Análisis de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales (NDS)
Los chocobos son unos simpáticos animales que, bajo un aspecto u otro, han aparecido, entrega tras entrega, en la serie Final Fantasy, hasta tal punto que han tenido algunos juegos dedicados a ellos, centrados en la exploración de mazmorras. Final Fantasy Fables: Chocobo Tales se suma a estos títulos con una apuesta diferente en la consola portátil de Nintendo.
Lo hace con un estilo visual que irradia colores intensos desde el primer momento, capitalizado por el amarillo-chocobo que va a ser tan habitual en el título, y su consciencia de estética a la del cuento, no sólo por estar orientado a un público joven, sino porque un libro va a ser, precisamente, un elemento esencial en toda la concepción del videojuego.
Y es que no tardaremos mucho en conocer, claro, al chocobo protagonista –esto es, nosotros- a la joven Shirma, una simpática chica, el aficionado a la lectura de Croma, un mago negro de buen corazón que, sin embargo, nos pondrá en problemas, al traer un libro extraño que no es sino Bebuzzu el Tenebroso, un tomo mágico y maligno que absorbe a la mayoría de los habitantes de la granja de chocobos donde se inicia la aventura, encerrándolos en libros mágicos, mientras intenta recuperar todos sus poderes mediante unos cristales.
Esta granja está en una pequeñita isla protegida por los cristales mágicos del fuego, la tierra, el agua y la luz. Claro, son los cristales que Bebuzzu ansía poseer.
Nosotros, aunque sólo somos un joven chocobo, seremos los encargados de superar todas las pruebas que salgan a nuestro paso para impedir que el maligno ser encarnado en libro se haga con todo el poder de antaño.
El título está diseñado de manera que lo podemos controlar completamente con la pantalla táctil, deslizando el stylus por la pantalla o pulsando sobre los diferentes elementos, como otros personajes para hablar con ellos, u objetos para interactuar. Por supuesto, si lo que preferimos es optar por un sistema de control más tradicional, también podremos hacerlo, usando la cruceta digital para movernos y os botones frontales para, por ejemplo, ir al menú, hablar, etc. En realidad, descubriremos que el sistema más eficiente (sobre todo por los retos que nos vamos a ir encontrando) es la pantalla táctil, pero desde luego se agradece poder contar con varias opciones de control.
Y es que la jugabilidad de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales va combinando elementos de exploración, lucha por cartas y minijuegos, de manera que la experiencia resulta muy variada gracias a los diferentes tipos de juego que se integran. De esta manera, la estructura básica es la de, en un primer momento, buscar uno de los libros mágicos en los que están encerrados nuestros amigos. Al hacerlo, seremos transportados al interior de sus páginas, donde se nos presentarán minijuegos que tendremos que ir superando para avanzar en la aventura, estando muchos de ellos basados en cuentos clásicos, fábulas, y demás (Esopo, sin ir más lejos, aparece en varias ocasiones), aunque siendo siempre adaptaciones al mundo de Final Fantasy. La estética de estos momentos es lo más destacable del juego en el terreno artístico, por sus cuidados gráficos en dos dimensiones que buscan emular ilustraciones de libros de fantasía y cuentos de hadas.
Estos minijuegos tienen, casi siempre, un componente de enfrentamiento contra la máquina, aunque se nos presenta también un reto en el que superarlo en un tiempo determinado o alcanzar una puntuación concreta. De hecho, según avanzamos en la aventura, vamos consiguiendo que más y más juegos aparezcan como disponibles en la opción de Partida Rápida del menú principal de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales, con el siempre interesante componente de mejorar nuestros registros.
No podemos olvidar, tampoco, que el juego ofrece amplias opciones multijugador, al permitirnos jugar una partida de hasta cuatro jugadores en red local o bien en internet gracias a la Nintendo Wi-Fi Connection. Aunque el multijugador local requiere el uso de múltiples tarjetas de juego, se nos ofrece también la posibilidad de enviar algunos de los minijuegos (Buscabom, Quiero queso, o Carrusel de caras) a amigos e incluso descargar cartas de duelo. Esta última opción desde estaciones de descarga Nintendo DS; quien firma estas líneas no tiene constancia de haber visto ninguna, pero esperamos que si los juegos empiezan a ofrecer este tipo de opciones se dé la posibilidad generalizada de poder usarlas. Hay que señalar que mediante la Nintendo Wi-Fi Connection podemos jugar al Duelo desplegable (juego de cartas), pero no a los minijuegos y microjuegos. En red local, tanto una modalidad como la otra estarán disponibles.
A través de los minijuegos en el modo historia vamos consiguiendo varios objetos o, claro, la liberación de algún amigo con plumas, además de abrir el camino a nuevas zonas del mapa y conseguir cartas que podamos usar en los momentos de combate con cartas.
