Análisis de Ground Control 2 (PC)
Ahora, tras cuatro años de espera ya podemos disfrutar de su secuela. No podemos hablar de grandes cambios en la jugabilidad ya que Operation Exodus comparte todos los elementos que encumbraron a su antecesor: eliminación de la gestión de recursos y combates con pequeños grupos de unidades; pero sí que podemos hablar de una mejora sustancial de todo lo citado anteriormente. De todos modos, antes de meternos de lleno en todos estos entresijos lo mejor es que conozcáis a los bandos que se enfrentan en el mundo ya creado por el juego original. Y como ya ocurrió en Ground Control, dos serán los bandos seleccionables por el jugador: los Virons y las fuerzas de NSA. Pero antes de continuar que quede clara una cosa, estos dos no serán los únicos ejércitos que lucharán por el control del planeta de las tropas de NSA; el imperio, con la comandante Vlaana al frente, será nuestro principal y más temido enemigo. Con esto queda claro que los chicos de Massive prepararán una expansión con este último bando al frente, o eso pensamos nosotros. Pero bueno, continuemos con lo que interesa.
La aventura comienza con el capitán Jacob Angelus luchando por proteger su planeta de manos del imperio Terran. Nuestro protagonista se ha convertido en un héroe de la guerra y no tardarán mucho tiempo en convertirlo en capitán. Con este nombramiento comenzará nuestra odisea por todo el planeta con el único propósito de desbaratar los planes de las fuerzas de Vlaana. Pero no estaremos solos, a lo largo de las doce misiones que conforman la campaña de Jacob nos acompañarán todo tipo de oficiales y tropas de asalto que deberemos saber emplear para obtener victorias significativas.
Nos encontraremos con una gran variedad de misiones: podemos comenzar un asalto contra una fortificación enemiga o bien, intentar colarnos sigilosamente en una estación de radio; también deberemos defender posiciones estratégicas o tomar el control de diversas zonas del mapa. En la gran mayoría de estas misiones habrá zonas que deberemos controlar: pueden ser simples puntos estratégicos o mejor aún, zonas de aterrizaje.
Estas zonas de aterrizaje, como os podréis imaginar, sirven para desembarcar nuevas unidades que irán directamente al campo de batalla. Como ya ocurría en el juego original, el alto mando nos irá confiriendo puntos de bonificación por cada enemigo destruido o por cada nueva zona conquistada. Estos puntos los podremos gastar en comprar nuevas tropas o en mejorar nuestra nave de transporte –una de las novedades del juego-. Pero hay que tener muy claro que el alto mando no nos permitirá crear grandes contingentes de soldados, esto es una guerra y no se puede despilfarrar el dinero en unidades que podrían estar combatiendo en otra zona por eso, cuantas más tropas tengamos en el campo de batalla, menos puntos de bonificación iremos obteniendo. Esto quiere decir que deberéis emplear al máximo las habilidades de vuestras tropas para conseguir hacer algo, sino, seguramente acabéis en las salas de tortura terranas.
Las mejoras de nuestra nave de transporte servirán para conferirle una mayor potencia de ataque –cuando descarga puede disparar a los enemigos cercanos-, o añadir blindaje, mayor capacidad de carga, etc. Todo esto para luego tener la oportunidad de utilizarla como una unidad de combate más; aunque claro, tiene sus desventajas. Si derriban nuestra nave de transporte tendremos que pasar un buen rato sin nuevos refuerzos por lo que lo más aconsejable es dejarla que aterrice, descargue y vuelva a la base.
Seguramente alguno de nuestros lectores se estará echando las manos a la cabeza al pensar que habrá muy poco movimiento en las batallas, pero nada más lejos de la realidad. La decisión de no poder crear ejércitos muy numerosos le confiere un toque mucho más estratégico ya que tendremos que utilizar al máximo todas las habilidades de nuestra fuerza de ataque, por ejemplo: pedimos un pequeño grupo de tanques, unos cuantos antiaéreos y un grupo de soldados. Con todo esto, y utilizándolos sabiamente, os aseguramos que podréis conquistar cualquier tipo de base enemiga. Nuestros tanques arrasarán con los vehículos terrestres que se encuentren, y si hay mucha infantería de por medio, utilizaremos su disparo secundario para terminar con ella rápidamente. Los antiaéreos protegerán nuestra retaguardia por si al enemigo se le ocurre lanzar ataques aéreos.
