Análisis Speed Limit, corre que te pillo (PC, Xbox One, Switch, PS4)
El estudio croata Gamechuck no es especialmente conocido por sus desarrollos, centrados sobre todo en los cómics interactivos, pero han apostado fuerte por su último proyecto llevándolo a todas las plataformas posibles: este mes el arcade Speed Limit se publica en PS4, PC, Nintendo Switch y PC, por ese orden; en él nos pondremos a los mandos de un chaval cualquiera que un buen día, yendo en metro, se ve convertido en el objetivo a perseguir de una fuerza militar excesivamente armada.
Todo comienza cuando un hombre moribundo deposita en sus manos una pistola mientras va en el vagón de un tren urbano. Tras la sorpresa inicial, el protagonista de Speed Limit no tiene apenas tiempo para pensar en qué acaba de pasar porque rápidamente comienzan a perseguirle policías, agentes de fuerzas especiales, detectives, helicópteros… La solución fácil, y lo que haremos a lo largo de todo el juego, es huir: el chico no se lo piensa dos veces y comienza a correr por entre los vagones, mientras utiliza la pistola para lo que fue creada dejando un reguero de cadáveres a su paso.
Puedes huir, pero no puedes esconderte
Speed Limit es un título muy inspirado por los clásicos de los 80 y 90, por eso comenzamos a jugar al estilo clásico, corriendo de izquierda a derecha, y aprendemos que podemos saltar y disparar apretando el gatillo del mando. Pronto la cosa se complica y nuestra huida abandona el interior del tren urbano para salir a su tejado; después, saltamos a un coche descapotable y huimos por la autopista, de ahí pasamos a una moto, de ella saltamos a un helicóptero, y después a un avión de caza.
Y es que uno de los puntos fuertes de Speed Limit es que intenta constantemente cambiar de escenario para retarnos a sobrevivir en cada uno de ellos. Este juego indie hace mutar su formato en cada nivel, ofreciéndonos nuevas formas de enfrentarnos a la improvisada tarea que se nos ha impuesto: a veces correremos de izquierda a derecha, otras controlaremos un vehículo de frente en unas falseadas tres dimensiones. Cada escenario no sólo trae consigo nuevas formas de jugar, sino también nuevos enemigos, retos y perspectivas.
Ritmo atropellado (incluso más que el protagonista)
Sin embargo, y aunque es un juego que presume de frenetismo, su bien pensada premisa acaba resultando un tanto repetitiva por lo brusco de su progreso; es decir, cada vez que morimos el juego rebobina y repetimos la acción desde el último punto de control, pero como apenas se dan pistas de lo que aparecerá en pantalla después, cada vez que superamos un obstáculo y lo incluimos en nuestra asumida línea de acciones, es muy probable que acabemos siendo derrotados por el siguiente. En definitiva, el ritmo de Speed Limit resulta ser demasiado atropellado como para poder disfrutar de la huida.
Los escenarios, sus obstáculos y los enemigos a los que nos enfrentamos no cambian de sitio cada vez que morimos, lo que ayuda a aprendernos el recorrido pero estropea la diversión y acaba dándole al juego un toque tedioso. No es un Bit.Trip Runner, donde cada repetición es disfrutable y el reto escala a medida que vamos avanzando, sino que se queda corto en todo lo que podríamos esperar de un juego cuyo principal aliciente es el frenetismo: apenas tiene música, no hay un gamefeel bien trabajado, los controles son bastante toscos, el diseño de niveles no da ni pistas ni pie a que solventes los obstáculos antes de que puedas estamparte contra ellos, las hitbox propias y de enemigos no están bien acotadas…
Hay veces que Speed Limit hace que sus piezas encajen, pero otras en las que ninguna consigue que dejes de desear que el nivel acabe para pasar al siguiente. Esta irregularidad también se percibe en su estilo gráfico: el pixel art a veces funciona súper bien, sobre todo en las escenas con falso 3D, pero otras, como en el primer nivel, se deja ver un tono muy amateur que le quita espectacularidad al conjunto. En este sentido lo más destacable es la originalidad de algunos de sus planos, como los de vehículos aéreos, aunque de nuevo hay otros muy poco inspirados.
Conclusiones
Después de unos años trabajando en obras interactivas más pausadas, Gamechuck se ha atrevido con un arcade frenético basado en el ensayo y error; sin embargo las estrecheces de Speed Limit lo convierten en un juego poco disfrutable, que frustra más que divierte. Cada uno de los niveles de este juego 2D busca desafiar al jugador con nuevas mecánicas y perspectivas, pero al final se queda en una intentona tosca y repetitiva por reciclar un concepto que falla en la base precisamente por la falta de ese frenetismo, que se siente impostado. Eso sí, sin ser un juego especialmente bueno, quienes busquen un desafío con el que enfadarse a la antigua usanza pueden disfrutar de esta propuesta de acción sin fin. También de su apartado gráfico, en el que destacan la originalidad de ciertos planos en niveles muy concretos.
Hemos realizado este análisis en su versión de Switch con un código proporcionado por Chorus Worldwide Games.