Análisis Rocket League: Sideswipe, dos dimensiones, misma diversión (iPhone, Android)
No muchos recordarán Supersonic Acrobatic Rocket-Powered Battle-Cars, el título lanzado para PlayStation 3, pero si decimos Rocket League... la cosa cambia. El juego de Psyonix ha sido una auténtica revelación que desde su debut hace más de seis años no ha hecho más que crecer, y que ahora, con el apoyo económico que supone la adquisición por parte de Epic Games, va a seguir buscando nuevos frentes por los que expandirse. La primera parada: los móviles.
Misma fórmula, nueva dimensión
Rocket League: Sideswipe es un juego deportivo y de conducción que, al igual que su hermano mayor, combina coches con cohetes que saltan y una especie de fútbol. Está completamente orientado al juego a través de internet, en este caso, con partidas para dos jugadores o cuatro en partidos 1 contra 1 o 2 contra 2. Es posible jugar en solitario contra bots, pero son partidos de entrenamiento que no sirven para progresar; simplemente, como su propio nombre indica, para practicar. El principal cambio, eso sí, es el paso a las dos dimensiones, que requiere obvios cambios en su jugabilidad para funcionar.
Aunque parezca una simplificación de la fórmula, Rocket League: Sideswipe sigue siendo muy profundo. Puede parecer una tontería, pero Psyonix ha hecho un trabajo fantástico para implementar estos cambios, y es de agradecer que se hayan tomado la molestia de hacer un juego nuevo en lugar de, simplemente, adaptar el juego de sobremesa a dispositivos móviles, que podría funcionar en la mayoría de terminales actuales.
Así, Rocket League: Sideswipe es un juego completamente nuevo, diseñado para que se pueda jugar con nuestros dos pulgares y nada más, si bien es perfectamente compatible con mando.
Esta nueva entrega se centra más en dominar el vuelo, algo que es nivel «avanzado» en el juego principal. Al ser de movimiento bidimensional, cobra más importancia nuestra posición en el eje vertical, pero al sólo poder movernos en dos dimensiones también se facilita el volar. Además, el turbo ahora se regenera automáticamente siempre que tengamos las ruedas pegadas a una superficie (techo incluido), por lo que no nos va a faltar turbo para volar. También se ha puesto más énfasis en la sincronización a la hora de golpear la pelota saltando, ya que en el aire los coches le dan menos impulso al balón.
Las porterías, al estar en alto también potencian la jugabilidad diseñada en torno al vuelo, ya que, para marcar hay que levantar el balón y para defender hay que estar en el aire. En general, son pequeños grandes cambios que fomentan el dinamismo de las partidas, y que nos obligan constantemente a buscar la mejor posición en el terreno de juego. Destacar que también está disponible el modo «Aros», que viene a ser la versión de baloncesto, aunque nos ha parecido que la transición a las 2D no es tan buena como la del modo principal.
La clave está en los detalles
En lo visual, Rocket League: Sideswipe es igual que en lo jugable: aparentemente simple, pero más complejo de lo que parece. Nuestro coche muestra dos flechas que nos indican hacia dónde estamos apuntando con el stick y hacia dónde mira nuestro coche, algo muy necesario en la pantalla de un móvil y con el caos que puede formarse desde una perspectiva lateral. Nosotros también podemos ver la flecha de nuestro compañero, por lo que podemos ver si, por ejemplo, va a lanzarse a por el balón o a cubrir la portería en el saque de centro; incluso, si nos entendemos, darnos indicaciones Otro detalle es que los mensajes asignados a la cruceta ahora son pegatinas, mucho más fáciles de leer en una pantalla pequeña y que, además, aparecen sobre nuestro coche al usarlo.
El resto es Rocket league tal y como lo conocemos. Desde la música a los efectos de sonido, pasando por las opciones de personalización, los pases de temporada e incluso la traducción chunga, que a estas alturas es difícil de justificar. Desde un punto de vista más técnico, hemos jugado perfectamente más de cincuenta partidos, siempre a 60 imágenes por segundo y sin ningún tipo de lag en la conexión y encontrando partidas muy rápido, usando un iPhone 13 Pro y nuestro wifi. Sólo hemos tenido un par de problemas: cierres repentinos de la aplicación al usar AirPlay para jugar en la tele, y problemas a la hora de registrar los botones del mando Bluetooth (un mando de Xbox One). Hemos visto en internet que no somos los únicos con problemas con el mando, por lo que imaginamos que Psyonix se pondrá manos a la obra para solucionarlo.
Problemillas aparte –ninguno es lo suficientemente grave para arruinar la experiencia–, la mayor carencia de Rocket League: Sideswipe es la falta de contenido. Tres estadios –uno por modo– y opciones de personalización muy limitadas, aunque queda claro que esto es simplemente la pretemporada y que las cosas no van a tardar en mejorar. Ya sabemos que va a ser un juego como servicio y nos podemos hacer una idea de lo que está por llegar.
No es un juego de móviles, es un nuevo Rocket League
No os dejéis llevar por los prejuicios, Rocket League: Sideswipe es una nueva entrega de la saga, diseñada para funcionar mejor en móviles gracias a sus partidas rápidas y controles más simplificados, pero que consigue mantener toda la profundidad y la complejidad de la versión de sobremesa. De hecho, creemos que no hay una mejor que la otra, sino que se complementan, y podemos disfrutar de una o de otra en función del momento y de lo que nos apetezca. Sí, falta contenido, pero lo que tenemos ahora mismo es sólo la pretemporada. El núcleo jugable, que es lo que de verdad importa, es fantástico, y sólo queda esperar para ver cómo evoluciona.
Hemos realizado este análisis en un iPhone 13 Pro descargando el juego de la App Store de manera gratuita.