Todas estas misiones tendrán serias repercusiones en el transcurso de la historia. Todo ha sido enlazado de una manera muy cinematográfica otorgando de este modo un ambiente mucho más espectacular. Como ejemplos podríamos citar una de las primeras misiones de Jacob en la que una música muy movidita nos acompaña mientras nuestros blindados son abatidos por toda la artillería pesada que se encuentra en las costas de una gran superficie controlada por los terranos. La cámara y los gritos de los soldados, impacientes por entrar en acción, nos sumergirán de lleno en esta terrible batalla. También podríamos citar el primer avistamiento de los Virons, con sus cápsulas cayendo del cielo al más puro estilo Warcraft III con las tropas del infierno. Pero esto no se queda en un mero acompañamiento estético, la historia se nos irá narrando mediante secuencias cinemáticas generadas por el propio motor del juego –la mayoría- o vídeos de una gran calidad. Nuestros oficiales y soldados nos irán informando de todo lo sucedido, pueden aparecer en medio de una gran batalla o antes del comienzo de un asedio. Los oficiales enemigos también aparecerán en contadas ocasiones para menospreciarnos o simplemente para ofrecernos puestos en su glorioso imperio.
La cuestión esta en que los objetivos no pararán de variar a lo largo de todas las misiones: podemos comenzar protegiendo a alguien importante y terminar asaltando un campamento enemigo.
Hasta aquí hemos nombrado las características básicas de las fuerzas NSA, pero nos faltan los Virons. Las unidades de Jacob son de lo más normales: tenemos tanques, soldados de infantería, naves de transporte y cualquier tipo de arma futurista que se os ocurra. Su adquisición es mediante los citados puntos de bonificación, pero esto varía ligeramente con los Virons.
Estas unidades se deberán fusionar con otra del mismo tipo, no podemos juntar un soldado raso con un lanzamisiles. Y por último, cualquier fusión podrá deshacerse con un solo click, obteniendo de ese modo las unidades originarias.
Manejar a NSA es bastante sencillito porque se podría decir que es el ejército de toda la vida, pero llegar de repente y ponerse a fusionar soldados puede resultar un tanto complicado. De todos modos, en cuestión de minutos controlaremos a la perfección esta habilidad y nos moveremos con total soltura. Las misiones de los Virons también son de lo más variadas: podemos comenzar explorando un territorio y luego terminar buscando bidones con Cetano para conseguir sobrevivir. A esto debemos añadir la flexibilidad de sus tropas a la hora de combatir enemigos. En todo momento podemos ir cambiando su rol en la batalla para ajustarlos a las condiciones del combate. Un ejército de lo más ingenioso.
La historia de Ground Control II es realmente buena y nos mantendrá pegados al monitor hasta que completemos del todo el juego. Pero a esto debemos añadirle unas partidas realmente desafiantes, los enemigos nos lo pondrán muy difícil y siempre estarán realizando ataques contra nuestras defensas por lo que siempre estaremos haciendo algo; no nos darán ni un segundo de descanso, esto es la guerra. Aunque no todo iba a ser bueno, nuestras unidades se bloquearan constantemente, es decir; siempre se apelotonarán y se quedarán atascadas entre ellas. Tampoco ocurre con mucha frecuencia pero teniendo en cuenta que los enemigos son bastante listos, no podemos entender como han dejado escapar este detalle.
Aún así, todavía nos quedan buenas palabras para el título de Massive Entertaiment. El juego de Sierra posee el habitual modo "escaramuza" con el que podremos enfrentarnos contra ocho jugadores a través de Internet, o bien, utilizar la inteligencia artificial del juego como rival. Pero a parte de las batallas multijugadores, Ground Control II ofrece la posibilidad de completar el modo campaña junto a dos amigos más. Esta es una modalidad de juego que muy pocas compañías utilizan y después de probarlo en Operation Exodus, no podemos sino rezar para que sigan con esta política de Massive y nos ofrezcan este tipo de experiencias tan maravillosas.
