Análisis de Grand Theft Auto: San Andreas (PC)
A principios del año pasado los usuarios de Xbox recibieron un pack doble que contenía las últimas entregas de la saga Grand Theft Auto que habían triunfado notabilísimamente en PlayStation 2: GTA 3 y Vice City, un par de títulos que recibieron con un notable retraso con respecto a las entregas para PC, por no hablar del desfase con respecto a la consola de Sony. San Andreas también ha tardado en llegar, pues se comercializó muy a finales de octubre de 2004, pero en esta ocasión las versiones para Xbox y PC, de gran similitud entre sí, nos llegan al mismo tiempo.
Rockstar North acostumbra a llevar con gran incógnito sus desarrollos, algo que hizo muy especialmente durante la creación de San Andreas, dando la información con cuentagotas, y desvelándose muy cerca de la fecha de lanzamiento la que sería una de sus características principales: San Andreas no era una ciudad, sino un estado completo, con sus ciudades, sus pueblos, el campo, el mar... un entorno que dejaba en ridículas a las ya de por sí enormes ciudades de las anteriores entregas y, cómo no, la de los demás videojuegos-calco del invento de estos escoceses (antes conocidos como DMA Design, y, por tanto, con mucha solera en este mundillo). La próxima entrega de GTA será para PSP, la portátil de Sony, y está prevista para dentro de unos meses, pero como sucedió con éste, apenas tenemos información oficial... y es que, por desgracia, este GTA: San Andreas ha perdido el factor sorpresa para muchos de sus jugadores potenciales, ya que si estos querían saber algo, han tenido muchas oportunidades (y tiempo) de informarse sobre el título desde que lo analizamos para PS2.
San Andreas supera en todo a su predecesor inmediato, Vice City, un juego con una ambientación ochentera brutal en la que se reproducía toda la estética de esa década en un entorno que debía mucho a ese clásico televisivo que es Miami Vice pero, sobre todo, destacó por recrear toda la atmósfera de esos años con una banda sonora a la altura de las mejores producciones cinematográficas, ofreciendo un amplio catálogo de temas que introducían al jugador en el ambiente de la época. Pero ese entorno cálido y mafioso ha dejado paso a una suerte de homenaje a la costa oeste estadounidense (combinando entornos que nos recordarán a varias ciudades, como veremos) y ha pasado a ambientarse en los duros años 90, la década en la que las bandas se convirtieron en un auténtico problema (acuciando su actividad sobremanera) en varias zonas de las grandes ciudades norteamericanas, en buena medida debido a conflictos territoriales entre grupos étnicos marginales.
En este contexto tan general podemos situar a Carl Johnson, el protagonista de este título, que regresa a su ciudad, Los Santos, que dejó cinco años atrás para visitar la tumba de su madre, recientemente fallecida en trágicas circunstancias, como ya sucedió con su hermano Brian. En este tiempo, los Ballas han conquistado el territorio su banda, esquilmado a sus viejos amigos, y su otro hermano –apodado Sweet- no soporta que la única chica de la familia haya iniciado una relación con un chicano. Sólo podía faltar el agente Tenpenny, un policía corrupto que le tiene bien cogido al estar dispuesto a acusarle falsamente de haber matado a otro policía. Todo esto, antes de empezar a jugar...
Los Santos es una enorme ciudad costera de grandes contrastes, con las casas más ricas y algunos de los barrios más peligrosos del juego, y está claramente inspirada en Los Ángeles, reproduciendo zonas enteras que serán reconocibles por muchos jugadores. Cuando avancemos en el juego, podremos ir hasta San Fierro, inspirada en San Francisco y que incluye, como no podía ser de otro modo, calles con grandes desniveles en las que "volar" con nuestro automóvil en cuanto pisemos el acelerador, un majestuoso puente y barrios con banderas arco iris. La última pieza del triángulo lo compone Las Venturas, donde los casinos y el desierto son los auténticos protagonistas... Las Vegas es el referente obligado.
