Análisis de Lost in Harmony (iPhone)

El mercado de las aplicaciones para teléfonos y dispositivos móviles -como tablets y ordenadores personales de diverso tipo-, que parece ir a más año tras año, ha conseguido aglutinar un nivel creativo sin precedentes en la industria del videojuego. Como en cualquier ecosistema hay videojuegos de variada calidad -en el caso concreto de iOS y Android, también algunos muy malos-, pero de vez en cuando, unidos a las propias características de la plataforma en la que salen, se consiguen títulos que trascienden el género o las normas establecidas -así como los prejuicios habituales-, convirtiéndose en referencias. Monument Valley o Threes!, ejemplos prácticos distintos y sostenibles de un desarrollo de aplicaciones notable, consiguieron devolver lustre a nivel mediáticos para los títulos en iOS y Android.

Lost in Harmony nace de este nuevo impulso. Auspiciado por Wyclef Jean, uno de los responsables del genial Valiant Hearts, Lost in Harmony nos propone unificar elementos de uno de los géneros de más apoyo en la App Store y arroparlos bajo la batuta de la música interactiva. ¿La idea? Muy buena. ¿El resultado? No demasiado bueno.

Kaito y Arya en el mundo de los sueños

Lost in Harmony es un juego de carrera y acción infinita en el que el ritmo y la música, son el elemento distintivo de su jugabilidad. La app nos cuenta la especial relación entre Kaito y Aya, dos adolescentes, a través de los mensajes de textos que ambos se envían, y de cómo los jóvenes comienzan a conocerse y amarse mutuamente en el espacio onírico de lo virtual mientras se encuentran separados por la distancia. El pretexto de ser partícipes en el envío de mensajes como Kaito, y de sentirnos parte partícipe de sus ensoñaciones, funciona.

La app es como os decíamos, la base del típico endless runner que tanto parece haber calado entre los jugadores de iOS y Android desde los tiempos de Temple Run y sus primeros derivados. De esta forma, y a bordo de un monopatín, guiaremos a Kaito y Aya por distintos niveles en constante cambio, llenos de obstáculos y peligros que pueden surgir desde cualquier lugar del recorrido.

La gracia y la principal diferencia que encontraremos de esta mecánica harto conocida por todos, radica en el planteamiento de la perspectiva y en el uso de la música como elemento conductor del ritmo. Por lo tanto, para empezar, veremos siempre a la especial pareja de frente, mientras una serie de elementos intentan darles caza y obstaculizar su avance, además de contar con la constante presencia de la música para incrementar nuestra imperiosa necesidad de progreso.

Es aquí dónde, según el propio Wyclef Jean -ganador de dos premios Grammy-, irrumpe y se destapa la verdadera revolución de los juegos musicales. Una vez aprendemos a esquivar y sortear problemáticos obstáculos pulsando la pantalla táctil, Lost in Harmony comienza a lanzarnos orbes y estrellas por la interfaz, que deberemos pulsar para seguir el ritmo y el compás del tema que esté sonando en ese momento. En un primer momento creeremos que es un añadido artificial, que es capaz de distraernos del objetivo principal, pero más tarde caeremos en buena cuenta de la importancia y de lo bien que le sienta a un juego de estas características una idea así.

Lost in Harmony invita a seguir el ritmo en momentos muy concreto, ayudándonos a aglutinar la suficiente puntuación en nuestro marcador con las constantes pulsaciones como para poder superar el nivel que estemos jugando con éxito. Al respecto, cabe destacar que para superar cualquiera de los llamados sueños de Kaito, tendremos que mantener una barra de éxito llena más allá de su mitad, porque de otra manera, se nos obligará a comenzar de nuevo.

La dificultad de Lost in Harmony va en progresivo, aunque hemos detectado varios problemas en su totalidad, que pueden echar por tierra el correcto disfrute del videojuego. La aplicación está bien diseñada en su estructura, e incluso podríamos decir que se permite el lujo de saberlo por momentos. Desgraciadamente, cuando los niveles van añadiendo mayor velocidad, temas más complejos y obstáculos más variados y constantes, nos encontramos ante una evidente muestra de repetición y estructura pero de proporciones artificiales, que acaba desechando cualquier tipo de avance real o impresión en el jugador. En otras palabras: el juego no aporta variedad de situaciones y se limita, desgraciadamente, a ofrecer un escueto "más grande y ruidoso todavía".

