Análisis de Brothers: A Tale of Two Sons (PC, PS3, Xbox 360)

Después de una generación plagada de shooters agradecemos enormemente el encontrarnos con un juego como éste. Starbreeze, la compañía sueca encargada de desarrollarlo, ya ha dado muestras de su calidad a lo largo de los últimos años, pero sentíamos cierta curiosidad por verlos fuera de su zona de confort.

Gracias a ellos pudimos disfrutar del genial Crónicas de Riddick de la primera Xbox, un FPS de aspecto técnico puntero y unas mecánicas jugables que introducían un interesante toque aventurero, que ayudó a destacarlo por encima de la competencia. Años más tarde, con la salida de las nuevas consolas, realizaron otra gran adaptación, esta vez del comic The Darkness, en otro shooter en primera persona que se apoyó en una gran narrativa. Estos trabajos consiguieron que Starbreeze se ganara un merecido respeto y admiración por parte de prensa y público, un hecho que propició que todos nos fijáramos en la vuelta de Syndicate, el que es quizás su juego menos brillante. Las bajas ventas de esta producción, que contó con la ayuda de EA, han llevado a Starbreeze a abrir otros frentes, y el más inmediato está en el juego que hoy nos ocupa.

Brothers: A Tale of Two Sons es un proyecto distinto a todo lo que han hecho anteriormente. Para empezar, se trata de una producción destinada al mercado digital, y la primera evidencia es su presupuesto, notablemente inferior al de anteriores trabajos. Otro de los motivos es el concepto elegido, bastante más familiar y asimilable por el usuario acostumbrado a probar juegos descargables, donde encontramos maravillas como el galardonado Journey. De hecho, Josef Fares, director de cine y máximo responsable de este título, se ha declarado fan de la obra de thatgamecompany, un detalle fácilmente observable en el desarrollo de Brothers.

Pero la historia de estos dos hijos y hermanos no solo vive de referencias. Comparte aspectos con el mencionado Journey, con ICO e incluso con Limbo, pero además tiene la suficiente personalidad para poder hacerse un hueco. Starbreeze ha conseguido una gran experiencia que no solo trasciende en lo emocional, sino que sabe valerse gracias a un curioso sistema de control y a una serie de mecánicas que nos dibujarán una sonrisa en la cara. Es difícil escribir sobre un producto que debe ser jugado para entenderlo al completo, pero igualmente vamos a tratar de contaros qué os vais a encontrar en uno de esos títulos que consiguen dejar una huella única e imperecedera.

La historia de dos hermanos

El punto de partida que nos propone Brothers es el de dos hermanos que han perdido a su madre. De hecho, la secuencia de introducción nos lleva al momento fatídico, para así darle fuerza a un mensaje que pretende calarnos hondo. Dicho mensaje lo conoceremos durante los primeros minutos del juego, ya que el padre de ambos cae enfermo, y solo el "agua de la vida" conseguiría curarlo. Ahí es donde empieza la aventura, con dos chicos jóvenes a los que se les entrega un mapa con una serie de indicaciones. No sabemos cuál es exactamente nuestro destino, solo tenemos un trozo de papel y todas las ganas del mundo para encontrar el antídoto que evite otro fatal desenlace.

Después del impacto emocional nos topamos con el jugable. Controlamos a los dos hermanos a la vez, pero de manera independiente. Para ello haremos uso de ambos sticks, el izquierdo para el hermano mayor y el derecho para el pequeño, dejando los botones superiores para interactuar con el entorno y girar la cámara. Es algo parecido a lo visto en The Adventures of Cookie & Cream de PlayStation 2, y de hecho se comparte la mecánica de puzles, pero obviamente el contexto es muy diferente.

Primero, la narrativa de Brothers está exenta de diálogos. Esto puede ser arriesgado, pero se ha resuelto muy bien. Aunque tengamos un objetivo marcado, que por norma general está sutilmente indicado gracias a la cámara y a los disimulados pasillos, contamos con la opción de perdernos para interactuar con el entorno. Aquí descubriremos a otros ciudadanos, con los que comprobaremos la definida personalidad de cada uno de los hermanos. Por ejemplo, el mayor, un adolescente de unos 15 años de edad, suele responder de una manera sobria, abrupta, pero al fin y al cabo racional. Sin embargo, el pequeño, de unos 9 años, tiene un perfil mucho más alegre, sensible y creativo. En uno de los momentos nos topamos con un hombre tocando su arpa, y mientras que el mayor apenas pudo rasgar las cuerdas sin sentido, el pequeño consiguió tocar una melodía esperanzadora. Así hay mil ejemplos, ya sea con personas o con el propio escenario, lo que es sin duda una manera muy original de conocer mejor a los protagonistas.

Dichos matices no solo ayudan a saber más sobre ellos, sino a la toma de decisiones. Por ejemplo, el pequeño puede pasar entre barrotes para poder alcanzar una palanca aparentemente inaccesible, pero sin embargo no sabe nadar, y es ahí donde entra la superioridad física del mayor. Siguiendo con el rumbo de la narrativa y como podéis imaginar, tampoco se nos explica qué hacer en cada puzle, sino que lo debemos adivinar nosotros mismos. Cabe decir, eso sí, que el juego no tiene grandes rompecabezas, pero sí exige que estemos atentos en todo momento. La mayoría de desafíos se basan en palancas que debemos activar entre dos personas, como puentes levadizos y demás. También se echa mano de puzles de peso, como balanzas que debemos equilibrar, ya sea para elegir una dirección o para transportar un objeto de un sitio a otro.

