Análisis de World of Zoo (NDS)
Los juegos de simulación parecen ser una de las categorías que más fuerte han pegado en el mercado de los videojuegos durante los últimos años, sobre todo gracias al impulso que Nintendo ha dado a un nuevo género de títulos donde la interactividad, el buen humor y la falta de violencia o contenido adulto se hacen extremadamente notables. Los llamados "juegos familiares", o "juegos casuales", inundan los hogares de medio mundo gracias a las consolas Wii y Nintendo DS, si bien esta última ha salido mejor parada de este movimiento reaccionario por parte de la compañía, dado que no ha dejado tanto de lado al consumidor de videojuegos de contenido más adulto como su hermana mayor. De hecho, el catálogo de Nintendo DS admite prácticamente todas las propuestas posibles, hecho que representa una de sus mejores bazas a la hora de valorarla.
Pero, aún así, los juegos familiares existen también en la portátil, y múltiples pruebas de ello tenemos cada mes en el listado de lanzamientos para la consola. Los ejemplos más sonados de este hecho son las continuas apariciones de la serie Imagina ser..., de Ubisoft, que actualmente podemos encontrar en cualquier quiosco de barrio.
En este caso, nos encontramos ante un simple y educativo simulador de zoológico, en el que deberemos encargarnos de la gestión, manutención y cuidado de once especies de animales salvajes. Pero el juego nos ofrece una experiencia muy alejada de los simuladores de gestión a los que estamos acostumbrados, dado que, de hecho, no se trata, ni por asomo, de un juego de la misma categoría.
Muy alejado de los simuladores del estilo del clásico Sim City y derivados (o incluso clónicos), World of Zoo nos ofrece una propuesta sencilla y alejada de toda complicación, más cercana al clásico Nintendogs que al de un simulador de gestión de recursos al uso. Los animales salvajes que tendremos a nuestro cargo son, más bien, unos adorables animalillos, mansos como ellos solos, que sólo pensarán en comer y jugar. Y, de hecho, lo único que deberemos hacer para que sean felices en nuestro zoo es alimentarlos y jugar con ellos...
Este zoo no nos dará ningún problema que debamos solventar como responsables de su dirección, y de hecho no tendremos que preocuparnos de asuntos como el cuidado de las instalaciones o de la falta de alimento, ya que el juego no nos dejará nunca sin recursos, por mucho que demos cuenta de ellos. De hecho, lo único de lo que deberemos preocuparnos es de ir desbloqueando todos los objetos extra para cada uno de los hábitats de nuestros animales preferidos, así como las diferentes especies de animales del juego, y poco más. Lamentablemente, poco más. Ciertamente, el juego no nos propone ningún reto sugerente que pueda convencernos de pasarnos más de unos minutos al día con él, en caso de que tengamos la paciencia para continuar jugando con él después de la primera partida.
Once especies de animales y un jugador
Los preceptos básicos de World of Zoo radican en la creación de diferentes individuos de las especies que vayamos bloqueando dentro de nuestro zoológico particular, mediante un editor de personajes que nos permitirá modificar diferentes aspectos de la fisonomía de nuestra animal, incluyendo sus colores, las formas de su cabeza, cuerpo y extremidades, tamaño y, por supuesto, carácter. En principio, parece que todo ello determine la respuesta del animal frente a su cuidador (nosotros), así como el carácter predeterminará las ganas que el bicho tenga de dormir, comer, jugar o armar bronca. Al final, todos nuestros animales nos parecerán bastante iguales entre sí, y su comportamiento no será tan extremadamente diferente como para establecer diferencias notorias entre los integrantes de una misma especie.
Menos mal que los desarrolladores del juego pensaron en la posibilidad de modificar los modelos de cada uno de los individuos de cada especie, aparte de darnos la opción de ponerles el nombre que nos venga en gana. Aún así, el resultado ha quedado bastante chapucero, ya que, por muchos personajes que creemos, lo que cada uno de ellos nos demande durante la partida, aparentemente, parece totalmente arbitrario. Tendremos a nuestra disposición un icono de objetos y alimentos que podremos utilizar cada vez que uno de nuestros animales nos pida algo: mediante un globo de texto, veremos lo que ese animal desea, y pulsando sobre dicho globo, podremos seleccionar el objeto o alimento en cuestión y dárselo al individuo demandante. Así, iremos haciendo felices a nuestros animales, y subirá nuestra puntuación en estrellas, estrellas que, por otro lado, nos servirán para comprar nuevas especies que añadir a nuestro zoo, individuos especiales exclusivos del juego, así como una serie de fichas informativas para cada una de las especies de animales que pueblan el título.