Los minijuegos incluidos son variados y muy divertidos casi siempre, con alguno que no está tan bien logrado, y otros que resultan mucho más difíciles que la tónica general del título. Nada anómalo dentro del género de los recopilatorios de minijuegos y, de hecho, el balance es bastante positivo en el caso del título que nos ocupa. Los planteamientos van variando desde los que son más puramente puzles hasta los que están más centrados en la acción. Así, tan pronto podemos estar compitiendo por coger unas monedas (y golpear a los otros para que no las cojan) como haciendo, en un sentido bastante literal, un puzle con múltiples piezas, aunque con buenas dosis de habilidad al tener que controlar el vuelo del chocobo para poder coger las piezas. En estos minijuegos podrán tomar parte incluso varias inteligencias artificiales, por lo que en determinados momentos la cosa se puede poner peliaguda. Eso sí, en líneas generales, el juego resulta muy asequible. No debemos olvidarnos de que, además de minijuegos, se incluyen microjuegos: retos mucho más breves que no hacen que avancemos en la aventura pero que nos dan más cartas, algo que será muy útil.
Las batallas de cartas son el otro gran elemento jugable de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales, con más de un centenar de cartas coleccionables. El sistema se basa en una serie de duelos a los que nos retarán otros personajes, y la premisa es bastante sencilla, al ser similar a la de otros juegos por turnos, resultando en elementos tácticos y estratégicos que pueden ser bastante profundos incluso. Los mazos se dividen en cartas de cinco colores (rojo, verde, azul, amarillo y gris), con las que invocamos a diversas criaturas. Cada carta tiene un indicador de estrellas para saber su rareza y un número que la identifica, además de, claro, información sobre las habilidades que tiene y una ilustración.
Primero, el rival nos lanzará el reto, y si lo aceptamos tendremos que escoger una carta de nuestra mano; si lo hacemos más rápido que nuestro enemigo, jugaremos primero. En cada ronda tendremos que elegir una carta, que será la que se despliegue, para enfrentarla a la de nuestro rival. Luego, en función de las relaciones de contraste, se ataca o se defiende. Las cartas tienen cuatro zonas (una por lateral), pudiendo ser cada una de ellas de ataque, defensa, o vacía. Si una zona de ataque contrasta con una vacía, atacamos con éxito; si es de ataque con una defensa, el ataque falla; si es de ataque contra ataque, causamos la mitad de daño; la defensa contra ataque, nos defendemos con éxito. Todo ello con códigos de colores.
Ciertas cartas tienen, además, la capacidad de inducir estados alterados, como congelación, quemadura, parálisis, veneno... todos ellos clásicos de los juegos de rol y, cómo no, de la saga Final Fantasy. Hay que añadir, a todo esto, que algunas cartas precisan puntos de cristales, que se van consumiendo, para lanzar su poder. Si tenemos en cuenta que como mucho podemos tener diez puntos almacenados, esto es una limitación importante y nos exige escoger una buena estrategia para poder ganar la batalla. Todo esto se tiene en cuenta a la hora de determinar cuánto daño se realiza o recibe, perdiendo, claro, el que se quede sin puntos de vitalidad.
Como vemos, el sistema en sí tiene más complejidad que la que podría haberse intuido en un primer momento, pero una vez nos hemos metido en faena todo resulta sencillo y es fácil de asimilar. Esto se debe, entre otras cosas, a que el juego realiza una muy buena tarea a la hora de ir introduciendo todos sus elementos jugables.
Los combates de cartas van a ser uno de los puntos más destacados del juego, en buena medida gracias al buen nivel de la máquina, aunque lo más seguro es que los combates más interesantes tengan lugar, claro, gracias al juego en red, pues normalmente es al jugar contra otra otros jugadores experimentados cuando veamos lo importante es que ir organizando un buen mazo, equilibrado, con todos los colores bien nivelados. No es que vayamos a dejar de jugar a los minijuegos o microjuegos contra otros, pues son ideales para partidas rápidas sin complicaciones, pero todo el sistema de cartas de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales está sorprendentemente bien diseñado e implementado en el diseño del título.
A nivel gráfico, estamos ante un juego que combina sabiamente entornos 2D y 3D, destacando sobre todo los diseños de los personajes, poligonales, y sus entornos. Además, su dirección artística es sublime, logrando una estética propia dentro de su filiación con algunos de los Final Fantasy más clásicos, construyendo su propia personalidad al tiempo que se mantiene identificable como juego propio de Final Fantasy. Su estilo desenfadado, con múltiples referencias a los cuentos de hadas en su estética, le imprime un aspecto muy propio para los pequeños de la casa, que los mayores sabrán apreciar. Desde luego, a nivel técnico se muestra a gran nivel, al nutrirse del material elaborado para Final Fantasy III; esta vez sin dejar la pantalla de arriba en negro.
Las composiciones musicales y los efectos sonoros se mantienen en esta línea, combinando temas clásicos de la saga con otros nuevos creados para la ocasión. Tanto unos como otros suenan estupendamente, quizá con un tono excesivamente agudo y rápido, por eso de darles un aire más alegre.