Análisis de Warlock: Master of the Arcane (PC)

Podemos decir, sin lugar a dudas, que la estrategia es uno de los géneros más amados por los jugadores de videojuegos. Tras este nombre se esconden sagas que desde hace años rompen el mercado en el momento que deciden expandirse. Comunidades de mods, fans incondicionales… cada una de ellas tiene un "ejército" real de seguidores que representa el primer bastión a superar a la hora de presentar un nuevo juego.

El juego que hoy nos ocupa es Warlock: Masters of the Arcane, un título de estrategia por turnos que, para entendernos bien y rápido, bebe de fuentes como la saga Civilization, cuya expansión Dioses y Reyes hemos conocido hace pocos días. Dicho esto, podemos afirmar que el que esperaba un punto diferencial en este juego no va a encontrarlo. Dicho esto también debemos romper una lanza a favor del título pensando siempre en que a los amantes del género les gustará un título de aquellos que nunca acabas de jugar, de aquellos en los que en el siguiente turno va a ser crucial para el desarrollo de la partida – la típica excusa de "un turno más y a dormir" –.

Hostilidad y guerra para empezar a ganar poder

Desde el primer momento el juego no da pie al descanso. Cada segundo será crucial para que el enemigo no nos tome la delantera en lo que a conquistar territorio se refiere. Entre los ejércitos encontraremos el de humanos, el de no muertos y el de los monstruos para vivir nuestra aventura de la manera que más nos plazca, eso sí, con diferentes tipos de raza.

Para empezar la partida nuestra facción necesitará un líder. Para ello la desarrolladora ha creado un sistema de selección de nuestro héroe que podremos escoger entre una lista predefinida o crear con los atributos que deseemos. Presencia física, poderes y habilidades serán algunos de los parámetros a los que nos tendremos que ajustar para pensar en el personaje que guiará a nuestro ejército a la victoria.

Echar a andar nuestro ejército no será fácil y desde buen inicio se nos obligará a realizar una buena gestión de las elecciones. En este campo los poderes y hechizos mágicos tendrán una gran presencia a la hora tanto de fortalecer a nuestras unidades como de reducir la fuerza de nuestros rivales.

Pese a toda esta guerra que hasta ahora os hemos explicado el jugador también tendrá que ponerse a los mandos del gobierno para gestionar investigación, mejoras y recolecciones, un punto –este último– que nunca puede faltar en un juego de este estilo.

Atravesando el mapa que Paradox Interactive e Ino-Co han preparado encontraremos desde pequeñas aldeas a grandes ciudades con las que podremos entablar colaboración para crecer como facción o podremos someter con la fuerza militar. Un punto que también asemeja mucho a los clásicos juegos de estrategia por turnos, de los que emana también el tipo de control. En nuestras misiones militares, de colonización y exploración también encontraremos casillas en las que un naufragio, un saqueo o un espacio con poderes nos permitirán recolectar oro o maná extra además de construir edificios especiales en caso que compremos dicha casilla.

Uno de los hechos que Warlock pondrá de manifiesto es que nuestra primera elección, la de la raza, determinará futuras alianzas y hostilidades. De ahí que un humano y un no-muerto tengan serias dificultades a la hora de llegar a un acuerdo de cualquier tipo, ya sea militar o diplomático. Pese a ese hándicap, el juego también nos abre las puertas a buenas relaciones en el caso de negociar con facciones de nuestro mismo tipo, con las que el entendimiento será mucho mayor a la hora de negociar. Por el resto, más de lo mismo, crear ciudades, edificaciones y elementos que mejoren la forma de vida de nuestros habitantes, potenciadores de poderes y recursos… y también gestionar las habilidades propias de nuestra raza, que cambian según nuestra elección inicial: humanos, no-muertos o monstruos.

