Análisis de Sonic Chronicles: La Hermandad Siniestra (NDS)
A estas alturas, tanto en el mundo del PC como en el de las consolas, pocos dudarán de que BioWare es un estudio de calidad contrastada a la hora de ofrecer juegos de rol de corte occidental. Y eso es algo que va mucho más allá de las diferencias estéticas que puede haber con los títulos nipones, pues está mucho más próximo, de hecho, al concepto mismo del rol como construcción de un personaje y una libertad de movimientos frente al jugador que asume un rol determinado ante una sucesión de hechos mucho más pautados. La diferencia que hemos plasmado es, sí, algo burda y poco concreta, pero bien sirve para comprender algunas de las diferencias esenciales que marcan y distinguen a los grandes representantes de cada subgénero del rol.
¿Y qué pasa cuando a un grupo de esa índole se le encarga un juego para portátil protagonizado por el mayor icono de una compañía japonesa? Pues eso es lo que vamos a descubrir en Sonic Chronicles, un videojuego en el que la mascota de Sega sigue los pasos de Mario y se adentra, también, en el mundo del rol. Si la primera incursión de Mario fue de mano de Square (y que tras más de diez años ya podemos disfrutar los europeos, aunque sea sólo en inglés, a través de la Consola Virtual de Wii), el respaldo que Sonic encuentra en BioWare no es menos. Después de todo ofrecer una carta de presentación que incluye juegos como Baldur’s Gate o Caballeros de la Antigua República no es moco de pavo.
Tendremos que ver, por tanto, no sólo si estamos ante un juego de rol a la altura de las circunstancias, sino también cómo ha conseguido BioWare captar la esencia del mundo de Sonic, que le es bien ajeno, y, también, cómo se han desenvuelto en un contexto como el de Nintendo DS, pues es éste el primer trabajo para portátil de la compañía.
El argumento del juego empezará con una premisa tan simple como mandan los cánones del género en el que nació el protagonista. Ya sabéis: una princesa secuestrada, unos plátanos robados, unas esmeraldas desaparecidas... y precisamente eso ha sucedido, de manera que, una vez más, las Esmeraldas del Caos han sido sustraídas. ¿Estamos otra vez ante un acto del orondo, bigotudo y odioso Mar... digo, Dr.
Robotnik? Bueno, lo cierto es que eso es imposible hasta cierto punto, pues manteniendo la línea de los últimos juegos se está imponeniendo (y parece que ya podemos darlo por definitivo) el nombre original japonés de Eggman. Pero no, descartadlo. La culpa ha sido de unos seres mecánicos del espacio exterior con muy malas pulgas. Además, Eggman saldrá, pero seguirá la hermosa tradición que hasta ahora han seguido los archienemigos plataformeros cuando se pasan al rol.
Lo cierto es que la historia no va a alcanzar realmente unas dimensiones épicas, y en hasta cierto punto puede llegar a afirmarse incluso que ésta se mantiene com un hilo conductor para desplazarnos por los diferentes entornos, personajes y retos que va a proponer el juego, pero sin llegar a darle la importancia capital que puede tener en otros juegos del género. La verdad es que esto dota al juego de un desarrollo mucho más liviano y lo hace francamente accesible a jugadores inexpertos y, también, a jovencitos. Hará las delicias de los más apasionados por los personajes del mundo de Sonic, pero salvando a ese grupo, lo cierto es que la historia es poco más que una excusa para ir de un punto a otro, investigar las escenarios, enfrentarse a enemigos, etc.
La estructura del desarrollo de la aventura se divide en dos secciones bien diferenciadas, que son los momentos de exploración y los de lucha. Cuando nos movamos por los escenarios, lo haremos pasando por secciones independientes que nos recordarán en mayor o menor grado a algunas de las fases más clásicas de los juegos de plataformas, como la veteranísima Green Hill Zone. Eso sí, llegado cierto punto en el juego se introduce un cambio en la ambientación bastante radical que, todo sea dicho, se agradece bastante y da más libertad creativa a los programadores.
Por los escenarios nos movemos empleando completamente la pantalla táctil, aunque en pantalla, mientras exploramos los entornos, sólo habrá un personaje en pantalla aunque en nuestro equipo haya varios. Será importante en determinadas ocasiones cambiar de personaje para aprovechar sus habilidades especiales para poder llegar a zonas de otro modo inaccesibles, todas ellas, claro, sacadas en su mayor parte de los plataformas de la saga de manera que, sin ir más lejos, Knuckles puede escalar, Tails puede volar con sus colas, etc. Combinando las diferentes habilidades (y no es necesariamente una por personaje) podremos solventar puzles, encontrar ítems escondidos y, sobre todo, avanzar hacia el desenlace del juego. Entre esos objetos desperdigados estarán los huevos de Chaos, con unos cuarenta repartidos por todo el juego para criar en el Jardín más tarde.
Los Chaos no son sólo un elemento más, pues al criarlos pueden servir para que, a la hora de asignarlos a uno de nuestros personajes, puedan influir en sus estadísticas y habilidades, como potenciar la defensa o el ataque ante elementos concretos, sin ir más lejos. Es, además, posible intercambiarlos con otros jugadores, algo que puede ser muy importante pues mediante ese intercambio los Chaos suben de nivel potenciando sus ventajas... y no hay otro modo de conseguir ese efecto, nos tememos.
