Análisis de Diablo III: Reaper of Souls (PC)
Si tuviéramos que nombrar un juego que durante los últimos años haya conseguido dividir la opinión de toda la comunidad de jugadores y generar mucha polémica, probablemente nuestra respuesta sería Diablo III. Un título que se hizo de rogar durante toda una década y que trajo consigo una gran cantidad de cambios respecto a su anterior entrega, muchos de los cuales no fueron del agrado de todo el mundo.
Desde su lanzamiento y a lo largo de los meses, sus debilidades comenzaron a quedar cada vez más patentes: clases mal equilibradas y con apenas builds viables, una casa de subastas totalmente innecesaria, el juego cooperativo era contraproducente, y lo peor de todo, un sistema de botín sin sentido en el que necesitábamos una ingente cantidad de horas para conseguir un objeto que nos mejorara, aunque solo fuera un poco, por lo que la sensación de progreso no existía.
Esto último provocaba que lo realmente efectivo para avanzar fuera "farmear" oro para comprar objetos en la casa de la subasta, eliminando así lo que siempre ha sido la esencia de la saga: matar monstruos para conseguir objetos. En Blizzard han sido muy conscientes de estos errores y si hay algo en lo que se han esforzado a la hora de desarrollar Reaper of Souls ha sido en corregirlos a la vez que nos ofrecían nuevos contenidos. El resultado, como ya habréis podido intuir por la nota que acompaña a este análisis, ha sido simplemente magistral.
Cambios y novedades para todo el mundo
Antes de entrar a detallar los contenidos que obtendréis cuando compréis esta expansión, nos gustaría señalar algunos de los cambios que se han introducido recientemente y que están disponibles para todos los jugadores, tengan Reaper of Souls o no. El primero de ellos y el más importante lo encontramos en su sistema de botín, el cual ha sido totalmente rediseñado para que la calidad de los objetos se ajuste a su rareza.
Además, existe un mayor índice de probabilidades de que nos caigan piezas de equipo con estadísticas que mejoren al personaje con el que estemos jugando en ese momento. Gracias a este cambio ahora sí existe sensación de progreso y vuelve esa emoción que se había perdido en la tercera entrega al ver a un monstruo soltar un objeto legendario o uno de set, ya que existen muchas probabilidades de que este nos mejore notablemente. Ante esta nueva perspectiva, la casa de subastas ha terminado de perder la poca razón de ser que le quedaba, por lo que ha sido eliminada.
El sistema de dificultades también ha sido alterado para hacerlo mucho más atractivo. Ahora los monstruos escalan en función de nuestro nivel y de los jugadores de la partida, por lo que la selección de dificultad simplemente los hará más fuertes o más débiles. Mientras más difícil lo pongamos, más equipo necesitaremos para afrontar el reto con garantías, aunque las probabilidades de objetos legendarios y el oro y la experiencia que recibamos también aumentarán considerablemente, por lo que siempre estaremos buscando mejorar el equipo para poder subir la dificultad y así conseguir todavía más objetos con los que afrontar retos mayores, lo que nos garantiza un desafío prácticamente constante (y si no nos creéis, echadle un vistazo a Tormento 6).
Por último, también hay que señalar los cambios que se han realizado en el sistema de niveles de leyenda. Una vez lleguemos a nuestro nivel máximo (60 sin expansión, 70 con ella), la experiencia que ganemos nos servirá para obtener niveles de leyenda. Cada vez que subamos uno nos darán un punto que podremos invertir en mejorar algunas de nuestras estadísticas de forma permanente. Estas se dividen en principal, ataque, defensa y utilidad, y nos permitirán obtener cosas como más destreza, vida, daño crítico, reducción de coste de recursos, etcétera. Lo interesante es que los niveles de leyenda se comparten entre todos los personajes de la cuenta, por lo que si nos creamos un nuevo héroe este podrá comenzar con ventajas adicionales. Además, si nos equivocamos o queremos probar otra configuración podremos reiniciarlos siempre que queramos.
La llegada del Ángel de la Muerte
Entrando ya en lo que son los contenidos propiamente dichos de Reaper of Souls, lo primero y más llamativo que nos encontraremos será la presencia de un nuevo acto que continúa la historia justo desde donde lo dejó el juego original. Por si alguien todavía no se lo ha pasado, simplemente diremos que nos hemos hecho tan poderosos que Malthael, el Ángel de la Muerte, ha decidido que ha llegado la hora de acabar con la humanidad, ya que al provenir de ángeles y demonios y tener la capacidad de poder escoger entre el bien y el mal, eso nos convierte en un peligro que hay que erradicar.
