Análisis de Imperial Glory (PC)
El hombre que heredó la tradición militar de la convención victoriosa en Valmy no podía ser otro que Napoleón, autoproclamado heredero de Cesar y con una ambición infinita. Sus fulminantes campañas, realizadas muchas veces en inferioridad numérica, convirtieron a la mitad del continente en vasallos o aliados de la república francesa. Esta época de guerra generalizada, de cambios radicales, es una de las más representadas en los juegos de estrategia.
Tanto el antiguo Waterloo (realizado con el motor gráfico de Sid Meier Gettysburg!), como la reciente segunda parte de Cossacks, demuestran una vigencia total de esta época en el género. Pero a diferencia de las anteriores, Pyro Studios ha decidido pasar por fin esta época a las completas tres dimensiones sin perder ningún tipo de complejidad ¿Lo habrá conseguido?
Si bien estas limitaciones no arruinan el juego, sí que es cierto que le dan un aire de estrategia menos seria, y sobre todo decepcionarán a aquellos que busquen estrategia pura o un toque mayor de realismo. Con todo, el resto de Imperial Glory es lo suficientemente eficiente como para no resultar fallido de ningún modo, como veremos a continuación.
El modo de batalla tiene un mejor control y es mucho más accesible que en el juego dedicado a la república de Roma. Para ello sacrifica gran parte de su complejidad, y con ello bastante del toque estratégico. Aunque se pueden vencer batallas con inferioridad numérica colocando bien la artillería o aprovechando el terreno, la ausencia de un sistema de moral y una I.A. más trabajada resienten un poco la simulación. Que no esté un sistema de moral es un auténtico drama desde el punto de vista estratégico, ya que todo el sistema de vinculación entre general y tropas queda desguazado a simples aniquilaciones entre enemigos.
Ningún regimiento huye, y todos esperan su muerte en el campo de batalla como el más valiente de la guardia imperial de Napoleón. Éste quizás es el error menos justificable del juego, y da un aire Arcade a las batallas bastante molesto. En cuanto a la inteligencia artificial, echamos de menos un poco más de pericia en el ordenador, ya que aparte de esconder sus tropas, no sabe rodear del todo bien a las unidades del enemigo. Por lo demás, es una buena simulación estratégica, pero que se queda a medio camino entre los títulos más exigentes y los juegos de estrategia en tiempo real.
En cuanto al modo estratégico o modo mapa, nos sitúa en un la Europa de 1789 dividida en las provincias más importantes. Aunque no puede competir con las posibilidades de los juegos de Paradox Entertainment en este apartado, es justo decir que tanto en posibilidades como en diseño está muy por encima de lo visto en la saga Total War. La división en provincias, acompañada de un sistema económico y diplomático de alta calidad, convierten a este modo en un buen desafío para todo aficionado al género. Luego de elegir a tu imperio favorito entre el Reino Unido, Francia, Prusia, Austria Hungría y Rusia -- el cual es el único error de este modo, ya que no se pueden elegir a las naciones menores - debes ampliar sus infraestructuras, establecer rutas de comercio, aumentar tu nivel tecnológico-cultural y, sobre todo, conquistar otra nación.
El sistema de producción es el mismo de Civilization, y nos ofrece unidades nuevas a cambio de construcciones en las provincias. Estos edificios también pueden ofrecer posibilidades diplomáticas o económicas nuevas, siendo importante su construcción de cara a consolidar nuestra posición. La diplomacia es en este sentido realmente excelente, ya que ofrece las posibilidades de juegos como Europa Universalis, incluyendo alianzas o tratados comerciales. Con todo, lo mejor de este modo es la diabólica inteligencia artificial, que sabe cuando atacarte si te encuentras en una posición de debilidad. Esto hace al modo un reto muy interesante, ya que obliga a no realizar campañas bélicas que nos agoten por el temor a la simple intervención de un tercero que nos aniquile.
Estos dos modos se integran perfectamente, pudiendo simular las batallas al estilo Civilization o tomando el control de ellas cuando queramos. Con esto se ofrece el desafío suficiente como para dejar entretenido al jugador por un largo tiempo. Ya por último hay que mencionar las batallas históricas, que son el apartado del juego más completo respecto a la divulgación de la época y que nos permiten vivir Waterloo o Arapiles. Aunque sufren las rémoras antes citadas del modo batalla, suponen una buena iniciativa para todos aquellos aficionados a la historia militar.
Pero quizás lo mejor de este apartado es la increíble optimización que le permite funcionar en ordenadores de gama baja sin ningún tipo de problemas. Esto hará, sin duda, que sea mucho más accesible para cualquier usuario de PC, ya que no exige requisitos demasiado altos como es habitual en el género de la estrategia en tres dimensiones. Por último, hay que señalar el genial trabajo de diseño de producción del juego, el cual ofrece un trabajo artístico encomiable y realmente atractivo (es genial el modo mapa con detalles como la brújula).
Afortunadamente esto queda compensado por los efectos de sonido de las unidades, que realizan sus virajes y movimientos con sonoros gritos de guerra (son memorables por su marcialidad las prusianas, como no podía ser de otra manera). El resto de FX está muy bien realizado, y ofrecen voces en castellano introduciendo algunas situaciones, aunque los mejores efectos están sin duda en las batallas navales. Es en definitiva un apartado competente, a pesar de algunas omisiones.
Si se olvidaron de esto o no, de todos modos es una carencia que va a resultar en su contra en todos los análisis que se vayan a realizar en el juego. Es curioso que habiendo realizado un buen sistema de blancos y una I.A. competente (aunque no excelente, como hemos dicho), se hayan olvidado de una de las cosas más esenciales en este tipo de juegos. Sin salir del modo batalla, los conflictos navales sufren al comparase estratégicamente con Dog Wars y juegos del estilo, pero como resultan divertidos y, en general, se puede realizar algunas maniobras interesantes, esto queda más disculpado que las carencias de las batallas terrestres.
En otro orden de cosas, es muy estúpido que en el modo mapa la máquina mueva casi todas las naciones de Europa, y luego el jugador sólo pueda jugar con Gran Bretaña, Francia, Rusia, Prusia y Austria. Puede ser resultado de una decisión de diseño para justificar el nombre del juego, pero por citar un ejemplo, al centrarse en Roma el último juego de Creative Assembly no evita que Cartago o las ciudades Griegas sean jugables. Sólo errores masivos en la fase final de testeo del juego o una concepción un tanto limitada del modo mapa pueden justificar a todas luces esta errónea decisión. En cuanto al modo multijugador, permite batallas a través de LAN e Internet, las cuales están optimizadas bastante bien. Lamentablemente el modo mapa no se puede jugar con varios jugadores en la red, como suele ser habitual en este tipo de juegos.