Estas tres ciudades están salpicadas de pequeños pueblos y diversos entornos que llenan todo el enorme territorio que separa una ciudad de otra y que podremos recorrer por tierra, aire y mar. De este modo, podremos buscar desde plantaciones de marihuana hasta bases militares ultrasecretas, participar en competiciones de varios deportes y ligar con algunas chicas. En esta enorme región, CJ tendrá que volver a ganarse el respeto de los suyos, los Grove, e imponer el dominio de su banda por encima de sus enemigos. Para ello, tendremos que tomar parte en las diferentes misiones que se nos irán proponiendo a lo largo del juego, la mayoría de ellas de carácter no lineal, aunque algunas serán necesarias para poder progresar en la historia y acceder a más zonas y posibilidades de juego, como cambiar de ciudad, poder adquirir nuevas propiedades, o aprender a pilotar aviones.
Las misiones del juego son de una variedad sorprendente y, aunque es imposible que dada la ingente cantidad de éstas no haya algunas similares, su planteamiento es tan diverso que en ningún momento se nos harán monótonas, pues algunas incluso incluyen minijuegos del estilo Dance Dance Revolution, como cuando tenemos que robar un equipo musical de una fiesta playera para que un amiguete nuestro (y lamentable rapero) pueda actuar cantando las letras que le habremos robado a una estrella musical en una misión de infiltración.
Una de las evoluciones más notables con respecto a las últimas entregas es, precisamente, la importancia que ha tomado la historia en este juego, ya que en los anteriores la sensación de que el guión era un pretexto para cumplir unas misiones era muy palpable, en buena medida por lo poco elaborado de los guiones; el mundo de San Andreas, sin embargo, es mucho más complejo, y la historia se convierte en un elemento principal que, además, captará la atención del jugador. Muchas de las misiones que realicemos influirán en nuestros conocidos, y algunas de ellas les implicarán directamente, con historias de traiciones y falsas alianzas que le dan al juego el toque adulto que el hecho de apalear gente no le da. Y es que ir repartiendo hostias y balazos no es maduro ni adulto (sino, quizás, más bien todo lo contrario), es sólo violento; una buena historia es harina de otro costal.
Y es que la temática del juego y su ambientación (violencia callejera, delincuencia, drogas, corrupción policial...) ha levantado siempre ampollas en medios de comunicación sensacionalistas y asociaciones de gente con exceso de tiempo libre que no acaban de comprender que por suerte los videojuegos tienen un sistema de clasificación por edades mucho más estricto que el del cine. Nadie se queja por la última basura regurgitada desde algún estudio de cine americano o la bazofia televisiva que inunda las ondas precedida de un pitido molesto o un simbolito indicativo de la edad recomendada que se pierde entre cuñas publicitarias que te tapan media pantalla.
Y, sin embargo, un juego que en su portada indica que no es recomendable para menores de 18 años, que contiene violencia, lenguaje obsceno y temática de drogas en su desarrollo es comprado por padres para sus hijos pequeños (o directamente por estos, porque los adultos responsables son incapaces de preocuparse por saber a qué dedican sus retoños el tiempo libre) tan sólo para poner después el grito en el cielo y rellenar unos minutos de los insulsos noticieros del veranito. La violencia –y su normalización- es una lacra social, pero pretender que la recepción de ésta por unos medios es más perjudicial que si es recibida por otros es de una ineptitud e hipocresía preocupante. Grand Theft Auto: San Andreas es un juego duro, muy duro, en su planteamiento, en su guión y en sus escenas; es un juego para mayores de edad única y exclusivamente, y como producto para adultos e indicado para adultos, debe ser entendido como tal.
La versión para Xbox ha recibido varias mejoras con respecto a la versión para PlayStation 2 que disfrutamos hace ocho meses, destacando la conversión al sistema de televisión PAL, ofreciéndonos una entrega compatible con el sistema de 60hz, de manera que podremos recorrer San Andreas a la velocidad original y con una tasa de cuadros por segundo más estable, lo que no impide que el juego tenga ralentizaciones, por desgracia. En cualquier caso, la verdad es que no son tan notables como en PS2, y el juego cuenta con una distancia de dibujado del horizonte algo superior. Todavía hay edificios que aparecen de la nada, pero este fenómeno se ha reducido en buena medida.
