Análisis We Were Here Forever, una escape room virtual a gran escala (PC, PS5, Xbox Series X/S, PS4, Xbox One)

Puede que el nombre de We Were Here Forever no sea uno de los más conocidos del sector, pero forma parte de una saga desarrollada por Total Mayhem Games que comenzó hace cinco años con We Were Here. Desde entonces se han publicado dos entregas más (We Were Here Too y We Were Here Together) hasta llegar hasta esta cuarta y, de momento, última iteración de una idea que se ha mantenido firme desde el principio: estamos ante una experiencia cooperativa de puzles en primera persona centrada en el progreso asimétrico, es decir, las dos personas que juegan tienen que ayudarse la una a la otra para conseguir escapar del misterioso Castle Rock, que ha servido como ambientación de todos los juegos de la serie.

De vuelta a Castle Rock

Una vez más, la nueva entrega de We Were Here nos lleva a un siniestro castillo medieval y nos pone en la piel de uno de los dos exploradores que, sin comerlo ni beberlo, han dado con sus huesos en este singular edificio. Colaborando con nuestro compañero tendremos que intentar salir de él, aunque si habéis jugado a anteriores entregas de la saga sabréis que no será fácil: para escapar tendremos que resolver acertijos en forma de rompecabezas, algo para lo que será indispensable que colaboremos con el otro explorador.

La otra persona con la que juguemos puede ser alguien conocido o desconocido, depende de lo que escojamos. Para este análisis hemos jugado de las dos maneras para comprobar que, efectivamente, es mucho mejor hacerlo con una persona con la que tengamos algo de confianza, o al menos con quien compartamos idioma: buscar partida en We Were Here Forever sigue siendo algo complicado a una semana después de su lanzamiento, y probablemente cuando la encontremos se nos empareje con alguien que no hable español (aunque el juego esté traducido, no podemos elegir idioma para el matchmaking), lo cual puede dificultar la partida).

Cooperar para escapar

Al fin y al cabo, el juego no va de otra cosa que de entenderse con la otra persona. Tenemos un walkie-talkie que podemos activar con el botón derecho del ratón para hablar con el otro explorador, una mecánica que aporta una sensación muy analógica y ayuda a introducirnos en la experiencia. Gracias a eso, podemos hablar con nuestro compañero siempre que queramos, pero sobre todo en momentos en los que nos encontramos atascados; habitualmente, uno de los dos tiene la respuesta al puzle del otro, aunque también se dan casos en los que ambas partes tienen que ponerse de acuerdo para completar un rompecabezas o incluso discutir la solución de ciertos puzles.

Es por eso que es recomendable jugar con alguien a quien tengamos a mano: aunque We Were Here Forever dispone de herramientas para comunicarnos de forma alternativa (una rueda de gestos) o para ir un poco más por libre (pistas tanto en el escenario como en el menú), lo ideal es disfrutar de la experiencia de forma cooperativa. Si nos perdemos eso, nos perdemos la gracia del juego. Discutir con el otro, encontrar una solución cooperando, resolver un acertijo en colaboración… Eso es lo que hace que este juego sea único, incluso por encima de entregas anteriores.

También es cierto que incluso en la falta de comunicación podemos encontrar grandes momentos que nos hagan apreciar el valor de este juego: en una de las partidas que hemos empezado para este análisis se nos emparejó con un desconocido de nombre coreano que apenas hablaba inglés. Como pudimos, nos hicimos entender; al otro lado del walkie-talkie se escuchaba un traductor automático que la otra persona estaba utilizando para imitar la pronunciación de palabras concretas ("círculo", "botones", se le oía decir). Es este tipo de situaciones las que valen para darse cuenta de que toda la base de We Were Here Forever está diseñada con elegancia para propiciarlas sin que nos demos cuenta. Dicha partida no llegó a buen puerto, por cierto, pero durante un tiempo dos personas de extremos opuestos del mundo trataron de hacerse entender para resolver un videojuego.

Y si esa partida no llegó a buen puerto es porque, idealmente, We Were Here Forever está pensado para que empecemos y terminemos su historia con una misma persona. Es otra de las razones por las que consideramos que lo mejor es jugarlo con alguien cercano que pueda mantener el compromiso de jugar cooperando durante las aproximadamente ocho horas que dura su campaña.

Lo peor y lo mejor de We Were Here Forever

Además, jugando de esa manera tendremos más manga ancha con las flaquezas del juego, que por supuesto están ahí: no nos ha gustado demasiado el diseño de los puzles en sí mismos, por ejemplo, que se integran de una forma muy descarada en el juego. Cada vez que nos enfrentemos a un rompecabezas veremos símbolos, piezas, ruedas, frases, palancas, botones… Todos estos elementos destacan en cada nivel con una sutileza que brilla por su ausencia. Están pensados para que no tengamos problemas a la hora de comunicarnos con la otra persona, y cumplen esa función, pero no podemos dejar de pensar que son unos puzles que sólo nos entretienen por estar enmarcados en una experiencia cooperativa, donde todo gana puntos.

En cualquier caso, esta entrega de We Were Here se propone como la forma más evolucionada de una fórmula que funciona, aunque sea muy difícil de llevar a cabo. Se nota que en apenas cinco años la saga ha mejorado muchísimo; más allá de lo obvio (en la faceta gráfica, por ejemplo, nos encontramos con un subidón de nivel que se agradece), todo lo que rodea a la experiencia de colaboración entre dos personas se ha refinado de una manera muy consistente. No son muchos los videojuegos que se atreven a enfocarse exclusivamente en el cooperativo, así que avances como este se agradecen y se deben valorar en su justa medida.

Conclusiones

Con We Were Here Forever, la saga de Total Mayhem Games demuestra haber encontrado un punto de comodidad entre el continuismo de la fórmula y la evolución que ha experimentado en los cinco años que lleva entre nosotros. Nos encontramos con una entrega que potencia la cooperación entre los dos jugadores, tanto a nivel de diseño como en las herramientas que pone a disposición de ambas personas, y que sabe dónde enfocarse para establecerse como una de las mejores propuestas de un género no muy prolífico. Aunque sus puzles pueden no ser los mejores, el conjunto rezuma calidad y mimo, lo que consigue apuntalar la idea de que esto es una escape room virtual a la que recomendamos encarecidamente jugar; eso sí, con amistades y familiares antes que con desconocidos.

Hemos realizado este análisis en PC con dos códigos del juego para Steam proporcionados por Game Drive.