Análisis de The Little Acre (PC, Switch, Xbox One, PS4)
Los ingredientes básicos de The Little Acre son atractivos: una estilo visual de dibujo animado clásico de hace décadas inexistente hoy día y que tiene el encanto de lo que está hecho todo a mano, la producción de Charles Cecil (autor de la serie de aventura gráfica clásica Broken Sword) y una ambientación en la Irlanda de mediados del siglo XX. Pero en el desarrollo el estudio ha arrebatado lo que se podría haber conseguido y el resultado es un juego cuyo potencial se percibe, pero no se ha desarrollado.
La aventura empieza muy bien, con un sistema bastante clásico en el que conocemos a los protagonistas en su entorno familiar. En estos primeros momentos es donde se ven los escenarios más bonitos y aquí también el juego ya muestra sus cartas como una aventura point & clic pensada para jugadores que no tienen experiencia con el género y tampoco quieren pensar demasiado.
Pistas y resolución de puzles de forma que no te quedes nunca atascado
Esto se ve en algunas peculiaridades como que los puntos con los que puedes interactuar están siempre marcados o que junto al inventario tienes un apartado de notas en el que te indica el siguiente objetivo que puedes conseguir con la opción de conseguir una pista o incluso la solución directamente, pese a que los puzles son básicos y muchos son bastante sencillos, pero hay que decir que no todos son lógicos, y ahí es donde puede tener sentido algo tan absurdo como que te digan qué debes hacer para avanzar.
Estas características parecen también pensadas para quienes jueguen en consola y tengan más difícil recorrer la pantalla buscando los puntos calientes, pero utilizar un mando puede ser un problema en aquellos puzles cuya resolución requiera realizar una acción en un tiempo determinado, como distraer a un personaje y subir a algún sitio durante los breves segundos que está distraído.
Los primeros minutos son bastante buenos por la introducción que hacen del agobiado Aidan investigando dónde puede estar su padre y de su hija, la pequeña terremoto Lily. A lo largo del juego vas intercambiando entre estos dos protagonistas, y cada uno de ellos tiene su propia forma de jugar. Mientras que Aidan resuelve los puzles de una forma más común, Lily no tiene fuerza, pero sí malicia, de forma que debe utilizar a otros personajes no jugables, como su fiel perro Dougal, para resolver algunos puzles. Es algo que ya hemos visto en otros juegos y que funciona bastante bien.
Tras esa presentación los personajes pasan a otro mundo fantástico y empieza a desarrollarse la historia, y también comienza aquí la cuesta abajo del juego. Apetece conocer ese otro mundo y es bonito visualmente, pero todo está arrebatado y desaprovechado, como si al juego le faltase tiempo de desarrollo y hubiesen tenido que acortar buena parte y faltasen desarrollo de la historia y puzles.
Una pieza simplemente hilvanada tras los primeros momentos
Como si se tratase de una pieza simplemente hilvanada, nos encontramos con que los personajes se desdibujan, no se explica la historia que el juego ha expuesto en sus primeros compases y baja el número y calidad de los puzles. Esto no sucede todo el rato, hay pantallas con algunos puzles más o menos interesantes y otras en las que los enigmas parecen hechos a toda prisa.
De repente, la historia se acelera y se soluciona por la vía rápida en poco más de dos horas, aunque se puede hacer mucho más rápido (antes de que nadie se asuste, hay que decir que el precio del juego es bastante bajo -13 euros- e incluye un libro digital con el diseño artístico). De hecho, uno de lo logros recompensa por terminar el juego en menos de una hora. Es una pena porque te quedas con la sensación de que te han puesto la miel en los labios y no haberte dejado saborearla en la boca.
Visualmente el juego es precioso, con ese estilo de dibujo animado clásico de Dragon's Lair, artesanal y con fuerza gracias a esas animaciones tan elásticas, expresivas y vivas. El estudio, Pewter Games, alude a grandes nombres de la animación como Don Bluth (Todos los perros van al cielo) y Hayao Miyazaki como inspiración.
Los dos mundos que retrata son muy diferentes en sus paisajes y su paleta de colores. El diseño visual de los personajes es más irregular, y esto destaca más porque hay muy pocos personajes, y apenas se nos marcan rasgos de una personalidad y motivaciones, pero al menos es interesante ver cómo cada uno de ellos tiene un aspecto diferente en los dos mundos.
El juego llega con un doblaje -irregular también- en inglés con subtítulos en varios idiomas, entre ellos, el español, con una traducción simplemente aceptable, en la que incluso se ha cambiado el nombre a algún personaje. La banda sonora tiene temas bonitos, pero no acaban de encajar con la acción y el juego, excepto en la primera parte.
Agradable a la vista y con una historia que atrae pero está poco desarrollada
The Little Acre empieza con fuerza, pero va perdiendo fuelle según avanza. Es un juego agradable a la vista y con personajes y una trama prometedores que el estudio ha desperdiciado con esta versión reducida y apresurada de lo que podía haber sido una muy buena aventura gráfica. Totalmente irregular, tiene momentos en los que te atrapa lo que sucede y otros en los que parece que el juego quiere simplemente terminar lo antes posible.
Da mucha rabia que sea así, porque se nota que el juego está hecho con cariño y sus bases son sólidas. pero las han revestido poco, las ideas de las que parte son buenas. Si hubiera mantenido el nivel inicial, con puzles más pulidos y lógicos y un desarrollo de la historia y los personajes, seguro que hablaríamos de una gran aventura gráfica, pero así queda más bien como un juego que podía haber sacado mucho más sabor a su excelente materia prima.
Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código de descarga que nos ha proporcionado Curve Digital.