Análisis de Shadow Warrior 3, una fiesta de comedia y gore (PC, PS4, Xbox One)

Son incontables los first person shooters al estilo de Doom que han ido apareciendo en el mercado de los años 90. Id Software forjó el género con esa obra mata-demonios en la que nos metíamos en la piel del Slayer. Sin la necesidad de tener una gran historia de fondo, ni tampoco un personaje protagonista demasiado carismático, Doom ha ido evolucionando poco a poco, puliéndose y adaptándose a las modas corrientes, hasta parir a Doom Eternal, la que entrega más grande de la saga que ha dado marcado, de nuevo, el camino a seguir para muchos otros FPS que se han incorporado a la industria. Shadow Warrior 3 es uno de esos videojuegos que claramente viene influenciado por Eternal, aunque igualar a la bestia de id Software y Bethesda no es para nada sencillo, por lo que lo que tenemos con Flying Wild Dog a los mandos, podríamos decir que es una especie de obra "menor" en comparación a esa bestia técnica que añadió fuertes dosis de plataformeo a su fórmula, un Slayer con muchísimo peso protagonista y una historia que, por primera vez, sí interesaba y realmente se sentía que la obra quería contar algo más allá de poseer unos tiroteos exquisitos.

Shadow Warrior 3 hizo cierto ruido en redes sociales no hace mucho, cuando desde Techland anunciaron que para completar Dying Light 2 harían falta nada 500 horas, y los buenos amigos de Flying Wild Dog y Devolver respondieron rápidamente asegurando que en ese mismo tiempo podíamos completar este FPS unas 60 veces. Ese humor tan propio, que en extraña ocasión suele venir tan anillo al dedo, es una clara representación de lo que encontraremos en el título. Una historia que parece protagonizada por el mismo Ryan Reynolds (nos ha recordado muchísimo a las comedias recientes de este artista, que aunque se tomó un descanso del mundo del cine no para de anunciar proyectos), actor que nos habría encajado de fábula teniendo en cuenta la mayoría de chistes, bromas y diálogos que se construyen a través del personaje de Lo Wang, el verdadero personaje principal de esta tercera entrega de Shadow Warrior.

Una trama justa que se queda a medio gas

La historia, en líneas generales, es más bien sencilla y no aporta gran cosa (aunque nunca ha sido unos de los engranajes imprescindibles). Lo Wang ha liberado a un dragón gigante que ha traído consigo a un buen puñado de demonios, y amenaza para destruir el mundo. Con la ayuda de Hoji y otros aliados su misión no es otra que la de detener a esta criatura mitológica. Un telón de fondo que lo único que sirve es más bien como excusa para poder saltar de un nivel a otro pegando tiros a diestro y siniestro. En ese sentido, no hace falta haber jugado a los capítulos anteriores para disfrutar de esta entrega.

Y ese es realmente el punto fuerte de Shadow Warrior 3: los tiroteos y su gunplay. Hemos puesto a Doom Eternal como ejemplo a seguir para la mayoría de FPS dentro de la industria reciente, y puede que en el aspecto del gunplay que os comentamos, Flying Wild Dog y Devolver no tengan absolutamente nada que envidiar al título de id Software y Bethesda. Sí, son palabras mayores, pero es que la obra de Lo Wang sintetiza con gran acierto los conceptos planteados en la última entrega de Doom.

En otras palabras: el arsenal es más corto, la curva de aprendizaje (saber cuándo toca usar cada plataforma, el dash y el uso adecuado de armas para los puntos flacos de los enemigos) es menor, así como su sistema de progresión (la mejora de armas y características del personaje es escueta). No obstante, eso hace que el juego sea todavía más funcional y se pueda disfrutar de una sola tirada. Porque, sí, Shadow Warrior 3 no es que sea demasiado largo (unas siete u ocho horas a lo sumo si estamos jugando en dificultades altas). Pero volviendo a ese gunplay, el talento que despliega el equipo responsable del título es formidable. La combinación de dash, saltos, disparos, elección de armas específicas, ejecuciones... El título es una verdadera fiesta de plomo y gore con una variedad de enemigos justa y necesaria con una serie de ataques finales, que se le puede hacer a cada uno en específico, que brinda al jugador una ventaja extra durante la partida en un plazo de breves segundos. El único inconveniente es que a veces esos intensos tiroteos, no se ven acompañados por unos escenarios bien formulados en lo que respecta a diseño, no en apartado visual, porque aquí Shadow Warrior 3 mantiene el listón bien alto sin necesidad de venderse como la nueva revolución gráfica.

