Análisis de Pirates of the Burning Sea (PC)
De él dijimos hace unas semanas que era un título con altibajos que podría llegar a no cubrir las expectativas depositadas en el mismo. Ahora, tras un tiempo disfrutando de la versión final del juego de rol masivo online Pirates of the Burning Sea, podemos afirmar que no estábamos del todo en lo cierto. Y decimos esto porque aunque su sistema de batallas en tierra sigue resultando algo tosco y monótono, el magnífico trabajo llevado a cabo en los combates navales y el comercio entre jugadores, como veremos a continuación, resulta fantástico.
Cada una de las naciones o facciones que podremos asumir contará bajo su bandera con una serie de puertos y capitales en las que los usuarios pertenecientes a dicho bando podrán moverse con total libertad. Por lo tanto, en estas zonas podremos comerciar con todas las mercancías obtenidas a lo largo de nuestras largas travesías por el océano, charlar con otros usuarios, o ir en busca de nuevas misiones que nos permitan granjearnos una buena reputación. Sin embargo, y he aquí una de las principales virtudes del juego, el mundo de Pirates of the Burning Sea es un universo vivo en el que todo puede cambiar.
De este modo, en cualquier momento los jugadores de varias naciones pueden enzarzarse en una espectacular batalla masiva en la que se dirimirá por la fuerza qué bando tomará el control de la zona en conflicto, no sin antes haber superado la fase del bloqueo comercial en la región que se pretende arrebatar al enemigo. Así pues, un puerto que en principio estaba bajo el mandato español puede perfectamente pasar a formar parte del bando francés si sus combatientes logran arrebatarles la zona a los españoles.
Lo destacable, más allá del número de jugadores que se pueden dar cita en estos enfrentamientos (25 contra 25), es que las consecuencias de estas conquistas modificarán de forma considerable el mundo creado por Flying Lab Software. Y esto es así porque el sistema económico de Pirates of the Burning Sea está por completo en manos de los usuarios. En este sentido, los jugadores necesitan de materias primas que pueden obtener mediante un sencillo proceso de recolección (instalando una serie de estructuras en los puertos determinados), gracias al cual podremos hacernos con todo aquello que deseemos siempre, claro está, que estemos capacitados para realizar dicha tarea. El problema es que no en todos los puertos se pueden obtener las materias primas necesarias para mejorar nuestro barco o el equipamiento de nuestro avatar, por lo que tendremos que recurrir obligatoriamente al comercio con otros usuarios.
Dependiendo de nuestra nación y de los puertos y ciudades con las que cuente la misma, nos resultará más o menos fácil hacernos con estas materias primas. Y esto es así porque lógicamente, nuestros enemigos nos castigarán con impuestos y precios abusivos que nos impedirán hacernos con el mayor número posible de mercancías. Materias que además se tendrán que enviar de un puerto a otro, lo que implica que en cualquier momento un barco pirata, por ejemplo, podrá saquear el navío en el que se transporta estos preciados bienes y, por tanto, además de fastidiarnos al dejarnos sin los recursos reclamados, dejarán en una mala situación económica a los responsables de las mercancías.
Por todo esto resultan tan importantes las sociedades en el juego. Estos grupos o clanes nos permitirán obtener recursos sin tantos problemas o costes, ya que entre un mayor grupo de usuarios todos los problemas se pueden resolver con mayor facilidad. Además, ésta es otra forma de ejercer presión sobre otras sociedades rivales a nivel de precios, o un importante rédito de prestigio para alcanzar ventajosos acuerdos comerciales con otros usuarios. Con ello, podremos adquirir las mejores actualizaciones para nuestros barcos que como comprobaremos al iniciar nuestra aventura, no resultarán nada baratas.
Por supuesto, no podemos olvidar tampoco las distintas clases de personajes que podremos crear. Al respecto, nos encontramos con los oficiales navales que se centran en el combate naval, los corsarios, que serán muy similares a los piratas en el sentido que su evolución va a ser muy libre (los piratas no tienen funciones específicas y pueden actuar como les plazca), aunque siempre defendiendo los intereses de una de las tres coronas presentes en el juego; y por último los librecambistas, que se centrarán en el comercio y producción de bienes.