Configuración de raza y "al ataque"

La primera pantalla nos recibe con la elección del nivel de dificultad. Entre las cinco opciones podremos optar desde un ritmo de juego relajado -dedicado a los más novatos- hasta "Imposible", en el que los más avezados a estos títulos tendrán su cita. En medio tres posibilidades más entre las que escoger. Asimismo también escogeremos la configuración del mundo, en la que se escoge el tamaño, el tipo de mundo (extensión de tierra, islas o continentes), las facciones en batalla (de 1 a 6) y los mundos adicionales (hasta 8).

Antes de iniciar Warlock, y como hemos dicho, también tendréis que escoger el tipo de raza. La pantalla dedicada a ello se divide en diferentes partes. La primera nos muestra la biografía del personaje en cuestión, la segunda parte incluye una foto del líder de la raza escogida y la tercera los beneficios y hechizos que tendremos a partir de nuestra elección. Entre ellos 12 personajes entre magos, humanos, monstruos,

Diplomacia, religión, recolecta y conquista: creando un gran imperio

Algo que el juego pretende que el jugador realice durante la partida es el esfuerzo por mejorar sus unidades y de ahí se adivina la segunda acción, la recolección. A partir del maná, los alimentos y el preciado oro, nuestra facción podrá mejorar ostensiblemente su forma de vida y el ejército, un elemento puntal para defendernos de la hostilidad de los rivales. Si queremos un imperio fuerte deberemos ser capaces de dominar la gestión de recursos asignándolos de manera que podamos contar con puntos de entrenamiento que mejoren a nuestras unidades militares además de pensar en sufragar los gastos que estas suponen tanto en oro como en elementos que se nos requieren a la hora de crearlas.

En cuanto a las acciones de base podremos declararnos hostiles hacia una facción y declararle la guerra, crear una alianza que nos haga obtener mejores recursos, realizar intercambios de elementos o también firmar tratados de paz con los que parar una guerra que hayamos iniciado –si el rival se aviene a ello–.

Podemos decir que los movimientos dentro del juego son similares -sino calcados- a los Age of Empires o Civilizations de turno. Contaremos con una ciudad principal des de la que partiremos hacia un territorio cubierto por nubes que iremos descubriendo al paso de nuestras unidades aunque ello no garantiza que el juego llegue a la calidad de estos dos representantes de la estrategia.

Desde este núcleo principal crearemos edificios y desarrollaremos los poderes que después nos permitirán luchar y avanzar contra el enemigo. Granjas, talleres, gremios, herrerías y diferentes elementos se construirán a partir del oro disponible además de los turnos pertinentes agrandando así el número de hexágonos con el que se mide nuestro mundo.

En la zona derecha de la pantalla, al pinchar sobre la ciudad, veremos las posibilidades de reclutamiento, que al principio será de guerreros y tal como avance el juego se irá ampliando para generar un ejército en condiciones además de reclutar colonos campesinos que aportarán más población a nuestras ciudades.

Los avisos se realizan a través de pequeños iconos que se apilan en la parte derecha de la pantalla. De la misma forma, en caso de que nuestras unidades encuentren caravanas, elementos perdidos por el territorio o nuevos destinos se nos abrirá un panel informativo con todas las mejoras. El principio del juego también nos servirá para investigar nuevos hechizos. Abriremos el libro y escogeremos uno de los 5 disponibles para que en cinco turnos conozcamos las posibilidades de estos. En todo caso elegiremos con conocimiento de causa ya que el juego informa siempre del daño, el tiempo de y los puntos de investigación y el coste del lanzamiento en maná.

El ejército y los otros mundos

Por lo pronto el inicio de partida lo dedicaremos a crear e intentar no morir a manos de nuestros adversarios, que enseguida estarán listos para entrar en liza. Mientras vamos avanzando en los primeros compases veremos como un consejero nos irá guiando a lo largo y ancho del juego. Si no teníamos suficiente con el mapa en el que jugamos, también podremos realizar viajes intramundo, para lo que podremos enviar a unidades del ejército a investigar. El mismo consejero -y el inicio del juego- ya auguran lo que va a pasar en pocos turnos, que dicha unidad dure poco más de uno o dos turnos a su suerte. Dependiendo el nivel de dificultad escogido veremos como nuestros "vecinos" no se andan con juegos y al mínimo movimiento nos ataquen sin mediar palabra.

