Análisis de The Tiny Bang Story (PC, Switch)
Los rusos de Colibri Games han apostado por seguir una fórmula que ha dado muy buenos resultados con títulos como Machinarium, pero que exige un equilibrio muy complejo a la hora de conseguir resultados de alta calidad: la fusión de puzles, enigmas y rompecabezas sobre la estructura de una aventura gráfica de entorno point & click.
Se trata de The Tiny Bang Story, y aunque no alcanza la calidad del referente checo que citábamos antes, este juego ruso es un alumno bastante aventajado que apuesta por entornos dibujados a mano, preciosistas, y muchos puzles -algunos de ellos de corte absolutamente clásico- para hacernos avanzar.
Y un rompecabezas que es el eje de todo esto.
El mundo de Tiny Planet ha sido golpeado por un asteroide y el planeta ha quedado reducido a trozos. Pero es más literal de lo que tú te piensas: ha quedado reducido a fragmentos de un rompecabezas que tendremos que reconstruir recogiendo las piezas repartidas por los escenarios a través de cinco capítulos, no demasiado largos, la verdad.
De esta manera, hay un componente de agudeza visual pura que puede llegar a ser endiablada en algunos capítulos avanzados, pero la verdad es que se integra un sistema de pistas que nos ayuda a resolver algunos de esos puntos, y otros objetivos intermedios que también se basan en encontrar objetos. Esas pistas luego no son efectivas en los puzles en sí mismos, que es donde está la chicha de verdad.
El sistema de pistas se basa en "cazar" unos mosquitos azules que van revoloteando por el escenario. Hacerlo rellena un medido que, cuando está lleno, permite liberar un mosquito rojo que va volando por la pantalla hasta que empieza a dar vueltas alrededor de una pieza clave, como una pieza del rompecabezas, que estaba por ahí y no habíamos visto.
A diferencia de lo que sucedía en Machinarium aquí no controlamos a nadie, sino que nuestro manejo es directo sobre el cursor y a través de este con los objetos que hay en las postales que componen el juego. Del mismo modo, la narrativa está mucho más diluida, y es inexistente, de hecho, salvo por la secuencia inicial.
Para progresar, como decíamos, en ocasiones hay que encontrar objetos, como unos dados, o unos anzuelos de pesca, con lo que al final participamos en puzles que debemos resolver para abrir una caja, una puerta, o seguir avanzando, simplemente, en esa zona para conseguir todas las piezas del rompecabezas y pasar a otra sección.
Uno de los aspectos no completamente logrados es que se ha buscado que los puzles no precisen ningún tipo de instrucción, es decir, que sean plenamente intuitivos, pero esto no siempre es así, y a veces uno se siente extrañado, sin saber realmente qué se le está exigiendo. Cerca del final del juego hay un puzle con tuberías y llaves de paso en el que no se sabe muy bien qué se espera de ti en cuanto a la colocación de esas llaves en el entramado de tubos que llenan la pantalla. De hecho, aunque no precisó por nuestra parte mucho tiempo para ser superado, lo cierto es que lo hicimos sin saber exactamente cómo ni por qué habíamos resuelto el puzle, y esa es una sensación que no deberías tener en el género.
Otros puzles son variaciones de juegos de inteligencia tradicionales, pero lo cierto es que en su inmensa mayoría funcionan de maravilla. En ocasiones se exige interactuar con otras zonas para obtener la clave que habrá que introducir, que es donde más se percibe la esencia de aventura gráfica, pero sin diálogo ni historia, y apenas elementos que busquen este tipo de acción, lo cierto es que es un componente muy diluido que hace que el componente de puzles gane peso específico.
La duración de The Tiny Bang Story es corta, esa es la verdad. Es una muy buena experiencia de juego, pero los primeros puzles son muy fáciles, y tan solo ocasionalmente nos encontramos con retos que realmente son difíciles, pero no frustrantes. En función de nuestra habilidad y costumbre para resolver este tipo de problemas y acertijos el juego puede durarnos tan solo una tarde, o más, claro, pero tampoco es un juego con tanto tacto para con el jugador como el que, por ejemplo, emplean sagas como Professor Layton (en Nintendo DS), así que quienes sean poco dados a estas propuestas quizás tengan excesivos problemas en algunos pasajes.
El título, en sí mismo, no es que sea muy rejugable, pero al terminarlo accederemos a una sección que, con unos cuadros colgados de la pared, nos dará acceso directo a los puzles, así que tenemos la oportunidad de volver a probar con los que más nos costaron, para ver si ahora se nos da mejor, o mostrar a algún amigo cuál es ese que tanto nos costó, a ver si el listo de turno se saca la solución de la manga o si lo da por imposible.
Visualmente, The Tiny Bang Story es un título bello, preciosista, y colorido. No tiene ese barroquismo ni el toque melancólico de Machinarium; al contrario, es más alegre y vivo, positivo incluso. La música, por su parte, apuesta por melodías suaves, que acompañan y no ponen nervioso, sino que más bien buscan relajarnos y dejarnos pensar tranquilos. Solo ocasionalmente nos daremos cuenta, de hecho, de que hay soniditos de fondo, pues las composiciones se funden con el ambiente para crear la atmósfera única del juego.
Conclusiones
Aunque corto y no demasiado difícil en realidad, The Tiny Bang Story es un gran representante de un género que no se prodiga mucho. Además, el estudio independiente que lo firma lo ha lanzado simultáneamente en Windows y en Mac, aunque en la tienda digital de Steam solo está disponible en la primera versión. No así en otras tiendas, aunque la popularidad de Steam es arrolladora y la ausencia de la versión Mac en la misma se antoja algo extraña.