Esta peculiar manera de comunicarnos y el control de dos personajes con un solo mando da lugar a colaboraciones constantes. No hay botones de ataque, pero sin embargo sí debemos superar algún que otro enfrentamiento. Estos además no necesitan terminar con el enemigo abatido, sino que podemos huir o atraparlo para que deje de perseguirnos. Siempre se piensa en la fragilidad de los hermanos frente a un mundo de fantasía lleno de criaturas imposibles, y se le da prioridad al ingenio por encima de la fuerza. De todas formas, notaremos enseguida que Brothers se apoya sobre todo en su narrativa. Aunque sea jugable casi en cualquier momento, muchas de sus secciones son simplemente contemplativas. Hay incluso unos bancos repartidos por el escenario donde podremos sentarnos para reflexionar. Nos servirán para analizar el entorno o simplemente para descansar, porque es un juego pensado para acabárselo en una sola sesión, y en más de un momento necesitaremos un respiro que nos despeje la mente después de tantas estacadas directas al corazón.

Visualmente imponente

Un concepto tan poderoso como el de Brothers necesita un apartado artístico acorde con una historia que llega al límite. Starbreeze ha recurrido para ello al uso del Unreal Engine, maquillándolo, eso sí, con un efecto acuarela parecido al visto en Dishonored. También nos va a recordar a Fable, especialmente por el aspecto caricaturesco de los personajes y por los escenarios, donde predominan praderas frondosas y paisajes fantásticos. Se toman licencias como mezclar criaturas y mecanismos de todo tipo, y no debería sorprendernos encontrar gigantes, orcas asesinas y tribus indígenas en apenas unos metros, pero no es para nada algo negativo, sino que forma parte de un mundo ideado así adrede, donde no serán pocas las veces en las que dudemos si lo que ha pasado es real o simplemente se trata de una alucinación de los hermanos.

Gran parte de la carga emotiva del título se apoya en las extraordinarias vistas que nos regalan. No es un producto de texturas ultra detalladas ni modelados realistas, sino que opta por ángulos de cámara perfectamente colocados, una genial iluminación y un mundo que estéticamente nos consigue atrapar desde el inicio. Además, la banda sonora acude al rescate solo en ciertos sectores, llegando a ser partícipe directa en los momentos de lágrima fácil, a los que se llega varias veces en la aventura. El conjunto funciona de manera excepcional, siendo bonito sin ser empalagoso y dejando que el silencio ayude a sumergirnos, hasta que de pronto una melodía melancólica trate de manipularnos en el buen sentido.

Hemos encontrado algunos fallos como la habitual carga tardía de texturas del motor de Epic, y también algún que otro bug durante los cambios de cámara, que incluso nos han llegado a impedir que avanzáramos, teniendo que reiniciar el último punto de control. De todas maneras y pese a esos pequeños altibajos, técnicamente es todo lo que pretende. Carece de interfaz y diálogos, por lo que los bellos paisajes escandinavos adquieren un gran protagonismo. Solo se le puede achacar alguna incoherencia, pero nada grave que chirríe. Siempre hay un detalle que admirar con el que incluso podemos interactuar, y solo el mero hecho de hacerlo nos va a proporcionar un momento de reflexión, acorde con la particular sensibilidad que nos transmiten estos dos chicos.

Una experiencia que debes disfrutar

Brothers: A Tale of Two Sons nos ofrece un viaje en montaña rusa de apenas 3 horas de duración, con momentos de belleza inigualable y otros de extrema crueldad. Es una experiencia única que debe ser jugada, para comprobar que las comparaciones con Journey o Limbo tienen fundamento. Es cierto que el control es difícil de asimilar, y de hecho puede que sea lo que os eche atrás a las primeras de cambio, pero con la práctica se consigue dominar, y además nos tiene reservada una genial vuelta de tuerca en la recta final.

Sus principales problemas no tienen que ver con la duración, sino más bien con un ritmo algo irregular y la falta de desafíos que nos hagan estrujarnos el coco. Su estética tampoco enganchará a todo el mundo, pero ahí entramos en gustos. Igualmente, la primera pasada a este título nos ha parecido conmovedora. Tiene momentos que en cualquier otro juego carecen de significado, y que aquí son tratados con suma elegancia. Acciones como devolver algo muy importante a su dueño o el simple hecho de liberar a un pájaro de su jaula tienen mayor peso de lo que parece, haciéndonos reflexionar sobre cuestiones cotidianas de nuestra vida.

Concluyendo, hacía tiempo que un juego no nos ponía en esta tesitura. Es una de esas aventuras que hay que jugar, porque es única y tiene esa magia que solo algunas obras consiguen transmitir. La inocencia de dos niños huérfanos y la búsqueda de lo desconocido componen el que es uno de los mejores juegos descargables del año. Toda una sorpresa para los jugadores y una buena muestra de que el talento no solo se debe limitar a un género, así que reservad unas horas de tranquilidad en estas largas tardes de verano y abrid la mente, porque la experiencia seguro que merece la pena.