Algo para lo que su control, no está del todo preparado. Lost in Harmony está pensado para ser un videojuego que usa el formato de pantalla táctil -aunque saldrá en PC y quizás en otros sistemas-, pero hay momentos en los que no termina de funcionar correctamente, dejando al usuario completamente vendido y en mitad de situaciones realmente peliagudas en los niveles más complejos.

La sensación no es buena, pues produce una especial ansiedad una vez llegamos a largos recorridos en los que un error en absoluto intencionado, puede dar como resultado la repetición al completo del nivel. ¿Soluciones? Se nos ocurren dos: una, la de reajustar y calibrar el sistema de repuesta, que no va del todo fino en esta primera versión de la aplicación. Y dos, la de brindar otro tipo de control, quizás con botones virtuales, que ayuden al usuario en los momentos de mayor carga jugable, proporcionándole la respuesta correcta.

A nivel técnico, hablamos de una aplicación que funciona en muchos apartados, pero que no termina de alcanzar la excelencia que prometida en ningún momento. Durante su promoción y anuncio, Digixart Entertainment y el propio Wyclef Jean destacaron las influencias artísticas del juego, entre las que se encontraban los maestros del cine japonés Miyazaki y Kurosawa como principales exponentes. Si tuviéramos que mirar con lupa diríamos que sí, que hay algo suyo en todo el subtexto que proporciona el juego -además de la historia de amor entre los jóvenes en el espacio virtual, también encontramos varios elementos reivindicativos con respecto a la situación política, social y económica actual muy bien hilvanados-, pero la verdad todo queda en buenas intenciones y no termina de culminar.

En relación a esto, queremos destacar el diseño de los escenarios, bello e inspirador, que nos trasladará desde ciudades y urbes atiborradas de tráfico y rascacielos, a enormes campiñas bañadas por el sol, carreteras ocultas y perdidas en desiertos bajo cielos estrellados, interiores de ordenadores, galaxias y oscuros resquicios del pasado en forma de inspiradoras imágenes de archivo basadas en la Segunda Guerra Mundial. Lost in Harmony consigue sorprender la mayoría del tiempo a nivel visual.

Pero la música es la que, como os decíamos, lleva el compás -y nunca mejor dicho- del propio videojuego, haciéndonos repetir una y otra vez algunos niveles por el mero hecho de dejarnos llevar por la melodía en cuestión. Es más: el videojuego permite que experimentemos con nuestras propias canciones o incluso, compremos aquellos temas que más nos agraden -muchos de ellos, mezclas de piezas de música clásica-, destacando la pista compuesta por Wyclef Jean, que aparecerá en uno de los momentos más emotivos del videojuego. Videojuego, que por supuesto, está traducido al castellano.

Conclusiones finales

Lost in Harmony es un buen juego, poseedor de grandes ideas e intenciones, que desgraciadamente, parece no estar pulido del todo. Su estructura base es sólida, y su mecánica, sobre el papel, prometedora. Wyclef Jean toca varias teclas interesantes en este particular endless runner musical -el escenario siempre es un pequeño puzle simbólico que surge a raíz de la conversación que previamente han mantenido Kaito y Aya-, presentando a dos personajes conmovedores y coqueteando con una historia más que interesante.

Pero hay ciertos aspectos que lo penalizan en exceso. Por una parte, nos encontramos con un control que no responde como debería, dejando al jugador en una situación incómoda y poco agradable en niveles que exigen mucha concentración y un bajo -o nulo- número de errores para ser superados. Podemos entender una dificultad alta, pero bajo ningún concepto, podemos permitir que se ligue a un control poco exacto, y menos en un videojuego musical. Así mismo, también queremos dejar patente una excesiva reiteración de conceptos en forma de obstáculos, que acaban por desmontar, a través de la repetición, cualquier interés que se pueda tener en un futuro de avanzar en la historia.

En cualquier caso, Lost in Harmony es un videojuego arriesgado, que guarda bajo llave un buen y sólido concepto, que aunque bien pensado e ideado para las pantallas táctiles, no termina de presentarse al jugador como algo honesto. Wyclef y Digixart han conseguido unificar dos géneros poco afines bajo una aplicación que enarbola como principales atractivos un pretexto audiovisual y argumental maravilloso, pero que quizás, y pese a lo universal de su temática, únicamente atrape a unos pocos.

Hemos realizado este análisis con un código de descarga que nos ha proporcionado Digixart Entertainment.