Además, los personajes se han diseñado con algunos polígonos más, así como los entornos del juego, y se ha aumentado la resolución de las texturas. La verdad es que el conjunto no destaca sobremanera a simple vista con respecto a lo que se ofrece en la consola de Sony, pero si lo comparamos de manera directa notaremos que las diferencias a favor de Xbox están presentes y son mucho más palpables de lo que parecía en un principio. Esta versión, al igual que en PC, nos permite escuchar no sólo la estupenda banda sonora del juego a través de las múltiples emisoras de radio disponibles, sino configurar nuestra lista de reproducción personal a partir de la música guardada en el disco duro de nuestra consola.
En el ordenador, el salto que ha dado el aspecto visual del juego es idéntico: existe, y es palpable en una comparación directa, pero no es ni mucho menos sustancial. Dado el enorme tamaño de los escenarios, la abundancia de personajes diferentes poblando las calles y demás elementos, como la iluminación dinámica, la climatología, el paso del día a la noche y otros detalles el juego no da mucho espacio a las mejoras sin perder rendimiento, pero viendo los últimos videojuegos para PC parece claro que se pueden lograr resultados superiores, al menos si el juego se programa directamente pensando en esta plataforma. Sea como fuere, pese a que en el aspecto gráfico San Andreas es un juego que no sorprende por lo técnico, la solidez de todo su diseño le confiere una fuerza especial, sobre todo porque logra crear un mundo verosímil y terriblemente coherente de unas dimensiones descomunales.
Punto y aparte es Carl Johnson, un protagonista configurable totalmente, superando en este sentido a muchos juegos de rol. CJ empezará siendo un tirillas desaliñado, y será nuestro trabajo moldearlo a nuestro gusto, comprándole ropa de todo tipo (militar, rasta, hip-hopera, pija...), modificando su peinado y barba, tatuajes, complementos (collares, relojes, gafas...), y, cómo no, su aspecto físico. Comer será una manera de recuperar la energía perdida por golpes o disparos, e incluso desnutrición, pero si comemos en exceso o de manera inapropiada acabaremos engordando; si no comemos, acabaremos tísicos, y la única manera de aumentar nuestra potencia en las luchas cuerpo a cuerpo será trabajarnos los musculitos en el gimnasio y aprender estilos de lucha.
Sin embargo, esto no deja de ser eminentemente estético y anecdótico, ya que la auténtica personalización de CJ residirá en sus habilidades. Cuanto más conduzcamos, mejores seremos al volante y más fácil nos será manejar vehículos pesados y/o raros; también será importante ir en moto para aumentar nuestro equilibrio y no perder el control en caso de lluvia o después de un salto. Pero, sin embargo, si vamos tanto en automóviles, perderemos resistencia y nos agotaremos en cuanto tengamos que correr un poco. Físicamente habrá que estar atento también a nuestra capacidad para nadar y bucear, pues podrá salvarnos la vida en algún momento.
Otro punto esencial será nuestra habilidad con las armas... el armamento pesado o simplemente llevar un arma en cada mano será algo que lograremos cuando tengamos suficientemente práctica disparando de manera simple, del mismo modo que la práctica reiterada del uso de armas de fuego aumentará nuestras posibilidades de proporcionar disparos fatales a mayor distancia. Y así podríamos seguir enumerando todos y cada uno de los aspectos que componen todas las habilidades de CJ, que son muchas, y que se irán perfeccionando según las empleemos y, cómo no, se podrán atrofiar si no recurrimos a ellas. Podemos ponernos hechos unos adonis e ir marcando bíceps con camisetas ajustadas, pero si no vamos cada pocos días al gimnasio para seguir haciendo ejercicios, empezaremos a perder musculatura y ganar grasa, y eso sucederá con todos y cada uno de los aspectos que nos permiten configurar a nuestro CJ particular e incluso hacerlo más o menos sexy de cara a las féminas del juego (algo que se verá influido por su aspecto físico y estilo al vestir y peinarse).
Además, puesto que conducir es tan importante como en los anteriores juegos, también lo será tunear los coches, recurriendo a algunos garajes que servirán para aplicarles vinilos, cambiar piezas, la pintura... o trabajos menos elaborados como cambiarles el aspecto para despistar a la policía. Por suerte, como es habitual durante todo el desarrollo del videojuego, durante las primeras horas se nos irá introduciendo en todas estas mecánicas a modo de un extenso tutorial que nos propondrá misiones de todo tipo y bastante asequibles para asimilar las enormes posibilidades del San Andreas.