Por lo tanto, tendremos que volver a hacer de héroes parándole los pies antes de que sea demasiado tarde. Aunque claro, primero tendremos que averiguar sus planes y descubrir dónde se esconde, lo que nos llevará a vivir una nueva aventura en la que aniquilaremos a cientos de enemigos por el camino.
Este quinto acto, es sin lugar a dudas, el mejor de todo el juego, tanto por la variedad de sitios que visitaremos, como por el desarrollo de su guion (que sin ser ninguna maravilla y a pesar de tener un final bastante cuestionable, al menos tiene sentido y cierra varios arcos argumentales que quedaron pendientes en el juego original), su ambientación, su duración, lo aleatorios que resultan los mapas, su enorme cantidad de eventos secundarios y los nuevos jefes y enemigos a los que nos tendremos que enfrentar.
Completarlo es algo que nos llevará unas 8 horas aproximadamente, siempre y cuando decidamos explorar hasta el último palmo de los mapas y escuchar todas las conversaciones. El tamaño de las nuevas zonas y mazmorras es enorme, por lo que nos encontraremos con muchísimos enemigos, élites y eventos que nos tendrán muy entretenidos mientras exploramos. Evidentemente, si decidimos ir directamente a la historia nos durará bastante menos, aunque resistirse a explorar se nos ha antojado como algo muy complicado.
El modo aventura
Una vez lo completemos por primera vez desbloquearemos el modo aventura, la otra gran novedad de esta expansión y con la cual Blizzard ha conseguido dotar al título de un end game que lo hace prácticamente infinito. Su propuesta es tan simple como hacernos completar misiones (llamadas "contratos") por los cinco actos del juego. Estas se generan aleatoriamente en diversos puntos del mapa y nos pueden pedir que completemos un evento concreto, que exploremos una mazmorra, que acabemos con un jefe, que aniquilemos a un determinado número de enemigos, etcétera.
Por cada contrato que cumplamos recibiremos una generosa cantidad de oro y experiencia, así como con suerte algún que otro objeto y unos fragmentos que podremos canjear por una pieza de equipo de calidad y estadísticas aleatorias. Si completamos todos los contratos de un acto, recibiremos un cubo repleto de objetos, por lo que siempre tendremos un incentivo para seguir jugando. Además, el hecho de matar monstruos siguiendo un objetivo resulta mucho más gratificante, divertido y entretenido que el simple hecho de matar por matar.
Para darle todavía más interés a este modo, en él podremos obtener unos fragmentos especiales que nos permitirán abrir Fallas Nephalem cuando reunamos cinco de ellos. Estas fallas son unas mazmorras totalmente aleatorias con varios pisos. De hecho, cada piso tendrá una ambientación diferente y los tipos de enemigos que nos encontremos en ellos pueden provenir de cualquier acto del juego.
Gracias a esto se consigue que cada partida que juguemos en una falla sea completamente diferente a la anterior y que tengamos que adaptar nuestras estrategias constantemente, ya que muchas veces veremos combinaciones de monstruos que no serían posibles en otro lugar. El objetivo principal en ellas será matar todos los enemigos que podamos para rellenar una barra, con la cual podremos invocar al jefe de la mazmorra. Cuando acabemos con él recibiremos muchos objetos y podremos dar la falla por concluida, lo que nos reportará una importante suma de experiencia y oro.
Tened en cuenta que una vez que desbloqueéis este modo de juego lo tendréis disponible con todos vuestros personajes, por lo que además de servir como end game también se convierte en una interesantísima alternativa para subir de nivel en el caso de que no queramos repetir la historia principal.
La mística y el Cruzado
Las otras dos grandes novedades de esta expansión las encontramos en la inclusión de una nueva artesana y de una nueva clase jugable. La primera de ellas es la Mística, un misterioso personaje que nos permitirá modificar la apariencia de nuestros objetos y modificar sus propiedades. De esta forma, si obtenemos una pieza de equipo que nos mejora en todo a excepción de una de sus estadísticas, podremos reemplazarla por otra que sea más de nuestro agrado. Eso sí, la nueva propiedad que obtengamos será aleatoria de entre una lista que podremos revisar antes de hacer el encantamiento, por lo que posiblemente necesitaremos varios intentos antes de conseguir lo que queremos (con sus correspondientes pérdidas de materiales y de oro).