Podremos, por otro lado, acariciar a nuestros animales tocándolos con el lápiz táctil, siendo ésta una manera segura de mejorar el afecto que dicho animal siente por nosotros, aunque mucho más lenta que consentir a todos sus deseos. Según vaya aumentando la ristra de corazones situada en la zona izquierda de la pantalla superior de nuestra consola, el nivel de afecto por su cuidador de nuestro animal crecerá, lo que nos ofrecerá un mayor número de estrellas, claro está. Por otra parte, a medida que nos ganemos el afecto de los diferentes animales de nuestro zoo, podremos meter más individuos en el recinto dedicado a cada especie, aunque no podremos albergar más de tres individuos por recinto.
También podremos colocar diferentes elementos y objetos en cada uno de los recintos de cada especie, objetos que, en algunos casos, nos permitirán embarcarnos en determinados minijuegos. Estos minijuegos serán, realmente, las únicas dosis de acción que veremos en el título, ya que el resto del transcurso de nuestras partidas serán extremadamente tranquilas. Por último, podremos acercarnos al individuo que deseemos dentro de un recinto determinado y verlo de cerca, con una clara descripción de su nivel de afectividad y felicidad, así como una breve descripción de la personalidad y la historia del mismo, en caso de poseerla, si pulsamos el icono de los prismáticos y, posteriormente, pulsamos sobre el individuo cuyo comportamiento deseemos observar.
Otras instalaciones
El juego, por otro lado, nos ofrece la posibilidad de albergar a un cierto número de animales en la guardería, aparte de ofrecernos ciertas opciones multijugador ciertamente interesantes, como la posibilidad de intercambiar animales con otros jugadores mediante la conexión local de nuestra consola, así como la opción de visitar el zoológico de otros compañeros de juego, dejando a su vez que nuestros amigos puedan ver nuestro propio zoo, tanto mediante el uso de una sola tarjeta de juego como utilizando una copia del juego para cada jugador.
Pese a todo, la acción del juego se vuelve pronto monótona y aburrida, ya que poco más hay que hacer aparte de acariciar a nuestros animales (o asustarlos, si nos acercamos a ellos con el stylus con demasiada brusquedad), alimentarlos u ofrecerles juguetes para que se diviertan. Los pocos minijuegos que encontraremos en el juego no son tampoco ningún deje de originalidad, y probablemente por sí solos no justifiquen la compra del título.
Apartado técnico
Por otro lado, técnicamente el juego no es ninguna maravilla. Los ritmos exóticos de los diferentes temas de la banda sonora del juego, adecuados para cada una las especies que alberga nuestro recinto, acaban por volverse tan repetitivos y monótonos como la misma acción que acompañan, y los efectos de sonido son, por lo general, bastante poco creíbles, e incluso deleznables en algunos casos, como los gruñidos de plantígrados y koalas, ciertamente desagradables al oído una vez los hayamos oído repetidas veces.
Gráficamente, pese a que el juego ha sido desarrollado mediante modelados de personajes y escenarios tridimensionales, el juego deja mucho que desear. Las texturas de animales y escenarios, así como las animaciones que dan vida a los inquilinos de nuestro zoo, son bastante poco atractivas, y los mismos animales, poco realistas, sobre todo teniendo en cuenta que los podemos modelar a gusto, dándoles formas, tamaños y colores que, en ocasiones, poco tienen que ver con la realidad natural.
En lo que se refiere al control, cabe decir que se realiza totalmente a través de la pantalla táctil, aunque éste no ha sido implementado todo lo correctamente que cabría esperar: la precisión de nuestros movimientos por los diferentes escenarios es escasa, y ya no digamos cuando queremos pulsar sobre un objeto para arrastrarlo hacia un lugar determinado (donde se encuentre nuestro animal objetivo, presuntamente): la mayor parte de las veces deberemos de llevar a cabo un par de intentos hasta que consigamos llevar el objeto elegido hasta el lugar deseado, debido a que el control no responde adecuadamente y los objetos se escaparán, literalmente, de nuestras manos (o del influjo de nuestro stylus, vaya).
Conclusiones
World of Zoo es un simulador mediocre, tanto si lo consideramos como simulador de gestión de un zoo como si lo tratamos dentro de la categoría de juegos de cuidado de diferentes especies animales, como podría ser la saga Nintendogs. No está claro qué pretende ofrecer al jugador exactamente, ya que da muchas opciones, pero en ninguna profundiza. Lo que sí está claro es que es demasiado insulso y aburrido como para pasarnos más de unos pocos minutos al día con él, en caso de que queramos repetir más de una ocasión la partida. Eso sí, puede ser un título muy adecuado para los más jóvenes amantes de la fauna, ya que la acción del juego parece enfocada hacia un público de edad temprana y, por otro lado, la información de cada especie viene documentada muy notablemente.