Movernos por los escenarios no es, sin embargo, un placer jugable tan intenso como el visual. Los escenarios, como los personajes, han sido tratados de lujo desde un punto de vista artístico logrando una estética que consigue transmitir la sensación de que todo ha sido pintado a mano, pero hay un pequeño inconveniente: la perspectiva, y que no todo lo que se ve es accesible. De algún modo, al diseñar los puntos en los que hay "suelo" y los que no, vemos que hay algunas incoherencias, de manera que en ocasiones los lugares que se ven y parecen plenamente transitables no lo son. Y a eso hay que añadir que en otras situaciones objetos grandes, como casas, nos tapan la visibilidad. Ese tipo de fallos se repiten en realidad en bastantes ocasiones a lo largo de la aventura, lo que hace que al combinar los puntos a los que parece que se puede llegar pero no, y los puntos en los que la perspectiva juega en nuestra contra, se pueda encontrar uno con elementos de ligera frustración con cierta frecuencia. No es que perjudique realmente a la jugabilidad, pero sí es molesto.
Los combates, que son el otro gran elemento del juego, son bastante similares a lo que podemos esperar en cualquier juego de rol por turnos, con todos los miembros de nuestro equipo en pantalla, enfrentados a los enemigos en una perspectiva isométrica. Las luchas pueden ser incluso muy abundantes, pues los enemigos se van regenerando, y para empezar a luchar basta con acercarse a su representación en pantalla. Entonces, pasamos al modo de combate y, como sucedía al movernos por los escenarios, el control sigue centrándose por completo en la pantalla táctil.
Las luchas combinan elementos muy tradicionales con otros más refrescantes que nos recuerdan a los minijuegos de ritmo más tradicionales o, incluso mejor (aunque salvando las distancias), al genial Elite Beat Agents. para realizar los ataques especiales. La verdad es que eso aporta un desarrollo ligero, poco pesado, a los combates, alejándolo de los maratonianos enfrentamientos que los juegos más clásicos pueden llegar a ofrecer. Todo ello sin distanciarse de un sistema de menús completamente clásico, que nos da acceso a opciones de ataque, defensa, inventario, etc. Las acciones que escojamos pasan a una lista (algo que nos recuerda a títulos anteriores de BioWare) en la que se alternan las decisiones que tomemos para cada personaje, lo que da lugar a múltiples posibilidades combinatorias. Por ejemplo, se puede cambiar el estado de un enemigo para debilitarlo y, acto seguido, hacer un ataque directo. Obviamente, las posibilidades son muchas, y si bien es cierto que la historia es algo simple, el concepto jugable de los combates nos ha resultado lo suficientemente profundo.
Los golpes especiales son los que, decíamos, nos recuerdan al juego musical de iNiS, pues se basan en realizar trazos sobre la pantalla táctil. Por ejemplo, y según el tipo de ataque especial, hay que dibujar una línea entre dos puntos, o incluso pulsar en unos círculos en el momento justo. Una tercera posibilidad es pulsar repetidamente, a toda velocidad, en un punto concreto. Esas tres opciones de trazo o pulsación sobre la pantalla se pueden combinar libremente para desatar de manera efectiva los diferentes golpes especiales de cada personaje o, también, para defendernos cuando un enemigo nos haga su propio ataque especial.
Todo el sistema funciona francamente bien y nos ha gustado mucho, dando un toque muy especial a las luchas. Es evidente que la frescura se pierde pronto, pero incluso cuando ya dominamos al completo estas características el sistema sigue convenciendo, dando un sistema dinámico que nos ha convencido y sorprendido muy gratamente. Es más, está claro que se ha trabajado mucho más todo el tema de los combates, situándolo muy por delante de los momentos de exploración. Eso sí, la dificultad es algo baja; suponemos que esto hace el juego más accesible a todos los usuarios, pero le falta un puntito de dificultad adicional para ponernos en aprietos, pues en cuanto no cometamos fallos graves en el control para los ataques especiales, todo el juego será un paseo.
Sonic Chronicles: La Hermandad Siniestra es un buen juego de rol, divertido y ameno, que combina algunos defectos con bastantes virtudes. La dificultad es siempre una cuestión subjetiva, pero la verdad es que estamos absolutamente seguros de que subir un poco el nivel le hubiese beneficiado, sobre todo en la recta final, o al menos para conseguir una evolución progresiva de ésta que dé sensación de superación. Y luego están los fallos técnicos.
Ya hemos explicado que las partes en los que nos movemos por los escenarios pueden tener sus momentos de frustración por algunos problemas técnicos, y eso sí puede ser molesto en ocasiones. Se compensa, al menos, con un buen sistema de combates que, siendo tradicional, logra distinguirse con una personalidad propia y unas buenas características originales. Pero claro, esos fallos impiden que estemos ante un juego realmente redondo.
En cualquier caso, lo que es innegable es que Sonic ha entrado por la puerta grande en este género, y se convierte en una interesante apuesta que convencerá con buenos argumentos a los aficionados al erizo azul y sabrá ofrecer cosas interesantes a los aficionados al género, pues a buen seguro le perdonarán sus faltas y saborearán con gusto sus virtudes.