Tiroteos intensos, pero con poca inspiración en niveles

El diseño de niveles que ejecuta aquí Flying Wild Dog, por mucho que nos haya gustado el gunplay y la variedad de arsenal que podemos utilizar frente a las oleadas interminables de enemigos que acechan en cada zona, no nos acaba de convencer. Hay que tener en cuenta que lo que busca Shadow Warrior 3 no es reinventar la rueda ni mucho menos ni tampoco salirse de las reglas estipuladas ya por el first person shooter moderno, que básicamente se construye uniendo sesiones de plataformeo con arenas repletas de monstruos para combinar el avance de escenarios con los tiroteos intensos, metiendo además de por medio descansos para que los jugadores puedan tragar un poco de adrenalina para así recargar, mejorar sus armas y hasta pensar en nuevas estrategias para exterminar a los bichos más poderosos de una forma más sencilla. En ese sentido, la obra de Flying Wild Dog tira de lo fácil y no se "mata".

La clave en estos FPS, igual que en Doom o Doom Eternal, está en cómo utilizamos los elementos que nos ofrece cada nivel para exprimir los enfrentamientos al máximo. Shadow Warrior 3, como el título de éxito de id Software, combina el uso de ganchos, plataformas a diferentes alturas, la presencia de bidones u otros objetos explosivos para estallar a los enemigos cuando se agrupan, etc. Es decir, que a priori se intenta que el jugador tenga que pensar mientras está en medio de los tiroteos y no se dedique simplemente a apretar el gatillo sin parar para explotar la cabeza de los rivales. No obstante, aunque tenga todo ese conglomerado de ítems que huelen a éxito si se meten en la coctelera adecuada, no terminan de explotarse como es debido y la complejidad de los mismos no es demasiado exhaustiva, lo que desemboca en que, por ende, tampoco sea de vital importancia usar ese plataformeo para salir airoso de las arenas. Mientras sepamos utilizar el impulso del personaje como es debido y tengamos presente qué enemigos tienen que morir primero, suficiente.

Además, Shadow Warrior 3 no ofrece tampoco ni pizca de exploración, siendo en su totalidad un pasillo extremadamente largo y guiado por el que deambulamos de punto caliente en punto caliente. No deja de ser un elemento que puede ayudar a que el título se torne un poco repetitivo para algunos jugadores, porque no se sale del esquema de plataformeo, descanso y tiroteo constante, con alguna cinemática breve de por medio que saca el músculo técnico del juego a paseo.

Conclusiones

Shadow Warrior 3 es de esos juegos que merece una oportunidad y que no habría que dejar pasar de largo si lo nuestro son los FPS. No ocupa demasiado tiempo en nuestra agenda, tiene una historia que es pura comedia con un personaje, como decíamos, que recuerda a Ryan Reynolds, y ofrece el modelo de Doom en menor tamaño con un gore y un gunplay descomunales. Fastidia que su desarrollo sea tan encorsetado y su sistema de progresión tan poco profundo, lo que provoca que se pueda hacer un poco repetitivo. Pero en resumen, lo nuevo de Flying Wild Dog nos ha gustado bastante, e invita a ser rejugado de vez en cuando para aliviar tensiones y dedicar unas pocas horas a un juego que nos permita jugar de forma relajada sin machacarnos mucho la cabeza.

Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código proporcionado por Devolver Digital.