Hablando de artesanos, ahora los podremos subir hasta el nivel 12, encontrar nuevos diseños y crear nuevos objetos legendarios y de conjunto, aunque para ello primero nos tocará encontrar unos materiales especiales bastante raros, por lo que fabricarlos será una tarea que nos llevará un tiempo.
En cuanto al Cruzado, es una clase que incluye una serie de habilidades totalmente nuevas, combinando el combate cuerpo a cuerpo con magias sagradas. Puede cumplir tanto el rol de "tanque" gracias a su aguante como el de "dps", así como potenciar al grupo de distintas formas, por lo que resulta un personaje sumamente versátil y muy divertido de jugar.
El resto de clases jugables también han recibido muchos ajustes en forma de un reequilibrado de habilidades, haciendo que ahora tengamos un buen número de builds viables con las que experimentar y que se adapten a nuestro estilo de juego. Además, cada clase ha recibido una nueva habilidad activa (con sus respectivas runas) y dos pasivas, lo que añade algo más de profundidad a la personalización de nuestro personaje.
La muerte lo envuelve todo
Blizzard ha aprovechado el lanzamiento de esta expansión para mejorar algo más el motor gráfico del título. Para empezar, se ha optimizado de tal manera que ahora siempre va fluido, por lo que no tendréis que sufrir esos molestos tirones que antes se producían durante los primeros minutos de partida, algo que se agradece muchísimo.
Además, se han incluido nuevos efectos gráficos y mejoras que ayudan a hacer de él un título realmente impresionante de ver, especialmente cuando pone en juego a enormes cantidades de enemigos (cosa muy frecuente), ataques especiales de todo tipo, múltiples efectos de luces y a diversos elementos del escenario sufriendo los impactos de nuestros golpes. Y todo ello sin que el rendimiento baje lo más mínimo. Quizás unos modelados algo más complejos para nuestros personajes no habrían estado de más, pero pocas pegas más le podemos poner a este apartado.
A nivel artístico se trata de un título sobrecogedor, con unos escenarios que en muchas ocasiones, y si las constantes batallas nos lo permiten, merece la pena pararse a observar. Están repletos de detalles, de distintos elementos, son variados y resultan muchísimo más oscuros que antes, recuperando parte de la esencia de las dos primeras entregas, con unos colores algo más apagados.
Para rematar, tenemos un apartado sonoro imponente, de esos a los que Blizzard nos ha acostumbrado a lo largo de los años, con una banda sonora orquestal que conseguirá meternos de lleno en el mundo de Santuario. Por lo general suele ser de corte ambiental, pero cuando quiere reclamar su protagonismo, como en los combates contra los jefes, nos pondrá los pelos de punta y nos recordará que jugar a Diablo III: Reaper of Souls sin ella no sería lo mismo. No podemos olvidarnos de mencionar la cantidad de efectos diferentes que escucharemos ni el magnífico doblaje al español que se ha realizado, con voces muy conocidas por todos, tanto del cine como de la televisión.
Conclusiones
Las sensaciones que transmite Reaper of Souls son las de encontrarnos con lo que debería haber sido Diablo III cuando se lanzó originalmente, por lo que muchos creerán estar con un juego totalmente nuevo cuando lo prueben, y en cierta medida, así es. Puede que la tercera entrega de la serie no convenciera a todo el mundo, pero a poco que hayáis disfrutado con esta saga alguna vez, podéis estar seguros de que aquí encontraréis muchísima diversión y juego para meses, incluso aunque hayáis sido fervientes detractores de este episodio de la trilogía.
Blizzard ha conseguido sin duda lo que se propuso: hacer de Diablo III esa continuación de Diablo II que todo el mundo esperaba. Si bien es cierto que todavía se echan de menos algunas características como un modo PVP de verdad, sabe compensar muy bien estas pequeñas carencias con todas sus virtudes, así que pocas excusas os quedan ya para no adentraros una vez más en Santuario, pues nadie puede detener a la muerte... salvo nosotros.