No cabe duda de que Carl es protagonista absoluto del juego, pero en realidad es sólo un tipo en un mundo que se mueve a su propio ritmo, con personajes que tienen hábitos determinados y acciones y sucesos que tendrán lugar de manera aleatoria por todo el escenario. Podemos asistir a un accidente de tráfico, ver como dos personas se pelean, cómo la policía persigue a unos delincuentes o se inicia un tiroteo en plena calle por la noche, cuando las prostitutas empiezan su ronda en busca de clientes en determinadas zonas de la ciudad. Incluso podremos ver a los tipos trajeados pulular por la zona financiera y el tránsito de limusinas en los ambientes más pijos de Los Santos.
Todo está cuidado en San Andreas para conformar una sensación muy lograda de estar en un entorno vivo que se modifica continuamente, e incluso las bandas enemigas irán reaccionando de manera más brutal y directa contra nosotros según vayamos haciéndonos un nombre, de manera que los mismos tipos que al principio pasaban de nosotros se volverán en peligrosos psicóticos capaces de tendernos emboscadas en cuanto nos adentremos en su territorio. Pero eso será en Los Santos, ya que el tono de las otras dos ciudades será radicalmente diferente, desapareciendo toda esa temática de bandas para presentarnos otras posibilidades de "negocio" con las que enriquecernos, conseguir más respeto y preparar nuestro plan para avanzar en la historia del juego.
A todas esas misiones y submisiones que nos sirven para ir completando el juego e ir desenmarañando la trama de éste se deben añadir todos los minijuegos y misiones paralelas que hay, como competiciones deportivas, carreras de coches, o ejercer de taxista, ambulanciero, policía y, también, bombero. Para ello, bastará con robar un vehículo de cualquiera de esas "asociaciones gremiales" y activar estas misiones que nos recompensarán muy gratamente alcanzados una serie de objetivos. Y es que hacer fotografías, buscar ostras, marcar el territorio tapando los graffitis de las bandas rivales son sólo algunas de las largas misiones paralelas que van salpicando el juego y a las que podremos dedicar horas cuando no nos apetezca ir a buscar a Sweet o Ryder para ver qué encarguito tienen para nosotros.
Grand Theft Auto: San Andreas se desveló como uno de los mejores juego para PlayStation 2, superando en todos sus aspectos a los ya de por sí estupendos juegos precedentes, y en Xbox y PC también está destinado a ser uno de los grandes. El juego es espectacular, no por su aspecto visual puro y duro, sino por lo que esconde detrás, por la amplitud de todo su mundo, por la cohesión que logra al plasmarlo de una manera que ningún otro videojuego ha logrado hasta ahora.
Le falta tal vez un punto de espectacularidad directa, aunque algunos momentos del juego (como la espectacular huida por un canal con motos, coches y demás persiguiéndonos, acabando con una explosión de un camión que saltaremos en el último segundo) son la viva representación de una estética cinematográfica que se cuela en el juego desde un primer momento, con escenas que simulan estar grabadas con cámara al hombro, y otros en los que se buscan escenas espectaculares con magníficos planos o una simple técnica de plano y contraplano. Es en este tratamiento de la imagen donde reside el esplendor gráfico del juego por encima de planteamientos tecnológicos, y es algo que podremos revivir gracias a la nueva (aunque anecdótica) posibilidad de grabar medio minuto de juego para verlo más tarde.
Aunque escaso de novedades palpables, éste no deja de ser un excelente título, tan bueno como lo fue cuando salió en la consola de Sony, y aunque ha perdido frescura gráfica y quizás esperamos y exigimos más al hardware de Xbox y, especialmente, de PC, las conversiones a estos sistemas son más que dignas, incorporando buenos sistemas de control tan accesibles como el que proporciona el Dual Shock 2. Su perfecta jugabilidad, su enorme profundidad de juego y todas las posibilidades de diversión que hicieron de éste un gran juego a finales de 2004 están presentes una vez más en estas conversiones, convirtiendo San Andreas en un videojuego que los usuarios (mayores de edad y conscientes de antemano de la temática violenta del juego) con acceso a los sistemas en que se ha comercializado debería probar.