Dependiendo de la clase seleccionada, como os podéis imaginar, nuestro estilo de juego se modificará considerablemente, por lo que bien podemos iniciar una partida para convertirnos en el mejor luchador cuerpo a cuerpo del Caribe, y luego optar por convertirnos en unos comerciantes temerarios dispuestos a arriesgarlo todo por distribuir los mejores productos por los diversos puertos del juego. En relación al sistema de evolución de nuestro avatar, conforme vayamos subiendo de nivel -eliminando a los enemigos o cumpliendo misiones adquirimos la experiencia- podremos seleccionar una serie de habilidades que definirán nuestro estilo de combate, siempre en base a tres escuelas de batalla distintas. En este sentido, los jugadores avezados en el género no tendrán problemas a la hora de hacerse con este sistema de juego ya que resulta bastante clásico.
Así pues, durante el transcurso de las misiones en tierra, o sobre la cubierta de los barcos, combatiremos contra decenas de enemigos haciendo uso de varias armas blancas y de fuego. Como es habitual en el género, nuestro avatar contará con una serie de habilidades activas que deberemos ir activando para realizar movimientos pasivos, y otras pasivas que actuarán de forma constante sobre nuestras estadísticas. Por supuesto, contamos también con diversas habilidades que modificarán temporalmente nuestro estado. A todo esto debemos sumar además la posibilidad de dar sencillas órdenes a nuestros marinos, lo que dota de cierto grado de estrategia al sistema de batallas. Sin embargo, como ya comentamos en las primeras impresiones del juego, éste no resulta del todo bueno. Y esto es así por varios motivos.
En primer lugar, hay que remarcar que en el juego no nos encontraremos con un mundo abierto que poder recorrer con total libertad, sino que una vez hayamos aceptado una misión, tendremos que pedir que nos lleven al lugar indicado para cumplir nuestra tarea. Ya en estas zonas, podremos combatir frente a fortificaciones enemigas, en rutas plagadas de recovecos desde los que nos acosarán los rivales, o sobre la cubierta de diversos barcos; pero nunca podremos movernos libremente por todo el universo creado por Flying Lab Software. Si a este aspecto le sumamos que las batallas pueden resultar algo confusas, y que en muchos casos no está muy claro cómo reaccionar a los ataques enemigos, nos deja con un sistema de combate con ideas muy interesantes, como el poder dar órdenes a nuestros aliados, pero poco aprovechadas. Otra cosa son las batallas navales que sí resultan fantásticas en todos los sentidos. Eso sí, nadie debe esperar encontrarse con un simulador porque Pirates of the Burning Sea no lo es.
En este tipo de combates, como en los que libramos a pie, tendremos que hacer uso de diversas habilidades que mejorarán nuestra potencia de fuego, harán que nuestros marinos carguen con más velocidad los cañones, o que el navío avance a mayor velocidad. Pero sin duda, ante todo tendremos que preocuparnos de las propias características de nuestra nave, ya que serán las que nos marquen la forma de actuar frente a los enemigos. De este modo, por ejemplo, si controlamos un barco veloz pero con escaso blindaje lo mejor será aprovechar el viento para mantenernos lejos del alcance de los cañones de un imponente galeón, mientras castigamos a este navío desde la distancia con munición destinada a terminar con los marinos de la cubierta, o las balas de cañón encargadas de destrozar las velas y mástiles –así lograríamos frenar su avance-. Si por el contrario nuestro navío es más lento, deberíamos aprovechar su potencia de fuego para destrozar el casco de los barcos rivales en cuestión de segundos.
Si en estos enfrentamientos hay más de un navío en conflicto, resultará vital saber avanzar por las aguas aprovechando el viento, la velocidad y maniobrabilidad de nuestro barco. En ocasiones, nos resultará más sencillo escapar del acoso de varios rivales a la vez, pero si nuestro barco es muy lento y encima vira con lentitud, podemos sufrir muchísimos daños si no nos movemos con cuidado. Es más. En este tipo de situaciones podremos sufrir casi con total seguridad un abordaje –con eliminar nuestras velas y alinearse junto a nosotros ya pueden asaltarnos, igual que nosotros podemos hacer lo mismo- lo que nos obligará a reaccionar con rapidez para evitar que toda nuestra tripulación caiga en el ataque.
