Análisis de Clandestine (PC)
Estos últimos años han dado pie a muchos conceptos nuevos. El cooperativo a través de internet se ha impuesto, e ideas como el juego asimétrico son bastante familiares para nosotros. Probablemente, estamos viviendo una madurez de la industria independiente, con muchos proyectos que incluso les enseñan a los triple A alguna que otra cosa. Logic Artists nos trae uno de esos proyectos, que, curiosamente, es uno de esos títulos que te hacen preguntarte por qué no se han hecho antes.
Un concepto conocido e innovador a la vez
Ya os lo explicamos en las impresiones que hicimos de este título hace casi un año. El concepto de Clandestine parte de las bases más que conocidas de esa relación entre heroína y hacker vista en películas, juegos, libros y un largo etcétera. Así, se trata de un juego totalmente pensado para el cooperativo en el que uno de los jugadores controla al espía protagonista que tiene que conseguir infiltrarse en ciertos escenarios gracias a la ayuda de su compañero que, de manera remota, hackea para ir abriéndole paso e indicaciones.
Obviamente, el otro jugador será el que tome el papel de hacker, dándole indicaciones preferiblemente a través de un chat de voz, marcando objetivos en el mapa y activando y desactivando dispositivos electrónicos.
La cooperación es absoluta, ya que, literalmente, es imposible progresar sin que la ayuda de nuestro compañero, estando uno privado de las ayudas tecnológicas y el otro del impacto físico en el escenario.
Comentar que, a pesar de que la experiencia es ideal para jugarse en cooperativo, si aun así preferimos jugarlo en solitario también es posible. La fórmula permanece intacta, pero es necesario controlar a los dos personajes (alternando entre ambos con una tecla) y, si bien sigue siendo divertido –de hecho, sorprende que siga siendo desafiante–, también es cierto que pierde algo de su magia.
Pasando a la acción
Para que quede más clara la propuesta, vamos a separar los aspectos jugables de la aventura. Por una parte, como acabamos de decir, podemos controlar a la espía protagonista, que apuesta por una jugabilidad bien conocida en los juegos de infiltración en tercera persona. A diferencia de Solid Snake o Sam Fisher, nuestra heroína no tiene la posibilidad de utilizar dispositivos para hackear ni otras herramientas de tecnología punta. De hecho, apenas cuenta con algunas armas básicas y objetos para distraer a los rivales.
A diferencia de sagas como las referidas –Metal Gear Solid y Splinter Cell–, nuestro objetivo no es crear estrategias y ejecutarlas, sino ser muy precisos y efectivos para llevar a cabo el plan que trazamos con nuestro compañero. Éste nos puede marcar a enemigos contados en el escenario, así como desactivar cámaras de seguridad y tomar el control de ellas para ver zonas inaccesibles para nosotros.
Jugando como espía, tenemos que confiar al cien por cien en nuestro compañero, que será nuestros ojos durante la partida. Nos facilitará también códigos para abrir puertas, la ubicación de los objetivos de la partida o cualquier otra información relevante. La verdad es que es una experiencia muy gratificante, ya que nuestra interfaz se limita a las armas que utilizamos, y todo lo demás queda en manos de nuestro compañero.
Desde la seguridad del hogar
Ponernos en la piel del hacker es una experiencia pocas veces vistas con anterioridad. Como si de Her Story –por ejemplo– se tratara, vemos ante nosotros la pantalla que vería el personaje del juego, por lo que la inmersión es total. Todo el control se realiza con el teclado y el ratón, alternando entre varias ventanas donde podemos ver las cámaras bajo nuestro control, el mapa y demás.
El "hackeo" como tal es bastante sencillo, pero tomar este rol centra su complejidad en otros aspectos más orientados a la multitarea. Tendremos que estar pendientes de muchas cosas a la vez, fijándonos en la ubicación de los enemigos para alertar a nuestra compañera, orientándola en el mapa para alcanzar los objetivos, realizando los pequeños hackeos, desactivando las cámaras de seguridad, etcétera, etcétera. A pesar de que esta jugabilidad haya podido aparecer de una manera u otra en otros títulos, ahora nos parece más "real", ya que hay otro jugador que depende de nosotros.
Esto es hasta más acertado cuando el juego tiene comportamientos totalmente aleatorios para los enemigos y ubicaciones diferentes para los objetivos cada vez que reiniciamos. A efectos prácticos hay como un camino principal a seguir, pero al menos tenemos cierta libertad y ciertas variables que evitan que el espía pueda progresar sin nuestra ayuda al repetir una misión varias veces. Eso sí, es posible completar todos los niveles infiltrándonos o pasando a la acción, si bien lo segundo es mucho, mucho más difícil que lo primero, ya que somos bastante vulnerables y los rivales no perdonan.
Un envoltorio con altibajos
Quizás el aspecto más a mejorar que tiene Clandestine es el técnico, ya que, a grandes rasgos, estamos ante un juego de la época de los 128 bits, y no uno demasiado bueno, precisamente. El apartado visual y las animaciones están muy desfasados, aunque, por suerte, esto no afecta a la jugabilidad y sigue siendo una experiencia muy divertida. Al menos en lo sonoro está algo mejor, con voces correctas y buenos efectos, aunque es inevitable sentir que se podría haber hecho mucho más en lo audiovisual.
Esto empaña la historia que nos cuenta. Ésta nos lleva hasta el año 1996 cuando, justo cinco años después de que la Unión Soviética se separara. Por razones desconocidas vemos como antiguos agentes de la Guerra Fría son víctimas de asesinatos sin autores claros, y nuestro objetivo será averiguar quién es el responsable de éstos. A través de ocho niveles (que lo normal es que ronden la hora de duración), que comparten mecánicas pero que son muy variados, vamos descubriendo la historia, que sin ser inolvidable, es suficiente para animarnos a seguir.
Un cooperativo que vale su peso en oro
Clandestine nos ha gustado mucho. Es divertido y original, y nos lo hemos pasado genial jugando tanto con la espía como con el hacker. No es ni mucho menos perfecto, tiene margen de mejora en lo técnico y la inteligencia artificial no es la más capaz, pero si queréis algo diferente para jugar con un amigo –a pesar de que puede jugarse en solitario–, os lo recomendamos sin reservas.