
Pero lo bueno llega a la hora de completarlas en modo Heroico, especialmente si encima queremos sacarnos los logros de cada una. No son imposibles, ni mucho menos, ni tampoco demasiado difíciles, pero sí que nos exigen conocernos muy bien cómo funcionan y las estrategias a seguir en cada jefe, ya que los errores se suelen pagar caro.
Jugadas con conocidos no dan muchos problemas, más allá de la primera vez que las completas para aprenderte bien las mecánicas y saber qué te mata y cómo colocarte, ya que las habilidades de los jefes no perdonan y a poco que nos comamos algo que no deberíamos daremos con nuestros huesos en el suelo o haciendo sufrir de más a nuestro curandero y tener que desviar curas que podrían llegar a ser críticas para mantener vivo a nuestro tanque.
Eso sí, en el momento que las intentas afrontar con desconocidos por medio del buscador de grupos es cuando empiezas a darte cuenta del aumento de dificultad que han sufrido frente a las vistas en Pandaria (algo que tampoco era muy complicado, porque las mazmorras para cinco jugadores de la anterior expansión han sido probablemente las más fáciles que hemos visto nunca en World of Warcraft), y muchos jefes, incluso patrullas, nos llevarán bastantes intentos en más de una ocasión. Al menos, para compensar esto se ha incluido el botín personal que ya vimos en el Buscador de Bandas, por lo que en todos los jefes que juguemos con desconocidos siempre tendremos una oportunidad de llevarnos algo.
Respecto a las raids, estas todavía no están disponibles, aunque como bien sabréis si jugasteis durante el pre-parche de la expansión, se ha hecho un reajuste de sus dificultades y ahora la modalidad más difícil, llamada Mítica, será única y exclusivamente para 20 jugadores. En cambio, todas las anteriores mantendrán la posibilidad de escoger entre completarlas con 10 o 25 personas.
Un bello y salvaje mundo por descubrir
Si hay algo que nunca dejará de sorprendernos de este juego, es lo bien que se ve a pesar de seguir usando un motor gráfico de hace diez años, algo que resulta tremendamente cierto en Draenor, un mundo con unos escenarios y parajes capaces de dejarnos con la boca abierta. ¿Los motivos? Su impresionante apartado artístico, el cual resulta simple y sencillamente magistral. Cada zona se siente viva, son variadas como ellas solas y están recargadísimas de detalles.
Eso sí, a nivel técnico no os esperéis nada del otro mundo, ya que a pesar de los múltiples retoques que ha sufrido el motor gráfico, sigue tratándose de una tecnología con muchos años a sus espaldas, algo que se nota en ciertas texturas, efectos, en el número de polígonos de muchos elementos y en detalles como la constante aparición repentina de elementos que sufre (que van desde montañas que vemos cómo se van dibujando y saliendo de la nada a medida que nos acercamos hasta árboles y enemigos que aparecen de repente).
Donde sí que no tenemos quejas es en el rediseño de las razas clásicas, las cuales se han mejorado gráficamente para que luzcan de forma más acorde a los tiempos actuales, con unos resultados bastante buenos y logrados (y si vuestra cara no os gusta, siempre os la podéis cambiar en la peluquería). Por desgracia todavía no están todas actualizadas y los elfos de sangre siguen sin recibir su esperada renovación, aunque no debería de tardar mucho en llegar.
En lo que respecta al sonido, Blizzard ha vuelto a superarse para ofrecernos una banda sonora imponente y de una calidad apabullante que conseguirá transportarnos por sí sola a este salvaje y despiadado mundo, con temas que van desde lo más ambiental y relajante como el que escuchamos en Talador, a otros mucho más épicos que reclaman todo el protagonismo para ponernos los pelos de punta con una facilidad pasmosa. Haceros un favor y jugad con la música a todo volumen, al menos mientras subáis de nivel (ya habrá tiempo de bajarla más adelante para poner el chat de voz y comunicarnos con nuestros amigos), porque merece mucho la pena descubrir Draenor con su banda sonora por todo lo alto.
Por desgracia no podemos decir lo mismo del doblaje, el cual sigue dejando algo que desear en su versión española, con algunas voces que no quedan demasiado bien con sus personajes y ciertas interpretaciones muy forzadas. Mantiene un nivel decente y de hecho ahora es algo mejor que el de las anteriores expansiones, pero sigue estando a años luz del original inglés, el cual es simplemente perfecto.
Conclusiones
Una vez más Blizzard lo ha vuelto a hacer. World of Warcraft: Warlords of Draenor es todo lo que podríamos esperar de la expansión que conmemora el décimo aniversario de este veterano y reconocido juego, recordándonos por el camino los motivos por los cuales ninguno de sus rivales ha conseguido oler ni siquiera de lejos el éxito del que disfruta. Sí, es el mismo juego de siempre, pero mucho más refinado e interesante que nunca, con novedades muy bien recibidas y encima no ha perdido ni un solo ápice de diversión.
Tanto si sois de los que habéis seguido jugando mes tras mes como de los que llevan ya una buena temporada desconectados de los acontecimientos de Azeroth o nunca se han atrevido a iniciarse, no os lo penséis y dadle una oportunidad. Aunque cuidado, una vez entréis en Draenor para combatir a la Horda de Hierro quizás ya no queráis volver a salir.