Análisis de Ridge Racer DS (NDS)
Nintendo DS no lleva muchos meses en el mercado pero ya ha tenido varios juegos de conducción, siendo un género especialmente bien dotado en el por el momento reducido catálogo de la consola. Sin embargo, y aunque hay grandes nombres como Need for Speed Underground, todavía no existe un referente claro en la portátil de Nintendo. La compañía en colaboración con Namco intenta hacer que eso cambie con este Ridge Racer DS, quedándose, al igual que NFSU2, a medio camino, ofreciendo una buena experiencia de juego pero que dista de ser sobresaliente.
Ridge Racer DS es un remake de Ridge Racer 64, a su vez adaptación de la saga inicial para PlayStation a los cartuchos de N64. No puede decirse que se trate de una conversión de ninguno de los primeros RR, sino de una especie de síntesis entre ellos, incluyendo circuitos y coches, y un nivel gráfico similar. El juego cuenta además con la interesante opción de controlar al coche usando la pantalla táctil, que inicialmente está desactivada.
Tanto con stylus como con la yema de los dedos podremos elegir mover nuestro coche, siendo éstas técnicas que llevan un notable tiempo de aprendizaje por lo diferente que resulta a la forma estándar de conducir, pero que a largo plazo resultan satisfactorias para el jugador si tiene la paciencia de invertir lo bastante tiempo en su aprendizaje, algo que no tiene por qué ocurrir. Para aquellos que no sean proclives a los experimentos el pad digital servirá, aunque no tendrán tanta sensibilidad en el control.
El juego está dividido en cuatro modos, siendo el último de ellos el multijugador, que permite que hasta seis jugadores compitan sin hilos, incluso con solo una tarjeta de juego, aunque la selección de coches estará limitada en este caso. Los otros tres modos para un jugador son el clásico modo de carrera simple y contrarreloj, y la "chicha" del juego, el modo Grand Prix, donde podremos ir desbloqueando nuevos coches y circuitos. Nintendo no se ha devanado los sesos en este sentido y en vez de agrupar las carreras en torneos, están divididas por niveles y por juegos, de forma que hay tres rutas diferentes para avanzar, pudiendo cambiar a cada una de ellas cuando queramos, pues el interfaz de selección es una cuadrícula.
Este Grand Prix consiste por lo tanto en ir ganando carreras para así avanzar hacia la siguiente, y en éstas nos enfrentaremos a 11 rivales que intentarán ponernos las cosas más o menos difíciles. El sistema sigue siendo el mismo de siempre: salimos de últimos, y poco a poco tendremos que ir adelantando a los rivales hasta quedar de primeros. Adelantar a los adversarios es más una cuestión de tiempo que de habilidad ya que normalmente podremos adelantarlos sin problemas ya que por norma general nosotros iremos más rápido que ellos; podría decirse que la clave es lograr adelantar a los once dentro del límite de vueltas establecido.
Paralelamente a las victorias en los circuitos, tendremos ocasión de jugar en los Car Attack, pruebas en las que nos enfrentaremos a un solo coche en un circuito y que al ganarlas tendremos acceso a ese coche al que nos hemos enfrentado. La selección de coches del juego es numerosa y variada, contando con clásicos de la saga Ridge Racer y el añadido de poder configurar el color con un cómodo selector que se controla con los botones R y L.
Este sistema de juego resulta sencillo y muy adaptado a la idea de "partida rápida", pero sin embargo adolece de ciertos fallos que enturbian la experiencia de Ridge Racer DS. El primero y más evidente es que el juego acaba resultando muy limitado. Aunque hay bastantes coches y circuitos, no existe un modo torneo que nos ofrezca la posibilidad de competir por puntos en grupos de circuitos y eso hace parecer al juego un tanto soso y sobre todo reduce las posibilidades de jugar a los circuitos simples del modo Grand Prix o a los duelos del Car Attack.
El otro gran fallo radica en el control del juego y su jugabilidad en general. Ridge Racer DS usa un sistema de derrape simplificado y alejado de la complejidad de las versiones de PS One; cuando derrapemos, el coche seguirá una especie de carril predefinido por la máquina, y nuestra única preocupación será la de orientar bien el vehículo para cuando salga del "trance". Esto le resta enteros a la jugabilidad y hace que el juego pierda profundidad. La otra tara del apartado jugable es el extraño sistema de colisiones, que hace que rebotemos como si fuésemos de goma al chocar, y que no las detecta demasiado bien.
Habrá ocasiones en las que solaparemos a un coche con el que chocamos antes de rebotar. El coche rival no se "enterará" de que choca, pues no cambiará en absoluto su trayectoria. Estos dos detalles resultan bastante graves y empeoran lo que en teoría es una buena jugabilidad arcade. Ya estaban presentes en mayor o menor medida en la versión para Nintendo 64 del juego y no han sido subsanados en esta ocasión.
A nivel gráfico Ridge Racer DS puede resultar muy decepcionante si se compara con la inminente versión –aunque son juegos completamente diferentes- para PSP, pero en lo que a Nintendo DS se refiere queda en buen lugar frente a sus competidores. Los escenarios tienen bastantes detalles y la sensación de velocidad es adecuada, complementada con un buen modelado de los vehículos y un colorido muy variado y vistoso por norma general en todos los escenarios. Las texturas pierden mucho detalle cuando uno se acerca, demostrando la baja resolución a la que están, mientras que el sistema de colisiones es más bien un defecto jugable que del motor gráfico. El juego en definitiva es decente en gráficos, aunque puede decepcionar a más de uno que se espere una virguería.
El apartado sonoro es el mejor de los presentes en Ridge Racer DS, con una banda sonora de música electrónica bastante variada y adecuada al juego. Sin embargo, en los efectos de sonido resulta evidente la avanzada edad de este título, y el ruido del motor dista mucho del realismo habitual en los últimos juegos del género y se acerca más al zumbido de los clásicos de hace unos años. Esto crea un contraste llamativo, y negativo, para el jugador. Por otra parte, el announcer de los Ridge Racer sigue presente, dándonos ánimos para seguir conduciendo a toda velocidad.
En conclusión, Ridge Racer DS no resulta un mal juego de velocidad pero adolece de ciertos defectos que hacen que su compra no sea una recomendación directa sino supeditada a los gustos de los jugadores y a la necesidad que tengan de un juego de velocidad para su Nintendo DS. Ridge Racer DS no es malo pero resulta desfasado en varios de sus apartados y las novedades que trae, como el uso de la pantalla táctil, no están lo suficientemente bien implementadas para resultar intuitivas, sino que necesitan mucha práctica. Aunque es un juego simplemente decente, no queda lejos de los otros exponentes del género en Nintendo DS (Asphalt y Need for Speed), por lo que el jugador tendrá que decidir si realmente necesita ya un juego de velocidad o le conviene esperar a que salga uno sobresaliente, y si el caso es el primero, qué estilo se adapta más a sus gustos.