Pero la cosa no termina aquí. Además de lo citado anteriormente, tenemos a nuestra disposición un potente editor de niveles con el que podremos continuar ampliando las horas de juego. Todo en conjunto es magnífico pero lo que realmente llega a sorprender es su impresionante acabado gráfico.
Massive Entertaiment ha creado el motor gráfico más espectacular que hemos visto hasta la fecha en cualquier juego de estrategia. Incluso el reciente Empires –del que tenéis un completo análisis en la Web- palidece ante tal poderío gráfico. En lo primero que nos fijamos es en el modelado de todas las unidades que irán apareciendo a lo largo de todas las misiones. Tanto los vehículos como las tropas de a pie poseen un acabado soberbio. En verdad os decimos que muchas veces tendremos la sensación de estar ante un título de acción en 3D porque no es normal ver tanto detalle en las tropas. A esto ayuda también la posibilidad de poder manejar la cámara a nuestro antojo: podremos rotarla y realizar zooms en cualquier momento.
Las ciudades estarán completamente derruidas, nuestra artillería pesada lanzará toda su furia contra las edificaciones civiles con el único fin de terminar con los terranos. Los aviones caerán en picado y llenarán el cielo de fuego y metal antes de explotar sobre las calles. Todo es espectacular, podríamos pasarnos horas y horas hablando de pequeños detalles que nos dejan con la boca abierta; nunca habíamos visto un efecto del agua tan realista y a la vez espectacular. Cualquier elemento del escenario se reflejará y se verá distorsionado por el suave oleaje –excepto las tropas, una lastima-. Las tormentas de arena y las tempestades de nieve nos dificultarán muchísimo nuestro avance. Incluso los cielos llegan a sorprendernos con tanto planeta, asteroides y demás elementos decorativos. Aunque claro, para disfrutar de todo este espectáculo será necesario un PC bastante potente, sino, habrá que conformarse con jugar sin mucha virguería gráfica.
Pero el apartado técnico también se luce con el increíble sonido envolvente. Todo aquel que disponga de un sistema de sonido 5.1 tendrá la oportunidad de sumergirse en las batallas más impresionantes y crueles que hemos visto: las balas silbarán por todas partes, nuestras tropas gritarán, se escucharán las cargas de los morteros en la lejanía y si alzamos la vista, veremos como comienzan a caer hasta hacer que nuestros altavoces retumben ante tal ataque. Los carros de combate sonarán por todas partes y nuestras tropas irán emitiendo distintos ruidos según la zona que pisen: no es lo mismo caminar sobre una zona boscosa que caminar sobre la calzada de una carretera. Por último, las melodías que nos acompañan también poseen una enorme calidad. Siempre acompañarán a la perfección a la acción: si estamos tan tranquilos explorando la zona la música tendrá un tono suave, pero si de repente llegan los problemas, la melodía variará y nos ofrecerá temas mucho más oscuros o tristes.
El único problema es que las voces no han sido dobladas al castellano por tanto, tendremos que estar leyendo sin parar. Aunque también tiene su punto bueno ya que el doblaje original es impecable. Los Virons, por ejemplo, poseen una voz y unos sonidos que nos recuerdan muchísimo a los ruidos emitidos por los Predators. En definitiva, Ground Control II ha sido capaz de superar a su antecesor y ante nosotros se presenta un título realmente magnífico. Su modo campaña es increíble, la historia posee bastantes sorpresas que nos mantendrán en vilo hasta el final. El modo multijugador con el cooperativo a la cabeza ofrece muchas horas de juego, y por si esto fuera poco, tenemos el editor de niveles con el que practicar nuestras dotes como diseñadores. Esperamos que esta vez el título de Massive obtenga el éxito que no pudo tener el original.