Con todo esto, gracias a la impresionante cantidad de navíos a controlar, las opciones de personalización que podemos llevar a cabo, y las propias habilidades que desarrollemos, este tipo de batallas se convierten sin duda en el eje central sobre el que se asienta gran parte del atractivo de Pirates of the Burning Sea. No en vano, como indicábamos, no todo consistirá en dirigir el barco por el amplio mar mientras disparamos nuestros cañones. Aquí hay que tener siempre en cuenta la dirección del viento, la alineación de nuestro navío frente a los rivales; el tipo de munición que vamos a usar, y la experiencia de nuestros marinos. En definitiva, sin ser un simulador naval, éste tipo de batallas presentan el suficiente grado de estrategia como para mantenernos horas y horas disfrutando de combates contra enemigos controlados por la propia inteligencia artificial del juego o, por supuesto, contra otros jugadores en intensas batallas en las que la cooperación resultará vital.
En relación a este último aspecto, resulta digno de mención el magnífico equilibrio alcanzado entre jugadores de distinto nivel, ya que un usuario con un barco mediano puede igualmente plantar cara a uno más avanzado y con mayor poder siempre y cuando aproveche sus virtudes, y colabore con otros aliados: podemos atacar desde la distancia para castigar al contrario mientras el resto de nuestros compañeros tratan de reventar su blindaje. También es emocionante ver como nuestros aliados más veloces tratan de frenar el avance de los contrarios cruzándose en su camino mientras atacan a sus velas logrando así que los impresionantes galeones, más lentos, pueden alcanzar a su presa.
Por supuesto, los novatos en principio no sufrirán el acoso de otros jugadores hasta que no alcancen un nivel aceptable y cuenten con un buen barco. A partir de ese momento, podrán navegar por un mapa global asumiendo todos los riesgos: que los piratas aborden el barco, que una nación contraria lo hunda, etc.
Sin ser además un título muy exigente a nivel técnico, Pirates of the Burning Sea presenta una serie de detalles de calidad que sin duda se imponen a las ortopédicas animaciones de los personajes en las batallas. Hablamos por ejemplo de todo lo relacionado con el océano y la navegación, ya que en este tipo de situaciones disfrutaremos de hermosas vistas mientras toda nuestra tripulación se afana en cumplir sus tareas sobre la cubierta. Si nos atacan, como indicábamos con anterioridad, veremos cómo el casco de nuestro barco comienza a llenarse de agujeros, o cómo las telas se desgarran. El problema es que al pisar la tierra, todos estos detalles desaparecen casi por completo y el juego se torna en un título muy austero con unos entornos no demasiado vistosos, algo que nos deja con mal sabor de boca.
A nivel sonoro, el juego presenta un interesante repertorio de melodías muy acordes a la ambientación que se nos muestra con el acompañamiento de unos efectos sonoros más que notables que no desentonarán en ningún momento. En este sentido es de agradecer que los textos hayan sido traducidos a nuestro idioma ya que, como veíamos, estamos ante un título algo complejo en aspectos como la navegación o el comercio, lo que sin duda agradecerán los menos duchos en el inglés. Aún así, no habría estado de más ofrecer un tutorial más claro –o menos denso, ya que nos abordan con largos mensajes de texto- de cara a facilitar el aprendizaje de los conceptos básicos en el menor tiempo posible.
El problema es que el juego no cuenta con un sistema de combates a pie tan pulido como en otros exponentes del género, y su sistema de misiones, que al menos sí resultan más variadas de lo habitual, se encuentra demasiado limitado por la imposibilidad de recorrer el mundo caminando. Aún así, Pirates of the Burning Sea es una compra más que recomendable para los más veteranos en el género, que sin duda sabrán disfrutar al máximo de todas las virtudes de las que hace gala.