De la misma forma también recibiremos peticiones de ayuda, con las que ganaremos oro además de la gratitud y amistad del demandante. En caso contrario, si nos negamos, sufriremos la ira de este cuando nos encuentre.

La batalla tiene lugar en cualquier momento ya que salir con el ejército al completo de nuestras fronteras podrá significar que un grupo de dragones, animales gigantes o ejércitos humanoides acaben con nuestras pertenencias.

Tener ejército tampoco nos ahorrará preocupaciones si los que atacan son elementos voladores ya que sin arqueros nos será imposible alcanzarlos mientras ellos campan a sus anchas. Como apunte también será importante formar un puerto -en el caso de los humanos- que permita investigar libremente los territorios cercanos al nuestro. De la misma forma, avanzando por el juego, también encontraremos la posibilidad de crear un panteón y una religión, lo que nos llevará a conflictos religiosos y a una serie de opciones que no spoilearemos pero si diremos que se hubiesen podido trabajar un poco más en contenido y profundidad.

Conclusiones

Con la baza de la magia y el mundo fantástico por bandera, Warlock ofrece ratos muy divertidos para el jugador. Con el afán de conseguir avanzar y crear una facción fuerte y desarrollada para hacer frente a un futuro inmediato, consigue enganchar y llegar a aquel punto en el que "una más y lo dejo" es la frase más oída.

Si hablamos de jugabilidad el título cumple con lo esperado en la estrategia por turnos. Marcar y clicar, movimientos de unidades en casillas hexagonales, menús intuitivos y un juego que se maneja sólo desde el primer momento. La dificultad la pondrán nuestros rivales ya que el modo de juego es igual al resto de propuestas en estrategia por turnos que ya conocemos.

En cuanto a los gráficos podemos decir que sí, que se ha cuidado el universo en el que nos movemos y los diferentes modelados se ven bien a la hora de jugar. Se agradecen las diferentes razas y las animaciones que iremos viendo a la hora del ataque. Nada muy destacable pero un comportamiento a la altura del título.

En cuanto a sonido y efectos sí que podemos decir que la música épica y los sonidos acaban cansando. Voces repetitivas que nos avisan de un final de investigación y las diferentes unidades que se "cuadran" al seleccionarlas acaban por sacar un poco de quicio al que maneja el juego. Si algo destaca es que estas están completamente dobladas a nuestro idioma, al igual que los textos y voces que nos apoyan para que tengamos claro nuestro avance.

¿El concepto? Nada nuevo en el horizonte. Warlock se ha limitado a imitar a los grandes del género para crear un juego en el que la profundidad de campo en los contenidos no es su fuerte. El dotar a un título como este de tan sólo tres razas y jugar con las posibilidades militares y diplomáticas con tan poco movimiento hace que el título pierda muchos enteros en este sentido.

Pese a todo ello tenemos en las manos un juego que llenará buenas horas de diversión. La posibilidad que los descargables dan hoy en día hacen que no esté del todo cerrado y que quede abierto a un gran número de modificaciones. Si bien la base jugable es buena y divertida, echaremos de menos un gran número de elementos que ya hemos desglosado anteriormente. Abrir más el campo de la diplomacia y jugar la baza de la religión como lo hacen los juegos rivales será primordial para que Master of Arcane no sea uno más de estos juegos de estrategia que divierten pero acaban en nuestras estanterías con un paso efímero por el ordenador. Lo positivo de la adicción queda golpeado por una falta de elementos que una producción de hoy en día debe tener obligatoriamente.